Tradición frente a Modernidad
«Hubo un tiempo en que la filosofía del Evangelio gobernaba los Estados. Entonces aquella energía propia de la sabiduría cristiana, aquella su divina virtud había compenetrado las leyes, las instituciones, las costumbres de los pueblos, impregnando todas las clases y relaciones de la sociedad; la religión fundada por Jesucristo, colocada firmemente sobre el grado de honor y de altura que le corresponde, florecía en todas partes secundada por el agrado y adhesión de los príncipes y por la tutelar y legítima deferencia de los magistrados; y el sacerdocio y el imperio, concordes entre sí, departían con toda felicidad en amigable consorcio de voluntades e intereses. Organizada de este modo la sociedad civil, produjo bienes superiores a toda esperanza. Todavía subsiste la memoria de ellos y quedará consignada en un sinnúmero de monumentos históricos, ilustres e indelebles, que ninguna corruptora habilidad de los adversarios podrá nunca desvirtuar ni oscurecer».
León XIII, Immortale Dei, 1885, 28.
Hubo un tiempo en que Dios era el centro de la vida de los hombres y de los pueblos. Era la Cristiandad. Todo giraba en torno a Dios y las costumbres y las relaciones sociales estaban impregnadas de la sabiduría cristiana. Por eso, la Iglesia del pueblo ocupaba un lugar preeminente: Dios estaba en el centro porque era lo más importante. Pero Dios ya no pinta nada; y donde antes estaba Dios, ahora el hombre se ha puesto a sí mismo.
El P. Iraburu, en su artículo (36) Cardenal Pie, obispo de Poitiers –IV el relativismo liberal vigente escribe lo siguiente:
“El liberalismo, a partir del siglo XIX, impone el naturalismo en todos los ámbitos, en la política y las leyes, en la cultura y la educación, en la pedagogía y el arte, en todo. Su definición es muy sencilla. El liberalismo es la afirmación absoluta de la libertad del hombre por sí misma; es la afirmación soberana de su voluntad al margen de la voluntad de Dios o incluso contra ella. Es, pues, un rechazo de la soberanía de Dios, que viene a ser sustituida por la de los hombres, es decir, en términos políticos, por una presunta soberanía del pueblo, normalmente manipulada por una minoría política, bancaria y mediática. Históricamente, el liberalismo es, pues, un modo de naturalismo militante, un ateísmo práctico, una rebelión contra Dios”.
El liberalismo ha destruido casi completamente la cultura tradicional católica y nos ha hecho creer que lo más importante son los derechos y las libertades individuales: “lo que importa es mi libertad y mi derecho a ser y a hacer lo que me dé la gana”. Se trata de una pura afirmación de la voluntad del hombre al margen de cualquier cortapisa moral. Efectivamente, la modernidad liberal se rebela contra Dios: no cumpliré los mandamientos, no te serviré. Yo seré como Dios y decidiré, según me convenga, lo que está bien y lo que está mal. Dicen los seguidores de Nietzsche que la moral tradicional cristiana es antinatural porque presenta leyes que van en contra de las tendencias primordiales de la vida. Según el pensamiento moderno, la moral cristiana sería una moral de resentimiento contra los instintos y el mundo biológico y natural, lo que quedaría de manifiesto en la obsesión de esta moral tradicional por limitar el papel del cuerpo y de la sexualidad. Por esta demolición de la moral cristiana tradicional, hoy en día proliferan los divorcios, las infidelidades y la promiscuidad; por no hablar de la pornografía, la prostitución y la violencia sexual: porque no estamos dispuestos a reprimir nuestros deseos ni a controlar nuestros instintos. Mejor dar rienda suelta y acostarse con todos o con todas las que puedas. Y si ya no siento nada por ti, te dejo y me voy con otra. Y así nos va: familias rotas, niños infelices y almas perdidas a causa del pecado.
La mentalidad liberal es profundamente individualista: lo importante es que yo sea feliz. Y como la vida no tiene sentido y la muerte es el fin de todo, la única manera de ser feliz es dar rienda suelta a mis deseos. El superhombre pregona el vitalismo dionisíaco, la bacanal, la borrachera hedonista. Y la revolución sexual lleva años educándonos en la desvinculación del sexo respecto al amor conyugal. “El matrimonio es una institución pasada de moda. Mejor vivir juntos y sin compromisos”. El sexo es una forma de disfrutar de la vida. Y no debe tener más límite que la libertad individual de los otros. Serás feliz cuando disfrutes intensamente de todo lo que antes prohibía ese Dios aguafiestas de la cultura judeocristiana. “Dios” es un invento, un cuento. Y el pecado no existe. Nada es pecado. Todo vale en tanto en cuanto sirva para que tú lo pases bien y te diviertas. Hay que distraerse para anestesiar el dolor que le produce al hombre moderno el profundo vacío interior, el hastío y la desesperación de no saber qué pintamos en este mundo, ni qué sentido tiene la vida, ni qué rumbo tomar. La desorientación de la modernidad resulta espantosa. De ese vacío interior, de ese hastío y de esa desesperación brotan tantas depresiones y tantos suicidios.
El individualismo liberal impone la primacía del yo sobre el nosotros. Solo importo yo, pasarlo bien yo. Yo soy el centro de mi vida. Es la exaltación del egoísmo. Y a esto lo llaman “humanismo”: la persona es el centro de todo. Por eso el liberalismo es pecado y ha sido condenado en multitud de documentos por diversos papas.
Esta cultura liberal individualista, humanista, choca frontalmente con la cultura tradicional cristiana. Miren ustedes: para mí, lo más importante no soy yo. Lo más importante para mí es mi familia: mis padres, mi esposa, mis hijos… Lo que da sentido a mi vida es trabajar, desvivirme, sufrir y alegrarme con todos ellos. Yo, lo que quiero, es que mi mujer sea feliz y que mis hijos crezcan sanos, se hagan mayores, maduren, estudien y encuentren su propia vocación, su propio camino en la vida. Me importan mi mujer y mis hijos porque los quiero: por puro amor. Y daría mi vida gustosamente, si fuera preciso, por amor a ellos. Y me levanto cada día a trabajar por amor a ellos. Y me sacrifico y renuncio gustosamente a lo que a mí me apetecería o a lo que me gustaría hacer para que a ellos no les falte nada. No me importa no poder salir a cenar o de fiesta. No me importa quedarme sin ir de vacaciones. No me importa vivir con estrecheces: no cambio a mis tres hijos por todo el oro del mundo.
El matrimonio cristiano es la unión de un hombre y una mujer que se aman y comparten un mismo proyecto de vida que acoge los hijos que Dios les regala. La familia cristiana es un espacio de amor y se sustenta sobre el cimiento de la única roca que nos puede ayudar a soportar las tormentas, los huracanes y los diluvios que la vida te presenta: Cristo. Dios es amor, es familia (permítanme la metáfora). En la familia el padre quiere a sus hijos porque son sus hijos: sin condiciones, sin límites. El marido ama a su mujer porque es carne de su carne, porque ya no son dos, sino uno solo. Yo amo a mi mujer, no porque sea la más guapa, la más lista o la más simpática; sino porque – parafraseando a Pedro Salinas – entre todas las mujeres del mundo, solo ella es ella. Y hemos compartido muchas penas, muchos sufrimientos y también muchas alegrías y momentos de felicidad. Y lo seguiremos haciendo, por la gracia de Dios, hasta que la muerte nos separe.
En la cultura tradicional cristiana el centro no es el individuo: es Dios y la familia. Y la felicidad no consiste en pasártelo tú bien y hacer lo que te dé la gana; sino que ser feliz es sacrificarte, desvivirte y entregarte por amor a los tuyos. Y más allá de la propia familia, están los vecinos. Y también el trabajo: en mi caso, los profesores, que son mis compañeros de trabajo, los niños de mi colegio y sus familias. Y la caridad, el amor, debe ser la norma fundamental. Intento amar a todos, aunque falle tantas veces. Pero el amor es expansivo y no debe quedarse encerrado dentro de casa. ¡Qué importante es tratar de hacer lo mejor posible tu trabajo! El trabajo es un lugar de santificación si lo haces con amor y amas a quienes trabajan contigo y a aquellos a quienes va destinado. ¡Amar a todos siempre! Ese es el objetivo: imposible para el hombre con sus solas fuerzas; pero posible para Dios. Todo lo puedo en Aquel que me conforta. Con la gracia de Dios, nada es imposible, porque Él es el Todopoderoso.
Pero huyamos también de una falsa imagen de la familia como algo idílico. En la familia hay discusiones y, a veces, gritos. Porque todos estamos dañados por el pecado original y pecamos. Y también somos egoístas en ocasiones y cada uno tiene su manera de ser… Por eso es importante que la familia esté centrada en Cristo y se alimente de la Eucaristía. Los sacramentos son esenciales para crecer en santidad y poder levantarnos cada vez que caemos en el pecado. En la familia se aprende en el día a día a perdonar y a pedir perdón; se practican cotidianamente las obras de misericordia, sobre todo las espirituales (también las corporales, por supuesto…): se aprende a sobrellevar con paciencia los defectos del prójimo, se corrige al que se equivoca, se dan buenos consejos a quien los necesita, se enseña al que no sabe, se perdonan las ofensas, se consuela al que está triste; y, por supuesto, se reza por los vivos y también por los difuntos de la familia.
Donde hay amor no hay opresión, ni lucha de clases, ni hombres que oprimen ni mujeres que son oprimidas. Eso del “heteropatriarcado falócrata” forma parte de la basura ideológica de la modernidad que no tiene ni puñetera idea de lo que es el amor. El padre se sacrifica, se desloma y renuncia a lo que sea con tal de ver felices a su mujer y a sus hijos. Y mi mujer hace los mismo: cuidarnos, querernos, mimarnos, sacrificarse ella para que sus hijos tengan lo que necesiten… En un matrimonio cristiano nada es tuyo ni mío. Todo es de todos. Y lo mucho o lo poco que tengamos se emplea para cubrir las necesidades de todos.
En cambio, la mentalidad moderna, liberal y anticristiana nos propone, como fin y único sentido de la propia vida, triunfar y disfrutar. Lo que importa es la ostentación, el lujo, las vacaciones, el casoplón y el cochazo. Lo fundamental es el éxito personal: realizarme personal y profesionalmente, hacer carrera, llegar a lo más alto. Y a ese ídolo del éxito se sacrifica todo. Muchos renuncian a casarse o a tener hijos con tal de tener el tiempo suficiente para trabajar, trabajar y trabajar. Y si los dos trabajan y los dos buscan esa realización personal y ese éxito, los que quedan abandonados son los hijos, que acaban aparcados en guarderías o educados por empleados que nunca los van a querer igual que sus propios padres ni los van a educar igual.
El problema es que el sistema liberal capitalista prácticamente obliga a que los dos cónyuges trabajen, porque un sueldo solo (un sueldo normal) no da para vivir ni para sacar adelante a la familia. Para que uno de los dos – el padre o la madre – se puedan quedar en casa a cuidar y educar a los hijos los sueldos tendrían que ser justos. Y señala el Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia, en su parágrafo 302:
« La remuneración del trabajo debe ser tal que permita al hombre y a su familia una vida digna en el plano material, social, cultural y espiritual, teniendo presentes el puesto de trabajo y la productividad de cada uno, así como las condiciones de la empresa y el bien común ». El simple acuerdo entre el trabajador y el patrono acerca de la remuneración, no basta para calificar de « justa » la remuneración acordada, porque ésta « no debe ser en manera alguna insuficiente » para el sustento del trabajador: la justicia natural es anterior y superior a la libertad del contrato.
