La Cumbre
Se ha celebrado ya la cumbre sobre los abusos sexuales en el Vaticano: mucho ruido y pocas nueces. ¿Servirá para algo? Lo dudo.
Al final, el encuentro se centró en el tema de los abusos a menores por parte de clérigos. Pero ese asunto, con ser extremadamente grave, no es la raíz del problema.
El verdadero problema es la falta de temor de Dios. El Modernismo, que infecta hoy en día una buena parte de la Iglesia, no cree en Dios. Y si no cree en Dios, desprecia los Mandamientos. Hace ya muchos años que se viene diciendo que los pecados contra el Sexto Mandamiento no son pecados. Se ha oído muchas veces que hay una obsesión por parte de los sectores más tradicionales de la Iglesia con los pecados de bragueta y poca sensibilidad con los pecados sociales. Por eso, la Iglesia Modernista insiste en la fraternidad, en la solidaridad, en el “vamos a cambiar el mundo” y en pelagianadas varias que convierten la Iglesia en una ONG filantrópica, muy próxima a los postulados masónicos que se difunden y se imponen desde organismos internacionales, como la ONU y sus agencias; o como la Unión Europea.
Los masones están contentísimos y hacen declaraciones públicas aplaudiendo a esta nueva iglesia. Y lo hacen, porque esa “nueva iglesia de no sé qué nuevo paradigma” ya no es la verdadera Iglesia, sino que se acerca a pasos agigantados hacia esa religión universal del Gran Arquitecto que ellos llevan siglos planeando. Porque ellos quieren acabar con la verdadera Iglesia de Cristo y con la cultura cristiana para imponer su ideología satánica que pasa por la anticoncepción, por el aborto, por la eutanasia, por la destrucción de la familia cristiana, por una educación adoctrinadora y depravada que acabe con la inocencia y la pureza de los niños. Esa falsa iglesia apóstata desprecia a la Santísima Virgen, negando su propia virginidad y su condición de Madre de Dios. Esa falsa iglesia promueve las comuniones sacrílegas de quienes viven públicamente en pecado mortal o de quienes no profesan la fe de la Iglesia Católica. Esa falsa iglesia modernista desprecia los dogmas, los sacramentos, el credo… Esa pseudo-iglesia neoparadigmática es el compendio de todas las herejías: es una iglesia arriana, que niega la divinidad de Cristo; es una iglesia pelagiana, que desprecia la doctrina católica de la gracia y se cree que puede cambiar el mundo y acabar con el pecado sin ninguna necesidad de Cristo; esa iglesia es puramente inmanentista y nada sabe ni nada predica sobre la vida eterna; esa iglesia niega la existencia del Infierno y la condenación de las almas que mueren en pecado mortal. Esa iglesia, en definitiva, no es la Iglesia Católica, no es la Iglesia de mis padres, no es la Iglesia de San Agustín, de Santo Tomás o de San Francisco de Asís; no es la Iglesia de los Doctores de la Iglesia; no es la Iglesia de los Padres de la Iglesia.
El gran problema de la Iglesia Modernista es el desprecio a la Santa Doctrina de la Iglesia, es la falta de la fe auténtica en Cristo, Nuestro Señor, y en la Santísima Trinidad. El problema de la Iglesia Modernista es que, en nombre de la praxis pastoral, se hace lo contrario de lo que nos enseña la Doctrina. El problema de la Iglesia del Nuevo Paradigma es que se pisotea la liturgia y se desacraliza lo más sagrado: la presencia real del Señor en el Santísimo Sacramento. El problema de esa falsa iglesia es que considera que cumplir los mandamientos es algo ideal e imposible de cumplir, porque no creen en la gracia de Dios, que es la que nos permite vivir en santidad, conforme a los mandamientos y a la Voluntad de Dios. El gran problema es que no se respeta el Sexto Mandamiento y que hay sacerdotes y religiosos (demasiados) que deberían vivir en castidad en virtud de sus votos y, en cambio, llevan vidas depravadas; y en lugar de vivir en pureza, mantienen relaciones sexuales homosexuales o heterosexuales. Son fariseos que dicen una cosa y practican la contraria. Los mandamientos no están derogados. Cristo no vino a abolir los Mandamientos, sino a llevarlos a plenitud. Los verdaderos fariseos son los que prometen castidad y viven en pecado mortal. Y lo que es aún peor: viven en pecado mortal y se atreven a celebrar los sacramentos.
