Los pecados contra el Santísimo Sacramento y la necesidad de una cruzada de reparación eucarística
Se ha perdido el sentido de lo sobrenatural y lo que impera es el antropocentrismo: ahí está la raíz de la actual crisis de la Iglesia, según el obispo Athanasius Schneider. Así que, si queremos salir de esta pavorosa crisis que sufre la Iglesia hoy en día, hemos de volver a poner a Cristo - y su revelación - en el centro. Hoy asistimos a una tremenda crisis doctrina, moral y litúrgica.
Nuestro primer deber es adorar a Cristo, realmente presente en el Santísimo Sacramento del Altar. “La Iglesia de nuestros días sufre de una fuerte cardiopatía eucarística", señala Monseñor Schneider en su último libro, Christus Vincit, debido a la desacralización y a la debilitación de la fe en la presencia real de Jesucristo y en la naturaleza sacrificial de la Misa.
Para salir de esta profunda crisis interna de la Iglesia, realmente, el programa es uno: Cristo mismo. En primer lugar, debemos intensificar la vida de oración en la Iglesia a todos los niveles. Esto supone restaurar la centralidad de la adoración a Dios: significa restaurar la centralidad de la Eucaristía y del sacramento de la Confesión. No podemos evangelizar si no le damos a Cristo el honor debido, especialmente en la Eucaristía. Debemos renovar con toda seriedad el culto eucarístico. Esto es imprescindible e inaplazable: acabar con el antropocentrismo y restaurar el Cristocentrismo.
El sacramento de la Eucaristía es el corazón de la Iglesia. Cristo superará la crisis de la Iglesia en y a través de la Eucaristía. En esta línea, el obispo Athanasius Schneider acaba de realizar un llamamiento desde The Remant para invitarnos a todos a iniciar una cruzada de reparación eucarística, ante los pecados que se cometen contra el Señor Sacramentado. He aquí el texto de Mons. Schneider traducido al español:
Los pecados contra el Santísimo Sacramento y la necesidad de una cruzada de reparación eucarística
Por el Obispo Athanasius Schneider
NUNCA ha habido a lo largo de la historia de la Iglesia una época en la que el Santísimo Sacramento haya sufrido abusos y ofensas tan pavorosos y graves como los infligidos en las últimas cinco décadas, especialmente desde la autorización oficial y la aprobación papal en 1969 de la práctica de la comunión en la mano. Estos abusos se ven agravados, además, por la práctica generalizada en muchos países, de fieles que, sin haber recibido el sacramento de la penitencia durante muchos años, reciben regularmente la Santa Comunión. El colmo de los abusos de la Santa Eucaristía se constata en la admisión a la Santa Comunión de parejas que viven en un estado público y objetivo de adulterio, violando así sus indisolubles lazos matrimoniales sacramentales válidos, como en el caso de los llamados “divorciados y vueltos a casar". En algunas regiones, tal admisión a la comunión ha sido aprobada oficialmente con normas concretas y, en el caso de la región de Buenos Aires en Argentina, dichas normas han sido incluso ratificadas por el Papa. Además de estos abusos, también se verifica la práctica de la admisión oficial a la santa comunión a los cónyuges protestantes de matrimonios mixtos, por ejemplo, en algunas diócesis de Alemania.
Decir que el Señor no está sufriendo a causa de los ultrajes perpetrados contra Él en el Santísimo Sacramento puede conducirnos a minimizar las enormes atrocidades cometidas. Algunas personas dicen: Dios se siente ofendido por los abusos hacia el Santísimo Sacramento pero el Señor no sufre personalmente. Esta es, sin embargo, una visión teológica y espiritualmente demasiado estrecha. Aunque Cristo está ahora en su estado glorioso y, por lo tanto, ya no está sujeto a sufrimiento de manera humana, sin embargo se ve afectado y tocado en su Sagrado Corazón por los abusos y oprobios cometidos contra su Divina Majestad y contra la infinitud de su Amor en el Santísimo Sacramento. Nuestro Señor ha expresado a algunos santos sus quejas y su pesar por los sacrilegios y los ultrajes con los que los hombres lo ofenden. Uno puede comprender esta verdad a partir de las palabras que el Señor le dirige a Santa Margarita María de Alacoque, como expone el Papa Pío XI en su encíclica Miserentissimus Redemptor:
Cuando Jesucristo se aparece a Santa Margarita María, predicándole la infinitud de su caridad, juntamente, como apenado, se queja de tantas injurias como recibe de los hombres por estas palabras que tendrían que grabarse en las almas piadosas de manera que jamás se olvidaran: «He aquí este Corazón que tanto ha amado a los hombres y de tantos beneficios los ha colmado y que en pago a su amor infinito no halla gratitud alguna, sino ultrajes, a veces aun de aquellos que están obligados a amarle con especial amor». (Parágrafo 9).
El Padre Michel de la Sainte Trinité dio una explicación teológica profunda del significado del “sufrimiento” o la “tristeza” de Dios a causa de las ofensas que cometen los pecadores contra él:
Este “sufrimiento", esta “tristeza” del Padre Celestial o de Jesús desde su Ascensión, deben entenderse de manera analógica. No se padecen de manera pasiva como hacemos nosotros, sino que, por el contrario, son elegidos libremente y escogidos como la máxima expresión de su misericordia hacia los pecadores llamados a la conversión. Son solo una manifestación del amor de Dios por los pecadores, un amor que es soberanamente libre y gratuito y que no es irrevocable. (Toda la verdad sobre Fátima , vol. I, pp. 1311-1312).
Este significado espiritual análogo de la “tristeza” o el “sufrimiento” de Jesús en el misterio eucarístico se confirma por las palabras del ángel en su aparición en 1916 a los niños de Fátima y especialmente por las palabras y el ejemplo de la vida de San Francisco Marto. Los niños fueron invitados por el ángel a hacer reparación por las ofensas contra Jesús Sacramentado y a consolarlo, como podemos leer en las Memorias de Sor Lucía:
Mientras estábamos allí, el ángel se nos apareció por tercera vez, sosteniendo un cáliz en sus manos, con una hostia por encima de la cual algunas gotas de sangre caían en el vaso sagrado. Dejando el cáliz y la Hostia suspendidos en el aire, el ángel se postró en el suelo y repitió esta oración tres veces: “La Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo…” Luego, levantándose, una vez más tomó el cáliz y la Hostia en sus manos. Me dio a comulgar la Santa Hostia y a Jacinta y Francisco les dio el contenido del cáliz para beber, diciendoles al hacerlo: “Toma y bebe el Cuerpo y la Sangre de Jesucristo, terriblemente ofendido por los hombres ingratos. Repara sus crímenes y consuela a tu Dios.” (Fátima en las propias palabras de Lucía. Memorias de la Hermana Lucía, Fátima 2007, p. 172)
Al informar sobre la tercera Aparición el 13 de julio de 1917, la hermana Lucía subrayó cómo Francisco percibió el misterio de Dios y la necesidad de consolarlo debido a las ofensas de los pecadores:
Lo que provocó la mayor impresión en él [Francisco] y lo que totalmente lo absorbió, fue Dios, la Santísima Trinidad, percibido en esa luz que penetró en nuestras almas más íntimas. Después, dijo: “¡Estábamos en llamas en esa luz que es Dios y sin embargo no nos quemamos! ¿Qué es Dios?… Nunca podríamos manifestarlo con palabras. ¡Sí, eso es algo que nunca podríamos expresar! ¡Pero qué lástima que esté tan triste! ¡Ojalá pudiera consolarlo!” (Memorias de la hermana Lucía, p. 147).
