El Silencio sobre Dios
Uno de los defectos más sobresalientes en los debates políticos, sociales o intelectuales, desde mi punto de vista, es la constante renuncia que muchos católicos hacen de hablar públicamente Dios. Omitimos a Dios. No citamos a Dios. No nos remitimos a Dios. Damos por sentado que en el mundo actual, Dios no pinta nada y que no podemos hablar directamente sobre Dios. Damos por supuesto y aceptamos las reglas del juego del Enemigo. Vivimos en una sociedad secularizada donde se da por consabido que Dios no existe o, si existe, no pinta nada en la vida social, política o intelectual. Aceptamos las premisas de los ateos o de los agnósticos.
Vamos al debate educativo: y el argumentario de los católicos se limita a señalar el derecho de los padres a educar a sus hijos conforme a sus convicciones y, por lo tanto, de elegir colegios confesionales. Pero estamos en el campo de juego liberal de los derechos humanos y damos por supuesto que todos los padres tienen derecho a educar a los niños como les dé la gana: si cristianos, cristianos; si comunistas, comunistas. “¡Tenemos derecho, tenemos derecho!”. ¿Y Dios? ¿No tiene “derechos” Dios? ¿No tiene derechos la Iglesia? ¿No tiene derecho todo el mundo a la salvación de su alma? Partimos de la premisa de que los presupuestos que hemos de aceptar de partida son los de los ateos o los de los agnósticos. Porque ellos son más. Y tenemos que hablar su lenguaje. Pues miren ustedes: no.
Todos los niños son criaturas de Dios y tenemos que procurar la salvación de sus almas. Y la Iglesia tiene el derecho divino y la obligación de procurar la salvación de todos y evitar que esas almas se pierdan y se condenen. Hay tantas almas perdidas… Tantas almas que buscan la felicidad donde no hay más que vacío, soledad y pecado… Tantas almas que no saben de dónde vienen ni a dónde van…
¿Por qué tengo que aceptar la premisa de que Dios no existe o de que Dios no es relevante ni significativo? Yo no acepto tales premisas. Y si hablamos de educación, la premisa es la salvación de las almas de profesores, padres y niños. Y hay que denunciar el pecado y proclamar la necesidad de la gracia de Dios para que todos seamos santos y que Cristo nos libere de la esclavitud del pecado. Sólo así seremos realmente felices y cambiará el mundo: no por mi buena voluntad, sino por Cristo, único Redentor y Señor del Universo. Sólo cuando toda rodilla se doble ante Cristo Rey y todos nos convirtamos de corazón a Cristo, solo entonces será posible vivir en paz.
Combatimos el aborto y hablamos del derecho a la vida y volvemos a los Derechos Humanos y las premisas liberales. Y no decimos ni mu de que Dios es el Señor de la vida, que la vida es sagrada; que el alma solo es de Dios y no nos pertenece. Que no somos dueños de la vida ni podemos decidir quién tiene derecho a vivir y quién no. Que no somos libres para autodeterminarnos de Dios, que no nos poseemos porque somos de Dios y Dios nos ha dado la vida para amarle, darle gloria y amarlo sobre todas las cosas y al prójimo como a mí mismo. No se atreven a decir que tenemos que cumplir los mandamientos de la Ley de Dios y que uno de ellos es el “no matarás”. No nos atrevemos a defender la sacralidad de la vida desde la concepción: yo he amado a mis hijos desde que supe que mi mujer estaba embarazada de cada uno de ellos. No necesité verlos para quererlos. Desde el primer momento de su concepción, yo quise a mis hijos. Y Dios, incluso desde antes de que existieran. Y matar a un hijo (mío y de Dios) es uno de los mayores pecados que se pueden cometer (un crimen abominable). Y todos los demás argumentos contra el aborto o «provida» están de más.
Hay que hablar con claridad: el fin del hombre es Dios. Porque el ser humano es una creatura de Dios. Hemos sido creados por Dios y para Dios. Dios es la causa primera y nosotros somos causas segundas. Y nosotros debemos discernir para cumplir la voluntad de Dios en nuestra vida y, así, alcanzar la meta, el fin, para el que hemos sido creados, que es la felicidad eterna en el cielo.
El hombre no es un fin en sí mismo. No podemos ser autónomos respecto a Dios porque vivimos porque Dios quiere que vivamos y existimos porque Dios quiere que existamos; y hasta que Dios quiera y ni un segundo más. Porque vivimos en Dios, por Dios y para Dios.
