Cum Petro et sub Petro
Pedro acababa de proclamar que Jesús era el Mesías, el Salvador, el Hijo de Dios. Y el Señor le responde:
Bienaventurado eres, Simón, hijo de Jonás, porque no te lo reveló carne ni sangre, sino mi Padre que está en los cielos. Y yo también te digo, que tú eres Pedro,y sobre esta roca edificaré mi iglesia; y las puertas del Hades no prevalecerán contra ella. Y a ti te daré las llaves del reino de los cielos; y todo lo que atares en la tierra será atado en los cielos; y todo lo que desatares en la tierra será desatado en los cielos.
Acto seguido, Cristo anuncia a sus discípulos que tiene que ir a Jerusalén, que tiene que padecer mucho, que va a ser crucificado y que resucitará al tercer día. Y entonces, Pedro le echa la bronca a Jesús: “Señor, ten compasión de ti; de ninguna manera esto te acontezca”; o sea, “¿Estás loco, Jesús? ¿Cómo vas a permitir que te maten?”
Y el Señor le contesta a Pedro:
¡Apártate de delante de mí, Satanás! que eres motivo de tropiezo, porque no pones la mira en las cosas de Dios, sino en las de los hombres.
El Señor acababa de llamar a Pedro “bienaventurado”. Pero cuando el primero de los apóstoles deja de poner la mira en las cosas de Dios para verlas según el mundo, Cristo lo llama “Satanás”: “¡Apártate de mí, Satanás!”.
No cuentan San Mateo ni San Marcos si alguno de los Apóstoles que eran testigos de la reprimenda del Señor a Pedro, levantó la voz para ensalzar, defender o adular a Pedro. Pero claro, de aquella no había grabadoras. Es posible que Santiago, Juan o Felipe levantaran la voz: “¡Cum Petro et sub Petro!”. No hay constancia de que ninguno de ellos defendiera a Pedro y se enfrentara al Señor. Tal vez será porque los apóstoles están con Pedro cuando Pedro está con Cristo. Pero cuando Pedro deja de estar con Cristo, los demás no defienden el error de San Pedro, sino que callan, escuchan al Maestro y toman nota (aunque seguramente sin entender nada).
¿Y qué ocurre cuando Jesucristo es apresado? Pedro sigue de lejos a Jesús hasta el patio de la casa donde estaban interrogando al n . Así lo cuenta Mateo:
Pedro estaba sentado fuera en el patio, y una sirvienta se le acercó y dijo: Tú también estabas con Jesús el galileo. Pero él lo negó delante de todos ellos, diciendo: No sé de qué hablas. Cuando salió al portal, lo vio otra sirvienta y dijo a los que estaban allí: Este estaba con Jesús el nazareno. Y otra vez él lo negó con juramento: ¡Yo no conozco a ese hombre! Y un poco después se acercaron los que estaban allí y dijeron a Pedro: Seguro que tú también eres uno de ellos, porque aun tu manera de hablar te descubre. Entonces él comenzó a maldecir y a jurar: ¡Yo no conozco a ese hombre! Y al instante un gallo cantó. Y Pedro se acordó de lo que Jesús había dicho: Antes que el gallo cante, me negarás tres veces. Y saliendo fuera, lloró amargamente.
Pedro comenzó a maldecir y a jurar. Y niega tres veces tener nada que ver con el Señor. Traiciona a Jesús. Ante el miedo al martirio, Pedro niega a Cristo. ¿Y qué hacen los demás apóstoles? Se esconden y, por supuesto, callan por miedo a los judíos. Callan. Les da miedo morir. Les da miedo la Cruz. Se esconden y callan.
Sólo Juan y la Madre del Señor, junto a algunas mujeres, estaban al pie de la cruz. Los demás se escondieron, huyeron del peligro: les importaba más conservar su vida que permanecer junto al Señor crucificado.
Pedro lloró amargamente cuando se dio cuenta de su pecado, de su cobardía, de su apostasía. ¿Qué hizo después? ¿Se fue a buscar a sus compañeros que se habían escondido? Posiblemente.