La hermana Lucía escribió cómo Francisco percibió la necesidad de consolar a Dios, a quien entendía que estaba “triste” debido a los pecados de los hombres:
Un día le pregunté: “Francisco, ¿qué te gusta más: consolar a Nuestro Señor o convertir a los pecadores, para que no vayan más almas al infierno?” “Prefiero consolar a Nuestro Señor. ¿No os disteis cuenta de lo triste que estaba la Virgen el mes pasado, cuando dijo que la gente no debía ofender ya más a Nuestro Señor porque ya está muy ofendido? Me gustaría consolar a Nuestro Señor y, después de eso, convertir a los pecadores para que no lo ofendan más". (Memorias de la hermana Lucía, p. 156)
En sus oraciones y en la ofrenda de sus sufrimientos, San Francisco Marto dio prioridad a la intención de “consolar al Jesús Oculto", es decir, al Señor Eucaristía. La hermana Lucía relató estas palabras de Francisco, que él le dijo: “Cuando salgas de la escuela, vete y quédate un rato cerca del Jesús Oculto y después vuelves a casa solo". Cuando Lucía le preguntó a Francisco sobre sus sufrimientos, respondió: “Estoy sufriendo para consolar a Nuestro Señor. Primero lo hago para consolar a Nuestro Señor y a la Virgen, y luego, por los pecadores y por el Santo Padre… Más que nada, quiero consolarlo". (Memorias de la hermana Lucía, p. 157; 163)
Jesucristo continúa de manera misteriosa su Pasión en Getsemaní a lo largo de los siglos en el misterio de su Iglesia y también en el misterio eucarístico, el misterio de su inmenso Amor. Conocida es la expresión de Blaise Pascal: “Jesús estará en agonía hasta el fin del mundo. No debemos dormir durante ese tiempo. (Pensées, n. 553) El cardenal Karol Wojtyla nos dejó una profunda reflexión sobre el misterio de los sufrimientos de Cristo en Getsemaní, que en cierto sentido continúan en la vida de la Iglesia. El cardenal Wojtyla habló también sobre el deber de la Iglesia de consolar a Cristo:
Y ahora la Iglesia busca recuperar esa hora en Getsemaní —la hora perdida por Pedro, Santiago y Juan— para compensar la falta de compañía del Maestro que aumentó el sufrimiento de su alma. El deseo de recuperar esa hora se ha convertido en una verdadera necesidad de muchos corazones, especialmente para aquellos que viven tan plenamente como pueden el misterio del Corazón Divino. El Señor Jesús nos permite encontrarnos con Él en esa hora [y] nos invita a compartir la oración de su Corazón. Frente a todas las pruebas que el hombre y la Iglesia tienen que sufrir, hay una necesidad constante de regresar a Getsemaní y emprender esa participación en la oración de Cristo Nuestro Señor.” (Signo de contradicción, capítulo 17, “La oración en Getsemaní")
Jesucristo en el misterio eucarístico no es indiferente e insensible hacia el comportamiento que los hombres muestran hacia Él en este sacramento del amor. Cristo está presente en este sacramento también con su alma, que está hipostáticamente unida a su Persona Divina. El teólogo romano Antonio Piolanti presentó una sólida explicación teológica al respecto. Aunque el Cuerpo de Cristo en la Eucaristía no pudiera ver ni sentir sensiblemente lo que sucede o lo que se dice en el lugar de su presencia sacramental, Cristo en la Eucaristía “escucha todo y ve con conocimiento superior.” Piolanti cita entonces al cardenal Franzelin:
La bendita humanidad de Cristo ve todas las cosas en sí mismas en virtud del infinito conocimiento infuso del Redentor de la humanidad, del Juez de los vivos y de los muertos, del Primogénito de toda criatura, del centro de toda historia celestial y terrenal. Todos estos tesoros de la visión beatífica y del conocimiento infuso están ciertamente en el Alma de Cristo, en la misma medida en que están presentes en la Eucaristía. Además de estas razones, por otro título especial, precisamente como el alma de Cristo está formalmente en la Eucaristía, por el mismo propósito de la institución del misterio, ve todos los corazones de los hombres, todos los pensamientos y afectos, todas las virtudes y todos los pecados, todas las necesidades de toda la Iglesia y de sus miembros individuales; las obras, las ansiedades, las persecuciones, los triunfos— en una palabra, toda la vida interna y externa de la Iglesia, su Esposa, alimentada con su carne y su preciosa Sangre. Así que por un título triple (si podemos decirlo) Cristo en el Santísimo Sacramento ve y de cierta manera divina percibe todos los pensamientos y afectos, la adoración, los homenajes y también los insultos y pecados de todos los hombres en general, de todos sus fieles específicamente y de sus sacerdotes en particular; Percibe homenajes y pecados que se refieren directamente a este inefable misterio de amor. (De Eucharistia, pp. 199-200, citado en Il Mistero Eucaristico, Firenze 1953, pp. 225-226)
Uno de los apóstoles más grandes de la Eucaristía de los tiempos modernos, San Pedro Julián Eymard, nos dejó las siguientes reflexiones profundas sobre los afectos del amor sacrificial de Cristo en la Eucaristía:
Al instituir su sacramento, Jesús perpetuó los sacrificios de Su Pasión… Estaba familiarizado con todos los nuevos Judas; los contó entre los suyos, entre sus hijos amados. Pero nada de todo esto podría detenerlo. Quería que su amor fuera más allá de la ingratitud y la malicia del hombre; quería sobrevivir a la malicia sacrílega del hombre. Sabía de antemano la tibieza de sus seguidores: conocía la mía; Él sabía qué poco fruto obtendríamos de la Sagrada Comunión. Pero Él quería amar de la misma manera, amar más de lo que era amado, más de lo que el hombre podría devolverle. ¿Hay algo más? Pero ¿no es nada haber adoptado este estado de muerte cuando tiene la plenitud de la vida, una vida glorificada y sobrenatural? ¿No es nada para ser tratado y considerado como un muerto? En este estado de muerte Jesús no tiene belleza, movimiento ni defensa; está envuelto en las Especies Sagradas como en un sudario y puesto en el tabernáculo como en una tumba. Sin embargo, está allí; Lo ve todo y lo oye todo. Se somete a todo como si estuviera muerto. Su amor proyecta un velo sobre su poder, sobre su gloria, sobre sus manos, sobre sus pies, sobre su hermoso rostro y sobre sus labios sagrados; lo ha escondido todo. Sólo nos ha dejado su Corazón para amarnos y su condición de víctima para interceder por nosotros. (La Presencia Real,29. ¡El Santísimo Sacramento no es Amado!, III)
San Pedro Julián Eymard escribió la siguiente profesión conmovedora y casi mística del amor eucarístico de Cristo, con un ardiente llamamiento a la reparación eucarística:
El Corazón que soportó los sufrimientos con tanto amor está aquí en el Santísimo Sacramento; no está muerto, sino vivo y activo; no es insensible, sino aun más cariñoso. Jesús ya no puede sufrir: es verdad; pero, ¡ay!, el hombre todavía puede hacerse culpable hacia Él de ingratitudes monstruosas. Vemos a los cristianos que desprecian a Jesús en el Santísimo Sacramento y muestran desprecio por el Corazón que tanto los ha amado y que se consume de amor por ellos. Para despreciarlo alegremente, se aprovechan del velo que lo esconde. Lo insultan con sus irreverencias, sus pensamientos pecaminosos y sus miradas criminales en su presencia. Para expresar su desdén por Él, se aprovechan de su paciencia, de la bondad que sufre todo en silencio como lo hizo con el soldado impío de Caifás, Herodes y Pilatos. Blasfeman sacrílegamente contra el Dios de la Eucaristía. Saben que su amor lo deja sin palabras. Lo crucifican incluso en sus almas culpables. Ellos lo reciben. Se atreven a tomar este corazón vivo y atarlo a un cadáver asqueroso. ¡Se atreven a entregárselo al diablo que es su señor! ¡No! ¡Ni siquiera en los días de su Pasión Jesús ha recibido tantas humillaciones como en su Santísimo Sacramento! La Tierra para Él es un Calvario de ignominias. En su agonía buscó a alguien que lo consolara; en la Cruz pidió que alguien compartiera sus aflicciones. Hoy, más que nunca, debemos expiar y reparar el honor al adorable Corazón de Jesús. Prodiguemos nuestra adoración y nuestro amor a la Eucaristía. ¡Al Corazón de Jesús que vive en el Santísimo Sacramento sea el honor, la alabanza, la adoración y el poder real para siempre y para siempre! (La Presencia Real,43. El Sagrado Corazón de Jesús, III)
En su última encíclica Ecclesia de Eucharistia, el Papa Juan Pablo II nos dejó reflexiones luminosas con las que subrayó la extraordinaria santidad del misterio eucarístico y el deber de los fieles de tratar este sacramento con la máxima reverencia y amor ardiente. De todas sus exhortaciones, destaca esta declaración: “No hay peligro de exagerar en la consideración de este Misterio, porque «en este Sacramento se resume todo el misterio de nuestra salvación»” (Santo Tomás de Aquino, Summa Theologiae, III, q. 83, a. 4c).” (n. 61).
Sería una medida pastoralmente urgente y espiritualmente fructífera para la Iglesia, establecer en todas las diócesis del mundo un “Día de Reparación por los crímenes contra la Santísima Eucaristía". Tal día podría ser el día de octava de la fiesta del Corpus Christi. El Espíritu Santo dará gracias especiales de renovación a la Iglesia en nuestros días en que, y sólo cuando, el Cuerpo Eucarístico de Cristo sea adorado con todos los honores divinos; sea amado; sea cuidadosamente tratado y defendido como realmente el Santísimo de los Santos. Santo Tomás de Aquino dice en el himno Sacris sollemniis: “Oh Señor, visítanos en la medida en que te veneremos en este sacramento”( sic nos Tu visita, sicut Te colimus). Y podemos decir sin lugar a dudas: Oh Señor, visitarás tu Iglesia en nuestros días en la medida en que la práctica moderna de Comunión en la mano retroceda y en la medida en que te ofrezcamos actos de reparación y amor.
En la actual llamada “Emergencia pandémica COVID-19″, los horribles abusos al Santísimo Sacramento han aumentado aún más. Muchas diócesis de todo el mundo han ordenado la comunión en la mano y en esos lugares, el clero, de una manera a menudo humillante, niega a los fieles la posibilidad de recibir al Señor arrodillado y en la lengua, demostrando así un clericalismo deplorable y exhibiendo el comportamiento de neopelagianos rígidos. Además, en algunos lugares, el adorable Cuerpo Eucarístico de Cristo es distribuido por el clero y recibido por los fieles con guantes domésticos o desechables. El tratamiento del Santísimo Sacramento con guantes adecuados para el tratamiento de la basura es un abuso eucarístico indescriptible.
En vista de los horribles maltratos a Nuestro Señor Eucaristía – que es continuamente pisoteado a causa de la comunión en la mano, durante la cual casi siempre caen en el suelo pequeños fragmentos de la Santa Hostia; que es tratado de manera minimalista, privado de lo sagrado, manipulado como si fuera una galleta, o tratado como basura por el uso de guantes domésticos – ningún obispo verdaderamente católico, ningún sacerdote ni ningún fiel laico puede permanecer indiferente y simplemente quedarse de pie y mirar.
Hay que iniciar una cruzada mundial de reparación y consuelo al Señor Eucaristía. Como una medida concreta para ofrecer al Señor Eucaristía, que necesita urgentemente actos de reparación y consuelo, cada católico podría prometer ofrecer mensualmente al menos una hora completa de adoración eucarística, ya sea antes del Santísimo Sacramento en el sagrario o antes del Santísimo Sacramento expuesto en el custodia. La Sagrada Escritura dice: “Donde abundan los pecados, abundó más la gracia” (Rm. 5:20) y podemos añadir de forma análoga: “Donde abundan los abusos eucarísticos, abundarán más los actos de reparación.”
El día en que, en todas las iglesias del mundo católico, los fieles reciban al Santísimo Sacramento, velado bajo la especie de la pequeña Hostia Sagrada, con verdadera fe y corazón puro, en el gesto bíblico de adoración (proskynesis),es decir, arrodillado y con la actitud de un niño, abriendo la boca y dejándose alimentar por Cristo mismo con espíritu de humildad, entonces sin duda llegará la verdadera primavera espiritual. La Iglesia crecerá en la pureza de la Fe Católica, en el celo misionero por la salvación de las almas y en la santidad del clero y de los fieles. De hecho, el Señor visitará su Iglesia con sus gracias en la medida en que lo veneremos en su inefable sacramento del amor (sic nos Tu visita, sicut Te colimus).
Dios conceda que a través de la cruzada eucarística de reparación, pueda aumentar el número de adoradores, amantes, defensores y reparadores del Señor Eucaristía. Que los dos pequeños apóstoles eucarísticos de nuestro tiempo, San Francisco Marto y el pronto beato Carlo Acutis (beatificación el 10 de octubre de 2020) y todos los santos eucarísticos, sean los protectores de esta cruzada eucarística. Porque, como nos recuerda san Pedro Julián Eymard, la verdad irrevocable es la siguiente: “Una época prospera o decae en proporción a su devoción a la Eucaristía. Esta es la medida de su vida espiritual, fe, caridad y virtud.”