El sueldo de cada trabajador debería ser proporcional a las necesidades de cada familia. No necesita lo mismo quien tiene un solo hijo (o ninguno) que quien tiene cinco hijos. Luego, una forma de favorecer a la familia y la “conciliación” laboral y familiar pasa por establecer sueldos proporcionales a las necesidades de cada familia (no todos los individuos deberían cobrar lo mismo por el mismo trabajo). Y por otra parte, debería reconocerse y remunerarse de algún modo el trabajo del cónyuge que decide libremente quedarse en casa para cuidar a los hijos. ¿O es que ese trabajo no tiene valor para la sociedad? En cualquier caso, el trabajo no es fin en sí mismo, sino medio para poder asegurar una vida digna para la familia. Compendio de la Doctrina Social de la Iglesia:
294 El trabajo es « el fundamento sobre el que se forma la vida familiar, la cual es un derecho natural y una vocación del hombre ». El trabajo asegura los medios de subsistencia y garantiza el proceso educativo de los hijos. Familia y trabajo, tan estrechamente interdependientes en la experiencia de la gran mayoría de las personas, requieren una consideración más conforme a la realidad, una atención que las abarque conjuntamente, sin las limitaciones de una concepción privatista de la familia y economicista del trabajo. Es necesario para ello que las empresas, las organizaciones profesionales, los sindicatos y el Estado se hagan promotores de políticas laborales que no perjudiquen, sino favorezcan el núcleo familiar desde el punto de vista ocupacional. La vida familiar y el trabajo, en efecto, se condicionan recíprocamente de diversas maneras. Los largos desplazamientos diarios al y del puesto de trabajo, el doble trabajo, la fatiga física y psicológica limitan el tiempo dedicado a la vida familiar; las situaciones de desocupación tienen repercusiones materiales y espirituales sobre las familias, así como las tensiones y las crisis familiares influyen negativamente en las actitudes y el rendimiento en el campo laboral.
El caso es que los hijos suponen un estorbo para el individualista ególatra y hedonista de la modernidad anticristiana: por eso en este mundo moderno y progresista hay que planificar y recurrir a los anticonceptivos o al aborto para evitar hijos “no deseados”. Los hijos han dejado de ser considerados como un don de Dios para pasar a ser una especie de desgracia; un obstáculo para alcanzar el éxito profesional y el bienestar material (salen muy caros). En otros casos, los niños se encargan de diseño. Y si el niño que viene no cumple con los parámetros exigibles, se mata: es el caso de los niños que vienen con malformaciones, con síndrome de down o con alguna discapacidad. Entonces el niño no me vale. El niño o la niña tienen que ser perfectos y cumplir determinados cánones para que pueda presumir de ellos. Porque hay hombres para los que su mujer o sus hijos son elementos decorativos que quedan bien para presentar a los amigos. Una mujer guapa y joven o un señor con cuerpo de gimnasio y tableta de chocolate quedan muy bien para enseñar a las visitas.
En la familia cristiana, importa más la felicidad de los hijos que la propia. La felicidad de la madre y del padre es ver a sus hijos felices. Y el mayor sufrimiento de los padres es la enfermedad, los fracasos o las caídas de los hijos. La realización personal nos importa un bledo: lo que nos importa es la santidad: cumplir la voluntad de Dios, amar a Dios sobre todas las cosas y al prójimo como a ti mismo; vivir en gracia de Dios, teniendo como ley fundamental la caridad.
“La caridad es paciente, la caridad es amable; no es envidiosa, no obra con soberbia, no se jacta, no es ambiciosa, no busca lo suyo, no se irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra por la injusticia, se complace en la verdad; todo lo aguanta, todo lo cree, todo lo espera, todo lo soporta”. I Cor. 13
“Si quieres cambiar el mundo, ve a tu casa y ama a tu familia”. Eso decía Santa Teresa de Calcuta. Y es una gran verdad. Si quieres ser santo, haz lo mismo.
En las sociedades cristianas, las familias se agrupaban en un determinado territorio. En Asturias, ese territorio se denomina “Parroquia”. Yo nací en una pequeña aldea asturiana: Gobiendes. Esa es mi Parroquia. La parroquia en Asturias no es solo una institución eclesial: también es una forma de organización política. Las parroquias se agrupan en concejos (o municipios); y los municipios, en provincia y regiones. Y el conjunto de regiones constituían la patria. En la sociedad cristiana, la organización parte de la familia. Esa es su base. Y las familias se unen para buscar el bien común: para arreglar sus caminos y limpiar; para construir su iglesia y su escuela. En mi tierra todavía es frecuente la “sextaferia”: días en que los vecinos de una parroquia se juntan para realizar trabajos para la comunidad sin esperar otra remuneración que mejorar el propio pueblo. Los vecinos no necesitaban subvenciones de nadie para organizar sus fiestas: entre todos se pagan los gastos y todos disfrutamos juntos. Es el principio de subsidiariedad llevado a la vida diaria. La patria católica era una familia de familias. La nación liberal es un conglomerado de individuos aislados con intereses egoístas contrapuestos. La patria católica amaba a los antepasados – a nuestros santos, a nuestros héroes, a nuestras gestas – y se sentía heredera de unas tradiciones y una cultura que había que respetar y engrandecer para legarla a las generaciones futuras. El pasado se fundía con el presente y se proyectaba hacia el futuro. La nación moderna desprecia y se avergüenza de su pasado, de su propia tierra, de sus tradiciones, de su cultura y hasta de su propia lengua; solo vive en lo hodierno y no le importa el futuro porque no tiene hijos a quienes legar ya nada: y si no vean el suicidio demográfico al que estamos asistiendo.
Pero tampoco idealicemos las sociedades cristianas. El pecado personal se manifiesta en el ámbito familiar y en el social. La perfección cristiana no consiste en que el hombre llegue a ser im-pecable. El pecado está ahí y seguirá haciendo daño al hombre y a la sociedad. Estamos llamados a ser santos con la ayuda de Dios. La caridad, como vínculo de perfección y plenitud de la ley, rige todos los medios de santificación, los informa y los conduce a su fin. Pero el pecado y la muerte serán aniquilados definitivamente solo cuando baje del cielo la Jerusalén celeste:
“Y yo Juan vi la santa ciudad, la nueva Jerusalén, descender del cielo, de Dios, dispuesta como una esposa ataviada para su marido. Y oí una gran voz del cielo que decía: He aquí el tabernáculo de Dios con los hombres, y él morará con ellos; y ellos serán su pueblo, y Dios mismo estará con ellos como su Dios. Enjugará Dios toda lágrima de los ojos de ellos; y ya no habrá muerte, ni habrá más llanto, ni clamor, ni dolor; porque las primeras cosas pasaron”. Apocalipsis 21.
Pero aunque el Reino de Dios no será instaurado definitivamente hasta la segunda venida de Nuestro Señor Jesucristo, siempre será mejor una sociedad fundada en la Caridad, en el amor; una sociedad que fundamente sus leyes en los Mandamientos de la Ley de Dios y que busque siempre el bien común y la justicia, que una sociedad inmoral que desprecia a Dios y que trata de conciliar los intereses irreconciliables y contrapuestos de los distintos colectivos que luchan entre sí por sus propios intereses egoístas y no por el bien común.
En el mundo moderno, todo tiene que estar subvencionado y organizado por políticos alejados de la realidad que solo buscan medrar y chupar del bote. Y mantenerse el poder a toda costa: son los caciques de la modernidad. Los políticos son los que lo tienen que organizar todo, los que lo tienen que regular todo, los que nos tienen que solucionar todos los problemas. Y así el Estado Liberal se convierte en un dios todopoderoso que todo lo controla. Solo que ese dios no es amor: es interés egoísta; tiene vocación totalitaria, liberticida, intervencionista hasta la náusea. El Estado Liberal quiere al individuo solo, aislado como un náufrago perdido en su propia isla y rodeado de un océano de desesperación y de un vacío sin salida; aborrece la familia. Porque el hombre, solo, es frágil y débil; es fácilmente manipulable. Para controlar la sociedad, el mundo moderno tiene que destruir la familia, porque destruyendo la familia, se destruye el amor, se destruye la justicia; se destruyen las tradiciones, la fe, la cultura secular. El mundo moderno, tan aparentemente justo y fraterno, es satánico en realidad: es la cola serpentina que se nos presenta con apariencia de bien, que nos ofrece la felicidad y el bienestar, pero no busca otra cosa que destruirnos, arruinarnos, dominarnos… El Pensamiento Único es profundamente liberal, masónico y anticristiano. Es una de las manifestaciones del Anticristo. La sociedad moderna es una colmena de hombres y mujeres solos e infelices con una sed insaciable de placeres y de éxitos personales que no es ni será capaz nunca de llenar nuestra vida de sentido y de plenitud.
Porque lo que da sentido a la vida es perderla por amor: es entregarla, es servir al otro, es buscar la felicidad del otro. La santidad de la familia consiste en olvidarse de uno mismo para darlo todo al otro. El amor de la familia es reflejo del amor de Dios: es testimonio vivo del amor de Dios. Pero este mundo sin Dios ha convertido el amor en puro deseo sexual, en pasión desordenada y desbocada; en búsqueda de placer egoísta. Y así, sin amor y sin Dios, es normal que la familia se rompa y con ella el corazón de los hijos (si es que existen) y el del hombre y el de la mujer. ¡Menuda mierda de felicidad la que ofrece la modernidad!
Por eso en La Opción Pelayo presentaba como solución a los males que padecemos la vuelta a la tradición. El Reinado Social de Cristo, la restauración de la Cristiandad, la recuperación de la cultura tradicional católica pasan por la conversión personal y social. Cuando Cristo reine en las familias, reinará en el municipio, en la provincia, en la región y en la patria. La contrarrevolución tiene que empezar desde abajo: desde las familias. No esperemos que empiece desde el poder establecido. De arriba no nos va a venir nada bueno.
El egoísmo y la idolatría del propio placer y del propio éxito personal convierte nuestra vida en un infierno donde no hay lugar para el amor, porque no hay lugar para Dios. Por ese camino no vais a ser felices. Vais a ser unos desgraciados, como ya lo estáis siendo. Pidamos a Dios con fe que entre en nuestras casas, que nos dé la mano y nos levante, porque estamos enfermos, como la suegra de Pedro. Es la gracia de Dios la que nos salva. Es Nuestro Señor Jesucristo quien nos puede poner en pie y curarnos de las heridas de nuestros pecados. Y entonces, esa gracia de Dios nos impulsará a levantarnos para amar y servir a todos: empezando por nuestras propias familias y siguiendo por nuestros barrios, nuestras parroquias, nuestros pueblos, nuestras escuelas…
Que la Santísima Virgen María, que es Madre, interceda por nosotros para que no nos rindamos. Hay mucho que reconstruir: una sociedad, una patria, una civilización… Y una Iglesia que amenaza con venirse abajo. Nuestra situación recuerda también a la que le tocó vivir a San Agustín (no solo a San Benito). Escribe el P. Alfredo Sáez, S.J., en su obra La Cristiandad, publicado por la Fundación Gratis Date (páginas 16 y 17):
Cuando casi todos perdían la cabeza ante la desgracia generalizada, cuando el viril S. Jerónimo no podía contener su llanto al enterarse del saqueo de Roma, cuando los bárbaros se lanzaban incontenibles a la invasión del África cristiana, e incluso cuando su propia sede de Hipona se veía cercada por los vándalos, S. Agustín se puso a escribir una obra magistral, De Civitate Dei, donde señaló́ que no había que desesperarse, ya que lo que concluía era un mundo en buena parte decrepito, y que se hacía necesario levantar la mirada por sobre los estrechos horizontes de lo cotidiano, para considerar los hechos contemporáneos a la luz de esa gran visión que va del Génesis al Apocalipsis. La opción que ahora se presentaba no era o el Imperio o la nada; sino o con Cristo o contra Cristo, o la Ciudad de Dios o la Ciudad del Mundo.