“Simón, hijo de Juan, ¿me amas más que estos?”
Tras la resurrección, el Señor se aparece a sus apóstoles y le pregunta a Pedro si lo ama. Y se lo pregunta tres veces. Tantas como Pedro lo había negado. Y Pedro se entristece: “Señor, Tú lo sabes todo, Tú sabes que te quiero”. Y Cristo Resucitado le da una misión: “apacienta mis ovejas”. Y le anuncia las consecuencias de esta misión:
“Te lo aseguro: cuando eras joven, tú mismo te ceñías e ibas adonde querías; pero, cuando seas viejo, extenderás las manos, otro te ceñirá y te llevará adonde no quieras”.
La fidelidad acarrea el martirio. No se engañe nadie. Porque el mundo aborrece a Cristo y a cuantos le son fieles. La disyuntiva es esta: martirio o apostasía. Algunos cristianos hoy en día tratan de dialogar con las filosofías y las ideologías modernas haciendo como si Dios no existiera. Dicen estos cristianos dialogantes que quieren convencer al mundo de que Dios existe pero sin dar por supuesto ni poner por delante que Dios existe ni que Cristo es Dios, porque si no, el diálogo sería imposible - dicen. “Vamos a demostrar que se puede plantear una filosofía cristiana sin Cristo: así podremos convencer al mundo hablando con su propio lenguaje parar evangelizarlo”. “Partamos de la experiencia, de lo fenomenológico, de la necesidad existencial de encontrar respuestas al sentido de la vida: desde ahí se puede dialogar con quienes rechazan a Cristo”. Se engañan. Ese camino conduce a la apostasía: no a Cristo. A Cristo sólo se llega desde la cruz. Sólo anunciando a Cristo, muerto y resucitado, escándalo para unos y necedad para otros, se puede evangelizar realmente: aunque nos cueste la vida o el prestigio; aunque nos humillen, nos insulten, nos desprecien… Ese es el camino: el camino es Cristo mismo y Este, crucificado. Pero, desde luego, es necedad pretender anunciar a Cristo ocultándolo de tu discurso y omitiéndolo en tu predicación. Con la filosofía moderna nos puede pasar como a Pablo en Atenas. Pablo anuncia a Cristo y los atenienses se van y no lo escuchan. Pero Pablo no deja de anunciar al Señor, sino que viendo la actitud de los filósofos de Atenas, simplemente se marcha a otro lado a predicar. Y siguió anunciando a Cristo abiertamente y con la pasión y el fuego del Espíritu.
El camino de la cruz no se puede recorrer sin el auxilio de la gracia. La naturaleza humana está caída por el pecado. Es humanamente comprensible que ante el peligro, tendamos a protegernos, a huir si es necesario. El instinto de conservación de la propia vida es consustancial a la naturaleza humana. Así que si vemos que nos van a agredir o a matar, es humanamente lógico y normal que hagamos lo posible por evitarlo: que nos escondamos, que callemos; incluso que neguemos como negó Pedro. La apostasía es muy humana.
El martirio, en cambio, es divino: es una gracia de Dios. Y solo con la gracia de Dios puede el hombre recorrer ese camino del calvario. El martirio es mérito del Espíritu Santo. Todo el mérito es de Dios. Y al mismo tiempo, todo el mérito es del hombre que, con su libertad, puede dar un sí radical a Dios. Porque la iniciativa siempre es de Dios. Es Él quien nos elige a nosotros: no nosotros a Él. Dios elige a quienes Él quiere y les concede la gracia para que sean santos. Él sabrá por qué escoge a unos y no a otros. Pidamos al Señor que nos cuente entre sus elegidos y nos conceda su gracia para que el Espíritu Santo arda en nuestros corazones y nos permita salir del agujero donde estamos escondidos y en silencio, con las puertas y las ventanas cerradas por miedo a quienes pueden acabar con nuestra vida. “No temáis a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma; más bien temed a aquel que puede hacer perecer tanto el alma como el cuerpo en el infierno”.