Los abusos sexuales a menores son la punta del iceberg: la forma más pecaminosa y perversa de un mal mucho mayor, que es el de vivir en fornicación e impureza. El Sexto Mandamiento sirve igual para clérigos que para seglares, pero los religiosos y los sacerdotes tienen una obligación por sus votos o promesas de castidad que hace que su pecado sea aún más pernicioso y más repugnante.
La solución a los problemas de la Iglesia pasa por el arrepentimiento y la penitencia; pasa por la conversión del corazón. Pasa por creer la fe de la Iglesia y vivir en santidad. Y pasa por echar de la Iglesia a los apóstatas, a los herejes y a los pervertidos que no se arrepientan y no se conviertan con una vida de oración y penitencia. El tiempo de Cuaresma es un tiempo de gracia que propicia esa conversión tan necesaria. “Francisco, reconstruye mi Iglesia”, le dice el Señor a San Francisco. Esa frase debería resonar hoy en el corazón de la Iglesia. Esa es la gran tarea que tenemos por delante: “¿No ves que amenaza ruina?”.
29 comentarios
De repente, sin comerlo ni beberlo inclinó la cerviz y dejó de ser faro para ponerse a un lado y dejar al Mundo enseñorearse de las Almas
Únicamente la eximia tropa de sacerdotes decentes con su remanente fiel de laicos evitan el colapso final en esta cuenta atrás que como nos avisó el gran Castellani en su magna obra El Apocalipsis de San Juan "ya está en marcha"
Que Dios le bendiga y la Santísima Virgen le cubra con su manto.
Es que parece que en cuanto dejas de rezar un poco el rosario, y pierdes un poco de temor de Dios, entonces vas y violas a un niño. No hombre, son planos distintos.
Estamos hablando de los peores criminales de la humanidad, ellos y sus encubridores, no es una falta de "santidad", sino una sobreabundancia de malignidad, perversidad, y odio contra la naturaleza humana y contra Dios.
Su solución no es, por lo tanto, "hay que rezar más"; es absurdo rezar por ellos, si hasta Cristo dice que se suiciden. Lo que hay que hacer es llamar a la guardia civil en estos casos, y punto. Y que coman mierda y que se mueran, qué es eso de protegerlos.
Recuerdo a un sabio Castellani. "La moralina es fácil, superficial, presuntuosa, puritana, palabrera. La moral es difícil, profunda, humilde, cauta, callada y alegre. La moralina está siempre pronta a hacer portar bien a los demás, a juzgarlos y a reprocharlos. La moral tiene la vista en sí misma. La moralina propone mucho, promete mucho y confía en sus propias fuerzas. La moral va poco a poco, y siempre termina por buscar su apoyo en el sentimiento religioso para poder superar con la esperanza de sanciones futuras la imperfección o falla total de las sanciones humanas. Una lee a Marsden y Smiles, y la otra a Thomas de Kempis. La moralina es sólo la ilusión, y a veces la falsificación de la moral". Fuente: Castellani, Leonardo. Las canciones de Militis. Ed. Dictio. Bs. As. 1977. p. 129.
Y es que, yo creo que nos estamos yendo de un extremo al otro. Se está produciendo una suerte de histeria colectiva. Solo hay que leer lo que pone Cosmicon: que Cristo decía que se suicidaran? Pero qué pasa aquí? Es que no salgo del asombro. Se trata de hacer justicia, no de linchar a nadie.
Un poco de sosiego, por favor. Esto ha cogido una velocidad que da miedo.