Así́, pues, para el Águila de Hipona, como lo llamó la posteridad, los hechos ruinosos del momento no eran decisivos, sino anecdóticos. Más allá́ del caos sangriento y de las invasiones sin sentido, lo verdaderamente trascendente era poner los fundamentos de la Ciudad de Dios. Según él, dos son los gritos que explican la historia: el grito de S. Miguel, Quis ut Deus?, y el grito de Satanás, Non serviam!, dos gritos que dividieron a los ángeles, y ulteriormente a los hombres, en dos grandes agrupaciones históricas, en dos «ciudades», división que no pasa tanto por las fronteras geográficas cuanto por la actitud de los individuos y de las sociedades. Se trataba, pues, de ponerse a trabajar en pro de la Ciudad de Dios. El espíritu de S. Agustín continuó viviendo y dando frutos mucho después que el África cristiana hubiese dejado de existir, contribuyendo a modelar el pensamiento del Cristianismo occidental como pocos lo han hecho.
No perdamos el tiempo en lamentaciones estériles. No perdamos la cabeza ni la esperanza. Escribe San Agustín:
La gloriosísima ciudad de Dios, que en el presente correr de los tiempos se encuentra peregrina entre los impíos viviendo de la fe, y espera ya ahora con paciencia la patria definitiva y eterna hasta que haya un juicio con auténtica justicia, conseguirá entonces con creces la victoria final y una paz completa.
La tarea es ímproba. Pero Dios Todopoderoso está con nosotros. Y si Cristo, que venció al pecado y a la muerte, está con nosotros, ¿quién contra nosotros? ¿A quién vamos a temer? ¿Quién como Dios? Pidámosle al Señor la gracia que necesitamos para convertirnos y ponernos a trabajar para reconstruir la Ciudad de Dios; para defender la Civilización Cristiana que los nuevos bárbaros están empeñados en destruir. Nada de rendiciones ante el mundo.
¡Ven, Señor Jesús!
¡Viva Cristo Rey!
Este artículo se publicó primeramente en Marchando Religión bajo el título Modernidad frente a Tradición. Les recomiendo que visiten este nuevo portal: está francamente bien.
100 comentarios
1ª) El sexualismo de la cultura actual que -como muy bien dice Pedro Llera se apoya en el liberalismo- tiene una dimensión perversa y destructiva como nunca se ha visto en en la historia: Cuanta con medios psicológicos y "espirituales" muy poderosos, que es muy difícil, casi imposible, resistir con defensas habituales, aunque sean muy piadosas. La gravedad del problema no puede ser entendida sin un marco escatológico acertado, POR LO QUE NO PUEDE VENCERSE SIN LOS MEDIOS CONCRETOS PREVENIDOS POR LA VIRGEN PARA ESTE MOMENTO.
2ª) La crisis actual de la Iglesia no puede entenderse en toda su profundidad sin ese mismo marco escatológico: No puede combatirse al anticristo si no se le reconoce, Y NO SE PUEDE CONOCER SI NO SE HA PRESTADO ATENCIÓN A LAS ADVERTENCIAS DE LA VIRGEN EN LOS DOS ÚLTIMOS SIGLOS.
3ª) La restauración de la soberanía de Jesucristo sobre las naciones y la sociedad no es factible mediante la mera acción humana, porque está sujeta a los planes divinos de renovación, y sin una total adaptación a ellos todo propósito o programa es inútil.... Y ESA ADAPTACIÓN A LOS PLANES DIVINOS NO SE LOGRA SIN ALINEARSE CON LA MISIÓN DE LA VIRGEN MARÍA COMO PREPARADORA Y PRECURSORA DE LA SEGUNDA VENIDA DE SU HIJO.
Debido a todo ello la distancia de los posicionamientos convencionales respecto a la realidad es inmensa, por muy ortodoxos que sean los planteamientos y muy rigurosa su teología....
Por contrapartida, la Modernidad se basa en el amor a sí mismo, o egoísmo, y en la búsqueda del placer como forma de felicidad inmanente.
¿Puede haber metas más contrapuestas? Yo creo que no.
---
Tal cual, y pruebas al canto: ¡¡llaman "amor" a la propia excitación sexual!! Con lo cual demuestran que ignoran absolutamente lo que es el amor cristiano, que consiste en buscar el bien del otro.
Si esto es así, ¿cuál es el pronóstico? Me temo que hay gato encerrado: una predisposición de manipular a las masas para el NOM del Anticristo.
De entre la cascada de verdades que contiene, yo llamaría la atención sobre la urgente necesidad del catolicismo de liberarse del abrazo del oso del capitalismo de "derechas". Dentro de la necesidad de reconstruir la cultura católica, considero prioritario el concebir un orden social económico distinto, donde el dinero deje de estar por encima de las personas.
El P. Iraburu tiene un libro estupendo titulado "Evangelio y Utopía", en que trata también de esto.
El catolicismo debe volver a su tradición también en lo cotidiano y material: el modelo cooperativo y del comercio pequeño frente a los grandes gigantes de la economía sin rostro, explorar nuevos modelos de banca orientados al bien común, municipalismo, etc.
Quizá en esto nos encontremos con compañeros de viaje inesperados, quizá muy diferentes de los trajeados y engominados que afirman respetar desde la distancia unas remotas "raíces judeocristianas", pero esto no nos debe importar.
Tenemos ante nosotros el reto de la originalidad, y de ser en cierto modo, antisistema.
Sigo sosteniendo también que la opción Benito y la opción Pelayo no sólo no son contradictorias, sino que son necesariamente complementarias.
____________________________
Pedro L. Llera
Creo que Dreher olvida algo importante: que la Ciudad de Dios y la Ciudad del Mundo no están separadas geográficamente; que como el trigo y la cizaña, viven juntas. Creo que Rod Dreher olvidó leer a San Agustín, que por cierto, vivió las mismas vicisitudes que San Benito.
Eso de la concordia entre "sacerdocio e imperio"... Toda la Baja Edad Media y el Renacimiento se caracterizan más bien por lo contrario, por continuas disputas entre el Emperador y el Papa.
A fin de cuentas Roma no fue arrasada en la Edad Moderna por los otomanos o los luteranos, sino por las tropas mal pagadas de Carlos V.
El poder terrenal admitía que estaba sometido al eclesiástico, pero hacía todo lo posible para tener en Roma al Papa que le conviniera.
Y a su vez el Papa era un señor terrenal que más de una vez declaró cruzadas contra reyes católicos por intereses mundanos (por ejemplo Martín IV contra la Corona de Aragón para favorecer a su amo el rey francés ).
Siempre me llamó la atención que algunos gobernantes tuvieran capacidad de veto en los cónclaves.
Y que un rey pudiera hacer obispo a un hijo ilegítimo suyo simplemente para darle un título y unas rentas.
Más que concordia yo lo veo más bien como un matrimonio inestable que tiene momentos de pasión lujuriosa y momentos en que se odiaban.
No digo que se divorcien, pero como se admite la separación de cuerpos creo que es mejor para la Iglesia mantener una prudente distancia de la política, dar buenos consejos e influir desde los movimientos ciudadanos y no mancharse con el poder terrenal.
Por otra parte, no se olvide que también San Agustín se retiró a un monasterio fundado por él. Y también que, según San Posidio, que vivió muchos años junto a él, San Agustín vivió los últimos años de su vida consumido por la tristeza de ver hundirse las iglesias ante los ataques bárbaros.
Aludo a ello simplemente para completar la perspectiva, sin ánimo de reducir en nada la decisiva autoridad que reside en De Civitate Dei de cara a comprender la Historia en un sentido cristiano.
Además se vuelve a caer en el error de siempre. Y es que, de la situación actual a lo que Vd. plantea, hay que pasar por muchos puntos intermedios que nadie resuelve, o mejor dicho, hay cientos de resoluciones que no funcionan, pero que a todo el mundo le parecen más o menos bien. La gran pregunta no es el qué, sino el cómo.
Y luego hay varios puntos muy matizables. Por ahí han apuntado a esa concepción idílica de la historia de la Iglesia. Nunca, nunca, nunca ha habido una concordia cristiana en toda la civilización. Ha habido en algunos lugares puntuales y por poco tiempo, algunos momentos brillantes y punto. No es nada bueno estar mitificando la historia.
Luego Vd. dice que "El sueldo de cada trabajador debería ser proporcional a las necesidades de cada familia." como modelo justo de remuneración. Ya, ¿ya las capacidades de la persona?, ¿y el esfuerzo? ¿dónde los deja?, ¿y los que tienen pocos hijos o no pueden tenerlos?.
Porque una cosa es vivir en la miseria o con sueldos desmedidos, y otra cosa es proponer un reparto injusto de pensamiento comunista.
Esa perspectiva es un TREMENDO ERROR y una cortedad de miras lamentable. El número de hijos no te hace mejor o peor, ni individuo ni familia. El número de hijos no te hace inmune a la pereza o la imprudencia. De otra forma, la familia de los Dalton sería preferible a la de santa Mónica, que al fin y al cabo, poco aportó a la cristiandad, un simple hijo, ¿verdad?.
Recuerde que con semejante propuesta, las economías comunistas cayeron como piezas de dominó. Es economía elemental. Si ya entradito el siglo XXI tenemos que explicar esto, apañados vamos.
_____________________________
Pedro L. Llera
No es marxismo: es doctrina social de la Iglesia. ¿No ha leído usted las citas?
Yo tengo muchos hijos, y mientras ellos se criaron mi sustento era mi capacidad de trabajo y la de mi esposa, que cuando empezó a tener niños poco podía ayudarme, así que tomé algunos empleados.
Al comienzo las cosas no fueron bien, no obstante a mis hijos nunca les faltó lo esencial, y ello fue posible por las ayudas de la familia y de afuera, que si no, hubiésemos pasado privaciones graves. Nos ayudaban por nuestros hijos.
¿Que tiene de malo o extraño que esa ayuda privada que nosotros recibimos (y que tantos otros no, lamentablemente) la proporcione también el Estado mediante una ley de protección familiar?
¿Acaso eso es comunismo? ¡Pero por favor!
Me temo que el sentido común, y ni que hablar del sentido cristiano de algunos, anda en mínimos.
Es que desde luego algunos se creen que la doctrina católica se agota en decir que rl aborto y las relaciones homosexuales son pecado.
El día que se enteren de que hay una doctrina social se van a caer de espaldas.
Siempre se ha dicho que a cada cual se le exige según su capacidad y se le reparte según su necesidad.
Y no es un invento marxista, era la forma de vida de los primeros cristianos: Hch 4,32-35.
Claro que yo he sido siempre muy conformista y pensé que ya Dios nos ayudaría y nos ayudó. Las ideas de otros son las que le hacen a una pensar en las injusticias, pero en aquel momento no pensé en ninguna y no quiero ahora cambiar de parecer porque la justicia distributiva es la que es y, si metemos otras variables, todos tenemos derechos. Solo admitiendo las situaciones tal como se dan se puede comprender: era lógico becar a las familias numerosas y lógico también que un hermano con cuatro hijos pequeños se quedara con lo que había porque el otro tenía un hijo de 16 y otra de 19 y, en aquel tiempo, con esa edad se podía trabajar. No es bastante con las medidas estatales, se necesita comprensión por parte de la población y esa comprensión debería ser más normal en una democracia, donde se supone que los ciudadanos deben de saber aquilatar las cosas, que en otros regímenes. Si una se da cuenta de que no es así lo que resulta es que se corona a sí misma como Miss Democracia porque, de lo contrario, esto es una pelea de intereses en los que nadie quiere ceder y no depende tanto de la democracia sino de la educación familiar, por lo visto la mía entendía el concepto de justicia hasta cuando salía perjudicada.
