Tarascas

Y cuatro animales enormes, diferentes entre sí, emergieron del mar. (Daniel 7).

Según Caro Baroja, la tarasca representa la herejía vencida por la fe. Se trata de la bestia del Apocalipsis que en ciudades como Toledo o Granada sale a las calles coincidiendo con la festividad del Corpus. Porque la tradición cristiana sabe perfectamente que es Cristo quien derrota a la Bestia. Y Cristo es la Hostia Santa que procesiona por las calles en la fiesta del Corpus Christi. Sólo Jesús vence a las ideologías modernas, que son las verdaderas bestias, hijas todas ellas de Satanás, tarascas repugnantes que prometen paraísos y redenciones falsas y traen soledad, vacío, muerte, pecado e infiernos inhumanos y crueles. Donde no reina Cristo, reina la Bestia, la Serpiente, el Maligno. Y solo Cristo puede vencerlo.

Y María pisará la cabeza de la Serpiente.

Vivimos amenazados por monstruos, por verdaderas tarascas. Vivimos rodeados de bestias que blasfeman contra Dios, de orcos deformes, sacrílegos, que vociferan contra el Creador su bilis nauseabunda.

La primera bestia cortaba cabezas en la guillotina en nombre de su libertad, su igualdad y su fraternidad. En nombre de la justicia mataba sin piedad a los hijos de Dios. La primera bestia predicaba la rebelión contra Dios: “¡No serviré a Dios! ¡No obedeceré sus mandamientos! ¡Yo soy Dios! Yo soy el único soberano y señor de mí mismo. Soy autónomo y me autodetermino del Creador. ¡Yo me haré a mí mismo! Yo seré el centro. Yo seré como yo quiera y seré lo que yo decida ser. Yo soy el fin último de mí mismo.”

Y el hombre sin Dios se convirtió en una bestia deforme y cruel: un siervo del Demonio pestilente y amorfo. Y trató de acabar con Dios y cambiar las fiestas cristianas por otras paganas. Intentó no dejar ni rastro de Dios sobre la tierra. Pero fracasó.

La segunda bestia, viendo que el hombre autodeterminado, hijo de la primera bestia, provocaba una lucha incesante y un choque de intereses permanente entre individuos y colectivos, decidió adorar al leviatán del odio. Ahora el más fuerte domeñará al más débil. El Estado es soberano y el individuo debe someterse a su voluntad sagrada. El Estado se convierte en el dios que todo lo planifica, todo lo controla, todo lo manda. Cristo es el enemigo. El hombre libre es el enemigo porque no se rinde, no se somete a Satanás y no acepta la soberanía del odio y se empeña en predicar la soberanía de la Caridad, del único Dios verdadero.

Y los estados se volvieron campos de concentración, verdadero infiernos crueles, inhumanos, asesinos. Quisieron acabar con Dios y que no quedara rastro de Él sobre la tierra. Pero la segunda bestia, la bestia del odio, fracasó. Aunque sigue aplastando y devorando seres humanos por el orbe. Está muerta pero ella no lo sabe y sigue y sigue propagando el odio, el hambre y la destrucción por el mundo.

La tercera bestia, hija de la primera y hermana de la segunda, predicaba el odio y la soberbia del superhombre. El hombre está por encima del bien y del mal. Sólo son personas los hombres autónomos, la raza superior: los perfectos, los bien hechos. Y a los defectuosos conviene eliminarlos. Y a las razas inferiores, hay que confinarlas, esclavizarlas, asesinarlas, aniquilarlas. Sólo el hombre perfecto y sin mancha puede prevalecer. El superhombre es dueño de sí mismo, autónomo y poderoso: por eso la tercera bestia es hija de la primera. El líder es Dios y nosotros, superhombres, héroes destinados a salvar el mundo de sí mismo y dominarlo con mano de hierro, desfilando al paso de la oca con uniformes refulgentes. Cuando el mundo sea nuestro, el paraíso estará en la tierra para gloria del hombre superior.