+ Athanasius Schneider, Obispo Auxiliar de la archidiócesis de Santa María en Astaná
Oración de la Cruzada de Reparación al Corazón Eucarístico de Jesús
¡Dios mío, yo creo, adoro, confío, y te amo! Pido perdón por aquellos que no creen, no adoran, no confían y no te aman. (tres veces)
Oh Divino Corazón Eucarístico de Jesús, aquí nos tienes, postrados con un corazón contrito y adorador ante la majestad de tu amor redentor en el Santísimo Sacramento. Declaramos nuestra disposición a reparar por expiación voluntaria, no sólo por nuestras propias ofensas personales, sino en particular por los indescriptibles ultrajes, sacrilegios e indiferencias con los que eres ofendido en el Santísimo Sacramento de tu Amor Divino en este nuestro tiempo, especialmente a través de la práctica de la comunión en la mano y por la recepción de la Santa Comunión en un estado de incredulidad y pecado mortal.
Cuanto más ataque la incredulidad vuestra Divinidad y vuestra presencia real en la Eucaristía, más creemos en Vos y os adoramos, ¡oh Corazón Eucarístico de Jesús, en quien habita toda la plenitud de la Divinidad!
Cuanto más se desprecien vuestros sacramentos, más firmemente creeremos en ellos y más reverentemente queremos recibirlos, ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, fuente de vida y santidad!
Cuanto más se denigre y se blasfeme contra vuestro Santísimo Sacramento, más proclamaremos solemnemente: “¡Dios mío, yo creo, adoro, confío y te amo! Pido perdón por aquellos que no creen, no adoran, no confían y no te aman” ¡Oh Corazón eucarístico de Jesús, más digno eres de toda alabanza!
Cuanto más abandonado y olvidado estés en vuestras iglesias, más queremos visitaros a Vos que moráis entre nosotros en los sagrarios de nuestras iglesias, ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, Casa de Dios y Puerta del Cielo!
Cuanto más se prive de su carácter sagrado a la celebración del sacrificio eucarístico, más queremos apoyar una celebración reverente de la Santa Misa, orientada exterior e interiormente hacia Vos, ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, Tabernáculo del Altísimo!
Cuanto más os reciban en las manos quienes comulgan de pie, faltos de un signo de humildad y adoración, más queremos recibiros arrodillados y en la boca, con la humildad del publicano y la sencillez de un niño, ¡oh Corazón Eucarístico de Jesús, de infinita majestad!
Cuanto más os reciben en la Santa Comunión los corazones impuros en estado de pecado mortal, más queremos hacer nosotros actos de contrición y limpiar nuestro corazón con una frecuente recepción del Sacramento de la Penitencia, ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, nuestra Paz y Reconciliación!
Cuanto más obra el infierno para la perdición de las almas, más puede arder nuestro celo por su salvación por el fuego de vuestro amor, ¡oh Corazón Eucarístico de Jesús, salvación de los que esperan en Vos!
Cuanto más se declara la diversidad de religiones como la voluntad positiva de Dios y como un derecho basado en la naturaleza humana; y cuanto más crece el relativismo doctrinal, más confesamos vivamente que Tú eres el único Salvador de la humanidad y el único camino a Dios Padre, ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, Rey y centro de todos los corazones!
Cuanto más sigan sin arrepentirse algunas autoridades de la Iglesia de la exhibición de ídolos paganos en las iglesias, e incluso en Roma, tanto más confesaremos la verdad: “¿Qué acuerdo hay entre el templo de Dios y los ídolos?” (2 Co. 6:16); y tanto más condenaremos con Vos “la abominación de la desolación, de pie en el lugar santo” (Mateo 24:15), ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, santo Templo de Dios!
¡Cuanto más se olviden y transgredan vuestros santos mandamientos, más queremos observarlos con la ayuda de vuestra gracia, ¡oh corazón eucarístico de Jesús, abismo de todas las virtudes!
Cuanto más reinen la sensualidad, el egoísmo y el orgullo entre los hombres, más queremos dedicaros nuestra vida con espíritu de sacrificio y abnegación, ¡Oh Corazón eucarístico de Jesús, abrumado por reproches!
Cuanto más violentamente las puertas del infierno asalten vuestra Iglesia y la roca de Pedro en Roma, más creemos en la indestructibilidad de vuestra Iglesia, ¡oh Corazón Eucarístico de Jesús, fuente de todo consuelo, que no abandona su iglesia ni a la roca de Pedro ni siquiera en las tormentas más pesadas!
Cuantas más personas se separen entre sí en el odio, la violencia y el egoísmo, más íntimamente nosotros, como miembros de la única familia de Dios en la Iglesia, queremos amarnos unos a otros en Vos, ¡Oh Corazón Eucarístico de Jesús, lleno de bondad y amor!
¡Oh Divino Corazón Eucarístico de Jesús, concédenos tu gracia, para que seamos fieles y humildes adoradores, amantes, defensores y reparadores de tu Corazón Eucarístico en esta vida y lleguemos a recibir las glorias de tu amor en la visión beatífica para toda la eternidad! Amén.
¡Dios mío, yo creo, adoro, confío, y te amo! Pido perdón por aquellos que no creen, no adoran, no confían y no te aman. (tres veces)
¡Nuestra Señora del Santísimo Sacramento, ora por nosotros!
Santo Tomás de Aquino, San Pedro Julián Eymard, San Francisco Marto, San Pío de Pietrelcina y todos los santos eucarísticos, ¡orad por nosotros!
45 comentarios
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Pedro L. Llera
Amén
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Pedro L. Llera
Agradezcámosle al obispo Athanasius Schneider su documento y su labor como pastor fiel de la Iglesia.
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Pedro L. Llera
Muchísimas gracias, Alejandro. Dios le bendiga.
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Pedro L. Llera
"The more you are received in Holy Communion by uncleansed hearts in the state of mortal sin..."
Échele la culpa al traductor, que soy yo: sería más adecuado hablar de corazones impuros... Perdón.
No soy propiamente un traductor profesional ni mucho menos... Pero creo en general se entiende bien...
Don Pedro, aunque usted fue criado en la misa moderna, viendo cómo se acentúan las ofensas al Cuerpo de Cristo en tiempos que debía ser justamente lo contrario, no le pide ya el cuerpo probar una misa tradicional aunque sea en alguna catacumba?
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Pedro L. Llera
Sí, sí me pide el cuerpo ir a la misa tradicional. Aunque, como usted señala, yo he sido criado en la mispostconciliar.
Todo lo que hagamos para desagraviarle a Jesus, será poco. Hoy en día no solo en la Eucaristía, sino también su persona es maltratada de una forma perversa, le representan como homosexual, bisexual, ya no les basta decir que estaba liado con Maria Magdalena.
En los sagrarios abandonado, con las iglesias cerradas, esto yo no lo puedo comprender, me supera, ojala nuestra vida pueda consolarle, si los católicos no lo hacemos, ¿ quien lo hará ? aunque sea con pequeños detalles, jaculatorias, al pasar por una iglesia, cada uno como pueda, pero constantes, le debemos Todo.
2. La primera reparación pasa inexorablemente por el ministro de Cristo: hay que poner oden dentro de la Iglesia de Cristo en la aplicación de la doctrina, de la moral y la pastoral.
3. Y la segunda reparación es en el feligrés, dentro y fuera de la Iglesia: catequesis y evangelización por la soberbia antropocéntrica de comulgar sin Confesión durante años o siempre. Jamás han habido tantos santos como hoy en la Iglesia porque los confesionarios están vacíos o perdidos.desaparecidos.
A mi no me gusta en la mano y ahora si lo hago por mi y por los demás .
Creo que no hay que buscar tres pies al gato
En efecto, Jesús se llevó al Huerto de los Olivos a sus amigos más íntimos, y les rogó que que se quedasen orando con él:.«Mi alma está triste hasta la muerte. Quedaos aquí y velad» (Mc. 14, 34; Mt. 26, 36)... Pero cayeron en tentación y se quedaron "dormidos por la tristeza" (Lc. 22, 45) y el desánimo... «¿No habéis podido velar una hora conmigo?» (Mt. 26, 40), les reprocha con amargura. Velad y orad -les/nos advierte- para que no caigáis en tentación (Mt. 26, 41). Pero en ese rato de indescriptible sufrimiento moral de Jesucristo -sobre todo, porque pudo ver todos los pecados, de toda la humanidad y de todos los tiempos, por los que se ofrecía en perfecto sacrificio al Padre, como Víctima de amor, como "Víctima sin mancha " (Hb. 9-14)... como sería para llegar a sudar "gotas de sangre"!!!- en esos momentos, digo, igual que pudo ver todo el pecado y la iniquidad del mundo, también tuvo que haber visto -por medio de ese "ángel del cielo, que lo confortaba" y lo fortalecía (Lc. 22, 43)- a todas esas personas que, a lo largo de los tiempos, han querido estar místicamente presentes también en ese momento de indecible agonía, acompañándole y confortándole, en la medida en que ello pudiese ser posible..
No hace mucho leí una parte de las visiones de la beata Ana Catalina Emmerick que confirma esto mismo. Lo buscaré. Entretanto, háganse la siguiente pregunta: ¿quién de nosotros, sabiendo todo lo que sabemos ahora, no haría lo imposible por tener la posibilidad de acompañar y dar un poco de consuelo a Jesús en el momento más importante de toda la historia, el momento de su pasión y muerte? El Cielo no conoce de límites temporales y tenemos muchas formas de hacerlo, pero Él mismo nos ha dado la mejor de todas, al querer quedarse con nosotros en el Santísimo Sacramento, todos los días, hasta el fin del mundo. Ahí es nada!
"Vi a Jesús orando todavía en la gruta; que luchaba contra la repugnancia de su naturaleza humana, y abandonándose a la voluntad de su Padre. Aquí el abismo se abrió delante de Él, y los primeros grados del limbo se le presentaron. Vi a Adán y a Eva, los Patriarcas, los Profetas, los justos, los parientes de su Madre y Juan Bautista, esperando su llegada al mundo inferior, con un deseo tan violento, que esta vista fortificó y animó su corazón lleno de amor. Su muerte debía abrir el cielo a estos cautivos.
Cuando Jesús hubo mirado con emoción profunda estos Santos del mundo antiguo, los ángeles le presentaron todas las legiones de los bienaventurados futuros que, juntando sus combates a los méritos de su Pasión, debían unirse por medio de Él al Padre celestial. Era ésta una visión bella y consoladora. Vio la salvación y la santificación saliendo como un río inagotable del manantial de redención, abierto después de su muerte.