Cosmicon es un anticatólico que, entre otras cosas, se burla de la doctrina del papado. En mi blog acaba de poner un comentario, que obviamente no he dado paso diciendo que cada Papa es un sultán. No pierdo el tiempo tomándome en serio a gente así. .
Efectivamente, cuando el plato de una romana-aquellas balanzas antiguas-cae hasta el suelo el otro se levanta y no hay manera de que conserve la posición de equilibrio. Así que la posición aristotélica del término medio puede que no sea posible porque la indignación va en aumento.
Ha muerto Arzalluz. Lo que queda de él y lo que se ha llevado consigo es su ordenación sacerdotal.
Ignoro si ha muerto en caridad o sin ella. Oremus.
Pero! Dios cura todas tus enfermedades, y rescata tu vida de la fosa. Si has pecado con sotana, pide perdón y Dios te perdona en ese mismo momento. Dios no está siempre acusando. No nos trata como merecen nuestros pecados. Si Dios les perdona, yo les perdono. Y pido que sus victimas aprendan a perdonar, con la ayuda de Dios. Esos pecadores pagaran sus delitos en la tierra, pero tienen su sitio en el cielo.
No hagamos leña del arbol caído. Su madre les amaría si viviesen. Dios es más que una madre. La noche oscura que les espera, es su purgatorio. La oscuridad es la misma Luz que cauteriza y sana.
Rezo por ellos una corta plegaria: Santa Maria ora pro novis.
Yo siempre fui tolerante con la personalidad del sacerdote. No me importaba que sus homilías fueran pesadas, que fuera distante y yo le importara un comino incluso trabajando para la parroquia, etc...pero me resulta imposible de comprender que un sacerdote no confiese o que diga a todo el mundo que puede acercarse a comulgar "en conciencia".
Yo que me he pasado mucho tiempo estudiando regímenes totalitarios he visto la enorme diferencia que había entre una cárcel nazi y una soviética. Aparentemente era iguales pero en las cárceles nazis, en todas ellas, había capellanes y en las soviéticas no. Hoy en día, que todo el mundo, por lo visto sin excepciones, está tan preocupado por la vida terrenal y lo horrible que es la pena de muerte la cuestión parece baladí hasta para los cristianos. Sin embargo a mi me consta que Christophe Probst pidió el bautismo y entró en la Iglesia católica poco antes de que le ejecutaran, cosa que no habría podido hacer si hubiese estado en una cárcel soviética y no conozco a ningún cristiano, fuera católico o protestante, que se enfrentara a la muerte sin sacramentos en Alemania y en el Frente ya que también allí había capellanes. Pues mira por dónde, eso que a mi me parece fundamental, resulta que ya no lo es porque no hay sacramento de la Confesión ni para los que nos podemos mover, teniéndolo que buscar a 60 km. de distancia como es mi caso, todo lo que nos preocupa es la vida terrenal, la otra, por lo visto, aunque la Iglesia no haya reformado la dogmática, la tenemos asegurada y eso no es verdad, más vale que nos vayamos enterando de que es más importante: si este mundo o el otro.
El Papa ha hablado claramente que la indisolubilidad no es tema de discusión. Queda en las personas responsables estudiar o profundizar la aparente dicotomía. El resto de los mortales acerquemonos a los divorciados y practiquemos la caridad con ellos, si tan interesados estamos.
Excelente resumen de las vías de agua en la barca de Pedro.
Un tal Joseph Ratzinger, al que creo que usted conocerá bien, escribió esto:
"La crítica de los pronunciamientos papales será posible e incluso necesaria, en la medida en que carezcan de apoyo en la Escritura y el Credo, es decir, en la fe de toda la Iglesia"
(Das neue Volk Gottes, Joseph Ratzinger)
Más adelante, el 30 de septiembre de 1988, ya siendo cardenal Prefecto de la Congregación para la Doctrina de la Fe, escribió esto:
"el Papa no es en ningún caso un monarca absoluto, cuya voluntad tenga valor de ley Él es la voz de la Tradición; y sólo a partir de ella se funda su autoridad."