El Espíritu Santo es ese fuego de la zarza que arde sin consumirse, desde la que Dios nos llama y nos habla. El Espíritu Santo es ese fuego que arde en nuestros corazones mientras el Señor nos explica las Escrituras y parte para nosotros el pan. El Espíritu Santo es ese fuego que se posa sobre las cabezas de los discípulos en Pentecostés y los impulsa a abandonar el encierro y el silencio cobarde para salir a la calle a proclamar por las calles y las plazas que Cristo es el Hijo de Dios, que el Crucificado vive, que Él ha derrotado al pecado y a la muerte. Sólo el Espíritu Santo puede sacarnos a la calle para que seamos luz, aunque nos cueste la persecución y la vida. Porque Dios nos quiere en el Cielo y el camino del Cielo pasa inevitablemente por la Cruz de Cristo. La Cruz es la alegría del Evangelio. No hay otra alegría fuera de ella. A mí me preocupa mucho, como padre que soy, el bienestar de mis hijos, su futuro personal y laboral, su salud… Pero me preocupa mucho más la salvación de sus almas, porque lo que quiero es que vayan al Cielo. Porque el mundo, el demonio y la carne amenazan con arrebatárnoslos. Y llega un momento en que solo puedes rezar por ellos… ¡Qué importante es vivir unidos a Cristo, en gracia de Dios! ¡Qué importante es vivir y morir en gracia!
El Espíritu Santo nos libera de la esclavitud del pecado y nos hace hijos de Dios para que seamos santos e irreprochables ante Él. Cuando el Espíritu Santo nos llena, somos capaces de hablar con pasión, con fuego. Y ese fuego incendia a cuantos escuchan. Porque no eres tú quien habla, sino el Espíritu que vive en ti, que habita en ti, que te enciende para que todos te entiendan en su propia lengua y queden asombrados y maravillados. Pero el mérito no es tuyo: es del Espíritu Santo. A Él el honor y la gloria por siempre.
Por obra del Espíritu Santo, Pedro, el cobarde, el mismo que negó al Señor, sale a la calle y habla alto y claro:
Sepa, pues, ciertísimamente toda la casa de Israel que a este Jesús a quien vosotros crucificasteis, Dios lo ha hecho Señor y Cristo.
Arrepentíos, y bautizaos cada uno de vosotros en el nombre de Jesucristo para perdón de los pecados; y recibiréis el don del Espíritu Santo.
Porque para vosotros es la promesa, y para vuestros hijos, y para todos los que están lejos; para cuantos el Señor nuestro Dios llamare.
Y con otras muchas palabras testificaba y les exhortaba, diciendo: Sed salvos de esta perversa generación.
Y Pedro, por la gracia de Dios, permanecerá fiel a Cristo hasta entregar su vida por el Señor. Pues nosotros, con ese Pedro que permanece fiel a Cristo, siempre diremos ¡cum Petro et sub Petro!; sigamos clamando con Pedro: arrepentíos para el perdón de los pecados y recibiréis el don del Espíritu Santo. Sed salvos y alejaos de esta generación perversa. Dios resucitó a Jesucristo y nosotros somos sus testigos. Él es la Hostia Santa que se nos ofrece como sacrificio incruento en la Santa Misa para el perdón de nuestros pecados y hacernos santos. Adoradlo. Arrodillaos ante Él. Él es el Pan de Vida: quien come su Cuerpo y bebe su Sangre no morirá para siempre.
Sigamos orando por el Papa para que no sea motivo de tropiezo y ponga siempre sus miras en las cosas de Dios y no en las de los hombres; porque el Papa puede pecar, como cada uno de nosotros, como Pedro. Recemos para que el Espíritu Santo llene su corazón y le conceda sus siete dones: sabiduría, entendimiento, consejo, fortaleza, ciencia, piedad y temor de Dios; oremos para que el Señor lo llene de gracia y pueda ser santo y testigo fiel de Nuestro Señor Jesucristo ante este mundo perverso.