Los apóstoles, los discípulos, las vírgenes y las mujeres, todos los mártires, los confesores y los ermitaños, los Papas y los Obispos, una multitud de religiosos, en fin, todo el ejército de los bienaventurados se presentó a su vista. Todos llevaban una corona sobre la cabeza, y las flores de la corona diferían de forma, de color, de olor y de virtud, según la diferencia de los padecimientos, de los combates, de las victorias con que habían adquirido la gloria eterna. Toda su vida y todos sus actos, todos sus méritos y toda su fuerza, como toda la gloria de su triunfo, venían únicamente de su unión con los méritos de Jesucristo.
La acción y la influencia recíprocas que todos esos santos ejercían unos sobre otros; el modo como participaban de la única fuente, del Santísimo
Sacramento, y de la Pasión del Señor, ofrecían un espectáculo tierno y
maravilloso. Nada en ellos parecía casual: sus obras, su martirio, sus victorias, su apariencia y sus vestidos, todo, aunque bien diverso, se contundía en una armonía y unidad infinitas; y esta unidad en la diversidad era producida por rayos de un sol único, por la Pasión del Señor, del Verbo hecho hombre, en quien estaba la vida, luz de los hombres, que brilla en las tinieblas y que las tinieblas no han comprendido.
Era la comunión de los santos futuros que pasaba ante el espíritu del Salvador, el cual estaba entre los deseos de los Patriarcas y el ejército triunfante de los bienaventurados futuros; estas dos muchedumbres, completándose la una a la otra, rodaban el Corazón amante del Redentor como una corona. Este espectáculo tierno dio al alma de Jesús un poco de alivio y de fuerza. Amaba tanto a sus hermanos y a sus criaturas, que hubiera aceptado gustoso todos los padecimientos que iba a sufrir por la redención de una sola alma. Como estas visiones se referían a lo futuro, estaban a cierta altura.
Pero estas imágenes consoladoras desaparecieron, y los ángeles le
presentaron su Pasión, que se acercaba...."
Simplemente poniendo cualquiera de las frases anteriores en google, se puede encontrar el texto completo por internet. Contiene una descripción durísima y muy descarnada, nada edulcorada. Merece la pena leerlo. completo.
Muy prolijo en publicaciones, nada mejor que empezar por "Qué hace y que dice el Corazón de Jesús en el Sagrario"
Si se me permite, al principio del texto de Mn. Schneider, donde dice ...
abusos y ofensas tan pavorosos y graves como los "infringidos" en las últimas cinco décadas..., debe decir "infligidos". El mejor escribano tiene un borrón.
Gracias
Y los que piensan que Monseñor exagera respecto de la comunión en la mano, es porque no conocen la historia de como se la impartió durante los dos mil años de existencia en la Iglesia. Pero bueno, como dijo Cristo, no todos pueden escuchar su Palabra.
Es dogma de fe que en cada una de las partes de la hostia consagrada (hasta en una molécula) se encuentra TODO Cristo (cuerpo, sangre, alma y divinidad) y que la comunión en la mano necesariamente desprende partículas que no son consumidas y que eso conlleva la profanación del Señor, que su Cuerpo y Sangre sea pisoteado/a (las partículas que no se consumen, más tarde o temprano, terminan en el suelo). Si a alguien que se dice católico no le importa esto, entonces no es católico, porque no cree en la presencia real de Jesús en la Eucaristía. Si lo creyera, entonces jamás trataría a su Señor de semejante manera. No hay forma respetuosa de recibir la comunión en la mano, porque no hay forma respetuosa de pisotear a alguien (y menos aún cuando ESE alguien es el mismísimo Dios). Ya lo dijo el apostol Pablo:
Si uno desacata la Ley de Moisés, muere sin misericordia por el testimonio de dos o tres testigos, ¿de cuánto más severo castigo pensáis que será juzgado digno el que pisotea al Hijo de Dios, y considera como inmunda la sangre del pacto con que fue santificado, y ultraja al Espíritu de la gracia? —Hebreos 10:28-29Gracias otra vez profesor Llera por subir este artículo.
5. "Comunión" en la mano es antropocentrismo porque no se confía en Nuestro Señor Jesucristo, porque se ponen mil excusas para adoraLo, porque no es signo de adoración, porque se antepone la salud corporal a la espiritural, porque los ojos de la fe están ciegos, porque sólo se ve con los ojos del mundo, porque se pisotea a Dios, porque hay riesgo de sacrilegio, porque es a Dios Padre a quien regresamos en Común Unión como el hijo pródigo o el leproso mediante Dios Hijo encarnado en la eternidad y santificados por el ESanto en Su Imagen.
6. Común Unión en Cuerpo, Alma y Divinidad.
7. Preciosa Sangre del Señor Jesús para poder vivir por el Manantial de Vida eterna.
Con los ojos del mundo mirarán los que creen que lo hacen los demás.
Las debidas disposiciones para comulgar las conocemos y seguimos. El conocimiento de lo que es la comunión lo tenemos y la fe en Jesucristo que es el único que tiene palabras de vida eterna.
Y seguimos las indicaciones de la Santa Madre Iglesia, por mucho que algunos parece que quieren que perdamos la fe en que el Espíritu sigue actuando en ella, siempre criticando a los últimos papas, el último concilio, las normas actuales... (pero la Iglesia está inspirada por el Espíritu Santo hoy como ayer)
Hay montones de versículos en los Evangelios que parece que vienen al caso.
Sobre la adoración al Corazón Eucarístico de Jesús, me quedo con la Beata Emilia Riquelme mejor que con este obispo cuya focalización obsesiva en denigrar a quienes comulgan en la mano puede que resulte ofensiva a ese Corazón.
De niña me dijo alguien que quien hace de las fruslerías pecados mortales, acaba haciendo de los pecados mortales fruslerías..
La misma censura de estos comentarios parece una prueba más de que a algunos les importa muy poco esa Verdad que nos hace libres.
Paz y Bien
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Pedro L. Llera
Haga usted el favor de no convertirse a sí misma en portavoz de la verdad. Un poco de humildad nunca viene mal.
En cuanto a la censura, se trata de no dar paso a comentarios que no aportan nada. Su postura ya quedó clara en su primer comentario. Los demás - incluido este - no aportan nada, salvo repetir que a usted le parece fenomenal comulgar en la mano. Dicho queda.
Y por cierto, nadie ha dicho que comulgar en la mano sea pecado mortal: ni siquiera pecado.
Y no insista usted en reiterar mil veces su opinión porque no le daré paso. Siempre puede usted abrir su propio blog o expresarse en redes sociales o donde le parezca. Medios no le faltan. Pero no trolee.
Todo el triunfo de Cristo lo ha puesto en manos del triunfo del Corazón Inmaculado de María, Su Madre, en el mundo. La moderna Babilonía caerá y será aniquilada. La Virgen está preparando el camino a la Venida de Cristo en gloria, conforme nos lo dice Ella.
Tampoco es muy agradable escuchar tantas descalificaciones .
1. Comulgar en la mano conlleva mayores riesgos para la Iglesia y la salvación del mundo que en la lengua. ¿Por qué?
2. Porque entre elegir que (1) Dios sea pisotado por caerse una parte, para la lengua la patena, de la Forma sagrada por lo que yo hago para llevarlo hasta mi boca, o el riesgo de sacrilegio en sectas satánicas por llevarse a Nuestro Señor Jesucristo, que es Persona divina en la Hostia, o (2) por mi salud para evitar el Covid-19, prefiero enfermar, aunque es poco probable en la lengua, más en la mano, antes que sufra el Corazón de Jesús por ser pisoteado en Su Iglesia o lo que hagan con Él las sectas satánicas. A eso me refiero una parte de confianza en Nuestro Señor, que sana el alma y el cuerpo. No se nos olvide.
3. Jesús toca a los leprosos, Francisco besa al leproso. Pregúntese cuál es su confianza en el Rey de reyes, Señor de señores, en Dios para tocar y besar a un leproso. Santa Teresa de Calcula con enfermos infecciosos de todo tipo confía plenamente en Nuestro Señor o el sacerdote de Molokai.
4. Signo de adoración y excusa me refiero a arrodillarse al recibirlo. Piense que sus ojos de la fe ven como los ojos del mundo a Nuestro Señor ¿se arrodillaría como todos los testigos del Evangelio que lo hacen reconociendo Su divinidad y el Señor Jesús les dice: "tu fe te ha salvado (sin bautizar)?
5. Por supuesto, comulgar en la mano no es pecado puesto que es aprobado por la Iglesia como instrucción por San Pablo VI.
6. Pero, fue como excepción supongo por otros ritos que no son pan ácimo. Y los modernistas de la nueva iglesia quieren ponerlo como regla general.
7. Ya desde la Iglesia primitiva hay testimonios de no comulgar en la mano a medida que los ojos de la fe ven qué es el Pan ácimo consagrado. San Juan Crisóstomo da unas instrucciones específicas para panes no ácimos de otros ritos que no caben en la boca. Pero, cualquier santo ante el riesgo de pisoteo de Dios y/o sacrilegio por sectas satánicas negaría la Comunión en la mano.
San Sixto I, Papa (115-125) prohíbe a los laicos tocar los vasos sagrados. Y con mayor razón hubo de prohibir la Comunión en la mano.
El Papa San Eustaquio (275-283) en su “Exhortación a los Sacerdotes” decreta que “nadie tenga la presunción de hacer llevar la Comunión por un laico o una mujer a un enfermo” (Patrol. La. 5, 165). (O sea, la Comunión solo debía ser tocada por manos consagradas).
El Concilio de Zaragoza (a. 380) ordena: “Excomúlguese a cualquiera que ose recibir la Sagrada Comunión en la mano”.
San Jerónimo (el traductor de la Vulgata), Secretario del Papa San Dámaso, aplica la Doctrina Bíblica (Ex 19,5; I Sam 21,5) para descalificar la Comunión en la mano: “Si quienes habían estado con sus esposas no podían comer los panes de la Proposición ... ¿Cuánto menos podrá ser violado y tocado por ellos aquel Pan que bajó del Cielo? (C. de Panm., 49,15).
En el Sínodo de Roma del año 404, celebrado bajo el Papa Inocencio I (401-417) se impone el rito de a Comunión en la lengua. (De este modo, por 1450 años la Iglesia solo dio la Comunión en la boca. Y antes de eso, en los pocos lugares donde aún se impartía la Comunión en la mano, los fieles no tocaban la Hostia con las manos desnudas, sino que la recibían en un corporal).