Teniendo en cuenta esas premisas, por las que queda claro que la Iglesia no es una secta que sigue al líder diga lo que diga y haga lo que haga, nos encontramos lo siguiente.
1- Enseñanza de San Juan Pablo II en la encíclica Veritatis Splendor…:
En el caso de los preceptos morales positivos, la prudencia ha de jugar siempre el papel de verificar su incumbencia en una determinada situación, por ejemplo, teniendo en cuenta otros deberes quizás más importantes o urgentes. Pero los preceptos morales negativos, es decir, los que prohiben algunos actos o comportamientos concretos como intrínsecamente malos, no admiten ninguna excepción legítima; no dejan ningún espacio moralmente aceptable para la creatividad de alguna determinación contraria. Una vez reconocida concretamente la especie moral de una acción prohibida por una norma universal, el acto moralmente bueno es sólo aquel que obedece a la ley moral y se abstiene de la acción que dicha ley prohíbe.
VS 67
2- Enseñanza del concilio de Trento:
Cap. XI del Decreto sobre la justificación.
De la observancia de los mandamientos, y de cómo es necesario y posible observarlos. Pero nadie, aunque esté justificado, debe persuadirse que está exento de la observancia de los mandamientos, ni valerse tampoco de aquellas voces temerarias, y prohibidas con anatema por los Padres, es a saber: que la observancia de los preceptos divinos es imposible al hombre justificado. Porque Dios no manda imposibles; sino mandando, amonesta a que hagas lo que puedas, y a que pidas lo que no puedas; ayudando al mismo tiempo con sus auxilios para que puedas; pues no son pesados los mandamientos de aquel, cuyo yugo es suave, y su carga ligera.
Y:
Si alguno dijere, que es imposible al hombre aun justificado y constituido en gracia, observar los mandamientos de Dios; sea excomulgado.
Canon XVIII sobre la justificación
3- Enseñanza de la Escritura:
No os ha sobrevenido ninguna tentación que no sea de medida humana. Dios es fiel, y él no permitirá que seáis tentados por encima de vuestras fuerzas, sino que con la tentación hará que encontréis también el modo de poder soportarla.
1ª Cor 10,13
Y:
porque Dios es quien obra en vosotros el querer y el actuar conforme a su beneplácito.
Fil 2,13
Podría citar muchos otros textos bíblicos y magisteriales, pero con esos vale para entender que:
1- No hay excepciones a la hora de cumplir los mandamientos de Dios. Cualquier incumplimiento es moralmente inaceptable.
2- No es imposible para el cristiano cumplir los mandamientos de Dios.
3- Dios mismo, por medio de su gracia, hace que el cristiano pueda serle fiel cumpliendo sus mandamientos.
Pues bien, todo eso salta por los aires con el punto 301 de Amoris Laetitia, que dice así:
Por eso, ya no es posible decir que todos los que se encuentran en alguna situación así llamada «irregular» viven en una situación de pecado mortal, privados de la gracia santificante. Los límites no tienen que ver solamente con un eventual desconocimiento de la norma. Un sujeto, aun conociendo bien la norma, puede tener una gran dificultad para comprender «los valores inherentes a la norma» o puede estar en condiciones concretas que no le permiten obrar de manera diferente y tomar otras decisiones sin una nueva culpa.
Donde la Biblia, la Tradición y el Magisterio decían que no hay excepciones al cumplimiento de los mandamientos de Dios, pues Dios mismo nos ayuda a cumplirlos, Amoris Laetitia indica que sí hay excepciones en las que el cristiano no puede hacer lo que Dios le concede hacer.
Como ve usted, Don Minutella, no es ningún demonio disfrazado quien me muestra la heterodoxia de Amoris Laetitia. Es la Escritura, la Tradición y el verdadero magisterio de la Iglesia.
Saludos cordiales.
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