Diferencias Religiosas, Ecumenismo, Fraternidad Universal...

El pasado 21 enero podíamos leer en Zenit:

El Papa Francisco afirmó que todas las diferencias religiosas se deben subordinar a nuestra humanidad. En una entrevista con zenit, el rabino David Rosen expresó esto, después de su participación la semana pasada en la Iniciativa de Fes Abrahámicas (AFI son las siglas en inglés), y su reunión con el Santo Padre el jueves pasado.

¿Todas las diferencias religiosas se deben subordinar “a nuestra humanidad"? Al rabino Rosen le debe de pasar como a Scalfari cuando se entrevista con el Papa Francisco. Seguramente no lo ha entendido bien…  

Yo voy a decir varias cosas con claridad: 

1.- La única religión verdadera es la católica. No hay salvación fuera de la Iglesia Católica (Este es un dogma y los dogmas se pueden profundizar pero no cambiar su sentido: no evolucionan ni se derogan). No hay otro Salvador que Jesucristo. 
2.- No todas las religiones son iguales ni todas conducen a la salvación. No da igual una religión que otra. 
3.- El único ecumenismo posible es la conversión de todos los  herejes a la única fe verdadera que es la que proclama la Santa Iglesia Católica. No caben transacciones, consensos ni negociaciones entre la verdad y el error.
4.- Todas las religiones, todos los pueblos, todas las naciones deben subordinarse a la soberanía de Cristo Rey: de ahí surgirá la verdadera fraternidad. Pío XI lo dejaba claro en Quadragesimo Anno:

Así, pues, la verdadera unión de todo en orden al bien común único podrá lograrse sólo cuando las partes de la sociedad se sientan miembros de una misma familia e hijos todos de un mismo Padre celestial, y todavía más, un mismo cuerpo en Cristo, siendo todos miembros los unos de los otros(Rom 12,5), de modo que, si un miembro padece, todos padecen con él (1Cor 12,26).

Mons. Carlo María Viganò, el 19 de noviembre de 2019, escribía una Carta publicada en el blog de Aldo María Valli en la que podemos leer:

Pío XI nos había advertido y puesto en guardia. Pero las enseñanzas anteriores al Vaticano II han sido arrinconadas porque son consideradas intolerantes y obsoletas. La comparación entre el Magisterio preconciliar y las nuevas enseñanzas de Nostra aetate y Dignitatis humanae -por citar sólo estas-, manifiestan una terrible discontinuidad, de la que hay que tomar nota y que urge enmendar. Deo adiuvante

            Escuchemos las palabras del Sumo Pontífice Pío XI, cuando los papas solían hablar con el lenguaje de la Verdad, cincelado con fuego en el diamante. «Es habitual que convoquen congresos, reuniones, conferencias, con una amplia intervención de público, al que invitan a discutir en todo momento: infieles de todo tipo, cristianos e incluso aquellos que miserablemente apostataron de Cristo o que con gran terquedad niegan la divinidad de su Persona y de su misión. Ciertamente, no pueden obtener la aprobación de los católicos estos intentos basados en la falsa teoría que presupone buenas y loables todas las religiones, dado que todas ellas, aunque de manera distinta, manifiestan y representan ese sentimiento que es inherente a todos y por el cual nos sentimos llevados a Dios y al consiguiente reconocimiento de su dominio. Ahora bien, los seguidores de esta teoría, no sólo viven en el engaño y el error, sino que repudian la verdadera Religión, depravando su concepto y dirigiéndose lentamente al naturalismo y el ateísmo; de ello se deriva que todos los que se adhieren a estas teorías e intentos se alejan del todo de la Religión revelada por Dios… La Esposa mística de Cristo, a lo largo de los siglos, nunca fue contaminada, y nunca podrá contaminarse, según las palabras de Cipriano: “La Esposa de Cristo no puede ser adúltera: es incorrupta y púdica. Conoce una única casa y custodia con casto pudor la santidad de un sólo tálamo”» (Mortalium animos).

En la Encíclica Pascendi, San Pío X condenaba sin contemplaciones a los modernistas:

8. En consecuencia, el sentimiento religioso, que brota por vital inmanencia de los senos de la subconsciencia, es el germen de toda religión y la razón asimismo de todo cuanto en cada una haya habido o habrá. […] Tenemos así explicado el origen de toda religión, aun de la sobrenatural: no son sino aquel puro desarrollo del sentimiento religioso. Y nadie piense que la católica quedará exceptuada: queda al nivel de las demás en todo. Tuvo su origen en la conciencia de Cristo, varón de privilegiadísima naturaleza, cual jamás hubo ni habrá, en virtud del desarrollo de la inmanencia vital, y no de otra manera.

¡Estupor causa oír tan gran atrevimiento en hacer tales afirmaciones, tamaña blasfemia! ¡Y, sin embargo, venerables hermanos, no son los incrédulos sólo los que tan atrevidamente hablan así; católicos hay, más aún, muchos entre los sacerdotes, que claramente publican tales cosas y tales delirios presumen restaurar la Iglesia! No se trata ya del antiguo error que ponía en la naturaleza humana cierto derecho al orden sobrenatural. Se ha ido mucho más adelante, a saber: hasta afirmar que nuestra santísima religión, lo mismo en Cristo que en nosotros, es un fruto propio y espontáneo de la naturaleza. Nada, en verdad, más propio para destruir todo el orden sobrenatural.

También podemos leer en Mortalium animos:

Cuando el Hijo Unigénito de Dios mandó sus legados que enseñasen a todas las naciones, impuso a todos los hombres la obligación de dar fe a cuanto les fuese enseñado por los testigos predestinados por Dios; obligación que sancionó de este modo: el que creyere y fuere bautizado, se salvará; mas el que no creyere será condenado.