El Papa San León I, “El Grande” (440-461) recuerda en su “Sermón V” que el Santísimo Sacramento debe recibirse en la lengua (Patrología Latina, 54, 1385).
En el Sínodo de Rouen (649-653), siguiendo la línea observada en Roma, se prohíbe Comulgar en la mano, y se amenaza a los sacerdotes que no cumplan estas disposiciones.
En el VI Concilio Ecuménico (3º de Constantinopla, 680-681) se prohíbe a los fieles que comulguen por sí mismos, y se amenaza con la Excomunión a los que tengan la osadía de hacerlo. Esto es magisterio extraordinario, infalible y pena con la excomunión (o sea quedan apartados de la Iglesia, y fuera de la Iglesia no hay salvación) a los que tengan la osadía de comulgar por sí mismos (es decir tomar la Hostia Consagrada con sus manos para llevarla a sus bocas)
Sto. Tomás de Aquino nos dice: “Por reverencia a este Sacramento, ninguna cosa entra en contacto con Ella (La Eucaristía) a no ser que esté consagrada; por lo cual se consagran no sólo el corporal sino también el Cáliz”, asimismo, las manos del Sacerdote, para tocar este Sacramento. De donde se deduce que a ningún otro le es lícito tocarlo” (Sum. T., III Q, 82,a,3).
Papa Pío XII, 15 siglos más tarde, mantenía la misma postura: “Hay que reprobar severamente la temeraria osadía de quienes introducen intencionadamente nuevas costumbres litúrgicas, o hacen renacer ritos ya desusados, y que no están de acuerdo con las leyes y rúbricas vigentes“.
Juan Pablo II nos decía en la Carta “Dominicae Cenae: “El tocar las Sagradas Especies, su distribución con las propias manos, es un privilegio de los ordenados” (24-Feb.- 80). Y para que nadie interpretase de otra forma estas palabras, tres meses después, ante las cámaras de la televisión francesa, negaba la Comunión en la mano a la esposa del Primer Ministro, Giscard D’Estaing. El mismo año, declaró en Fulda (Alemania) que no estaba de acuerdo con la autorización concedida a ese País. (Cfr. “Vox Fidei”, n. 10-1981; “Chiesa Viva”, n. 112; “Sol de Fátima”, n. 82).
La Instrucción “Redemptionis Sacramentum” (19-03-2004) dice: “La Bandeja para la Comunión de los fieles se debe mantener para evitar el peligro de que caiga la Hostia Sagrada o algún Fragmento” (n.93). Con más razón se debe evitar el peligro de que alguna Santa Partícula caiga de la mano de quien ose recibir la Comunión de esa manera.
La doctrina de la Iglesia es clara a lo largo de los siglos respecto de su postura en cuando a que la Hostia Sagrada solo debe ser tocada por manos consagradas, y que por ende la comunión debe recibirse en la boca. Así que mal puede sostenerse el argumento de comulgar en la mano porque un Papa lo autorizó (que en realidad no lo hizo, sino que dio una dispensa para casos excepcionales), cuando muchos otros Papas, Concilios y doctores de la Iglesia, han dicho que tal práctica lleva a la profanación del Cuerpo y Sangre del Señor. El que comulga en la mano aduciendo la supuesta autorización de Paulo VI, en realidad lo que hace es poner su propia opinión por encima de la enseñanza milenaria de la Iglesia (quince siglos en donde la única manera lícita de recibir la Comunión era en la boca).
¿Que comulgar en la mano no es pecado? Primero, que la instrucción aludidad de Paulo VI no es doctrina infalible. Segundo, si en cambio existe magisterio extraordinario (o sea, infalible, Concilio de Zaragoza y 3° de Constantinopla) que se expiden en sentido opuesto, de que comulgar en la mano si es pecado. Tercero, la instrucción de Paulo VI era una dispensa para casos excepcionales, no como regla general. Que dicho sea de paso, es la única manera de interpretarla en continuidad con el magisterio milenario de la Iglesia. Porque la opinión de un Papa no puede ir contra una regla ya establecida por un Concilio Ecuménico. ¿Que Paulo VI es Santo? También lo fueron San Sixto, San Eustaquio, San León I, San Juan Pablo II (todos Papas) que se pronunciaron terminantemente en contra de la comunión en la mano.
¿Qué el Señor tocó a un leproso? Él es Dios y puede tocar a quien quiera. Que el Señor pueda tocarnos no implica que nosotros —a partir de nuestro propio impulso— podamos tocarlo a Él. También le dijo a María Magdalena "no me toques". También preguntó quién lo había tocado en el pasaje de la curación de la hemorroisa. Y las Escrituras nos dicen que "La mujer, llena de miedo y temblando, percibiendo lo que le había ocurrido, vino y cayó a los pies de Jesús, y le contó toda la verdad".
¿Que los apostoles en la Última Cena recibieron el Pan consagrado con sus manos? La Escritura no lo dice, más bien alude a lo contrario: "A quien yo diere el pan mojado, aquél es. Y mojando el pan, lo dio a Judas Iscariote, el hijo de Simón". Pero aunque los apóstoles hubieran recibido el pan en la mano, ellos no eran laicos, ellos eran los obispos de hoy, y por ende, si hubieran podido recibirla. En cuanto a que Francisco toque a un leproso, él no es Dios y que a él lo toquen no conlleva ninguna profanación. Esta última se produce cuando manos no consagradas osan tocar al Señor en su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad. Y no se puede hacer una analogía entre Francisco y la Santa Eucaristía.
1. Comulgar en la mano, si yo fuese Papa hoy, con pandemia o sin ella, no lo permitiría. Y digo que no es pecado hoy porque el Papa y los Obispos de la Iglesia de Cristo, excepto algunos como el del artículo, son los que atan y desatan. Ahora bien, si las ataduras/desataduras van contra el Espíritu Santo son ellos los que pecan no el feligrés que obedece (Ezequiel 3,17-21). Y tampoco creo que sea pecado comulgar en la mano en rito no latino que se consagra Pan no ácimo (bollitos) que no caben en la boca. El por qué en oriente lo hacían o se sigue haciendo así, lo desconozco. El Magisterio es claro como Ud. ha expuesto.
2. En el punto 3 no es analogía porque Jesús no ha resucitado y ha ascendido al Cielo. Le recuerdo que la Eucaristía es en la Pasión, Muerte y Resurrección. Jesús toca y es tocado como verdadero hombre. Pero, también es verdadero Dios por lo que no se puede comparar con ningún otro hombre.
3. Lo de San Francisco de Asís es en el sentido de la confianza en Dios y lo de Jesús toca a leprosos quiero decir que nosotros somos los leprosos y el nos "toca" para sanarnos espiritual y corporalmente. Pero, tenemos que regresar a Él como el leproso de los 10 en la Eucaristía.
Concuerdo contigo en que todo comentario debe ser para que brille la verdad y no para otra cosa. Respecto de lo que apuntaste en tu último comentario, me gustaría agregar lo siguiente:
Y digo que no es pecado hoy porque el Papa y los Obispos de la Iglesia de Cristo, excepto algunos como el del artículo, son los que atan y desatan.No es del todo exacto. Que un Papa y/u obispos hoy digan una cosa, no quiere decir que esa cosa sea verdad. Amoris Laetitia permite la comunión de personas en estado de pecado mortal. ¿Y? ¿Eso es válido por más que haya sido dicho en una exhortación apostólica? No. Solo podemos estar seguros de que un Papa a afirmado una verdad de fe cuando este se pronuncia ex-cathedra, en todos los demás casos, el fiel tiene la obligación de inspeccionar lo que está recibiendo, compararlo con lo ya existente en el depósito de la fe (Escritura, Tradición y Magisterio Extraordinario) y si no hay contradicción, entonces sí debe aceptar lo que recibió. Lo mismo cuenta para los obispos; lo que ellos digan, a menos que sea en un Concilio y sus dictámenes aprobados por el Papa, no necesariamente tiene que ser una verdad apegada a la doctrina católica. Y en los tiempos de hoy, tiempos de apostasía, abundan los errores en todos los niveles de la jerarquía eclesiástica. En el caso de la comunión en la mano, no soy yo el que dice que es pecado, es la propia Iglesia y a través del magisterio extraordinario (infalible, protegido por el Espíritu Santo, y esto es dogma de fe) del 3° Concilio Ecuménico de Constantinopla en donde condena con la excomunión a quienes osen comulgar con la mano. Y como ninguna instrucción de ningún Papa puede ir en contra del magisterio ya establecido, la autorización de Paulo VI para comulgar en la mano tiene que necesariamente ser interpretada en continuidad con lo ya afirmado por la Iglesia (que puedes reelerlo en mi comentario anterior) y tomarse como lo que en realidad fue: una dispensa para casos excepcionales. Pero hoy se ha transformado eso en una práctica generalizada que va en contra de lo dispuesto por la propia Iglesia. Así que ¿es pecado comulgar en la mano? El 3° Concilio de Constantinopla dice que sí y sanciona con la excomunión a quien lo haga.
Ahora bien, si las ataduras/desataduras van contra el Espíritu Santo son ellos los que pecan no el feligrés que obedece (Ezequiel 3,17-21).El feligrés nunca puede obedecer algo que lleve al pecado; si lo hace, es tan culpable como aquel que lo ordenó (si un ciego guía a otro ciego, AMBOS caerán en el hoyo, AMBOS - Mateo 15:14).
De modo tal, que si un feligrés sabe que comulgar en la mano, con manos no consagradas, es pecado establecido por la Iglesia (relee mi comentario anterior donde cito las fuentes respectivas), y que además conlleva el riesgo (más que riesgo hay certeza porque ha sido probado que una hostia desprende partículas y micropartículas que quedan en la mano y no se consumirán porque muchas no son visibles al ojo desnudo pero aún en las tales -hasta en una molécula- está presente TODO el Señor y que esas partículas tarde o temprano caeran al suelo) de la profanación del Cuerpo y Sangre de Jesús no tiene excusa alguna alguna de su proceder. Puedo entender que muchos de los fieles de hoy comulguen en la mano porque ignoran todo esto dado lo deficiente de la catequesis de hoy en día, pero bueno, una vez que lo saben ya no pueden seguir con dicha práctica sin caer en una grave ofensa al Señor.