No acepto las premisas de la Ciudad del Hombre, que desprecia a Dios a base de endiosar a la criatura contra el Creador. Parto de que yo soy de Cristo y milito bajo su bandera: y lo importante no es mi voluntad, sino la santa voluntad de Dios. «Hágase tu voluntad así en la tierra como en el cielo». Esa es nuestra premisa. No haré lo que yo quiera ni lo que me dé la gana o lo que me apetezca a mí, sino lo que Dios quiera; y me sacrificaré por amor a Dios y a mis hermanos. La caridad es la ley de mi vida. Y no hay otra. Yo no impongo mi fe a nadie. Pero tampoco permito que los sin Dios me impongan sus criterios impíos a mí. Ni de coña.
La clave está en encontrar mi vocación para saber qué camino quiere Dios que yo siga en este mundo para darle gloria y alabarle, para que me santifique y pueda alcanzar la visión beatífica de Dios por toda la eternidad. El fin es el cielo: es Dios mismo. Y este mundo es el camino para el otro, que es «morada sin pesar». Este mundo es un «valle de lágrimas» en el que tenemos que cargar con nuestra cruz para seguir a Cristo, que es el único que nos salva por su misericordia.
Pero es como si los católicos no nos lo creyéramos de verdad y nos avergonzáramos de la cruz de Cristo y la ocultáramos de la vista del mundo por falsos respetos humanos, por falsa tolerancia, por vergüenza a defender públicamente lo que profesamos “en privado”; o simplemente, por miedo al martirio. Hay un silencio intolerable sobre Dios. Escondemos el crucifijo y aceptamos vivir como el mundo y con sus premisas. Así no nos crucifican y podemos vivir en paz y evitar el martirio. Como en Silencio, la película de Scorsese. Lo mismo. Y así se extiende la apostasía, se toleran los sacrilegios y nos hacemos los suecos ante las blasfemias. Y vivimos como los demás, como todo el mundo: como si Dios no existiera o fuera irrelevante.
Ya. Me podéis acusar de intolerante o de no querer dialogar con el mundo secularizado. Pero no es así. Lo que quiero es que el mundo secularizado oiga hablar de Dios y que se entere de que Dios es el Principio y el Fin. Que Dios lo es todo. Y que sin Dios, lo único que queda es el infierno: el mal, la destrucción del hombre y de la creación. Sin Dios solo hay desgracia porque solo la gracia de Dios nos permite liberarnos del pecado y del mal y nos eleva y nos redime. Que solo Dios basta.
Yo no quiero nada sin Dios. No quiero política sin Dios. No quiero educación sin Dios (que es conducir a la perdición). No quiero familia sin Dios. Ni quiero vivir sin Dios. Y lo que quiero es transmitir la felicidad de vivir unido a Cristo, de adorar a Jesús Sacramentado en la Hostia Santa. Lo que quiero es que el mundo sin Dios se convierta y vuelva a Dios. Que el hijo pródigo vuelva a la casa del Padre después de haber malgastado su herencia en comer, en beber y en follar: en el hedonismo desenfrenado de la modernidad; en el vitalismo nietzscheano que pretende matar a Dios y que vivamos como si Dios fuera un invento, un cuento para menores de edad sin ilustración. Cuando el hijo pródigo lo haya derrochado todo y pase hambre (hambre de sentido, hambre de felicidad verdadera, hambre de Dios e incluso hambre física) tal vez vuelva a la casa del Padre arrepentido y con las orejas gachas. Entonces Dios los acogerá con los brazos abiertos. Y mientras tanto, yo no me moveré de la casa del Padre. En ningún sitio se está mejor.
Pero que nadie espere que acepte nada sin Dios: ni educación ni filosofías ni ideologías ni leyes ni nada. Mi única sabiduría es Cristo. Lo único que me importa es Cristo y no quiero nada sin Dios. Como dice el apóstol San Pablo (I Cor. 1, 18-26):
18 ¡El mensaje de la cruz es una ridiculez para los que van rumbo a la destrucción! Pero nosotros, que vamos en camino a la salvación, sabemos que es el poder mismo de Dios.
19 Como dicen las Escrituras: «Destruiré la sabiduría de los sabios y desecharé la inteligencia de los inteligentes».
20 Así que, ¿dónde deja eso a los filósofos, a los estudiosos y a los especialistas en debates de este mundo? Dios ha hecho que la sabiduría de este mundo parezca una ridiculez.
21 Ya que Dios, en su sabiduría se aseguró de que el mundo nunca lo conociera por medio de la sabiduría humana, usó nuestra predicación «ridícula» para salvar a los que creen.
22 Es ridícula para los judíos, que piden señales del cielo. Y es ridícula para los griegos, que buscan la sabiduría humana.