Recemos por todos nosotros y por el Papa con la oración que el ángel les enseñó a los pastores de Fátima:
¡Oh Jesús mío, perdónanos, líbranos del fuego del infierno, lleva al cielo a todas las almas y socorre principalmente a las más necesitadas de tu Divina Misericordia!
Permitidme que os exhorte con San Pablo: “Servid constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres: estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración”.
Os exhorto por la misericordia de Dios, a presentar vuestros cuerpos como hostia viva, santa, agradable a Dios; éste es vuestro culto razonable.
Y no os ajustéis a este mundo, sino transformaos por la renovación de la mente, para que sepáis discernir lo que es la voluntad de Dios, lo bueno, lo que le agrada, lo perfecto.
Que vuestra caridad no sea una farsa: aborreced lo malo y apegaos a lo bueno.
Como buenos hermanos, sed cariñosos unos con otros, estimando a los demás más que a uno mismo.
En la actividad, no seáis descuidados, en el espíritu manteneos ardientes.
Servid constantemente al Señor. Que la esperanza os tenga alegres: estad firmes en la tribulación, sed asiduos en la oración.
Contribuid en las necesidades del Pueblo de Dios; practicad la hospitalidad.
Bendecid a los que os persiguen; bendecid, sí, no maldigáis.
Con los que ríen estad alegres; con los que lloran, llorad.
Tened igualdad de trato unos con otros: no tengáis grandes pretensiones, sino poneos al nivel de la gente humilde.
No presumáis de listos.
No devolváis a nadie mal por mal.
Procurad la buena reputación entre la gente.
En cuanto sea posible, por vuestra parte, estad en paz con todo el mundo.
Romanos, 12
¡Manteneos ardientes en el Espíritu! ¡Sed santos! En estos tiempos de tribulación, no hay otra manera de soportar las pruebas que el Señor dispone para acrisolar nuestra fe. Dice Pedro:
Esto (la salvación) es para vosotros motivo de gran alegría, a pesar de que hasta ahora habéis tenido que sufrir diversas pruebas por un tiempo. El oro, aunque perecedero, se acrisola al fuego. Así también vuestra fe, que vale mucho más que el oro, al ser acrisolada por las pruebas demostrará que es digna de aprobación, gloria y honor cuando Jesucristo se revele.
1 de Pedro 1: 6, 7
Junto a Juan y a nuestra Madre, la Santísima Virgen María, agarrémonos a la Cruz de Cristo y permanezcamos fieles, en comunión con Pedro. Y que el Espíritu Santo viva en nuestros corazones y nos encienda con el fuego de la caridad para que podamos ser hostias santas y agradables al Señor.
20 comentarios
Lo primero es negado por el mundo, lo segundo -personalismo y fenomenología mediante - es un subjetivismo aceptado por los mundanos porque quieras que no, lleva al ateísmo.
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Pedro L. Llera
Menos mal que pongo literalmente el texto de las tres negaciones de Pedro... Tanto Judas como Pedro traicionan al Señor. El primero se suicida y se condena (o no... ¿quién soy yo para juzgar?); el segundo llora amargamente y se arrepiente y muere mártir. El primero no tiene esperanza ni cree que puede ser salvado y perdonado por el Señor. El segundo, a pesar de su pecado, llora y se arrepiente. Y el Señor lo perdona y le envía a cuidar de su Iglesia.
Ahora bien, si lo de las negaciones de Pedro no constituye una traición en toda regla... baje Dios y lo vea...
Petro et Sub Petro “. Esa frase, que expresa tan bien el sentimiento de tantos católicos que no quieren ser confundidos, me ha conmocionado.
Gracias por exhortarnos con San Pablo. Con tus artículos no podremos ser confundidos. Gracias por tu agotador y excelente trabajo, con el que te arriesgas a que te crucifiquen. Y lo sabes. Que el Espíritu Santo siga siempre inundándote. Por ello rezo también.