[…]

¿Cómo es posible imaginar una confederación cristiana, cada uno de cuyos miembros pueda, hasta en materias de fe, conservar su sentir y juicio propios, aunque contradigan al juicio y sentir de los demás? ¿y de qué manera, si se nos quiere decir, podrían formar una sola y misma Asociación de fieles los hombres que defienden doctrinas contrarias, como, por ejemplo, los que afirman y los que niegan que la sagrada Tradición es fuente genuina de la divina Revelación; los que consideran de institución divina la jerarquía eclesiástica, formada de Obispos, presbíteros y servidores del altar, y los que afirman que esa Jerarquía se ha introducido poco a poco por las circunstancias de tiempos y de cosas; los que adoran a Cristo realmente presente en la Sagrada Eucaristía por la maravillosa conversión del pan y del vino, llamada “transubstanciación” y los que afirman que el Cuerpo de Cristo está allí presente sólo por la fe o por el signo y virtud del Sacramento; los que en la misma Eucaristía reconocen su doble naturaleza de sacramento y sacrificio, y los que sostienen que sólo es un recuerdo o conmemoración de la Cena del Señor; los que estiman buena y útil la suplicante invocación de los Santos que reinan con Cristo, sobre todo de la Virgen María Madre de Dios, y la veneración de sus imágenes, y los que pretenden que tal culto es ilícito por ser contrario al honor del único Mediador entre Dios y los hombres, Jesucristo?

Entre tan grande diversidad de opiniones, no sabemos cómo se podrá abrir camino para conseguir la unidad de la Iglesia; unidad que no puede nacer más que de un solo magisterio, de una sola ley de creer y de una sola fe de los cristianos. En cambio, sabemos, ciertamente que de esa diversidad de opiniones es fácil el paso al menosprecio de toda religión o “indiferentismo” y al llamado “modernismo", con el cual los que están desdichadamente inficionados sostienen que la verdad dogmática no es absoluta sino relativa; o sea, proporcionada a las diversas necesidades de lugares y tiempos y a las varias tendencias de los espíritus, no hallándose contenida en una revelación inmutable, sino siendo de suyo acomodable a la vida de los hombres.

Ante tantas blasfemias como tenemos que estar escuchando hoy en día, ante tantas herejías, no podemos sentir sino estupor y santa ira.

Recemos en estos tiempos oscuros el Santo Rosario por el Papa, por los cardenales, por los obispos, por los sacerdotes y los religiosos. Y recemos especialmente por todos cuantos trabajan afanosamente desde dentro de la Iglesia por su destrucción para que, arrepentidos de sus pecados, se conviertan a Cristo y se salven.

 

31 comentarios

  
Francisco de México
Para los que dicen que "todas las religiones son iguales". también están includas

- ¿El satanismo?
- ¿El culto a la santa muerte?
- ¿El ateísmo adorador de la materia?
- ¿Los cultos politeistas?

23/01/20 3:13 PM
  
Néstor
A la religión no se le puede aplicar el título de aquella canción de los Beatles: "All together now".

Saludos cordiales.
23/01/20 3:54 PM
  
Alex
Santo Tomás de Aquino, De Veritate, 14, a. 11, ad 1: "...Es característica de la Divina Providencia proporcionar a cada hombre lo necesario para la salvación, siempre que de su parte no haya ningún obstáculo. En el caso de un hombre que busca el bien y se aparta del mal por la guía de la razón natural, Dios o le revelará a través de la inspiración interior lo que ha de creer, o le enviará algún predicador de la fe…"
Por otro lado recogía Blaise Pascal en su famosa apuesta:
Puedes creer en Dios; si existe, entonces irás al cielo.(+infinito)
Puedes creer en Dios; si no existe, entonces no ganarás nada.(0)
Puedes no creer en Dios; si no existe, entonces tampoco ganarás nada.(0)
Puedes no creer en Dios; si existe, entonces irás al infierno.(-infinito)
Como se puede ver resulta mucho más ventajoso creer, donde puedes recibir una bonificación de entre 0 e infinito mientras que no creer te da lo contrario. Se puede concluir finalmente que hay que mantenerse constantemente el la sagrada fe católica.
23/01/20 4:27 PM
  
Ecclesiam
«manifiestan una terrible discontinuidad...»

Aceptemos que está afirmando que existe una contradicción entre lo enseñado por el Magisterio pre-conciliar y el Magisterio conciliar.

De esto se sigue que, o es verdad el pre-conciliar o es verdad el conciliar. No hay tercera posibilidad.

Por lo tanto, si hay discontinuidad, entonces, el Magisterio erró: o antes (pre-conciliar) o después (conciliar), pues sólo uno de estos puede ser verdadero y el otro será necesariamente falso.

Y si el Magisterio de la Iglesia Católica erró, luego, la Iglesia Católica no es infalible.

Si la Iglesia Católica no es infalible, luego, la religión católica no es divina.

Y si la religión católica no es divina, luego, la religión católica es falsa.

Por consiguiente, si hay una «terrible discontinuidad» en el Magisterio, luego, la religión católica es falsa.

Espero que con esto se den cuenta de lo que supone decir que hay una «terrible discontinuidad» cuando se habla del Magisterio. No creo que la mayoría de los que dicen esto se den cuenta de esta conclusión. Pero hay un sujeto que sí se da cuenta, y por eso inspira, bajo capa de defensa de la fe, esta falsa doctrina que atenta en la raíz de la fe.

O hay continuidad en el Magisterio, y la religión católica es verdadera.

O no hay continuidad en el Magisterio, y la religión católica es falsa.

Ya lo dijo el entonces Card. Ratzinger: «No puede usted afirmar, sin embargo, la incompatibilidad de los textos conciliares, que son textos magisteriales, con el Magisterio y la Tradición. Puede decir que, personalmente, no ve esa compatibilidad y pedir, por lo tanto, a la Sede Apostólica que la explique. En cambio, si, por el contrario, usted afirma la imposibilidad de dicha explicación, se opone PROFUNDAMENTE a la estructura FUNDAMENTAL de la FE CATÓLICA»
23/01/20 5:47 PM
  
Luis Fernando
Ecclesiam, no se escandalice usted tanto porque Viganò haya escrito que «manifiestan una terrible discontinuidad...».