23 Entonces cuando predicamos que Cristo fue crucificado, los judíos se ofenden y los paganos dicen que son puras tonterías.
24 Sin embargo, para los que Dios llamó a la salvación, tanto judíos como gentiles, Cristo es el poder de Dios y la sabiduría de Dios.
25 Ese plan «ridículo» de Dios es más sabio que el más sabio de los planes humanos, y la debilidad de Dios es más fuerte que la mayor fuerza humana.
26 Recuerden, amados hermanos, que pocos de ustedes eran sabios a los ojos del mundo o poderosos o ricos cuando Dios los llamó.
27 En cambio, Dios eligió lo que el mundo considera necio para avergonzar a los que se creen sabios. Y escogió cosas que no tienen poder para avergonzar a los poderosos.
28 Dios escogió lo despreciado por el mundo —lo que se considera como nada— y lo usó para convertir en nada lo que el mundo considera importante.
29 Como resultado, nadie puede jamás jactarse en presencia de Dios.
30 Dios los ha unido a ustedes con Cristo Jesús. Dios hizo que Él fuera la sabiduría misma para nuestro beneficio. Cristo nos hizo justos ante Dios; nos hizo puros y santos y nos liberó del pecado.
31 Por lo tanto, como dicen las Escrituras: «Si alguien quiere jactarse, que se jacte solamente del Señor».
21 comentarios
En Silencio hay 5 escenas distintas de 5 martirios distintos. Crucifican, ahoga, torturan y matan a mucha gente. No es una peli sobre renegados, sino sobre mártires. Y los que pisan el fumie y evitan el martirio mantienen la fe como pueden, a escondidas, bajo un cruelísimo estado-isla policial.
Por otra parte, el derecho de los padres comunistas a educar a los hijos en sus valores comunistas es de derecho natural y emana del "Honrarás a tu padre y a tu madre".
No todo vale para implantar el "Amarás a Dios por encima de todas las cosas".
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Pedro L. Llera
Yo no propongo implantar ni imponer nada a nadie. Lo que digo es que no voy a esconder a Dios, que no tengo por qué tener un discurso que evite nombrar a Dios. Porque soy creyente y no me avergüenzo de Cristo ni me da miedo alguno el mundo.
Respecto a la película de Scorsese, habría mucho que hablar. No estoy de acuerdo con lo que usted entiende en la película. Pero no voy a entrar aquí en debates estériles.
Su discurso, por otra parte, es impecablemente liberal.
Biden, representante de la cultura de la muerte contra Putin, el último caballero cristiano.
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Pedro L. Llera
No tengo yo tan claro quién es el ángel y quién el demonio en este tema. Hablar de Putin y Biden en términos maniqueos me parece una simplificación que está lejos de la verdad.
¿Y también es de derecho natural a los padres nazis educar a sus hijos en los valores nazis? Si quiere ser coherente con su liberalismo, debe admitir que sí, y estar de acuerdo con la educación nazi. Sino, entonces, bienvenido, ahora eres tan rígido y medieval como nosotros.
"Y los que pisan el fumie y evitan el martirio mantienen la fe como pueden"
Desde el momento que han pisado ya no mantienen la fe:
"Por todo aquel que se declare por mí ante los hombres, yo también me declararé por él ante mi Padre que está en los cielos; pero a quien me niegue ante los hombres, le negaré yo también ante mi Padre que está en los cielos." (Mateo 10, 32:33)
"Todo el que niega al Hijo tampoco posee al Padre. Quien confiesa al Hijo posee también al Padre." (I Juan 2, 23)
"Si nos mantenemos firmes, también reinaremos con él; si le negamos, también él nos negará" (II Timoteo 2, 12)
Tiene usted toda la razón.
Es más, toda omisión de Dios implica una apostasía. Porque nunca se reconoce que tal silenciamiento siempre se hace en nombre de alguna ideología que no es más que una falsa religión.
Y más razón tiene usted respecto al aborto. Toda la argumentación periférica del mundo provida para un debate "civilizado" le hace el juego a los aborteros. El desde, es que el nasciturus es una persona completamente indefensa. No hay nada que discutir. Nadie que defienda el aborto puede ser considerado decente, ni puede sentarse a la mesa o ser recibido en casa, sea mi hermano o mi padre. No hay trato con los adoradores de Moloch.
Lo mismo vale para los sodomitas. El desde es que es un acto contra natura. La evidencia no se discute.
El truco de la progresía es negar el desde, el principio. Si aceptamos esa deshonestidad intelectual, toda argumentación se torna un moledero de agua.