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Pedro L. Llera
No, no. Dios me libre a mí de condenar tampoco a nadie al Infierno... Ni siquiera a Judas... Jesús dijo de él que más le valdría no haber nacido... Pero yo no sé si se condenó o no: tiene usted razón. Y decididamente, no me corresponde a mí juzgarlo. Tal vez me confundió mi formación literaria. El Canto XXXIV de La Divina Comedia de Dante sitúa a Judas en lo más profundo del Infierno:
El que está más torturado
—señaló el Vate— es Judas lscariote,
que entró la cabeza en la boca de
Satanás, en tanto el cuerpo se retuerce fuera.
En Italiano:
«Quell' anima là sù c'ha maggior pena»,
disse 'l maestro, «è Giuda Scarïotto,
che 'l capo ha dentro e fuor le gambe mena.
Aunque no se puede tener una certeza absoluta, es de sentido común pensar que está en el infierno.
Hay una interpretación de la Iglesia sobre las increpaciones de Simón a Jesús cuando éste les notificó su muerte y casi siempre se interpreta eso como que los apóstoles tenían una idea, común en los judíos, de que el Mesías vendría triunfante, pero ¿Y si la idea de la muerte de Jesús le resultaba insufrible por lo mucho que le amaba? Es otra posibilidad.
El que luego le negara no significa que no le amara, significa que tuvo un momento de cobardía en la confusión. Por eso el Evangelio de San Juan indica que, cuando Jesús le preguntó si le amaba, él se resistió dos veces a emplear el verbo amar por vergüenza de sus actos.
En los Hechos de los Apóstoles San Pedro parece otro, tiene más seguridad y sabe lo que tiene que hacer ante el Centurión Cornelio, por ejemplo. Esa seguridad, ese saber cuál es el camino, ese don para evangelizar procede del Espíritu Santo, "El gran desconocido", como dice el buen libro de Antonio Royo Marín.
Lo que ocurre es que la acción del Espíritu Santo no es similar a la que nos cuentan de los marcianos y sus abducciones, necesita el Fiat de la persona humana-como el de María en la Anunciación-porque si la persona se resiste a la Gracia puede perderse. Dios nos hizo libres, nos envía su ayuda, pero no actúa por nosotros. Ahí está el peligro y el mérito del hombre y el Papa es un hombre. Hasta la Virgen María fue una mujer ,porque no hay más Dios que el Uno y Trino.
Judas está en el infierno, no hay ninguna duda de ello. ¿Por qué? Porque lo dijo Nuestro Señor:
Ya no estoy en el mundo, pero ellos sí están en el mundo, y yo voy a ti. Padre santo, guárdalos en tu nombre, el nombre que me has dado, para que sean uno, así como nosotros. Cuando estaba con ellos, los guardaba en tu nombre, el nombre que me diste; y los guardé y ninguno se perdió, excepto el hijo de perdición, para que la Escritura se cumpliera.Ya ves, Judas se perdió; Judas, el hijo de perdición. Y si es de perdición, no es de salvación. Judas está en el infierno; lo dijo Cristo.
Ya lo dijo Habermas...conocimiento e interés, es lo mismo.
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Pedro L. Llera
Muchas gracias, LLuis. Por cierto, en español, la doble "l" al principio de un nombre propio o de texto o después de punto solo exige la mayúscula en la primera de las dos "eles". Así, se escribe "Llera" y no "LLera".
Los argumentos ad hominem le dejan a usted en evidencia.
Última pregunta: ¿nado a favor de corriente o en contra? ¿Dónde ve usted el interés en un artículo como este? ¿Cree que me va a reportar algún tipo de ganancia o beneficio?
Hoy el Evangelio del día es clarificador.