Pues muchachos, es que u os han engañado u os han ocultado la verdad. Pero no deis voces contra el aguijón. Es absurdo.
4. Pero, lo que todavía es más grave, proponen un remedio en pugna abierta contra la justicia, en cuanto que el poseer algo en privado como propio es un derecho dado al hombre por la naturaleza...
Papa León XIII, Encíclica Rerum Novarum (1891) 3-4
“El desarrollo humano integral es ante todo vocación y, por tanto, comporta que se asuman libre y solidariamente responsabilidades por parte de todos” (Benedicto XVI, CV11; cf. también n. 16).
Recuerdo que, cuando fui a Cuba en 1980, le compré a una cubana una radio y un lápiz de labios y fui muy criticada por unos del Herri Batasuna que iban en el mismo viaje porque en las tiendas para turistas no podían entrar los cubanos y "el gobierno ya sabía lo que hacia". Les contesté que el gobierno posiblemente pero yo llevaba los labios pintados y en esa situación decirle a otra mujer que pintarse los labios era "capitalista" resultaba, como mínimo, bastante cínico. Y entonces van y me dicen:
-Hay que conformarse, yo no puedo comprarme una televisión y no me la compro.
-Eso no es verdad-le dije-te puedes comprar la televisión perfectamente con el importe del viaje a Cuba. Si no tienes dinero para las dos cosas es que has hecho una elección, pero ella no puede elegir.
Entonces se callaron y no me dirigieron la palabra el resto del viaje. Eso pasa cuando enfrentas al idealista con la realidad.
Por lo demás, yo vengo aquí para aprender. También me gusta, pocas veces, participar en algún tema. No me deja de sorprender, sin embargo, sus pretensiones y la falta de coherencia en la consecución de sus objetivos.
Vd. propone un modelo de sociedad con modos retributivos incluídos, que asegura estar en consonancia absoluta con el Magisterio de la Iglesia y que apenas se lo compran un puñado de personas. Pero no es culpa suya, eso es problema del mundo y de muchas cosas más, de las cuales Vd. nos quiere enseñar para entrar en la verdad.
Señores, los que aquí entramos somo católicos, la mayoría de buena doctrina. No solo leen Vds. Si no son capaces de transmitir lo que Vds. afirman que es la doctrina genuína a católicos convencidos, es que o fallan Vds. o falla lo que dicen.
Vds. hacen propuestas para cambiar a un mundo paganizado cuando lo más que consiguen es, entre los cuatro que quedamos, originar debates estériles. Y les da igual.
Es que antes de hablar incluso de si se come espaguetis o macarrones hay que tener una actitud que a Vds. les falla. Para arreglar al mundo hace falta mucho más.
LF:
Sigue con su tono displicente. A estas alturas, no sé cómo Vd. se puede permitir semejante actitud y afirmar de otros que "De repente se dan cuenta que su "fe" es otra cosa.", cuando Vd. se ha pasado toda la vida cambiando radicalmente de pensamiento. Cada década Vd. vuelve a ver la luz "definitiva".
Ahora le gusta ser carlista, pues muy bien. No sé si eso incluye tratar a los demás como pobres lelos.
Ahora bien, hay una cosa que me parece mal: que en un debate, en vez de argumentos, se esgriman descalificaciones personales.
Y otra que no entiendo: yo jamás participaría de un debate al que considerara "estéril", porque tengo otras cosas importantes que hacer.
Sigue con su tono displicente. A estas alturas, no sé cómo Vd. se puede permitir semejante actitud y afirmar de otros que "De repente se dan cuenta que su "fe" es otra cosa.", cuando Vd. se ha pasado toda la vida cambiando radicalmente de pensamiento. Cada década Vd. vuelve a ver la luz "definitiva".
LF:
Para empezar, me puedo permitir opinar. A ver si voy a ser el único en no poder hacerlo.
No es que me pase la vida cambiando radicalmente de pensamiento. Más bien doy infinitas gracias a Dios porque me ha ayudado a dejar de confiar en mis criterios -en mi pensamiento- para acatar lo que su Revelación y el magisterio de su Iglesia ha ido mostrando a lo largo de los siglos. Si por mi pensamiento fuera, seguiría siendo protestante. Es mucho más cómodo. Interpreta uno la Biblia como le viene en gana y sanseacabó. Lo "jodido" es darse cuenta que uno está equivocado y que los santos, doctores de la Iglesia -especialmente Sto Tomás-, concilios como Trento, y los papas profetas del siglo pasado tienen razón. Lo jodido es tener que reconocer durante 16-17 años he sido esencialmente un católico liberal, a pesar de que yo presumía de estar en contra del liberalismo, porque lo combatía en su ámbito de exégesis bíblica y moral. Como si eso bastara. Como si el liberalismo no fuera una hidra de muchas cabezas a las que hay que combatir sin dejar una sin decapitar. Pero si el Señor, en su infinita gracia, me ha ido librando de los errores en los que vivía, ¿qué voy a hacer? ¿seguir en ellos?
Resulta que esta frase...:
Hay que ver lo mal que llevan muchos el encontrarse de bruces con la TRADICIÓN. De repente se dan cuenta que su "fe" es otra cosa.
... me la tuve que aplicar a mí mismo hace no mucho tiempo. Me tiré más de década y media como católico sin entender la absoluta necesidad de reivindicar la realeza social efectiva de Cristo o, más bien, lo que eso en realidad significaba según el magisterio de los papas de los siglos XIX y XX. Ahora bien, cuando dicha doctrina se expone de forma brillante -caso de este blog y el de Alonso Gracián- quien se opone a ella da coces contra el aguijón. Ayer, hoy y siempre. Yo no dí coces. Por pura gracia, acepté la sana doctrina. Y exhorto a quien no lo haga: no te dejes engañar más y no digas que no se te ha mostrado las sendas antiguas de las que hablaba el profeta Jeremías.
Tengas me dice:
Ahora le gusta ser carlista, pues muy bien. No sé si eso incluye tratar a los demás como pobres lelos.
LF:
Lo importante es ser fiel a la Tradición. A la fe de nuestros antepasados. Ocurre que el carlismo nació para eso y por ello combatió el liberalismo. Esto no es discutible. Simplemente es. Otra cosa es en qué ha quedado ahora el carlismo y si ser carlista es la única forma de ser tradicionalista. Evidentemente no lo es.
Luego para ganar adeptos se empezó con lo de los fueros y el rechazo al liberalismo.
Convertir ahora la lucha del carlismo en una cruzada contra ateos o anticristianos, es un anacronismo para identificar a los carlistas con los cristeros o los rusos blancos.
¿Qué tenían de bolcheviques o anticristianos Emilio Castelar o Cánovas? .
Las guerras carlistas fueron guerras fratricidas entre católicos españoles.
Así, pues, a trabajar con esta confianza en Cristo. Es el requisito, la declaración de principios, el estandarte que sostiene nuestra lucha. Es la proclama que anuncia la victoria definitiva sobre el enemigo. Digo definitiva porque hoy nos jugamos por completo por el SÍ con mayúsculas contra el "no" luciferino con minúsculas; uno, soberano, majestuoso e invencible; el otro, usurpador vergonzante, artero simulador que se desmenuza ante la verdad, la belleza y el bien, cuando éstas lo enfrentan, desenmascaran y atropellan bajo el estandarte de Cristo.
Creo firmemente que tanto la opción Pelayo, como la opción que tomó San Benito de Nurcia, confluyen en el mismo propósito de defender el orden cristiano del Reino de Dios entre nosotros. Uno con la espada en mano, el otro creando las condiciones espirituales que sostienen a los que combaten.
Es fundamental comprender que los tiempos nuestros difieren marcadamente de los tiempos de Pelayo y de los de San Benito. Porque la Virgen ha irrumpido casi intempestivamente en nuestro tiempo, enviada por Su Hijo, para ayudar a la Iglesia y a la humanidad contra la ofensiva demoledora de las hordas del infierno, a las cuales contrapone las innúmeras milicias angélicas y de bienaventurados. Nohay fecha precisa del inicio de esta operación bélica por parte de María y su ejército, pero Ella refiere con frecuencia a La Salette, seguida por Lourdes y Fátima, como sus grandes Apariciones y discursos a la Iglesia y a los hombres todos. Luego de éstas, ha continuado con sus actuales manifestaciones extraordinarias, casos de los mensajes dados al Movimiento Sacerdotal Mariano a través del P. E. Gobbi, o los dados en San Nicolás (Argentina) y otras, reconocidas auténticas por el obispo responsable. En todas ellas la Virgen va revelando de modo creciente la naturaleza de los “nuevos tiempos” iluminados por su Aurora. Luz de la Gloria de Cristo que la colma y Ella irradia en la Iglesia, en los hombres y en el cosmos.
Esta nueva condición de los tiempos de María no hace desaparecer la realidad cotidiana que debemos enfrentar, pero la ilumina vivificando a los hombres, a las cosas y al acontecer con el resplandor de la gloria de Cristo que viene, y al que prepara el camino. La opción Pelayo y la opción benedictina pueden desenvolverse con ímpetu creciente bajo las nuevas condiciones. Sea con la espada, sea apartados en oración, debemos y podemos desalojar a los enemigos, deshacer sus redes, intimar su rendición, quizás arrinconarlos hasta su autodestrucción por la guerra nuclear o por lo que Dios disponga
No debemos preocuparnos porque no sepamos por dónde comenzar. Oremos y tendremos la primera respuesta, oremos siempre y el camino se abrirá delante nuestro hasta sorprendernos. No seamos racionalistas-empiristas, porque así no miraremos con la penetración, agilidad y amplitud del águila, sino con la torpeza de reptiles.
Existe una hermandad fundamental, ontológica, en toda la Creación, de los ángeles con nosotros, del hombre con las cosas, y de las cosas y el universo entre si. Cristó rompió las ataduras del pecado, devolvió al mundo su esplendor original, si bien a la espera de que él se manifieste (Col. 3,3-4). La Misión de María es comunicarnos de a poco esta “manifestación” creciente de Cristo que se ha iniciado con su Aurora, que permitirá a las creaturas “participar en la libertad de la gloria de los hijos de Dios” (Rom 8). Así, derrotado el misterio de iniquidad, dispondremos de esta suma libertad para edificar el Reino con los nuevos módulos del “hombre nuevo”, el que emerge en nostros por la Luz dse Cristo que María irradia en nosotros y en el mundo todo.
Entonces, la espada de Pelayo, empuñada por quienes han entrado en este concierto podrá abrir brecha entre los enemigos, y unidos a las espadas angélicas, alcanzar la victoria. Siempre la victoria será nuestra mayor recompensa ante los sacrificios que la misma nos demande. No olvidemos, la espada se templa, afila y empuña debidamente en las fraguas y calderos del Reino.
Las desamortizaciones del s. XIX que se hicieron a la Iglesia Católica la hicieron los liberales. Además, Plutarco Elías Calles les tenía mucha fobia a los comunistas, pero eso no fue óbice ni cortapisa para cargar contra los católicos. El pensar que los católicos solo han tenido que sufrir a causa de los comunistas no se sostiene porque en Europa la cosa comenzó con la Revolución Francesa y, que yo sepa, Robespierre no fue comunista.
Efectivamente los conservadores españoles no eran anticristianos pero muchos de los liberales sí, como por ejemplo el ínclito ministro Mendizabal.
Había varios tipos de liberales, los de las logias masónicas sí eran anticatólicos. El liberalismo tiene varias ramas y no se les puede meter a todos en el mismo saco, en eso estoy de acuerdo, pero que no fueran bolcheviques no significa nada.