En el punto 3 no es analogía porque Jesús no ha resucitado y ha ascendido al Cielo. Le recuerdo que la Eucaristía es en la Pasión, Muerte y Resurrección. Jesús toca y es tocado como verdadero hombre.¿Jesús es tocado por quién en la Eucaristía? Sí, Jesús toca, pero ¿quién lo debe tocar a Él (en la Eucaristía estamos hablando)? La Iglesia (repito, la Iglesia, no yo) a través de su magisterio extraordinario (y recalco esto, magisterio extraordinario, infalible, protegido por el Espíritu Santo, dogma de fe) ha dicho que la Eucaristía solo puede ser tocada por manos consagradas. Es magisterio de la Iglesia, no hay nada más que agregar. O estamos con ella o contra ella. Si ahora, en estos tiempos de apostasía, algún obispo quiere permitir la comunión en la mano, fuera de las excepciones puntuales establecidas por Paulo VI (que a mi juicio, son inválidas, pero bueno, lo de la invalidez va por mi cuenta y me puedo equivocar, de modo que si discrepas de esto no te puedo decir nada), pues peca el obispo y hace pecar.
Lo de San Francisco de Asís es en el sentido de la confianza en Dios y lo de Jesús toca a leprosos quiero decir que nosotros somos los leprosos y el nos "toca" para sanarnos espiritual y corporalmente. Pero, tenemos que regresar a Él como el leproso de los 10 en la Eucaristía.Una cosa es que Jesús nos toque y otra cosa es que nosotros lo toquemos a Él. ¿Te gusta que te toquen sin tu permiso? A mi no me gusta que me toquen sin que yo dé primero mi consentimiento. ¿Cómo sabes tú que a Jesús le gusta que lo toquen sin Él haberlo consentido primero? Pero aún así, repito, el punto ya ha sido saldado, ya la Iglesia se expidió, la Eucaristía solo puede ser tocada por manos consagradas (relee mi comentario anterior, donde cito a Papas, Concilios, Santos y Doctores de la Iglesia).
Y tampoco creo que sea pecado comulgar en la mano en rito no latino...Te ruego que no tomes a mal lo que voy a decirte, pero "pecado" no es aquello que a nosotros nos parece que lo es; pecado es aquello que ha establecido la Iglesia (independientemente de lo que nosotros pensemos). Que nuestra conciencia no nos juzgue, no quiere decir que no estemos pecando. Ya lo dijo San Pablo:
Y aunque mi conciencia no me acusa de nada, no por eso quedo justificado; quien me juzga es el Señor. 1 Cor 4:4Si me lo permites, te aconsejaría lo que nos aconsejó San Vicente de Lerins:
Habiendo interrogado con frecuencia y con el mayor cuidado y atención a numerosísimas personas, sobresalientes en santidad y en doctrina, sobre cómo poder distinguir por medio de una regla segura, general y normativa, la verdad de la fe católica de la falsedad perversa de la herejía, casi todas me han dado la misma respuesta: «Todo cristiano que quiera desenmascarar las intrigas de los herejes que brotan a nuestro alrededor, evitar sus trampas y mantenerse íntegro e incólume en una fe incontaminada, debe, con la ayuda de Dios, pertrechar su fe de dos maneras: con la autoridad de la ley divina ante todo, y con la tradición de la Iglesia Católica».Así que respecto de la Eucaristía, vas, vamos a estar más seguros siguiendo la práctica que existió unánimemente en la Iglesia durante quince siglos (desde el 404), que la práctica que renació en 1969. Un cordial saludo para ti.
«Y si algún contagio nuevo se esfuerza en envenenar, no ya una pequeña parte de la Iglesia, sino toda la Iglesia entera a la vez incluso, entonces su gran cuidado será apegarse a la antigüedad, que evidentemente no puede ya ser seducida por ninguna mentirosa novedad».
1. Pecado es aquello que no tiene cabida en la santidad del Cielo. A ello me refiero cuando digo que creo.
2. Donde hay obediencia y humildad está el Espíritu Santo.
3. La promesa de inerrancia de Nuestro Señor Jesucristo es a Sus Apóstoles y discípulos.
4. Repito: la atadura/desatadura del Papa y los Obispos no pueden ir en contra del Espíritu Santo que mantiene y transmite intacto el Mensaje de la Buena Noticia en la Tradición Apostólica en el Depósito de la fe reflejado y proyectado en el Magisterio de la Iglesia. Es decir, la doctrina, moral y/o pastoral anticristiana, contra los dogmas de fe definidos por la Iglesia, contra la verdad revelada por Dios es pecado. Ej. Amoris Laetitia va en contra del Espíritu Santo, el Paráclito que habla el Señor Jesús en la Última Cena.
5. La Iglesia cuando define un dogma de fe, no es que esas cosas empiecen entonces a ser verdad, sino que son verdades, siempre han existido. La definición de los dogmas a lo largo de la historia de la Iglesia no quiere decir que tales verdades solamente habían sido reveladas, sino que se tornaron más claras y útiles para la Iglesia en su progresión en la fe, como es el caso de la Comunión en la boca.
6. Un dogma es una verdad absoluta, definitiva, inmutable, infalible, irrevocable, incuestionable y absolutamente segura sobre la cual no puede flotar ninguna duda. ¿Y cómo entonces estamos que si Comunión en la mano o práctica generalizada actual?
7. Una vez proclamado un dogma solemnemente, ningún dogma puede ser derogado o negado, ni por el Papa ni por decisión conciliar. Por eso, los dogmas constituyen la base inalterable de toda la Doctrina católica y cualquier católico está obligado a adherir, aceptar y creer en los dogmas de una manera irrevocable.
1. Dogmas sobre los sacramentos:
29- El Bautismo es verdadero y primer Sacramento instituido por Jesucristo.
30- La Confirmación es verdadero y propio Sacramento.
31- La Iglesia recibió de Cristo el poder de perdonar los pecados cometidos después del Bautismo.
32- La Confesión Sacramental de los pecados está prescripta por Derecho Divino y es necesaria para la salvación.
33- La Eucaristía es verdadero Sacramento instituido por Cristo.
34- Cristo está presente en el sacramento del altar por la Transubstanciación de toda a substancia del pan en su cuerpo y toda substancia del vino en su sangre.
35- La Unción de los enfermos es verdadero y propio Sacramento instituido por Cristo.
36- La Orden es verdadero y propio Sacramento instituido por Cristo.
37- El matrimonio es verdadero y propio Sacramento.
2. Pecado ministro de Cristo: ¿autorización oficial y aprobación papal de la práctica de la Comunión en manos no ministeriales? Hoy día, los Obispos pueden autorizar en las Parroquias con escasez de Sacerdotes y Diáconos a feligreses para dar la Comunión. Soy testigo de ello de Sacerdote y feligreses dando la Sagrada Forma sin patena en la boca (antes covid-19); ministro en no estado de Gracia; ministro que no Consagra correctamente; ministro que es consciente de dar la Comunión a feligreses que no se confiesan (dogma de fe), en estado de pecado mortal; la Custodia no sabe ni dónde está; negación dogmas de fe; antrpocentrismo de deseo y palabra por encima de la Voluntad y Palabra de Dios (no fe en el Sacramento de la fe; falta de celo en la administración del Sacramento de la fe; administración de la Comunión en la mano según voluntad del feligrés; administración general de la Comunión en la mano; no administración de la Comunión; abuso de autoridad en la administración del Sacramento de la fe (negar la Comunión en la boca); negar la Comunión al enfermo; celo por el alma de las ovejas de su rebaño que no conoce; priorizar normas sanitarias corporales a las espirituales; deformación del Sacramento de la fe; ... y cualquier otro en contra del Espíritu Santo.
3. Feligrés: no comulgar en Común Unión con Nuestro Señor Jesucristo y Su Iglesia.
2. Donde hay obediencia y humildad está el Espíritu Santo.Esa afirmación no es del todo correcta. Si lo fuera, entonces los talibanes, que obedecen ciega y humildemente lo que dicen sus imanes, hasta el punto de morir matando cristianos, en ellos estaría el Espíritu Santo. Y sabemos que no es así. ("Llegará el día en que cualquiera que os matare pensará que hace servicio a Dios, más esto harán porque no me conocen ni a mi, ni a mi Padre".) También si lo fuera, entonces en los protestantes que niegan terminantemente los dogmas marianos y dicen todo mal de Nuestra Señora, obedeciendo humildemente lo que dice su pastor, estaría el Espíritu Santo. Con ese criterio hasta podemos afirmar que el Espíritu Santo estaba en todos los nazis que obediente y humildemente seguían las órdenes de exterminio de los judíos. No, no es como dices. La Iglesia (y esto es lo que vale, lo que dice la Iglesia, no lo que creemos nosotros, a título personal) enseña otra cosa. Y el punto está muy bien tratado por Santo Tomás de Aquino, que afirma algo muy diferente de lo que tú crees:
El hombre sólo está obligado a obedecer a Dios interna y externamente, mientras que la obediencia hacia los superiores eclesiásticos y civiles está meramente condicionada por su propia autoridad sobre la comunidad que dirigen y por la que deben responder ante Dios. Esto es por lo que puede ser necesario rechazar en conciencia obedecer una orden concreta, sin poner en duda la institución de los superiores eclesiásticos.Y eso en palabras del mayor teólogo de la Iglesia toda. La obedicencia ciega es contraria a la doctrina católica; lo dice arriba Santo Tomás, lo dice el Evangelio (Mateo 15:14) y también lo dice el Código de Derecho Canónico (art. 212, parágrafo 3):
Summa Theologica II-II q. 104 a. 5.
Cuando San Pablo se opuso cara a cara a San Pedro - que era claramente su superior en la jerarquía - no fue una «correctio fraterna» en el ámbito privado, sino más bien una defensa pública de la fe en su plenitud y a la luz de sus consecuencias internas y externas. Por lo tanto, en cuanto se refiere a la defensa de la fe, todos apóstoles y obispos, tenemos las mismas responsabilidades, el mismo San Pablo pudo, como apóstol, corregir públicamente al apóstol San Pedro, al mismo nivel, sin poner en duda su cargo, que le fue confiado a él por Cristo en persona.
Summa Theologica II-II q. 33 a. 4)
«Creerse en todo mejor que su superior parece presuntuosa soberbia; pensar, en cambio, que es mejor en algo no tiene nada de presunción, ya que en esta vida no hay nadie sin defecto. Pero hay que tener en cuenta también que quien amonesta con caridad a su superior, no por eso se considera mejor, sino que va en auxilio de quien está en un peligro tanto mayor cuanto más alto puesto ocupa».