El propio Ratzinger dijo de Gaudium et Spes que “si se pretende un diagnóstico global del texto, podría decirse que (en conexión con los textos sobre libertad religiosa y las religiones del mundo) es una revisión del Syllabus de Pío IX, una especie de Contra Syllabus”
(Principios de teología católica, 1982)

Y no parece que usted se vaya a rasgar las vestiduras por ello.
23/01/20 7:20 PM
  
Sancho
¿Desde cuando lo divino, o pretendidamente divino en muchos casos, se debe subordinar a la humanidad? Ni Dios ni los demonios, que cómo ángeles son superiores al hombre en fuerza y poder (cf. 2 Pe 2, 11), se van a subordinar nunca a la humanidad, por lo que quien no quiera subordinarse a Dios acabará, de una u otra forma, subordinado a los demonios.
23/01/20 9:30 PM
  
Vicente
Que el mundo crea en Jesucristo, el único Salvador.
23/01/20 9:56 PM
  
Pedro
Totalmente de acuerdo.
Hay también un punto que suele pasarse por alto en las discusiones acerca del ecumenismo y de la igualación de todas las religiones, y es éste.
Si yo soy católico es porque creo que esta religión es la verdadera. si no lo creyera, sería un estúpido por seguir siendo católico.
Y si lo soy y lo creo, entonces debo entender por qué es la religión verdadera y por qué las otras no lo son, y en qué se diferencia la religión católica de las demás.
Es decir, la responsabilidad del fiel es informarse y entender mejor esta doctrina, pero también la catequesis y la predicación deberían centrarse en poner de manifiesto la verdad del catolicismo, y no igualarlo a la baja con cualquier otra religión, o proponer una religión universal. que no sería otra cosa que una rebaja desnaturalizadora, poniendo la religion a un nivel bajo, de cosa sin importancia.
Y también explicar que la verdadera religión no es la más cómoda, o la menos exigente. Al fin y al cabo, si las religiones son más o menos iguales, y a verdad está en todas y en cualquiera, entonces ¿por qué no elegir la más llevadera, la menos exigente...?
El ecumenismo mal entendido -el igualitarismo religioso- puede conducir precisamente a una defección de los fieles menos informados o menos ilustrados en la doctrina.
Por eso, la responsabilidad de los pastores es muy seria en este terreno, y por eso, que seglares como Usted hablan así de claro es necesario y de agradecer infinitamente.


24/01/20 12:43 PM
  
Ricardo de Argentina
Ecclesiam, tu razonamiento tiene una falla que hace que llegues a conclusiones falsas.

No estás teniendo en cuenta que en la Iglesia hay, ahora y desde hace tiempo, una panda de modernistas con mucho poder, que NO SON la Iglesia.

Porque esos modernistas lo que quieren es adaptar la Iglesia al mundo. Pero la misión de la Iglesia es que el mundo acate la voluntad de Dios. No puede plantearse una contradicción más clara que ésa, es imposible.

Y esa contradicción constituye el núcleo de la actual crisis de la Iglesia, que tu razonamiento ignora olímpicamente, por lo cual llega a conclusiones erradas.
24/01/20 1:15 PM
  
maru
Pues yo.no creo que todas las religiones sean.iguales. La Iglesia Católica siempre enseñó a lo largo de dos mil años (porque primero lo dijo Cristo), que la salvación viene por Cristo ya que él, es el Caminp, la Verdad y la Vida y en la Iglesia Católica, es donde realmente, damos culto y adoración a Jesucristo . Lo de que todas las religiones son iguales, es un invento de ahora, dicho por el Papa Francisco; será su opinión personal. Me pregunto si ésto no entrará en el ''grito de.novedad'', que hay que unir con el de la ''fidelidad''? , dicho ésto por Mons. Argüelles
24/01/20 4:04 PM
  
Hispanicus
"Tiempos recios" nos ha tocado vivir, don Pedro.
Estoy con usted en la necesidad de rezar el Santo Rosario, especialmente, por el Papa, los cardenales, obispos, presbíteros y religiosos en general.
Aunque la tentación de "rendir la plaza" es grande, al final el Inmaculado Corazón de María, vencerá.

¡Que Dios nos dé fortaleza para perseverar en la Oración y el Ayuno!.
Me encanta el aserto, creo haberlo leído de Monseñor Athanasius Schneider, que proclama:

¡Christus vincit!
¡Christus regnat!
¡Christus imperat!
24/01/20 9:40 PM
  
Ecclesiam
Estimado Don Pedro, considero que no queda fuera del tema, así que, con su permiso, pasaré a refutar las objeciones que se me han planteado aquí.

Me tomaré el trabajo de explicitar las objeciones, para que sean más claras. Si alguna objeción no la he entendido bien, ruego me disculpe. Sin embargo, me atengo a lo escrito y a mi inteligencia, con la ayuda de Dios.

Primera objeción. El texto del Magisterio conciliar contradice el magisterio anterior. Así lo ha dicho el Cardenal Ratzinger, pues él dice hablando de la Gaudium et Spes que es «una especie de Contra Syllabus» (Principios de teología católica, 1982). Y esto es contradecir. Por consiguiente, el Magisterio conciliar contradice el Magisterio previo.

Segunda objeción. El Magisterio conciliar no contradice al Magisterio previo. Y esto porque el Magisterio conciliar no es propiamente Magisterio. Puesto que el Magisterio lo realiza la Iglesia, y quienes han escrito eso no son Iglesia. Por lo tanto, esos textos no son Magisterio. Así se explica la contradicción.