Y los turistas se van a Rumanía a ver animales de labranza por los pueblos porque eso es muy guay. En el canal Viajar se ve lo mucho que les gusta ver las casas con interiores llenos de tejidos hechos a telar, los bueyes por la calle tirando de carretas y las comidas familiares a base de mamaliga. ¡Pandilla de hipócritas!
Ahí tenemos a Fabrice Hadjadj diciendo: "hagan algo con las manos que no sea darle a las teclas de un ordenador, dedíquense a la tecné antes de convertirse en unos perfectos inútiles!" Naturalmente este señor, como es católico, vuelve a caer en el mismo romanticismo.
_______________________
Pedro L. Llera
Mire usted, los comentarios los modero yo. Y los de Palas me parecen siempre comentarios enriquecedores que aportan. Gracias.
Leyendo el post del Padre Guillermo Morado: Fe y Modernidad y comparándolo con los suyos, son claras al menos dos posiciones que se dan dentro del catolicismo actual, en lo que tiene que ver con la relación Iglesia-Mundo moderno. La primera a la que pertenecen la mayoría de los que escriben y leen este portal, es aquella que no admite nada bueno en el mundo secular, nada bueno en la modernidad, todo lo que no sea católico es malo, admitir cualquier tipo de dialogo con la modernidad es simplemente permitir que se erosionen las bases del catolicismo real que no es otra cosa que el de la “Tradición”, la cual es inamovible y poco susceptible de interpretaciones que permitan adaptaciones, la manera como se entendió en algún momento determinada “verdad”, debe ser la manera correcta y la definitiva, no hay posteriores varianzas. La segunda posición, reconoce que el mundo moderno no se hizo a espaldas de los aportes históricos y culturales de la iglesia, sino que se originó en un contexto construido en parte por la cultura cristiana y que si bien seguramente tomó caminos distintos y en parte contrarios, no significa que se carezca de puntos comunes sobre los que es posible proponer un dialogo o inclusive aspirar a encontrar elementos que permitan un enriquecimiento mutuo.
La dificultad que yo veo en el primer grupo, es que tomar una posición de todo o nada, de blanco o negro, no solo presupone una reducción de la realidad a solo estos dos polos, con la evidente simplificación de un objeto que es sumamente complejo, sino que obliga a las personas que optan por esta posición a generar un atrincheramiento que en nada ayuda al resto de personas ni a ellos mismos, puesto que nunca será bueno marginarse de los procesos históricos que se dan, así esté uno o no.
Y es que siempre que se pretende reducir una realidad compleja a solo dos opciones, a solo dos colores, se deja por fuera otra cantidad de matices y de factores, que finalmente conducen a cierto falseamiento o caricaturización de la realidad, todo en aras de afirmar la posición propia para convertirla en aquello verdadero, absoluto y universal a costa de otras posiciones.
Para tomar un caso: un lugar común en las personas que a través de este portal defienden la primera posición, es acusar al liberalismo y a la modernidad en general, de negar la ley natural arrojando todo a un relativismo extremo que va en completa contradicción con el pensamiento católico. Sin embargo, cualquier investigación histórica mínima muestra que tal afirmación no es correcta, los padres del liberalismo clásico, por ejemplo Locke, Grocio y otros, parten del planteamiento de una ley natural como base para el comportamiento moral del ser humano, de tal manera que también hablan de valores morales universales. Una cosa diferente es que se diga que solo la ley natural tal y como la enuncia Santo Tomás de Aquino, es la única correcta y verdadera y que por lo tanto todas las demás enunciaciones son falsas y por lo tanto inaceptables, a pretender decir que solo el relativismo moral es provocado por el liberalismo, puesto que la autonomía de la moral enunciada por Kant aunque obviamente de índole voluntarista, parte precisamente de la realidad natural y racional del ser humano, como libre, y con voluntad propia. Es allí donde no se puede negar existe una divergencia con la concepción católica de ley natural, pues en la modernidad es el individuo el que se convierte en el centro, en el punto de partida y en el eje del asunto moral. Es el individuo, su racionalidad y libertad el que posee una dignidad que impide ser sometido por el estado o la institución religiosa a la opresión y a la restricción de su autonomía con vistas a la salvaguarda de intereses divinos y no tan divinos. Y aunque parezca herejía, decir que para el liberalismo como para el catolicismo, la libertad es esencial en la concepción de hombre al igual que su racionalidad y por lo tanto su dignidad, (aunque partan de orígenes distintos), lo cierto es que finalmente en estos aspectos esenciales, logran bastantes coincidencias. El individuo es en el liberalismo y en la modernidad, el referente ético a partir del cual se generan pautas morales universales. Es así como los derechos humanos se constituyen en los criterios universales de moralidad opuestos a todo relativismo como falsamente algunos acusan. Claro que los derechos humanos terminan en algunos casos por contradecir algunas creencias de la doctrina católica, pero que así sea, no hace legítimo acusar a la modernidad de moralmente caótica. Es más, en aquello en lo que no se choca con la doctrina católica (que es mucho), la colaboración entre católicos y no católicos por hacer de este, un mundo mejor, puede ser abundante y extremadamente productiva. El cuidado de la vida, de la naturaleza, de condiciones sociales y dignas para todos, la búsqueda de la paz, del respeto por las diferencias, de la no violencia, son metas a mi juicio propias de los más puros principios evangélicos.
Creo que ese es el camino del vaticano II inaugurado bellamente con la Gaudium et Spes y seguido por verdaderos intelectuales como Juan Pablo II y Benedicto XVI.
Ahora bien, al iniciar un diálogo que puede enriquecer en todo caso o elegir atrincherarse en las propias creencias y tomar una actitud de resistencia social y política, es necesario entender que el “mundo” con el que se va a dialogar o con el que se va a confrontar, no es el mundo de hace 50 años y menos el mundo de la edad media, en donde se partía del cristianismo como creencia imperante y excluyente, guste o no guste, el mundo de hoy debe ser entendido en toda su complejidad para no ser decepcionado por falsos presupuestos o ilusiones (hablo del mundo occidental, por supuesto).
1. El mundo contemporáneo es un mundo plural, hay diversidad de creencias, de posturas, de pensamientos, cualquier intento de unificar esa pluralidad desde una posición de AUTORIDAD sea política o religiosa, está condenado al fracaso.
2. Los derechos humanos se han erigido como el referente moral de las personas de la modernidad, esto quiere decir que en ese sentido, lo primero que hay que diferenciar es que la moral privada entre personas mayores de edad, constituyen un fuero en el que no puede intervenir NADIE, a no ser que eso privado afecte en alguna manera los derechos de los demás.
3. En la esfera pública NO SE ACEPTA, el atropello o violación a estos derechos, esto incluye aquellos postulados que se consideran irrespetuosos con el derecho a la elección de la identidad sexual o en lo relacionado con el desarrollo de la personalidad propia. Cualquier tipo de condena a estos derechos serán descalificados y se tomarán como un atentado a los mismos.
Se puede entonces elegir confrontar este mundo en vez de lidiar con él, se puede elegir chocar, retirase en vez de tratar de cambiarlo, se puede soñar en que las cosas volverán a ser como antes, pero no creo que eso sea sensato, ni realista. Aunque claro, esa libertad de elegir como católico es su DERECHO y es por tanto, respetable.
Gracias
________________________________
Pedro L. Llera
Agradecería mayor concisión en los comentarios, porque este más que comentario, es un post alternativo. Gracias.
"El propósito de los decretos desamortizadores del 19 de febrero y 8 de marzo de 1836, que constituyeron la llamada Desamortización de Mendizábal, fue también que las propiedades improductivas y en poder de la iglesia y las órdenes religiosas, pasaran a una clase media o burguesía que realmente enriqueciera al país. El procedimiento seguido para evitar que las propiedades pasaran al pueblo fue el subastar las propiedades en grandes bloques que los pequeños propietarios no podían costear, aunque lo más determinante fue que se permitió el pago del precio final de los remates con títulos de la deuda por su valor nominal, muy por debajo entonces de su valor real en el mercado". (Wikipedia) En 1836 estaba en el trono de España la regente Mª Cristina de Borbón.
¿Ves cómo para contestar a una estupidez hay que alargarse?
Las fronteras nacionales NO pertenecen al depósito de la fe.
México, Cuba o Argentina eran también España, y no creo que los mexicanos, cubanos o argentinos deban ser excomulgados porque no quieren ser españoles.
Y seguro habrá catalanes, vascos o andaluces católicos con determinadas ideas políticas y NO por eso son herejes.
Si mezclan la religión con la política mal vamos.
Y si nos ponemos a hablar del Reinado Social de Cristo, dígame qué cosas hicieron los liberales del XIX para ser tachados de enemigos de Cristo. ¿Abolir la esclavitud? .¿El sufragio universal?. ¿Desamortizaciones?.¿Libertad de prensa?.¿Prohibir la Inquisición? .¿Distintos partidos y sindicatos? .
Dígame exactamente qué es para ud "Reinado Social de Cristo"?.
Y un regente es alguien que gobierna en nombre de un rey. Isabel II era la reina en 1833 pero por su minoría de edad su madre hizo de regente.
Los carlistas se oponían a que Isabel tuviera el título de reina, reconocido por la Santa Sede.
Pero siempre ha habido en España los que son más papistas que el Papa.
Fue una disputa dinástica. Luego mezclada con cuestiones religiosas y forales.
Ahora que me digan a mí exactamente qué tenían de malos esos liberales para que fuera necesario hacer tres guerras, que se llevaron por delante la vida de 150.000 españoles.
Porque todavía entiendo lo de los vandeanos, cristeros y rusos blancos, porque es cierto que durante el Terror francés, durante el gobierno de Calles en México y la revolución rusa, hubo gobiernos que de declararon como anticatólicos y pretendieron controlar al clero creando su propia Iglesia Nacional, e incluso mataron a sacerdotes y laicos sólo por su fe.
Pero en España eso no sucedió. Roma siempre reconoció a Isabel II como legítima soberana.
Y salvo la abolición de la Inquisición y las amortizaciones (medidas que incluso muchos católicos aceptarían hoy) no hubo ningún ataque a la Iglesia.
Y por muy herejes que pudieran ser los gobernantes de turno, eso NO justifica los levantamientos armados y el derramamiento de sangre.
Fueron los liberales con su juego asqueroso los que se cargaron la rama gobernante borbónica, no los carlistas que siempre fueron de frente. Ellos fueron los verdaderos enemigos de la monarquía y si la II República no hubiera sido un desastre, como todo lo que hacen, los reyes jamás habrían vuelto. Los liberales del s. XIX, como los políticos actuales, eran muy buenos como politicastros, pero a la hora de gobernar fueron un desastre. Los reyes también, pero con lo que tenían alrededor los "amigos" resultaron mucho peores que los enemigos.
Los liberales echaron a la madre, y cuando ni el Saboya ni la República cuajaron, llamaron al niño y otra vez los Borbones.
Eso sí, mientras tanto los carlistas para contribuir a la estabilidad del país y demostrar que eran buenos cristianos, se levantaron en armas por tercera vez, porque a tozudos no les iban a ganar.
Afortunadamente para la historia de España no puedes juntar a diez carlistas sin que se separen en cinco ramas y facciones.
En eso se parecen a los comunistas.