Respecto a Dios, cuál es el complejo de argumentar con principios católicos, cuando todo el resto lo hace con principios ideológicos. Esta cobardía es consecuencia de haber renunciado al Reinado Social de Cristo, al de verdad y explícito en las leyes y en las instituciones. El de los modernistas, que se limita a un "reinado en los corazones", es una simulación cobarde.
Dios y la Virgen Santísima, deben estar en alocuciones, discursos y documentos sin tapujos ni complejos.
No existe ningún derecho natural de los padres a educar a sus hijos en el error. Por la sencilla razón de que nadie tiene derecho a obrar el mal.
Ese mal se tolera porque combatirlo sería más perjudicial para el bien común que soportarlo.
_Me siento terriblemente culpable de ello. Avergonzada. Creo que por eso Dios "me escupió". Por tibia. Peor que tibia, incluso. No es un escupir en plan, "ya no te quiero". Sino un "te escupo para que espabiles y veas cuánto te Amo y cuánto Amo a todas mis criaturas". "Lo que tú no has sido capaz de hacer por alejarte de Mí, verás ahora como sí eres capaz de hacerlo Conmigo".
Mis discursos también son terriblemente liberales, creo yo. Y eso, según la Iglesia, es pecado, no? Ayer decía un comentarista que no veía claro el poder de la educación. Como para no verlo...mare mía. Gracias a Dios, y solo a Él, no es absoluto. ¡Pero cómo negarlo! También de los medios de comunicación. La influencia desde las leyes políticas, etc. ¿Cómo decía Chesterton? "La Iglesia, con Cristo a la cabeza, es la única que nos salva de la terrible humillación de las esclavitudes de nuestro tiempo". Algo así...
En cuanto a la película, a mí me gustó. La fragilidad de los personajes me conmueve. El protagonista no soporta el martirio de los demás. Ya no el propio. No soy quien de juzgarlo. Pero no se le ve mala persona. Solo frágil. Lo que me interesa de ese tema es que hay un nuevo martirio en ciernes, apunten. Los satánicos no se conformarán con conseguir apostasías de boquilla, como los de la película, por miedo a sufrir o a ver sufrir. Quieren arrancarnos realmente a Cristo del corazón a base de sufrimientos atroces. Para que nos cuestionemos cómo puede Dios permitir eso. Un estilo a Job. Pero no sería Satanás directamente el atacante, sino sus nuevos trabajadores, los satánicos, es decir, personas como nosotros. Cuando más conozcan a esas personas más lejos las querrán de sus vidas, si es que son realmente corderos de Dios. Si realmente somos creyentes en la eternidad, esto será pasajero. No nos apeguemos a nada ni a nadie. Y tengamos nuestra mirada puesta en el Cielo. Es como si quisieran una nueva división mundial, no ya en comunistas/capitalistas, blancos/negros, etc, sino corderos/cabritos. La Salvación de otros puede estar en nuestras manos, según cómo soportemos ese martirio, de llegar a darse. A mí me da pavor, no se lo voy a negar. Pienso en los primeros cristianos, como lo más parecido a lo que se nos avecina. Y ojalá Dios apartara ese cáliz, pero si es parte de su Plan de Salvación... Tal vez sea un "regalo" del liberalismo, para solventar nuestros fallos y silencios en todo este tiempo. O por lo menos el camino que toca ahora transitar.
Otra cosa es que el poder político, por razones de prudencia o caridad, tenga que tolerarlo. Es desde luego el caso respecto de las opiniones privadas de los padres y también, dada su autoridad natural sobre los hijos, respecto de la educación en tales errores que los hijos reciben de los padres. Pero nada de ello implica un derecho al error ni a su propagación.
Estas palabras expresan muy bien la situación actual y la realidad tan tremenda que estamos viviendo en todos los aspectos. Legalización del aborto, de la eutanasia, aumento de la depresión, del número de suicidios entre los jóvenes etcétera.
Y todo ello es debido a una crisis antropológica que es no es otra cosa que la crisis de Dios. Pues en una sociedad sin Dios el hombre termina por perder su dignidad.
El problema a lo que comentas D.Pedro de que la Iglesia tiene el derecho divino y la obligación de procurar la salvación de todos y evitar que esas almas se pierdan y se condenen. Es que no hay vocaciones ni al matrimonio, ni a la vida religiosa, ni al sacerdocio. Se habla incluso de que peligra la estructura sacramental de la Iglesia.
Tiempos complejos nos han tocado vivir.
El Señor te bendiga y te guarde junto a tus seres queridos.
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Pedro L. Llera
Querido Miguel:
No me extraña cuanto cuentas de la residencia. No es que seas una buena persona: es que eres un buen siervo de Dios. Bendito sea el Señor que se sirve de pobres pecadores como tú y como yo para consolar a sus hijos.