Respondo:

A la primera. Lo dicho allí por el Cardenal Ratzinger es una opinión privada, no una declaración Magisterial. Y como dice santo Tomás «debemos apoyarnos más bien en la autoridad de la Iglesia que en la de Agustín, Jerónimo o cualquier otro Doctor» (II-II, q. 10, a. 12). Por lo tanto, no se sigue que su juicio respecto de la Gaudium et Spes y el Syllabus sea verdadero. Antes bien, según lo dicho, resulta falso, puesto que el Magisterio es infalible, y por lo tanto, no puede contradecirse.

A la segunda. Los documentos Magisteriales del Concilio han sido promulgados por la Iglesia, como consta por la firma de los mismos «Yo, PABLO, Obispo de la Iglesia católica.», etc. Que indican la autoridad con la que fueron escritos, esto es, por el Obispo de Roma, es decir, por la Sede de Pedro. Y como consta de la Constitución Dogmática Pastor Aeternus del Concilio Vaticano I hablando de la misma: «Su doctrina apostólica fue abrazada por todos los Santos Padres y fue venerada y seguida por los Santos Doctores de recta dotrina, sabiendo perfectamente que esta Sede de Pedro, se mantiene siempre pura de cualquier error, según la promesa divina de nuestro Señor y Salvador al Príncipe de sus Apóstoles: “He rogado por ti, para que tu fe no desfallezca y, cuando te recuperes, confirma a tus hermanos” (Lc 22, 32)» (DzSch 3070). Por lo tanto, los documentos Magisteriales del Concilio, están escritos por la autoridad de la Sede Petrina, la autoridad máxima de la Iglesia, y por consiguiente, no contienen error.

Finalmente, quiero acabar con dos escritos. Uno, el escrito de San Pío de Pietrelcina, un santo que vivió casi todo el Concilio:

«Santo Padre, sé que su corazón sufre mucho estos días por el destino de la Iglesia, pero de forma especial por la falta de obediencia al Magisterio, que Su Santidad ejerce con la asistencia del Espíritu Santo en nombre de Dios. Le ofrezco mi oración y mis sufrimientos como pequeña pero sincera contribución del último de sus hijos, para que el Señor, con su gracia, le consuele y pueda continuar por el camino recto y fatigoso de la defensa de la Verdad eterna, que no varía a pesar de los cambios de los tiempos» (Carta del 6-IX-1968 a Pablo VI)

Y el otro, con un escrito del Papa Pío XII:

«La norma próxima y universal de la verdad» es el «Magisterio de la Iglesia», «ya que a él ha confiado nuestro Señor Jesucristo la custodia, la defensa y la interpretación de todo el depósito de la fe, osea, las Sagradas Escrituras y la Tradición divina» (enc. Humani generis 12,12-VIII-1950).
24/01/20 9:42 PM
  
claudio
Néstor tienes razón, tampoco la Iglesia es un Yellow Submarine ni puede ser considerada parte del Sgt. Pepper's Lonely Hearts Club Band.
24/01/20 10:07 PM
  
Luis Fernando
Lo que dijo Ratzinger era una opinión privada... Lo que dice Viganó también.
Escandalizarse de uno y no del otro no es honesto. Sobre todo cuando uno dijo eso siendo ya Cardenal Prefecto de la Doctrina de la Fe y luego ha sido Papa y el otro es un simple Nuncio ya emérito.

Así que a reclamar al maestro armero y no a don Pedro Luis.
25/01/20 3:05 AM
  
Luis Fernando
Por cierto, Amoris Laetitia también está escrita por la autoridad de la sede petrina - le recuerdo que un Papa tiene más autoridad que un concilio - y sin embargo su capítulo octavo es contrario al Magisterio previo.

Cosas que pasan en la vida, ya ve.

Va a resultar que la infalibilidad llega hasta donde llega... No más.
25/01/20 3:12 AM
  
Ecclesiam
Cualquiera que dijere algo contrario a la verdad, debe ser enfrentado, aunque sea un doctor muy sabio y venerado por muchos.

Respecto de AL. Conviene establecer que es necesario distinguir cuándo un pastor sagrado está ejerciendo el Magisterio y cuando no. Si no se siguere este proceder, se seguiría que, por las palabras de Jesucristo «Quien a vosotros os escucha, a mí me escucha» (Lc 10, 16), cada vez que oyéramos a los apóstoles (y sucesores), escucharíamos la voz de Cristo, y así, cada cosa que dijesen, sería palabra de Cristo. Esto es absurdo y nadie sensato lo sostiene. Por consiguiente, es necesario distinguir cuáles son los actos Magisteriales y cuáles no lo son.

El acto magisterial propiamente, es el petrino, y el petrino, propiamente, es de la confirmación de la fe (y por consecuencia, también de las costumbres), como consta de las palabras del Salvador en Lc 22, 32. Ahora bien, como quiera que la fe versa sobre la verdad divina, y la verdad es para la inteligencia lo que la luz es para la vista, se sigue que las declaraciones que versan sobre la fe deben ser manifiestas, como la luz a los ojos. Por lo tanto, para que el Magisterio petrino pueda realizarse, debe ser propuesto lo que se ha de creer de modo manifiesto. Por ello está en el Código de Derecho Canónico 749, 3: «Ninguna doctrina se considera definida infaliblemente si no consta así de modo manifiesto». Por lo tanto, sólo gozan de infalibilidad las declaraciones patentes, esto es, manifiestas, como doctrina que se ha de creer. Por consiguiente, sólo estas declaraciones son actos propiamente Magisteriales, esto es, del Magisterio petrino.

Ahora bien, en AL no se propone de modo manifiesto una doctrina que se ha de sostener. Esta falta de claridad es bien patente en aquellos puntos en los que parece contradecir la doctrina de la fe, como es manifiesto por el mismo escrito. Por lo tanto, según lo ya dicho, se concluye que AL no es propiamente Magisterio petrino, o mejor, no lo es propiamente en aquellos puntos menos manifiestos y claros. De este modo se soluciona la objeción, y queda patente la perpetua infalibilidad magisterial.
26/01/20 6:07 PM
  
Luis Fernando
Ecclesiam:
Ahora bien, en AL no se propone de modo manifiesto una doctrina que se ha de sostener.