La existencia hoy de ecologistas, animalistas y otras hierbas ya es una forma de decir que los progresistas se equivocaron, sin decirlo naturalmente. La agricultura ecológica, la protección de los animales y otras medidas son formas de decir digo donde se había dicho diego aparentando que son cosas de la modernidad. Todo esto ha nacido tarde y mal para tratar de paliar algo que el progresismo hizo sin mirar las consecuencias, que es la forma de obrar de toda esa gente. La Tradición tiene necesariamente que moverse, porque en la historia nada permanece inmutable, y el progresismo tiene que frenar. Seguramente un kulak ucraniano con las suficientes verstas de terreno habría acabado por comprarse un tractor, pero hubo que acabar con todos con la colectivización porque era más rápido y, además, la controlaba el gobierno. El progresismo no solo no frenó sino que tomó una aceleración extraordinaria y ahora quieren que incluso las personas tradicionales asumamos sus errores con un huertito por aquí y una ley de protección de animales domésticos por allá. Se equivocaron y lo cierto es que los movimientos contrarrevolucionarios tenían razón en multitud de cosas que nadie reconocerá. Para nosotros lo peor de todo es que la primera víctima del progresismo ha sido Dios, la Doctrina Católica molesta y molesta mucho a los progresistas porque ha sido la menos progresista de todas...hasta ahora. Se puede ser católico y progresista al principio pero acabas convirtiéndote en ateo más tarde o más temprano.
Los carlistas se levantaron siempre para defender la realeza social de Cristo y la verdadera unidad católica de España. "Dios, Patria y Rey" o "Dios, Patria, Fueros y Rey". Siempre por ese orden. El Rey, al final.
En cuanto a la actual rama de los borbones "reinante", la verdad es que reinan poco. La actual monarquía no se diferencia gran cosa, por no decir nada, de una república.
No sé en qué parte de la doctrina católica se dice que unos cristianos puedan levantarse en armas y derramar sangre, para defender eso tan abstracto del "Reinado social de Cristo".
Que yo sepa los cristianos únicamente están autorizados moralmente a quitar la vida humana en defensa de sus propias vidas. No porque se aprueben leyes que no comulgue con el catecismo.
Porque la mayor violación de la doctrina católica es matar a un ser humano.
Ya he puesto ejemplos en los que hubo gobiernos autoritarios y claramente anticatólicos, que pretendieron controlar o incluso destruir físicamente al clero y mataron laicos únicamente por su fe (el Terror francés, la Ley Calles de México, bolcheviques rusos ).
Pero en la España isabelina no se daban esas circunstancias.
Justificar lo que fue una lucha dinástica con la defensa de la religión me parece tramposo. Por muy herejes o pecadores que fueran los liberales del XIX, si eso es excusa para hacer una guerra civil, entonces hoy en día los católicos de todo el mundo tendrían derecho a derrocar a sus respectivos gobiernos y bañar en sangre sus países.
Y quiero pensar que ninguno de Uds.pretende eso.
Y nada más.
Recuerdo cuando comenzando en la universidad, caí en discusión con tres compañeros respecto de un tema del cual sus posturas coincidentes eran totalmente divergentes de la mía... Esa noche escribí mi criterio y en la mañana lo llevé al diario local... A la semana, al salir publicado, tres profesores estuvieron de acuerdo, uno en parte y otro en contra... también varias compañeras y compañeros mostraron conformidad con el artículo; sin faltar la "admiradora" que te mira en el pasillo con ojitos dormilones...
Pero lo que me motivó definitivamente a mantener la necesidad, de escribir, fue cuando en el pequeño restaurant donde almorzaba, el mesonero, estudiante universitario, tomando el periódico de la mesa, me dijo: léete este artículo, que está buenísimo... sin saber que era mi publicación.
Por eso, la cualidad de todo artículo, como toda obra que registra el pensameinto o creación humana, es que se desprende del autor para hacerse prenda común del colectivo; de la forma que sea, siempre su objetivo estará satisfecho, en la posibilidad de expresión comunicacional que representa.
Es decir que lo lean; uno, dos, tres... y lo ponderen, bien o mal, pero que lo lean, hoy, mañana o algún día. Para eso existe.
De este artículo, y principalmente de sus comentarios, se aprehende la urgencia de esclarecer y convenir respecto de algunos conceptos y definiciones, que doten de fundamento racional a la divergencia, y poder así, ratificar, modificar o desechar los criterios..
De lo contario se continuaría confundiendo la gimnasia con la magnesia; terminando o haciendo piruetas cuando se amerita chorros, o en chorros cuando se hacen piruetas.
No sé en qué parte de la doctrina católica se dice que ...
LF:
Por fin ha dicho algo sensato: "No sé".
Pues eso, no sabe.
Que me lo expliquen a ver cómo se justifica un levantamiento armado contra un jefe de Estado católico reconocido por Roma, cuyo régimen consideraba el catolicismo religión oficial del Estado, cuando todavía no se habia abolido la Inquisición, sólo existía el matrimonio canónico sin divorcio, y el aborto y la sodomía eran delito; con la excusa de que los carlistas luchaban por su religión, como si la regente fuera bolchevique, hereje o pagana, y mandara a las tropas a obligar a los curas y laicos a apostatar, bautizarse luteranos o quemar incienso a los ídolos so pena de muerte.
Porque en el catecismo de la Iglesia Católica lo que se dice es que sólo es lícito quitar la vida en defenda propia del individuo o la sociedad (2263-2265).
Claro que igual hay un catecismo de la Iglesia (Info)católica.
Pero como soy cortito, yo sólo conozco uno.
Tan cortito soy que me creo que la vida para los católicos es sagrada. Para los católicos digo.
"La presente Encíclica, fruto de la colaboración del Episcopado de todos los Países del mundo, quiere ser pues una confirmación precisa y firme del valor de la vida humana y de su carácter inviolable, y, al mismo tiempo, una acuciante llamada a todos y a cada uno, en nombre de Dios: ¡respeta, defiende, ama y sirve a la vida, a toda vida humana! ¡Sólo siguiendo este camino encontrarás justicia, desarrollo, libertad verdadera, paz y felicidad!"
Si te refieres a esto es porque tú crees que la vida humana es, literalmente, seguir viviendo a toda costa de manera que las violaciones, la explotación de otros seres humanos, la tortura, los falsos testimonios, las humillaciones, etc...no tienen nada que ver con lo que dice el Papa, basta con que no mates a la persona para respetar la vida humana.
Es lógico tu despiste porque tú ni ahora ni nunca has sido católico.
"Con mi hacienda; / pero con mi fama, no; / al Rey, la hacienda y la vida / se ha de dar; pero el honor / es patrimonio del alma, / y el alma sólo es de Dios." (El alcalde de Zalamea, Jornada I, escena XVIII, vv. 869-876.
Es triste que un español no entienda ya ni el concepto de honor, mucho más importante que la vida física.
El Papa Juan Pablo II recuerda que hay pecados de los que antes se decía que clamaban al Cielo, y que el primero de ellos era el homicidio.
Así que lo siento señora Palas Atenea, pero incluso entre pecados mortales hay categorías.
Y tú misma has recordado otras veces la doctrina sobre la guerra justa, y desde luego ninguno de los tres levantamientos carlistas estaba justificado si nos ajustamos a ella.
En un siglo iniciaron tres guerras que provocaron más de ciento cincuenta mil muertos, que para la época son muchos muertos. Y nada de que lucharon por su religión ni su espíritu ni su alma, porque ningún gobierno isabelino pretendía hacerles apostatar.
Según ella, el aborto de la "niña" deshonrada -por un "don nadie", porque cuando se trata de un rico heredero, la deshonra se convierte en error enmendable..-. está justificado.
Su concepto de la vida se reduce a las funciones vitales.
No comprende que el honor auténtico está referido a la vida. Jamás puede ser el honor más importante que la vida.
La dignidad es ínsita a todo ser humano. Por eso, cuando se arriesga u ofrenda la vida por la digindad, se hace por la vida, considerada desde la existencialidad espiritual...
Si se definen fama y honor, serían inmensos los túmulos de pendejadas que sen cometido bajo su excusa...
Mi vida es mí responsabilidad, mi hacienda es mía, en corresponsabilidad con la sociedad, y el rey que vaya a criar ranas...
Gracias a Dios el tiempo las cosas han cambiado desde Calderón hasta aquí. Hoy diríamos: Ni con mi hacienda, ni con mi fama, ni con mi honor, que es patrimonio dell alma, y el alma le pertece a Dios...
Quien estudie objetivamente la influencia de la dignidad e igualdad predicada por jesus, el de Nazaret, se sorprenderá con su influencia determinante en la configuración política jurídica de la sociedades contemporáneas...
---
Exacto, el "No matarás" es el Primer Mandamiento, ¡qué digo!, el Super Mandamiento.
Palas, te invito a ingresar al club.
Ya en sus Episodios Nacionales Pérez Galdós dedicó un libro a "El terror de 1824", y otro a "Los apostólicos", y bien que nos retrató a los españoles.
contra todo orden injusto es lícito alzarse. La guerra es legítima defensa de los pueblos, y es moralmente lícita en las debidas circunstancias.
La reacción carlista no fue la reacción de un grupo, sino la reacción del pueblo español católico y tradicional contra una ideas, las modernas, que venían de destrozar la Cristiandad, y de abrir el paso al ethos de la nada y de la muerte. Y no querían eso para sus familias, para su patria, para la Hispanidad.
No hay más que ver cómo quedó Europa tras la revolución luterana, las guerras de religión, luego la revolución nihilista, la francesa; etc., para comprender por qué la sociedad hispánica contemplaba esas ideas, ese orden, como un (des)orden de violencia, como un (des)orden antinatural, como el desorden del mal, que anticiparía los males que ahora estamos viviendo.
Y esto lo veían no sesudos intelectuales, sino la gente cabal del pueblo, que comprendía que una sociedad antiDios iba a ser, sobre todo, una sociedad inhumana. No hay más que mirar a nuestro alrededor para evaluar la ruina espiritual de un pueblo por efecto de una política.
* Esto es muy osado por mi parte porque pudiera ser ignorancia invencible, pero dado lo mucho que apareces por aquí dudo que sea tu caso ya que información tienes pero la tergiversas y la conviertes en aversión.
¿En qué consiste este pecado?
La blasfemia no es solamente con palabras, sino también y sobre todo con hechos.
¿Quién blasfema? Quien no se siente necesitado de Dios, quien no se siente pecador o se cree sin pecado, cerrarse al llamado de Dios a la conversión, endurecer el corazón a tal punto que a la persona no le interesa Dios.
Es pecado el endurecer el corazón y decirle, por ejemplo, a Dios: ‘No me interesas; estoy bien sin ti; no te necesito’.
Es pecado considerar que Dios no puede perdonar, o negar el perdón de Dios en la confesión. Es decir, es el pecado por el que el hombre se niega libre y conscientemente al perdón y la misericordia de Dios.
Ante esta circunstancia, ¿qué puede hacer Dios? Nada; tan solo dejar que la persona muera en su pecado. Allí Dios no puede actuar, Dios no tiene nada que hacer, no tiene nada que perdonar, no perdona nada.
La Sagrada Escritura nos da más luz: “El que oculta sus pecados no prosperará, pero el que los confiesa y se aparta de ellos alcanzará misericordia“(Proverbios 28, 13).
Por lo tanto matar es un pecado gravísimo, como otros, pero se puede perdonar igual que los demás. No tiene una calificación distinta ni especial con respecto a los otros pecados, que también son gravísimos. Solo un modernista puede considerar que un pederasta, que mata el espíritu y la inocencia de una persona e incluso le puede llevar a la apostasía o a la desesperación, es menos pecador que un asesino.
Los que propugnan una fe siendo fin en sí misma, y por ello vacua, sin sustento existencial. Una fe, según algunos, a la que le basta que no la blasfemen, porque de resto todo lo perdona, individualmente, por cambote, gratis, por dinero o en especie, por conveniencias, por comodidad, en cuerpo presente, por mail o por twtter, en pasado, presente o futuro... Una fe para la que el ser humano es mero instrumento - como han dicho aquí- igual al perro al que pasea el amo....