Summa Theologica, II-II, q. 33 a. 4.
(Los fieles) tienen el derecho, y a veces incluso el deber, en razón de su propio conocimiento, competencia y prestigio, de manifestar a los Pastores sagrados su opinión sobre aquello que pertenece al bien de la Iglesia y de manifestar a los demás fieles, salvando siempre la integridad de la fe y de las costumbres, la reverencia hacia los Pastores y habida cuenta de la utilidad común y de la dignidad de las personas.Mi consejo a este respecto es que revises tus criterios de obediencia; obedecer ciegamente a un mal sacerdote no te llevará al Reino de los Cielos.
3. La promesa de inerrancia de Nuestro Señor Jesucristo es a Sus Apóstoles y discípulos.La promesa de inerrancia fue solo a Pedro pero la Iglesia YA ESTABLECIÓ, y como dogma de fe, las condiciones en las cuales esa inerrancia opera. Porque las mismas Escrituras nos dicen que Pedro erró (Gálatas 2:11:14) así que la infalibilidad papal no es como tú estás pensando. Lee lo que dispuso el Concilio Vaticano I (1869-1870) para que exista la infalibilidad a la que aludes.
4. Repito: la atadura/desatadura del Papa y los Obispos no pueden ir en contra del Espíritu Santo que mantiene y transmite intacto el Mensaje de la Buena Noticia en la Tradición Apostólica en el Depósito de la fe reflejado y proyectado en el Magisterio de la Iglesia. Es decir, la doctrina, moral y/o pastoral anticristiana, contra los dogmas de fe definidos por la Iglesia, contra la verdad revelada por Dios es pecado.La atadura, desatadura del Papa en comunión con TODOS los Obispos en materia de doctrina y moral es la única que goza de la protección del Espíritu Santo y es esa clase de comunión la que se da en los Concilios (es el dogma de fe de la infalibidad papal establecida por el Concilio Vaticano I). Lo que digan el Papa y Obispos fuera de eso, es magisterio ordinario y como tal, falible. Pero siguiendo lo que escribiste, entonces no hay más que discutir respecto de la comunión en la mano porque Papa y Obispos en comunión, en el 3° Concilio de Constantinopla dijeron, (ataron para usar tu terminología) que es pecado comulgar en la mano y que el mismo se castiga con la excomunión.
6. Un dogma es una verdad absoluta, definitiva, inmutable, infalible, irrevocable, incuestionable y absolutamente segura sobre la cual no puede flotar ninguna duda. ¿Y cómo entonces estamos que si Comunión en la mano o práctica generalizada actual?No me lo digas a mi, dícelos a los que defienden la comunión en la mano. La Iglesia ya se expidió (fíjate lo que son las cosas, fue el mismo Concilio que declaró "hereje anatema" al Papa Honorio I) y condenó con la excomunión a los osen comulgar por sí mismos. Eso -tú lo dices bien- no se puede derogar; por ende, la instrucción de Paulo VI se debe interpretar restrictivamente y en continuidad con el magisterio existente, como una dispensa para casos particulares y excepcionales. Porque una dispensa de caracter general, ya no es una dispensa sino una nueva regla, y contraria a lo definido en un Concilio. Y eso no lo puede hacer un Papa.
1. Ud. añade lo que le parece, pero no son mis atribuciones. No entiendo muy bien sus "rodeos", pues cambia mi sentido y tergiversa.
2. Como católico soy el primer interesado en no errar la transmisión de la fe.
3. Donde hay humildad se está en el camino de la Verdad. Y dudo mucho que talibanes, nazis, etc. estén - estuvieran en ese Camino de la Vida por el que guía el Espíritu Santo.
4. San Juan Crisóstomo: «Dios no necesita de nuestros trabajos, sino de nuestra obediencia» (Homilía sobre san Mateo, 56); San Agustín: «Cristo, a quien el universo está sujeto, estaba sujeto a los suyos» (Sermón 51); Santa Teresa: «Muchas veces me parecía no poder sufrir el trabajo comforme a mi bajo natural, me dijo el Señor: Hija, la obediencia da fuerzas». (Fundaciones); Fray Luis de León: «La aceptación del sufrimiento no está en no sentir, que eso es de los que no tienen sentido, ni en no mostrar lo que duele y se siente, sino aunque duela, y por más que duela, en no salir de la ley ni de la obediencia a Dios. Que el sentir, natural es a la carne, que no es bronce» (Exposición del libro de Job, c. 3); San Francisco de Sales recuerda que hay que obedecer no sólo en lo que nos cuesta, sino también lo que nos gusta: «Haz de obedecer cuando te manden cosas agradables, como es el comer y divertirse, porque aunque entonces no parece gran virtud el hacerlo, el no hacerlo sería gran defecto» (Introducc, 3, 11); Santo Tomás Moro: Dios nos da fortaleza para obedecer y hacer Su Voluntad en los momentos difíciles; larguísimo etc. Pero, sobre todo por la Obediencia de la Cruz fue vencido el Pecado que es desobediencia, rebeldía a la Voluntad de Dios. Cuando San Pablo se opuso cara a cara a San Pedro - que era claramente su superior en la jerarquía - es porque era la Voluntad de Dios, no la nuestra.
5. Le recuerdo que todo bautizado es Iglesia y está el Espíritu Santo. CIC: "El creyente ha recibido la fe de otro, debe transmitirla a otro. Nuestro amor a Jesús y a los hombres nos impulsa a hablar a otros de nuestra fe. Cada creyente es como un eslabón en la gran cadena de los creyentes. Yo no puedo creer sin ser sostenido por la fe de los otros, y por mi fe yo contribuyo a sostener la fe de los otros.
167 "Creo" (Símbolo de los Apóstoles): Es la fe de la Iglesia profesada personalmente por cada creyente, principalmente en su bautismo. "Creemos" (Símbolo de Nicea-Constantinopla, en el original griego): Es la fe de la Iglesia confesada por los obispos reunidos en Concilio o, más generalmente, por la asamblea litúrgica de los creyentes. "Creo", es también la Iglesia, nuestra Madre, que responde a Dios por su fe y que nos enseña a decir: "creo", "creemos". Claro que sí, si el Papa o cualquier Obispo va en contra del Depósito de la fe hay que decírselo.
6. Cristo promete a sus Apóstoles que recibirían el Espíritu de Verdad, que les mantendría en la verdad total de su enseñanza, de tal modo que les dice “quien a vosotros oye, a Mí me oye; quien a vosotros desprecia, a Mí me desprecia”. Sólo en la Iglesia Católica se encuentra este oficio universal de presentar el mensaje de Cristo sin alteración; no porque se hace con mayor sabiduría humana, sino por la presencia del Espíritu. Por eso la encíclica “El Esplendor de la Verdad” se dirigió a los Obispos, sucesores de los Apóstoles, no a los teólogos, que pueden recibir de la Iglesia la aprobación de su magisterio, pero no son sujeto de la promesa de inerrancia dada por Cristo a la Iglesia. Si un teólogo se aparta de la tradición dogmática de la Iglesia, no tiene derecho a presentarse como teólogo católico, por mucho que conozca de crítica de textos o de culturas antiguas.
7. El CVII tiene defectos y ya no hablemos de las sinodalidades.
Saludos cordiales.
No veo la ofensa ni el maltrato al Señor cuando lo recibo en mi mano y lo deposito en mi boca y a continuaciión toodos mis jugos gástricos descomponnen y digieren la sagrada forma.. Y antes como tengo problemas con mi garganta tengo que comprimir la sgarda forma y hacer un pequeño bolo para poder tragarla. Espero que no me condene par tratar así la sagrada forma-
Y qué me diría a mi servici como ayudante, con otros tres seglares, que ayudamos a nuestrso sacerdote sa dar la comunión, que sin nuestra ayuda dursaría de 15 a 20 minutos, ya que la mayoria de nuestra asmblea eucaristica comulga todos los domingos.
Ud. añade lo que le parece, pero no son mis atribuciones. No entiendo muy bien sus "rodeos", pues cambia mi sentido y tergiversa.Ningún rodeo:
1. El tema de debate es la comunión en la mano (y debemos atenernos a este solo punto).
2. La Iglesia, a través de su magisterio extraordinario (en uno de mis comentarios anteriores se encuentran las fuentes respectivas), nos ha dicho que dicha práctica constituye pecado.
3. Ahora se quiere argüir que no es pecado, porque se obedece a obispos que actualmente afirman que no lo es.
4. Y se apoya tal juicio diciendo que cualquier cosa que diga un obispo es palabra de Dios y que no puede estar errado dada la promesa del Espíritu Santo a los apóstoles. Por eso si un obispo dice que no es pecado comulgar en la mano, entonces no es pecado (aunque la Iglesia, de forma infalible haya definido hace mil quinientos años que sí lo es).
En esa inteligencia, traté de hacer ver, con las Escrituras, con el Código de Derecho Canónico, y con las palabras de Santo Tomás de Aquino que cualquier sacerdote, incluso el Papa, pueden errar y que la obediencia ciega solo se debe a Dios (y eso es lo que dice San Juan Crisóstomo). La obediencia ciega (aunque sea "obediencia humilde") a cualquiera que no sea Dios (así sea el mismo Vicario de Cristo), nos puede llevar al infierno. Y respecto del Papa, cité al Concilio Vaticano I que definió el dogma de la infalibilidad papal y las condiciones bajo la que puede darse.
De esta forma, lo que Cristo les dijo a sus apóstoles, que los mantendría en la verdad total de su enseñanza, hoy se refleja en la Iglesia únicamente en el magisterio extraordinario. La única enseñanza protegida por el Espíritu Santo es la que da bajo este tipo de magisterio (cuando el Papa se expide ex-cathedra y/o cuando se expide en comunión con todos los obispos del mundo, y sobre temas de doctrina y moral —no de ecología, de economía, de medicina, etc.). Te vuelvo a decir lo mismo que en mi comentario anterior: lee lo que el Concilio Vaticano I estableció como dogma de fe respecto de la infalibilidad papal. Fuera de esto, cualquier obispo, Papa incluido, puede errar. No lo digo yo, lo dice la Iglesia.