LF:
Oye, exactamente lo mismo que ocurre con algunos documentos del CVII por no decir con todos. De hecho, es el primer concilio que no va acompañado de cánones doctrinales. ¿Llegamos a la conclusión, entonces, de que no hay magisterio en el concilio?

Ecclesiam:
Esta falta de claridad es bien patente en aquellos puntos en los que parece contradecir la doctrina de la fe, como es manifiesto por el mismo escrito.

LF:
Bendedicto XVI "opinó" que el texto de GS contradice expresamente el Syllabus. Y en cuanto a la falta de claridad, no hay más que ver las posturas divergentes del episcopado español en torno a las consecuencias de Dignitatis Humane. Unos, los menos, sostuvieron que no afectaba a la confesionalidad católica del Estado. Otros, los más, apoyaron expresamente la aconfesionalidad en base a ese texto del concilio. Esto no es opinión mía. Simplemente FUE ASÍ.
27/01/20 11:09 AM
  
Luis Fernando
Es mucho más claro, y conforme con la Tradición, este otro texto del CVII. Está en Apostolicam Actuositatem:

Es obligación de toda la Iglesia el trabajar para que los hombres se vuelvan capaces de restablecer rectamente el orden de los bienes temporales y de ordenarlos hacia Dios por Jesucristo. A los pastores atañe el manifestar claramente los principios sobre el fin de la creación y el uso del mundo, y prestar los auxilios morales y espirituales para instaurar en Cristo el orden de las cosas temporales.


Parece elemental que dentro de la instauración en Cristo del orden de las cosas temporales no puede quedar fuera la propia Iglesia Católica, única Iglesia de Cristo, y la propia fe católica. Lo cual, necesariamente, excluye a las sectas, las herejías y las religiones falsas.

Es doctrina católica que la verdadera libertad siempre está orientada a la verdad. Y es doctrina católica que el error no tiene derechos. En materia religiosa tampoco.

Tan simple como eso.
28/01/20 10:28 AM
  
Ecclesiam
Estimado Don Pedro, si usted desea que continuemos con el diálogo, proseguiré; sin embargo, me atengo a su juicio, por lo que si usted estima lo contrario, proceda pues de este modo.

Antes de proceder, quiero decir que respecto del segundo mensaje no tengo nada que objetar, salvo que sostengo la postura católica: que todo los documentos del Concilio son conforme a la Tradición, las Escrituras y el Magisterio.

Primera objeción. Lo que es Magisterio debe proponerse de modo claro y manifiesto. Ahora bien, en todos los documentos del Concilio no hay doctrina clara y manifiesta. Por consiguiente, todos los documentos del Concilio no son Magisterio.

Segunda objeción. Las diversas posturas que se toman en base de un texto, manifiestan de modo evidente la ambigüedad de un texto, porque si fuese claro, no habría diversidad de posturas. En base de los textos del Concilio se toman diversas posturas. Por consiguiente, los textos del Concilio son ambiguos. Y como quiera que lo que es ambiguo no puede ser Magisterio, por lo tanto, los textos del Concilio no son Magisterio.

Respondo diciendo:

– A la primera. Una cosa es conocida de modo clara y manifiesta de dos modos; o porque es evidente en sí misma, o porque es evidente a la luz de otras ciencias. Por ejemplo, es claro y manifiesto que ningún soltero es casado, porque es evidente por sí mismo, pues basta saber que el predicado de estar casado es contradictorio al sujeto soltero; por otra parte, que la suma de los ángulos internos de un triángulo es igual a dos rectos es claro y manifiesto, pero porque así lo sabemos a través de la ciencia geométrica. De este segundo modo es claro y manifiesto los documentos del Concilio, pues éste presupone la ciencia de la doctrina sagrada, como lo demuestra la innumerable cantidad de notas a las que remite sus afirmaciones; esta doctrina está supuesta en el conocimiento de los destinatarios de los documentos, y a su luz debe entenderse lo afirmado en los mismos, y sin la cual no puede comprenderse lo escrito. Porque si uno no tuviera la ciencia de la doctrina, le sucedería como a uno que, ignorando la ciencia de la geometría, quisiera entender las proposiciones de los últimos libros de los Elementos de Euclides. Así, pues, hemos de concluir que los documentos del Concilio son Magisterio.

Ahora bien, puede a uno acaecer que, por la debilidad del entendimiento o por la dificultad de la materia tratada, le sea difícil o confuso de entender tal o cual proposición en particular, sobre todo en aquellos escritos que son extensos, pues estos, al suponer muchas cosas, incluso al que posee el hábito de la ciencia que es tratada en ese texto, por la debilidad del entendimiento puede estar ignorando tal supuesto para comprender tal proposición, y así, tal proposición quedaría confusa; o bien, porque a la vez las materias tratadas son muy arduas y difíciles respecto de aquél que las estudia. Por eso el Apóstol san Pedro decía hablando de los escritos de san Pablo: «hay en ellas cosas difíciles de entender» (II Pe 3, 16) y añadía: «que los ignorantes y los débiles interpretan torcidamente - como también las demás Escrituras - para su propia perdición», los ignorantes y débiles, esto es, los que no poseen la ciencia y los que no tienen suficiente fuerza intelectual.