Si esa es la religión católica, pues de plano reniego de cualquier vínculo con ella.
La otra postura, es la que autentifica la vida como portadora - potencial- de la espiritualidad, imagen y semejanza de Dios. La que plantea que matar a un hombre, o mujer, es atentar contra la vida -lato sensu- contra la espiritualidad; es matar al Cristo. Delatando como hipócritas y pervertidos todos aquellos criterios que devalúan la vida favor de sus conveniencias, cayendo en aberradas contradicciones.
El mensaje hermoso del Cristo, es el de la dignidad e igualdad de todos los seres humanos en cuanto hijos de Dios; hechos a su imagen y semejanza, es decir, dotados de su espiritualidad y, por ende, hermanados por un mismo propósito existencial, ¡de vida!, que los dignifica hacia Dios..
De manera que resulta absurdo y contradictorio con la fe cristiana, volarle con una 9mm la tapa de los sesos al "projimo", solamente porque te dijo analfabeto babilónico, por ejemplo, y luego de soplarle el humito al cañón, presentarse cual Caifás, muy orondo al templo a orarle al Dios que, ante el mea culpa lloroso y mocoso, como el padre alcuaheta, terminará perdonándolo...
El Cristo enseño, con su propio padecimiento, el valor de la vida, él revalorizó existencialmente al ser humano, le dio sentido y propósito a su existencia, lo hizo mirarse en el prójimo, le reveló la vida, en toda su complejidad y potenciaidadl, como un único acontecimiento cuya concreción es corresponsabilidad de todos. Desde la igualdad le desveló su individualidad y le enseño la sociabilidad, fundamentos de la política y del Estado moderno.
Jesus -el de Nazaret, el hijo del carpintero, el que andaba en borrego- fue el primer gran humanista de la historia.
Escribió un poeta venezolano " quien tiene un hijo, tiene todos los hijos del mundo"... a lo cual le agrego: y el que mata a un hombre, mata a todos los hombres, y mujeres, del mundo.
Es que, la Rerum Novarum significó un inmenso cambio evolutivo., pues las cosas nuevas de la sociedad, en verdad ya eran tan viejas como la iglesia; la novedad fue su visualización y la actitud frente al hecho social, antes uniforme, estable y ordenado, en una sociedad idealizada; y ahora tan diverso, cambiante y en aparente desorden, como los nuevos fenómenos sociales que lo engendran,
En respuesta de la nueva realidad social, la IC se vió obligada a abandonar su zona de confort, de simple guardiana de una fe sustentada por la fuerza de un Estado que la imponía en el nombre de Dios.
De manera que el tributo era para Dios, la sentencia del magistrado era en nombre de Dios, el ciervo y el señor lo eran por disposición de Dios. También, como la vida del ciervo pertenecía al Rey, quien la usufructuaba en nombre de Dios, pues entonces, obviamente el ciervo carecía de singularidad religiosa y política, atribuidas al Rey, por lo que la preservación del Estado y de la fe, prescindía del sujeto, del ser humano llamado por Cristo hacia un propósito de fe, de la persona que vive, que siente, que aprende y evoluciona física, intelectual y espiritualmente, y sobretodo que razona, y por ello, que cuestiona su realidad política, social, religiosa.; planteando, junto a los otros, nuevas perspectivas para sus existencias,,desde la conciliación de su individualidad con el poder del Estado y con el propósito de fe de su religión, hasta la pretensión de prescindir de Dios.
Es esa realidad ignorada la que le estalló en el rostro a la IC. Fue ese ser humano responsable de su destino, transformador de sociedades y realidades; en búsqueda perenne del sociego de una existencialidad en conflicto entre lo que fue, lo que es y puede ser, entre lo conocido o por conocer, y lo intuido, entre el existir material que lo avasalla y tanto le pesa, y el espiritual, cuya la auténtica dimensionalidad intuída, no logra conciliar con su menguada capacidad para consustanciarla al hecho existencial.
Fue ese ser humano con quien se reencontro la IC.
Tras los diversos calificativos con que se pretende camuflar, cuando no falsear y negarr la realidad, que si humanismo, ilustracionismo, liberalismo, comunismo, capitalismo, progresismo, ambientalismo, libre albedrío etc.; subsiste el responsable de todo, sobre quien debería recaer toda sentencia condenatoria, y desde cuya ponderación debería iniciar cualquier acción moralizante, espiritualizadora y transformadora de su realidad: el ser humano.
La Rerum Novarum en su circunstancia lo inició, el Concilio Vaticano II en su momento lo configuró.. Ahora falta desarrollarlo. Allgunos se niegan, otros asienten, pero considerando los conceptos y no a quien conceptualiza, y otros trasmontan el sujeto conceptualizante por sobre la lógca, pertinencia y racionalidad de los conceptos.
El problema de la IC, es que tiene demasiados filósofos, y muy pocos humanistas, en su pleno y justo significado.
Lo explicaremos otra vez:
Sra. Palas Atenea, los cristianos tienen derecho a la legítima defensa, así que deje de acusarme de decir que sólo pueden morir pero no matar.
Y ya de paso también deje de acusarme de que opino que sólo hay un pecado, pues mentir, robar y demás también me parecen mal.
Pero derramar sangre cuando no está en peligro la propia vida o la de un tercero, no le está permitido a los cristianos. Y no lo digo yo, lo dice el catecismo.
Ahora diga ud lo que quiera sobre pecados contra el Espíritu y el decálogo, pero con el catecismo en la mano es muy difícil por no decir imposible justificar los levantamientos carlistas, porque los gobiernos liberales no perseguían a los cristianos por su fe como sí hicieron otros regímenes, de los cuales ya hemos hablado, y el carlismo comenzó como un simple movimiento político a favor de una parte en una disputa dinástica.
porque los gobiernos liberales no perseguían a los cristianos por su fe
LF:
Liberalismo y persecución religiosa
Cito:
Don Marcelino Menéndez Pelayo, el gran historiador de finales del siglo xix y principios del xx, con referencia a las "matanzas de frailes" de 1834, uno de los primeros estallidos de persecución religiosa sangrienta, a poco de instaurado el liberalismo en España, tras la muerte de Fernando VII y el inicio de la primera guerra carlista, escribe también a este propósito unas palabras muy iluminadoras:
"Desde entonces la guerra civil creció en intensidad y fue guerra como de tribus salvajes, guerra de exterminio y asolamiento, de degüello y represalias feroces, que ha levantado la cabeza después otras dos veces y quizá no la postrera, y no ciertamente por interés dinástico ni por interés fuerista, ni siquiera por amor declarado y fervoroso a éste o al otro sistema político, sino por algo más hondo que todo esto, por la íntima reacción del sentimiento católico brutalmente escarnecido y por la generosa repugnancia a mezclarse con la turba en que se infamaron los degolladores de los frailes y los jueces de los degolladores, los robadores y los incendiarios de las iglesias, y los vendedores y los compradores de sus bienes"
Hale, a callar.
Esa es la idea, muy respetado moderador, comer empanadas con chorizos y callos, aunque estén rancios... Como la intención es compartir, cada quién pone lo suyo.
Usted lo dice como lo piensa, y como piensa lo dice. Por eso se le respeta.
Hace muchísimo tiempo un sujeto dijo una gran verdad :" Sólo sé que no sé un coño..." Supongo que lo mataron no por "ignorante" sino por la grosería... O seráaa, que sus verdugos temían a lo que él ignoraba y que ellos no conocían, pero que tanto presumían...
Su afirmación, estimado y respectado moderador, se ha dicho desde ciertos estamentos de IC en toda su historia, lo que ha cambiado es el menú y la sazón, pero sempre ha sido lo mismo, sin importar el grado o instancia. A Giordano Bruno lo asaron con todo y empanada... El problema, es que casi siempre la IC ha terminado comiéndose las empanadas, y con su tacita de café con leche...
Sé en qué patio estoy. El mismo moderador, en un gesto honesto, ha definido su ideología, propósito y razón. Es más, se le reonoce cierta apertura y tolerancia al criterio opuesto, que hace unos años no existía. Ahora las ideas contrarias las frien en empanadas, antes las censuraban... Un progreso. Un cambio. Una acción realista...
Confieso: Estoy aquí en investigación de campo, recabando informarción para sustanciar un trabajo que tengo en mente sobre la Iglesia católica de este nuevo milenio... Aún no sé si lo concrete y cuándo, pero en eso estoy, aprovechando la disponibilidad de tiempo, debido a una coyuntura de corte personal.
De manera que les agradezco a los articulistas, su sabiduría y paciencia; a los moderadores, su tolerancia, y a los comentaristas sus aportes. Siempre bajo el criterio, de que se requiere mayor fortaleza intelectual para tolerar y considerar los criterios contrarios, que para defender los propios..
Volví a este sitio, a pesar del temor de ser nuevamente censurado, creyendo en la existencia de dos iglesas, ;empero ahora estoy descubriendo, mejor dicho, descubriéndome en una tercera Iglesia.
En horabuena, porque ya tenía un pie fuera...Del catolicismo, que es de mi tradición; no del cristianismo, que es mi convicción.
Gracias a todos por sus gentilezas.
El asesinato es otra cosa, nadie mejor que tú debería ver la diferencia.
Es cierto que "las turbas" es decir las masas incontroladas mataron frailes al año siguiente.
Y Luis Fernando pretende justificar una guerra a posteriori.
Lo mismo que con nuestra última guerra civil. Cuando la gran persecución religiosa se dio en el verano del 36 por las milicias frente al vacío de poder, después del golpe fascista.
Siempre es lo mismo, se ataca al clero después de una intervención reaccionaria y luego se justifica la violencia reaccionaria diciendo que había que proteger al clero.
Palas Atenea:
Pues claro que veo la deferencia entre asesinar y la legítima defensa, eres tú la que ahora no quiere verlo.
¿Qué legítima defensa podían aducir los carlistas en 1833?.
Incluso Fernando VII tuvo que hacer frente a revueltas populares provocadas porque el clero más cerril encendía los ánimos de los campesinos entre 1824 y 1827, gente que protestaba entre otras cosas porque no se reinstauraba la Inquisición. Por ejemplo la llamada Guerra de los agraviados.
¡Menudos eran los frailes del XIX!.
______________________________________
Pedro L. Llera
Gringo: "se ataca al clero después de una intervención reaccionaria y luego se justifica la violencia reaccionaria diciendo que había que proteger al clero". Eso no es cierto históricamente. Es una manipulación de la historia para justificar miserablemente los asesinatos de religiosos y católicos en general. Los asesinato comenzaron mucho antes de que empezara la guerra civil. Ya en el 34 comenzaron a matar inocentes en la Revolución de Octubre.
Así que todo el mundo ya veía venir el desastre.
Pero la gran persecución contra el clero vino a raíz del golpe del 36.
Yo no me invento nada, las cifras están ahí. En Asturias en el 34 se asesinaron una treintena de miembros del clero. En el 36 en toda España fueron doscientas veces más.
Por cierto, que Largo Caballero como líder del PSOE fue detenido por lo de Asturias en el 34 y juzgado y absuelto por el Tribunal Supremo en 1935, porque no se pudo demostrar que los hechos fueran orden suya.
Y recordemos que en aquella época seguía gobernando la derecha.
Aunque eso no va a impedir que se diga con la cantinela de que el PSOE comenzó la guerra en el 34.
Pues no, y tampoco dieron el golpe del 36 Franco, Mola, Sanjurjo y Queipo pensando en el clero.
Ni la regente María Cristina ni el presidente Casares Quiroga eran comecuras.