Por lo tanto, lo que obispos digan hoy respecto de que comulgar en la mano no es pecado, contradice al 3° Concilio de Constantinopla (magisterio infalible) y es un error. Lo que los obispos podrían permitir es comulgar en la mano (basandose en la instrucción de Paulo VI) como dispensa en casos excepcionales, particulares, pero nunca permitir la práctica generalizada como se hace ahora. La Eucaristía solo puede ser tocada por manos consagradas, y quien así no lo entienda, peca y hace pecar. Así lo dijo la Iglesia TODA y el que no la quiera escuchar... pues no seré yo quien deba responder ante el Señor por profanarlo en su Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad.
Te agradezco tus saludos, igualmente para ti.
Biografía: https://www.gloriadei.io/about-bishop-schneider/
Los 2 Artículos en español:
https://www.gloriadei.io/nota-explicativa-a-la-declaracion-de-las-verdades-relacionadas-con-algunos-de-los-errores-mas-comunes-en-la-vida-de-la-iglesia-de-nuestro-tiempo/
https://www.gloriadei.io/la-iglesia-del-dios-vivo-columna-y-cimiento-de-la-verdad/
1. Quisiera señalar que en la Iglesia de Nuestro Señor Jesucristo se está dando la contradicción, cosa que va contra el Espíritu Santo, no viene de Dios, pues Él no se contradice, en relación a la forma de recibir el feligrés la Comunión, a Nuestro Señor.
2. Y la contradicción se está dando desde los tiempos del CVII.
3. Si el Magisterio extraordinario, Concilio de Zaragoza y 3° de Constantinopla, es doctrina infalible entra en contraposición con:
4. La instrucción de Pablo VI, aunque si bien es una dispensa para casos excepcionales, no como regla general.
5. Juan Pablo II nos decía en la Carta “Dominicae Cenae: “El tocar las Sagradas Especies, su distribución con las propias manos, es un privilegio de los ordenados” (24-Feb.- 80). Pero, en 1985 la Notificación para la Comunión en la mano de fecha 3 de abril de 1985 de la entonces denominada Congregación para el Culto Divino (Prot. n. 720/85) de la Santa Sede, establece en su punto 7 lo siguiente: “No se obligará JAMÁS a los fieles a adoptar la práctica de la comunión en la mano, dejando a cada persona la necesaria libertad para recibir la comunión o en la mano o en la boca.”
6. Asimismo, la Congregación para el Culto Divino y la Disciplina de los Sacramentos, en el documento denominado Instrucción Redemptionis sacramentum, de 25 de marzo de 2004, establece, en su punto 92 que “todo fiel tiene siempre derecho a elegir si desea la sagrada Comunión en la boca…”
7. ¿? La contradicción no se da en Dios ni debería darse en Su Iglesia. La contradicción se da en el hombre viejo por el Pecado. Pero, con Cristo es sí o no. Nuestro Señor nos dice que cuando digamos sí sea si y cuando no no. Lo demás viene del demonio. Quizás sea necesario recordar a San Pablo 1 Cor 11,17-34: ¿por qué quiero comulgar en la mano; por qué imponer comulgar en la mano?
"28 Examínese, pues, cada cual, y coma así el pan y beba de la copa.
29 Pues quien come y bebe sin discernir el Cuerpo, come y bebe su propio castigo.
30 Por eso hay entre vosotros muchos enfermos y muchos débiles, y mueren no pocos." ¿Recibo dignamente y efectivamente a Dios? ¿Qué obras hago?
Comulgar por sí mismo no es recibir en la mano.
No hay contradicción con Pablo VI
Concilio de Zaragoza
III. Que aquel que reciba la Eucaristía y no la consuma allí mismo sea anatema.
Además leyó: Si se probare que alguno no consumió en la iglesia la gracia de la Eucaristía que allí recibió, sea anatematizado para siempre. Todos los obispos dijeron: Así sea.
III. Ut qui eucaristiam in ecclesia accipit et ibi eam non sumit anathematizetur.
Item legit: Eucaristiae gratiam si quis probatur acceptam in ecclesiam non sumsisse, anathema sit in perpetuum. Ab universis episcopis dictum est: Placet.
¿Por qué no quiero comulgar en la mano en un momento en que la excepción es lo recomendable como norma general?
¿Por qué quiero culpabilizar y acuso de profanación a quienes comulgan en la mano, con la debida disposición, siguiendo las normas de la Iglesia?
No se trata ni de distribuir la comunión ni de comulgar por sí mismo (coger la sagrada forma del copón o beber del cáliz sin ser el sacerdote), se trata de recibir en la mano la comunión. En la boca o en la mano, se recibe, no se comulga por sí mismo, ni se la lleva uno a su casa, que es lo que se prohibe en esos concilios.
Pero es más, incluso estas normas podrían cambiar si las circunstancias lo hicieran necesario, por ejemplo, en época de persecución se podría dar la comunión a un fiel para llevarla a otros, como en el caso de San Tarsicio, mártir de la Eucaristía en época de persecución en Roma. Fue comisionado por su obispo para llevar la Eucaristía a los presos.
Paz y Bien
¿Por qué no quiero comulgar en la mano en un momento en que la excepción es lo recomendable como norma general?O sea, que para salvaguardar la salud del cuerpo (igualmente todos vamos a morir) ponemos en riesgo la salud de nuestras almas y nos arriesgamos a ser condenados por la eternidad. ¿De que le vale al hombre ganar el mundo y perder su alma? Por una pretendida salud (digo pretendida porque hay estudios científicos que determinan que hay más probabilidades de contagio comulgando en la mano que en la boca) no importa pisotear al Señor, y tocarlo con manos no consagradas. ¿Él pasa a un segundo plano? ¿Lo importante es el cuerpo?
¿Por qué quiero culpabilizar y acuso de profanación a quienes comulgan en la mano, con la debida disposición, siguiendo las normas de la Iglesia?¿Qué normas de la Iglesia? ¿La instrucción de Paulo VI? Quien dice que se produce profanación, es la Iglesia, a través de su magisterio extraordinario, infalible. Eso es lo que tú no puedes terminar de entender, la diferencia entre magisterio ordinario (y por ende, falible) y el magisterio extraordinario.
La instrucción de Paulo VI solo puede ser interpretada EN CONTINUIDAD con el magisterio existente, y la única forma en que ello se dé, es tomar la instrucción como lo que realmente fue: una dispensa (un indulto) para casos particulares y excepcionales. Si en base a eso se quiere introducir la práctica de la comunión en la mano de forma general, entonces es una nueva regla que contradice la regla establecida infaliblemente por los Concilios Ecuménicos que cité en mis comentarios anteriores. Ahora, si se le quiere dar más importancia a lo que a lo que a uno le parece que lo dicho por la Iglesia en su magisterio infalible, y bueno... El que ha leído todos estos comentarios no está en ignorancia invencible y por ende, será responsable, aunque su conciencia no lo condene, de la profanación del Cuerpo y Sangre del Señor.
Sería muy bueno que todo el mundo leyera el siguiente libro/documento de ese gran obispo que fue Monseñor Juan Rodolfo Laise, en donde desmenuza la Instrucción de Paulo VI, la coloca en el contexto de todo el magisterio preexistente y demuestra que es realmente comulgar en la mano. Esto, por supuesto, para aquel que le interesa buscar la verdad.
docdroid.net/9ALbJmp/monsenor-laise-la-comunion-en-la-mano-pdf
Y también este video es muy ilustrativo:
https://www.youtube.com/watch?v=BiUqDa_Gzj0
El experimento se realizó con hostias no consagradas y previamente se las golpeó contra una mesa para que despidieran la mayor cantidad de partículas antes de realizar la prueba (por supuesto que una hostia consagrada nunca será golpeada de esa manera y contendrá mayor número de partículas y en cada una de ellas está TODO el Señor):
youtube.com/watch?v=BiUqDa_Gzj0
No se trata ni de distribuir la comunión ni de comulgar por sí mismo (coger la sagrada forma del copón o beber del cáliz sin ser el sacerdote), se trata de recibir en la mano la comunión. En la boca o en la mano, se recibe, no se comulga por sí mismo, ni se la lleva uno a su casa, que es lo que se prohibe en esos concilios.Comulgar por sí mismo no es lo que tú piensas, es lo que definió la Iglesia. Comulgar por sí mismo es llevar UNO MISMO la Hostia Consagrada a su boca. Repito: la Hostia no puede ser tocada por manos no consagradas; no lo digo yo, lo dijo la Iglesia.
Pero es más, incluso estas normas podrían cambiar si las circunstancias lo hicieran necesario, por ejemplo, en época de persecución se podría dar la comunión a un fiel para llevarla a otros, como en el caso de San Tarsicio, mártir de la Eucaristía en época de persecución en Roma.La época de persecución fue anterior a la época en que los Concilios establecieron lo que establecieron. Y lo que establecieron, que dicho sea de paso fue confirmado por el Concilio de Trento (dogmático) es imperecedero, inderogable: la Hostia no puede ser tocada por manos no consagradas. Lo único que puede establecer la Iglesia son excepciones muy particulares a esa regla, pero nunca una nueva que implique la anulación de la anterior.
Paz y bien para ti también.
Tendría que demostrar que el texto dice exactamente lo mismo que usted.
En cuanto al concilio de Zaragoza, ya está puesto el texto más arriba y queda demostrado que lo que prohibe bajo pena de excomunión es que en vez de consumir la sagrada forma se la lleven, no la comunión en la mano.
Está muy bien que exponga usted todas las razones que crea convenientes, pero no que diga "inexactitudes". Porque una cosa es que pueda ser más recomendable una forma de comulgar, y otra que le lleve a decir que los demás profanan, pecan, cometen sacrilegio cuando eso no es verdad y esta actitud es además un hecho que se vuelve en contra suya.
Respecto a las "migas", hace bien en hablar de ellas. Entre las normas para comulgar está comprobar si no hay alguna miga y consumirla en el momento en el caso de que la hubiera. La solución es fácil pero además raras veces hay ninguna miga.
No sé si me lo publicarán, pero la verdad es que el texto del concilio de Constantinopla sería interesante e incluso necesario verlo, si buscamos la verdad.
La cita que usted ha aportado solo habla de "comulgar por sí mismo" y eso no es lo que hace quien recibe la comunión en la mano. Por otra parte ha quedado claro q Zaragoza no habla de la comunión en la mano.
El caso de San Tarsicio yo misma he dicho que era en la persecución romana, poco importa que fuera antes q esos concilios, las normas se pueden adaptar a nuevas persecuciones, llámelas excepciones si quiere. Y lo mismo se pueden adaptar para evitar que usted o yo causemos el contagio y la muerte del prójimo.
Pablo VI sabía lo q se hacía y no contradecía ningún magisterio infalible anterior.
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