Por otra parte, puede decirse que, incluso en el supuesto de que el Concilio no se haya propuesto ninguna doctrina para ser creída como depósito de la fe, no por esto deja de ser Magisterio, aunque no en sentido propio. Pues aunque no sea Magisterio infalible en tanto enseña una doctrina que ha de ser creída como de fe, hemos de sostener que es Magisterio infalible en tanto enseña una doctrina que no es contraria a la fe, porque, como quiera que la Iglesia es «columna y fundamento de la verdad» (I Ti 3, 15), se sigue que, si la Iglesia propusiera alguna enseñanza que, aunque no fuerce a creerse con asentimiento de fe, y sin embargo, es contraria a la fe, no se podría tomar a ésta como como columna y fundamento de la verdad, ya que estaría dividida enseñando doctrinas contrarias, y «todo reino dividido contra sí mismo queda asolado, y casa contra casa, cae» (Lc 11, 17). Por ello, aunque la enseñanza no sea expuesta para creerse como depósito de la fe, es esencial asentir tal doctrina como doctrina enseñada por una Madre y Maestra, es decir, doctrina segura y saludable. Por ello está en el Código de Derecho Canónico 752: «Se ha de prestar un asentimiento religioso del entendimiento y de la voluntad, sin que llegue a ser de fe, a la doctrina que el Sumo Pontífice o el Colegio de los Obispos, en el ejercicio de su magisterio auténtico, enseñan acerca de la fe y de las costumbres, aunque no sea su intención proclamarla con un acto decisorio; por tanto, los fieles cuiden de evitar todo lo que no sea congruente con la misma», y en la Dei Verbum 10 dice, hablando sobre la función del Magisterio respecto de la Palabra de Dios, es decir, de la doctrina revelada: «por mandato divino y con la asistencia del Espíritu Santo [el Magisterio] la oye con piedad, la guarda con exactitud y la expone con fidelidad», y no podría exponer con fidelidad la Palabra de Dios si expusiese algo contrario a ella, pues de este modo sería infiel a la misma.

– A la segunda. De la diversidad de posturas no se concluye necesariamente que hay ambigüedad en los textos, sino solamente que hay diversidad de posturas. Puesto que un texto, por muy claro que fuese, por la voluntad puede ser forzado para sostener aquello que no afirma o lo que niega, de modo tal que, forzadamente, puede darse diversidad de posturas. Por otra parte, como ya hemos expuesto en la objeción previa, respecto de nosotros puede darse dificultad en entender un texto, y es por estas razones que, por ejemplo, hay diversidad de posturas entre las doctrinas protestantes, siendo la base del texto igual: las Escrituras. De este modo es como encontramos que hay diversidad de posturas respecto de Concilio, ya por mala voluntad, ya por alguna deficiencia en la inteligencia o en la ciencia, ciencia que es necesaria, como hemos dicho anteriormente, para poder entender los escritos del Concilio.
28/01/20 10:07 PM
  
Luis Fernando
Ecclesiam
Por otra parte, puede decirse que, incluso en el supuesto de que el Concilio no se haya propuesto ninguna doctrina para ser creída como depósito de la fe, no por esto deja de ser Magisterio, aunque no en sentido propio.


LF:
Exactamente lo mismo se puede decir de Amoris Laetitia. Y, por cierto, fue el propio Pontífice quien incluyó en AAS su carta a los obispos de la Región de Buenos Aires afirmando que la única interpretación posible de la exhortación apostólica era... la heterodoxa. ¿Qué hacemos ante esa realidad? ¿meter la cabeza bajo tierra como los avestruces?


Ecclesiam:
De la diversidad de posturas no se concluye necesariamente que hay ambigüedad en los textos, sino solamente que hay diversidad de posturas.

LF:
No seguiré jugando a intentar tapar el sol con un dedo. Fin al debate por mi parte.
29/01/20 10:37 AM
  
Néstor
Me parece que hay que partir de la base de que no todo Magisterio eclesial es infalible. Porque la misma Iglesia entiende como infalible solamente el Magisterio extraordinario, y el Magisterio ordinario y universal de los Obispos. Y dentro del Magisterio extraordinario, incluye solamente al Papa cuando define "ex cathedra", y al Concilio Ecuménico cuando define un dogma de fe. Además, según "Ad tuendam fidem", de Juan Pablo II, es infalible el Papa cuando establece que una doctrina es definitiva, aunque no la defina como dogma de fe.

Como se ve, no se encuentra el Magisterio ordinario papal en esa categoría del Magisterio infalible.

Por eso, para ese Magisterio ordinario la Iglesia no pide fe teologal, sino asentimiento religioso interno de inteligencia y voluntad, que no excluye la posibilidad de error en ese Magisterio, pues se enseña al mismo tiempo que los expertos pueden hacer llegar por las vías convenientes sus observaciones a la Iglesia sobre ese mismo Magisterio ordinario.

Es claro que la continuidad es indispensable, según lo dicho, solamente para el Magisterio infalible.

Saludos cordiales.
29/01/20 4:06 PM
  
Luis Fernando
Néstor:
Además, según "Ad tuendam fidem", de Juan Pablo II, es infalible el Papa cuando establece que una doctrina es definitiva, aunque no la defina como dogma de fe.


LF:
Eso es exactamente lo que hizo San Juan Pablo II en Ordinatio sacerdotalis en relación a la imposibilidad de que la Iglesia ordene mujeres como presbíteras o sacerdotisas.
29/01/20 10:12 PM
  
Ecclesiam
Dado que esto es un comentario a un blog, convengo en ser lo más breve posible. De allí que no haga todas las distinciones y argumentaciones.