Un fuerte abrazo.
Porque aunque nosotros seamos infieles con Cristo, Él no lo es con nosotros, pues aunque caigamos en la infidelidad, en el pecado, sabemos que allí no se acaba su misericordia con nosotros, Él permanece fiel, y nos acogerá como el Padre de la parábola del hijo pródigo si retornamos a él arrepentidos sinceramente de nuestros pecados. Ésa es su promesa con nosotros al hacer que lo llamemos "Padre nuestro", porque siendo Él, como no puede ser otra manera, mejor que todos los padres del mundo, pronto está a perdonar a sus hijos que vuelven a Él con corazón contrito y humillado.
Por eso san Pedro después de su traición lloró amargamente su pecado, y gracias a eso es hoy san Pedro, y no sólo Pedro.
Y en cuanto a santo Tomás, debemos juzgar más con clemencia que con severidad, pues su condición es propia de nosotros, hijos de Adán, por lo que está atenuada su incredulidad debido a nuestra debilidad por el pecado original; además, su voluntad estaba inclinada más a creer más que a dudar, porque tan pronto como Cristo en persona le ordena creer Tomás confiesa de inmediato: «Señor mío y Dios mío», y señal es de una voluntad inclinada al bien el no tener lentitud para el buen obrar.
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Pedro L. Llera
Ese "alguien" en la Iglesia fueron y son buena parte del clero y de su jerarquía. Tiene usted toda la razón.
Se nos está dando muy bien ayudar al diablo.
Los amigos del diablo se manifiestan públicamente, el diablo debe estar muy orgulloso ¿ Estará Dios nuestro Señor así de orgulloso de nosotros?
Tanto en política como en todas nuestras relaciones sociales andamos siempre con mucho cuidado de no hablar de Dios y de su Madre la Santisima Virgen y de todos los Santos......somos idiotas!!!.....no vaya a ser que nos tachen de que???
Un dia llegué a la conclusión de que hay que caer en la cuenta de que en realidad no tenemos nada, absolutamente nada que perder.....
Para alguien no-creyente, el silencio sobre Dios quizá es consecuencia del silencio de Dios.
Pocos o muchos, muchos o pocos aunque seguro que más de uno, no creemos y no necesariamente por "rebeldía" o por simple rechazo a ideas trascendentes o por razones culturales que nos hayan pretendido inculcar u ... otras razones; sencillamente se precisa una fe que no encontramos por mucho afán que pongamos por buscarla y hallarla.
Al menos en mi caso, Dios está ausente.
A su discreción publicar el comentario.
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Pedro L. Llera
La fe, en última instancia, es un don de Dios. Dice Santo Tomás de Aquino:
«Creer es un acto del entendimiento que asiente a la verdad divina por imperio de la voluntad movida por Dios mediante la gracia».
1.- Es un conocimiento (pues es un acto del entendimiento) de las verdades relativas a Dios: hay que conocer la verdad revelada, los dogmas de fe, el Credo, los Mandamientos, el Padre Nuestro. Eso se aprende, se conoce.
2.- Consecuencia de la propia voluntad de creer; esto es, creo porque quiero creer libremente. Nadie me obliga ni me puede obligar. Pero yo quiero creer la fe de la Iglesia.
3.- De la voluntad de creer es responsable última la gracia de Dios: es la gracia de Dios quien mueve a la voluntad del hombre a creer. La fe se recibe por el bautismo y crece con la gracia de Dios a través de los sacramentos: penitencia, santa misa,...
Dios nunca está ausente. Si vivimos es porque Dios nos da la vida. En Dios vivimos, nos movemos y existimos. Dios te dio la vida y te la mantiene. Y te la da con un propósito: para que le des gloria y alabanza y así, hacerte santa. Nuestra felicidad es Cristo: es vivir unidos a Cristo, que está realmente en cada sagrario, en cada misa...
Si estás por aquí, es que estás buscando. Pide la fe. Yo rezaré por ti.
Siento verdadero pánico cuando pienso en el día
del juicio universal y seamos juzgados por el mal ,
consentido y cometido y también por el bien, de
palabra u obra que por respetos humanos,( o lo
que sea ) hemos omitido.
Aquí es donde encuentro flagrante nuestra culpa
al silencio que le hacemos a Dios Nuestro Señor.
Es un pecado el silencio sobre Dios.
Yo no estoy libre de ese pecado.
Que Dios nos dé fortaleza a todos, porque la necesitaremos cada vez más para ser fieles.
Más vale que no nos metamos en una guerra de buenos y malos, recemos porque la cosa no lleguen a más, que es para lo que estamos.
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