Y los superhombres crearon campos de exterminio. El monstruo de la soberbia blasfema e infame se creía dios, omnipotente y todopoderoso. Pero fracasó y sus restos despedazados aún vagan por el mundo alzando brazos al aire, cantando canciones de muertos y ondeando banderas vapuleadas, humilladas y derrotadas. Su lucha era la lucha del hombre soberbio contra Dios. Y la tercera bestia fracasó.

Y surgió una cuarta bestia con muchos cuernos y una boca que profería insolencias e insultos contra Dios. La cuarta bestia está aquí. Es deforme y blasfema. Odia a Dios y odia al hombre. La cuarta bestia es hija de las tres putas que la precedieron; es fruto del incesto y la fornicación de los adefesios que la engendraron. La cuarta bestia es una ramera incestuosa, adúltera y sucia. La cuarta bestia es el sucio sueño de un guionista de películas pornográficas. Es un desfile de adefesios, de mamarrachos; de avechuchos despreciables.

La cuarta bestia tiene los peores atributos de sus progenitores: la insolencia de la rebelión contra Dios de la primera; el espíritu totalitario y liberticida de la segunda; y la soberbia sin límites de la tercera. “No obedeceré a Dios: lo asesinaré y quemaré sus templos. ¡La única Iglesia que ilumina es la iglesia que arde!”, grita desafiante, procaz e insolente la bestia travestida y pintarrajeada como una furcia barata.

La cuarta bestia quiere también crear su paraíso en la tierra. Quiere establecer su propio Jardín del Edén: un paraíso de placeres sin fin, de sexo desenfrenado. La tierra entera será una orgía sin límites, un boscaje de placeres obscenos.

La cuarta bestia quiere salvar el planeta porque se cree más que Dios y se imagina omnipotente en sus fantasías lúbricas, como la tercera bestia. La cuarta bestia quiere también acabar con los seres humanos inferiores y limitar el derecho de admisión a su elíseo particular. Y trama matar a los inferiores, a los indignos de ser dioses como ellos. Y dice que los indignos son virus que destruyen su vergel y conspiran contra ellos. Y en nombre de la salvación del Planeta quieren provocar destrucción y muerte, hambre y desolación. Quiere la cuarta bestia dejarnos inertes, indefensos, indigentes, sin nada: quiere tenernos en sus manos para aplastarnos después, convertirnos en energía y reciclarnos como pilas para dar luz a su burdel soñado.

La cuarta bestia odia al hombre porque es imagen de Dios. Y todo lo que le recuerde a Dios, le provoca espasmos y náuseas y babear espumarajos pestilentes. La cuarta bestia emana odio y enfrenta hombres contra mujeres y aborta niños para que dejen de nacer y nos encierra en casa y nos tapa la boca y provoca pandemias, hambres y guerras. Y exhala odio contra el hombre y en nombre de la Madre Tierra planea cómo sacrificarlo en el altar de la conversión ecológica. Y la bestia planea dar derechos a los animales para convertir al hombre en un animal más, en una bestia para que deje de ser imagen de Dios y devenga imagen de Satanás.

Estamos rodeados de bestias; bestias que quieren matar a los siervos de Dios. El mundo es como Nazaret. Allí creció Cristo. Allí vivió la sagrada familia. Pero sus vecinos no se enteraron de nada. Y cuando Cristo volvió a su pueblo a predicar, quisieron matarlo. Porque las bestias (y los bestias) quieren matar a Cristo y a los hijos de Dios. Hay una guerra contra los santos. Los demonios y las bestias pretenden eliminarlos para siempre. Porque los hijos de la luz dejan en evidencia las vergüenzas, el pecado y la maldad de los hijos de las tinieblas.