Primero, conviene aclarar que, respecto del Magisterio, digo del Magisterio auténtico, ex-cathedra o no. Este Magisterio es infalible, en cuanto que, tanto ex-cathedra o no, no contiene error contrario a la fe. Y esto por que, si el Magisterio auténtico no ex-cathedra requiere el «obsequio religioso de la voluntad y del entendimiento» (Lumen gentium 25), como quiera que en el entendimiento no puede haber asentimiento de dos juicios contradictorios entre sí, así como uno no puede asentir el jucio de que Júpiter es un planeta gaseoso y a la vez asentir que Júpiter es un planeta no-gaseoso, o asentir como cierto que Júpiter es planeta y a la vez y bajo el mismo aspecto asentir como opinable que Júpiter es planeta, se sigue que no se puede asentir un juicio ex-cathedra y a la vez un juicio no ex-cathedra contradictorio al anterior. Luego, si se requiere asentir con el entendimiento el Magisterio auténtico no-excathedra, éste no puede ser contradictorio al primero. Por lo tanto, en el Magisterio auténtico no puede haber error en materia de fe. Ahora bien, de esto no se sigue que el Magisterio no infalible pueda estar carente de error, porque hay errores que no son necesariamente contrarios a la fe. Así, por ejemplo, considerar que los bebés muertos no bautizados son llevados de algún modo al cielo no es contrario a la fe, pero esto podría ser falso.

Segundo, lo que de suyo no es Magisterio (auténtico) no puede serlo bajo ningún aspecto. Así, como de suyo aquella opinión del Papa no es Magisterio, como han demostrado sabios doctores* sobre aquél texto donde la postura del Sumo Pontífice es o parece heterodoxa, no es Magisterio aunque esté en el AAS. Porque nadie, ni por la omnipotencia divina, puede realizar algo que intrínsecamente no es realizable, por la definición misma. Así, el juicio expresado que intrínsecamente no es Magisterio, no puede ser tomado como Magisterio aunque sea llamado así; así como ninguna legislación civil puede otorgar el matrimonio a personas del mismo sexo, aunque sean llamadas así aquellas uniones.

*Conviene aclarar que, cuando refiero a la demostración de sabios doctores, no apelo a la autoridad de los doctores, sino a la fuerza de la demostración.

Tercero, respecto de lo que conviene hacer o no hacer en este o aquél caso, ello cae bajo el juicio práctico, pero aquí estamos disputando sobre la doctrina de la fe.

Cuarto, si se intenta tapar el sol con un dedo, luego, hay algún fallo en el razonamiento. Pero como este fallo no es evidente, entonces debe ser demostrado. Aunque, por otra parte, si alguno no desea aceptar el argumento que hemos propuesto, no podemos forzar a convencerlo. Pero, con la ayuda de Dios, podemos solucionar los problemas que proponga, si es que los propone.

También convengo en el fin de la dipusta. Hemos forzado en demasía la paciencia del buen y amable autor de este blog. Si está de Dios, seguirá por algún otro medio.

Que Dios les bendiga.
30/01/20 1:51 AM
  
Luis Fernando
La cosa es bien simple. El principio de no contradicción no puede ser aniquilado. Por tanto, si un Papa o un concilio dictamina algo contrario al magisterio previo, contrario a la Revelación, no puede ser considerado magisterio.
Ahora bien, eso vale para la doctrina sobre la moral sexual, sobre el matrimonio, sobre las condiciones para acceder al sacramento de la Eucaristía y para recibir la absolución en el sacramento de la Confesión... y también para todo lo relacionado con la doctrina del Reinado Social de Cristo. Y todo es todo. De tal manera que si la Iglesia siempre ha enseñado que no puede haber libertad para el error en materia religiosa -dejando aparte la cuestión de la coacción para el acto de fe, que nadie ha defendido-, ni se debe "facilitar" dicho error en naciones cristianas -dejando aparte cuestiones prudenciales sobre la regulación de una posible libertad de culto-, entonces no hay más que hablar, diga lo que diga quien lo diga.
30/01/20 1:51 PM
  
Ecclesiam
Aunque mi intención era finalizar, porque me parece que ya estamos poniéndonos de acuerdo quiero realizar el siguiente comentario:

Si un Papa o un Concilio, en un acto de Magisterio auténtico, dictamina algo contrario a la fe, entonces aquello no puede ser considerado Magisterio auténtico.

Pero cuando digo el supuesto previo «si un Papa o un Concilio, en un acto de Magisterio auténtico» no digo que ese supuesto previo fuese realizable, porque no lo es. Es decir, el Magisterio auténtico, por naturaleza, no puede dictaminar algo contrario a la fe.

Por ello, decir «si un Papa o un Concilio, en un acto de magisterio auténtico, dictamina algo contrario a la fe» es como decir «si un asno o un caballo, en un acto de inteligencia, conoce alguna ciencia». Es un supuesto que no puede darse de hecho, porque por naturaleza el caballo y el asno no pueden realizar actos de inteligencia.

De ahí se saca otra conclusión necesaria:

Si un Papa o un Concilio, en un acto de verdadero Magisterio Auténtico, dictamina alguna cosa, entonces aquello no puede ser contrario a la fe.

Por ello, si alguna cosa enseñada por la Iglesia, es por naturaleza enseñanza magisterial, de forma necesaria no puede ser contraria a la fe. De ahí que, si parece que algo enseñado por el Magisterio es contrario a la fe, es sólo mi parecer. Así como si algo que es humano, me parece que no tiene inteligencia, es sólo mi parecer. Porque si es cierto que una enseñanza es del Magisterio, se sigue de forma absolutamente necesaria que es cierto que no es contraria a la fe. Y por mucho que a mi me lo parezca, si algo es por naturaleza enseñanza Magisterial, no puede ser contrario a la fe. Fallará mi inteligencia, mi imaginación, pero no fallará el Magisterio. Así como si me parece absurdo que Dios sea infinitamente misericordioso y a la vez mande al infierno eterno a las personas: falla algo en mi, pero no falla la enseñanza de la fe.

Según esto, aquellos que tengan dificultad con el Concilio, deben verificar si aquél texto en donde tienen dificultad es o no es Magisterio auténtico. Si es Magisterio auténtico, falla vuestra naturaleza; si no lo es, podría darse falla por parte de los padres conciliares o no.