"En Mondragón, como en Eibar, la acción tuvo el carácter de una insurrección armada, cuyo objetivo prioritario fue, también como en Eibar, el cuartel de la Guardia Civil que fue tiroteado desde primeras horas de la madrugada del 5 de octubre. La localidad quedó en manos de los insurrectos que proclamaron la “república socialista”, ocuparon la estación de ferrocarril, destrozaron la central de teléfonos y requisaron diversos comercios, regulando el reparto de alimentos. Detuvieron a 72 personas consideradas “enemigas” de la revolución. Dos de ellas, el diputado carlista Marcelino Oreja, presidente de la mayor factoría metalúrgica de la localidad, y Dagoberto Resusta, consejero de la misma empresa y diputado provincial por el Partido Republicano Radical, fueron asesinados por piquetes de huelguistas que los “fusilaron” –según la expresión que usaron- contra la pared posterior del frontón. Además un trabajador que se dirigía en bicicleta a su trabajo fue muerto por disparos de los insurrectos por no incorporarse a la huelga. Sin embargo el día 6 la sublevación ya había sido dominada".
Eso dice la Wikipedia pero no es verdad, les aplicaron la ley de fugas, no los fusilaron contra ningún paredón porque las ráfagas alcanzaron a los dos muertos pero otro empresario salvó la vida dando un salto y tirándose al río, y corriendo en zigzag alcanzó a las tropas que venían de Vitoria, se subió a los camiones y continuó hasta Eibar. Cuando los socialistas huyeron Marcelino Oreja fue trasladado por los carlistas herido de suma gravedad hasta su casa, que no estaba lejos de la Casa del Pueblo donde habían sido detenidos, y allí murió. Los socialistas huyeron y desde el monte gritaban a las tropas que pasaban con la bandera republicana: ¡Viva la República! como si a las tropas no las hubiese mandado el gobierno republicano, es decir que no reconocían al gobierno porque no era la república que ellos querían.
Ciertamente el obrero asesinado por detrás cuando se dirigía al trabajo y Marcelino Oreja eran carlistas, pero Dagoberto Resusta era un republicano moderado, pero empresario. Los 72 detenidos correspondían a ese esquema: o eran carlistas o eran empresarios, no nacionalistas vascos. A los nacionalistas no los detuvieron ni aunque fueran empresarios. El cuartel de la Guardia Civil quedó rodeado pero, ocupados por las detenciones, no intentaron el asalto en las pocas horas que dominaron el pueblo.
(Testimonio de mi madre y de mi abuelo que habían sido detenidos en un control cuando iban a misa a las 7 de la mañana. De los dos socialistas armados uno de ellos se portó bien, le dijo a mi abuelo que se fuera a casa y, ante la insistencia de él que quería ir a misa, el otro levantó el arma y les apuntó, por lo que mi madre, que tenía 12 años, se asustó y empezó a tirar de él diciéndo en euskera: aita, goazen etxera! (padre, vamos a casa). Mi abuelo estuvo esperando toda la mañana que vinieran a detenerle pero, por la razón que fuera, no fue así hasta que a las 14:00 llegaron las tropas).
Estos fueron los dos únicos pueblos de Guipúzcoa que se unieron a la Revolución de Octubre.
Todo el mundo sabía quién fue el principal responsable: Celestino Uriarte, pero el tal Uriarte se escapó a Francia en cuanto vio que la revolución había fracasado, por cierto la Wikipedia "olvida" ese pequeño detalle. ¡Menudo punto filipino! Ahora es la gloria del pueblo de Mondragón, de los socialistas y de los nacionalistas.
¿Empiezo a copiar la crónica de los debates en las Cortes de Cádiz para que veamos cuáles eran las intenciones de los liberales en relación a la Iglesia?
Pretender que Cánovas, Sagasta o Castelar eran como Robespierre o Lenin es ridículo.
Y matar es algo muy serio, que luego dais la tabarra con "la sacralidad de la vida desde la concepción hasta la muerte natural".
Matar se mata en defensa propia, cuando sabes que te quieren asesinar, no se mata "por si acaso".
"¡Uy mira lo que escribió un diputado en Cádiz hace veinte años! Hale pues a coger el trabuco y nos echamos al monte".
Si nos ponemos en ese plan, los reaccionarios se oponían a la abolición de la Inquisición, que mandó ejecutar a su última víctima en 1826, así que ¿quién se defendía de quién? Los liberales aguantaron el asedio francés para que Fernando VII siguiera siendo rey de España, ¿y cómo se los agradeció? Limpiándose el trasero con la Constitución, reinstaurando la Inquisición, eliminando las aspiraciones de los territorios americanos de tener representación en las Cortes y ejecutando liberales a mansalva.
Y de esa misma forma pretendía gobernar su hermano Carlos María.
Unas élites quisieron cambiar el alma de esta nación. Y el pueblo de esta nación intentó impedirlo. Así de simple.
Fernando VII fue un miserable. Eso está claro. Pero es que en el trilema o cuatrilema carlista, el rey va al final. Antes está Dios y la patria.
Las guerras carlistas fueron sobre todo una defensa de la fe y la civilzación católica. La defensa de lo que quedaba de la Cristiandad en Occidente. Fue el pueblo quien se tiró al monte a defender su fe. Y no va a venir un ateo ignorante del siglo XXI a decirles a los católicos del siglo XIX que lo de ellos no era auténtico catolicismo. Hasta ahí podíamos llegar. No vamos a aceptar lecciones de fe católica de quien voluntariamente tiene su alma muerta por negar a Cristo.
https://www.youtube.com/watch?v=MTd8M6fnCyc&t=
¿No se ha preguntado usted, como conservadora recalcitrante, el porqué existen los "liberales", en su acepción político sociológica? ¿Qué hace al conservador? ¿Por qué condenar a caifás, si el tan solo pretendía preservar la tradicionalidad religiosa, tan cara al pueblo hebreo?
Su abuelo y su madre padecieron los embates de los liberales, o digamos de otra forma, de la irracionalidad de los conflictos ideológicos en que suelen sumirse las sociedades humanas. ¿Ha conocido usted a alguien que haya padecido los mismo o peor pero en la acera de enfrente? ¿Conoce ud lo ocurrido a un personaje llamado García Lorca?
Traslade ud la escena de su abuelo y su madre, al campo de concentración de Auschwitz . A su abuelo, como a la abuela, como a los padres de ellos,, como a los amigos, como a los vecinos, como a tantísimos seres humanos; los destinan a las "duchas". A su madre la mandan a la manufactura de pinceles, con el cabello del padre, de su abuelo... ¿Si ese fuese su origen, seguiría ud afirmando que viviría mejor en la Alemania nazi que en la actualidad?
¿No será que el catolicismo se abandonó a la burocracia estatal, y se olvidó de la prédica con el ejemplo?
¿No será que se dicen verdades pero se acometen falacias e hipocresías?
¿Será que las sociedades contemporáneas, buscan , necesitan, un reencuentro del ser humano con su espiritualidad, y desde allí, con su religiosidad, pero se halla con una Iglesia, o extraviada del ser humano y de los valores y virtudes que habría de revelarle, o sumida en remembranzas bucólicas de un catolicismo sin manera de que vuelva a ser lo que fueo, y sin comprender que puede ser aún mejor?
Mucha palabra rimbombante y mucho "Reinado social de Cristo" y mucha tradición hispánica, pero lo cierto es que durante cuatro siglos con los Trastatámara, los Austria y los Borbones absolutistas en nuestro querido país se mataba de la forma más dolorosa al compatriota por tener unas creencias religiosas distintas, eso sí invocando a Dios.
Y se vendía y explotaba a las personas como mercancía.
Esos reyes tan católicos se llenaban los bolsillos con el Asiento de negros,el contrato para vender carne humana en las colonias.
Con la conciencia bien tranquila porque la Iglesia lo permitía y participaba.
Los jesuitas por ejemplo tenían plantaciones con mano de obra esclava en México.
¿Y quién se cree a estas alturas que Jesucristo admitiría eso?.
Y Luis Fernando invocando "al pueblo".
Últimamente hay mucho político haciendo lo mismo.
El pueblo, el pueblo....
Una parte del pueblo apoyó el carlismo. No el pueblo. Y una parte minoritaria además. Por eso los carlistas perdieron las tres guerras que iniciaron.
Y todavía nadie me ha explicado en qué consistía esa pérdida de la esencia del pueblo español,simplemente porque nos gobernara María Cristiana en nombre de Isabel en lugar de Carlos María.
Que parece que por nacer español ya tienes encima la pesada losa de que sólo te puede gobernar alguien reaccionario y con poder casi absoluto, sin que puedas quejarte.
Manda narices que desde hace doscientos años se supone que los únicos gobernantes que deberían haber sido de nuestro agrado, fueran Carlos María de Borbón y Francisco Franco. Los demás unos mierdas.
¿Nadie que haya llegado al poder sin derramar sangre os parece bueno?.
Y luego osan criticar al Islam y decir que no es una religión sino una ideología política.
¿Y no es eso lo que pretendeis hacer con el catolicismo, que parece que el que no sea carlista es un hereje? .
Pero bueno, este debate está siendo interesantìsimo, bien retratado está cada cual. Luego que me hablen de la religión de la paz y el Dios del amor.
"¿Será que las sociedades contemporáneas, buscan , necesitan, un reencuentro del ser humano con su espiritualidad, y desde allí, con su religiosidad, pero se halla con una Iglesia, o extraviada del ser humano y de los valores y virtudes que habría de revelarle, o sumida en remembranzas bucólicas de un catolicismo sin manera de que vuelva a ser lo que fueo, y sin comprender que puede ser aún mejor?"
Bueno, puede que los que se adscriben a la New Age busquen eso pero, desde luego, los que optan por la inteligencia artificial y por la robótica no. Yo no veo que los ateos, que son legión, estén interesados en algo tan inconsistente como la espiritualidad. ¿De dónde sacas tal cosa?
Había que gestionar los cuidados de aquellas personas quemadas y afectadas por la radiación y compaginar aquello con un oratorio construido en la propia casa destruida dónde tu querida esposa había sido materialmente volatilizada y ponerse a rezar el rosario. Pero si miras en las imágenes de Google lo que te va a salir es una especie de monje con un rosario en la mano, no un médico radiólogo con la bata blanca, que también sale, pero menos.
Y ya puestos si era legítimo derramar sangre para abolir las constituciones que admitían la religión católica como la oficial del Estado, pues también debería serlo el hacer lo propio con la actual que es mucho más liberal.¿No?.
A ver por qué antes sí y ahora no.
Es como hablar de física cuántica con quien no se sabe las tablas de multiplicar.
Muy buena la reseña del cura Merino en otro blog.
Y la anécdota de que para vengar la muerte de siete de su bando, mandó ejecutar a 110 prisioneros desarmados que no fueron responsables de aquellas muertes. Sí, a ciento diez, no es un error de tecleado.
Pero todo se arregla usando los adjetivos correctos, y así de califica al cura de "no cruel pero sí severo".
¿Ven que fácil? .
Yo puedo decir que los que torturaron y asesinaron en checas fueron asesinos crueles, y da igual que supuestamente actuaran en nombre de la República o la democracia.
Pero ya sabemos que algunos jamás admitirán que entre los suyos pudiera haber algún sádico sin piedad. Es que se trata de alguien "severo". Como mucho te dirán "En las guerras a veces muere gente inocente. También en las justas". Ese cinismo es lo máximo de humanidad que pueden demostrar.
Y por supuesto gente como el cura Merino eran los auténticos defensores de la identidad cristiana de España.
Que debe ser que el cristianismo consiste en eso, en fusilar a prisioneros desarmados porque en otro pueblo otros de su bando mataron al párroco.
Dejar un comentario