«¿Quién como la Bestia? ¿Y quién puede luchar contra ella?» Le fue dada una boca que profería grandezas y blasfemias, y se le dio poder de actuar durante 42 meses; y ella abrió su boca para blasfemar contra Dios: para blasfemar de su nombre y de su morada y de los que moran en el cielo. Se le concedió hacer la guerra a los santos y vencerlos; se le concedió poderío sobre toda raza, pueblo, lengua y nación. Y la adorarán todos los habitantes de la tierra cuyo nombre no está inscrito, desde la creación del mundo, en el libro de la vida del Cordero degollado.
El que tenga oídos, oiga.
«El que a la cárcel, a la cárcel ha de ir; el que ha de morir a espada, a espada ha de morir». Aquí se requiere la paciencia y la fe de los santos.
Apocalipsis 13, 4-10

Yo miraba a causa de las insolencias que decía el cuerno: estuve mirando hasta que el animal fue muerto y su cuerpo, destrozado y entregado al ardor del fuego.
También a los otros animales les fue retirado el dominio, pero se les permitió seguir viviendo por un momento y un tiempo.
Yo estaba mirando, en las visiones nocturnas, y vi que venía sobre las nubes del cielo como un Hijo de hombre. Él avanzó hacia el Anciano y lo hicieron acercar hasta Él.
Y le fue dado el dominio, la gloria y el reino, y lo sirvieron todos los pueblos, naciones y lenguas. Su dominio es un dominio eterno que no pasará, y su reino no será destruido.
Daniel 7

Cuando estas cosas comiencen a suceder, erguíos y levantad vuestra cabeza, porque vuestra redención está cerca. (Lc. 21, 28).

Se requiere la paciencia y la fe de los santos. Eso es lo que Dios nos pide.

Alegrémonos, la gloria del martirio está cerca. Levantad la cabeza: se acerca nuestra liberación.

El mundo sin Dios, dominado por las ideologías y las filosofías modernas, hijas todas la Revolución, enemigas de Nuestro Señor Jesucristo, es un infierno. Sin Dios, todo es oscuridad y pecado. A las tarascas, solo Dios las puede derrotar y destruir. Nosotros solos no podemos. Sólo Cristo es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo. Sólo Él puede destruir a las bestias y enviar a Satanás al ardor del fuego.

Mientras tanto las bestias devoran a nuestros hijos. Y solo podemos rezar por ellos. 

Respecto a nosotros, los que tengamos que ir a la cárcel, iremos a la cárcel; los que tengamos que morir a espada, moriremos a espada. Mantengamos la fe y tengamos paciencia. Y pidamos que nuestro nombre esté escrito en el Libro de la Vida del Cordero Degollado. Que Dios nos cuente entre sus elegidos.

Nada sin Dios. Lo que le falta a España es Dios. Lo que le falta al mundo es Dios. Nadie como Dios. A Él se le dio el dominio, la gloria y el reino. Y todas las naciones, todos los pueblos y todas las lenguas lo servirán y lo adorarán. Los enemigos de Dios son mis enemigos. Sin Cristo sólo queda oscuridad, pecado y muerte. Pero Cristo Rey derrota a las bestias y las lanzará al fuego de la Gehena. Y nosotros somos hijo de Dios en Cristo. Somos hijos de María Santísima. No hay nada que temer. Cristo es nuestra única esperanza. Y la Caridad es nuestra Ley, frente al odio y al pecado. Cristo es el Alfa y la Omega, el Rey de reyes, Señor de señores.

Bendito sea Dios.
Bendito sea su Santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo verdadero Dios y verdadero Hombre.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Consolador.
Bendita sea la Incomparable Madre de Dios la Santísima Virgen María.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el Nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José su casto esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.

¡Viva Cristo Rey! ¡Viva María Santísima, Reina y Madre!

Nuestro camino es la cruz. Desde ella, Cristo vence, Cristo reina y Cristo impera. Bajo el estandarte de la cruz de Cristo, venceremos a esta generación perversa que odia a Dios.

¡Álzate, oh Dios, a defender tu causa! (Salmo 74)