Porque el grado de adhesión que debemos al Sagrado Concilio, es según la mente que éste mismo, por obra del Espíritu Santo y de los padres conciliares, han querido dar a cada uno de sus textos.
30/01/20 10:36 PM
  
Luis Fernando
Por lo general si un líquido es blanco y sale de las ubres de una vaca, es leche. No que me parezca que es leche, sino que lo es.
Insisto. Con concilios y sin concilios, con Papas y sin Papas, el principio de no contradicción no puede quebrarse. Si donde antes se decía que A era A ahora se dice que A es B, resulta que A sigue siendo A.
Y ahí lo dejo.
31/01/20 12:21 AM
  
Ecclesiam
Es que, si la afirmación es del Magisterio auténtico, es falso que «donde antes se decía que A era A ahora se dice que A es B». Este supuesto es falso, porque si algo es, por naturaleza, Magisterio auténtico, necesariamente carece de error contrario a la fe.

Como si algo es, por naturaleza, humano, necesariamente es inteligente.

Ahora bien, en cuestiones difíciles, como la metafísica, la razón suele ser incapaz de ver con claridad (esta es una de las causas de la multiplicidad de doctrinas filosóficas). Sin embargo, en cuestiones de fe, que superan infinitamente a la razón, es aún más fácil que la razón sea incapaz de ver con claridad (esta es una de las causas de las más de 70 mil sectas protestantes).

Si algo es verdadero Magisterio auténtico, por mucho que a mi me parezca que contiene algo contrario a la fe, no es así.

Así como, si una hostia está consagrada, por mucho que a mi me parezca que sigue siendo pan (huele a pan, sabe a pan, se ve como pan, se siente como pan), no es así.

Por ello, si algo parece erróneo en el Magisterio, porque Dios instauró un Magisterio vivo, es que podemos preguntar para que nos lo aclare. Y necesariamente habrá una aclaración, porque es de fe.

Por ello Ratzinger, en una respuesta Magisterial, afirmó rotundamente (las mayúsculas y los corchetes son míos): «No puede usted afirmar [si quiere ser católico], sin embargo, la incompatibilidad de los textos conciliares, que son textos magisteriales, con el Magisterio y la Tradición. Puede decir que, PERSONALMENTE, NO VE ESA COMPATIBILIDAD y pedir, por lo tanto, a la Sede Apostólica que la explique. En cambio, si, por el contrario, usted afirma la imposibilidad de dicha explicación, SE OPONE PROFUNDAMENTE a la estructura FUNDAMENTAL de la FE CATÓLICA».

La falsa doctrina que afirma que hay oposición entre el Magisterio conciliar y el Magisterio previo socaba en lo más profundo de la fe católica.

Si el Magisterio erró alguna vez contra la fe, no hay más garantía de ninguna verdad católica, y nuestra religión es falsa.
31/01/20 8:19 PM
  
Mª Pilar
Entiendo que el Concilio Vaticano II es un concilio pastoral por tanto la "Gaudium et Spes" y otros textos conciliares se tiene que interpretar con un criterio de continuidad respecto a la Tradición y Magisterio anterior, por que no se deroga el Magisterio anterior: Sillabus de Pio IX y Pascendi de San Pio X.
31/01/20 9:19 PM
  
Lorenzo
La falsa doctrina que afirma que hay oposición entre el Magisterio conciliar y el Magisterio previo socaba en lo más profundo de la fe católica.

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O sea, cuando Ratzinger escribió, en consonancia con lo que afirmaron muchos de los protagonistas del concilio, que el CVII era un anti-syllabus, socavó lo más profundo de la fe católica.

¿Tiene usted idea de por qué no ha pedido retirar la obra en al que escribió tal cosa? Porque resulta que en la reciente reedición de todas sus obras, esa sigue. Y sin cambios.
01/02/20 3:07 PM
  
Ecclesiam
Estimado Lorenzo.

Según se desprende de la afirmación a la que hace referencia, en efecto, atenta contra lo más profundo de la fe católica.

El por qué no lo retiró, lo desconozco. Sin embargo, podemos estar errados de buena fe, sin darnos cuenta. Santo Tomás de Aquino lo sabía perfectamente, por eso dijo en su lecho de muerte: «Jamás he dicho nada contra ti, pero si acaso lo hubiera dicho, ha sido de buena fe y no sigo obstinado en mi opinión. Si algo menos recto he dicho sobre éste y los demás sacramentos, lo confío completamente a la corrección de la Santa Iglesia romana, en cuya obediencia salgo ahora de esta vida».

La infalibilidad en materia de fe sólo fue prometida a la santa Iglesia Católica. Ningún Doctor de la Iglesia, por santo y sabio que fuera, posee este carisma. Luego hasta en ellos puede haber error.
02/02/20 12:18 AM
  
Piedad
Don Pedro Luis Llera, Dios lo Bendiga por su intención y esfuerzo para ayudarnos a entender la imposibilidad objetiva de reunir la Doctrina de la Iglesia Católica, bajo una creencia común con las de sectas y religiones que provienen de otras interpretaciones cristianas o de otros continentes, por antiguas o “científicas” que se presenten. En resumen, usted nos deja claro que: “(...) Todas las religiones, todos los pueblos, todas las naciones deben subordinarse a la soberanía de Cristo Rey: de ahí surgirá la verdadera fraternidad.”
Agradezco, además, las argumentaciones que surgen en los comentarios alrededor del tema, especialmente con respecto a los más sofisticados y elegantes, elaborados con fundamento a ....”la ciencia de la doctrina sagrada ... sin la cual no puede comprenderse lo escrito” ... porque con ello me “demuestran” la terrible oscuridad y confusión que pueden generar los más sabios, cuando pretenden afirmar, para los ignorantes, lo que en su propia inteligencia no admiten.
Le pido a Dios Padre nos conceda El Santo Espíritu, a los que creemos en La Verdad, para que ilumine nuestra inteligencia en estos tenebrosos días de ambigüedad y confusión en la Iglesia.
03/02/20 4:42 PM

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