Los apóstoles tenían una fe débil, humana al principio. Si nos fijamos en San Pedro tb su fe era así. Impetuoso pero en el aparece el miedo, cuando la barca zozobraba gritó "Señor, salvame", quiso alejar al Señor de la Pasión y se lo recrimina fuertemente Jesús. Hoy en el Evangelio nos lo recordaban. Después reniego del Señor. Más era humilde y capaz de volver a Él con un acto de conversión, de amor :"Señor tu que lo sabes todo, sabes que te amo"
Después de la llegada del Espíritu Santo el cambio fue brutal. Predica a Jesucristo Crucificado y Resucitado. En el nombre del Señor realiza el milagro de un hombre cojo y sus sermones abren los oídos y los ojos de los hombres., por la acción del Espíritu Santo.
PERO PREDICA A JESUCRISTO CRUCIFICADO Y RESUCITADO,no una deformación adaptada a nuestros deseos y necesidades.
Cum Petro et sub Petro, siempre que la fidelidad de Pedro sea la fidelidad a Nuestro Señor. No importan sus debilidades, flaquezas, pero esto último es imprescindible.
Hoy en el Evangelio Le dice a Simon Pedro "Aparta te de mi Satanás..", "ponte detrás" ( no he encontrado después esta expresión en la Biblia de casa). Cristo primero, y nos indica el camino : " debemos tomar la Cruz", cada uno la suya. San Pedro fue crucificado cabeza abajo, porque no era merecedor de morir como el Maestro. Empezó renegando de Él y terminó crucificado por amor a El.Todo cristianó encuentra la Cruz en su vida.
En los tiempos que vivimos yo espero de Pedro este recorrido. Para que sea piedra donde apoyarme.
En los tiempos que vivimos el Espiritu Santo debe de estar más presente que nunca. El grado de disparates y de confusión es tal que precisamos de su asistencia para no perecer o flaquear en la fe.
! Que poco nos acordamos de la Tercera Persona de la Stsima Trinidad!. Que necesitada esta la Iglesia, cada uno de nosotros y el Papa de su luz y consuelo.
pues bien Galatas 2, 11 y ss. (ya bastante despues de Pentecostès):
"Mas cuando vino Cefas a Antioquia, abiertamente me opuse a el, porque era reprensible. Pues antes que viniesen cieertos hombres de parte de Santiago, comia con los gentiles; mas cuando vinieron, se retraia y recataba de ellos, temiendo a los de la circuncisión. Y li imitaron en esta simulación tambien los demás judios, tanto que el mismo Bernabé se vio aarrastado por esta simulación. Mas cuando Yo vi que no andaban rectamente conforme A LA VERDAD DEL EVANGELIO, dije a Cefas en presencia de todos ....... Antaño al final de la exposición del santísimo siempre se cantaba la oración por el Santo Padre que terminaba "NO LO DEJES AL DESEO DE SUS ENEMIGOS"
Mi oración diaria por el papa termina tambien así, (pues creo que ahora hay algunos que no lo comprenderian y yo la recuerdo cuando la cantábamos en tiempo de PioXII como cosa normal)
Ahora bien, hay imperfecciones e imperfecciones, no todas son del mismo calibre, por eso las de Simón eran más bien de incomprensión hacía la Misión de Jesús y las de Pedro son de otro tipo y sólo se citan una vez, porque si tienes datos concluyentes de que su predicación no fue la que debía haber sido, cuéntanoslo.
Una cosa son errores persistentes y otra que alguien no esté siempre a la altura de su misión.
Ahora si de lo que habla es del interés personal que fuerza a corromper el conocimiento, entonces le diré que yo nunca hago eso. No tengo dudas del rigor bíblico de la Iglesia por el hecho de que la entrega de las llaves sólo aparezca en el Evangelio de Mateo, a no ser que otro Evangelio Canónico diga que no se las entregó. ¿Acaso Marcos dice lo contrario o simplemente no menciona el episodio?
Caer y levantarse, esa es nuestra condición. Acaso no tenemos conocimiento de nosotros mismos. La naruraleza humana está herida por el pecado original, eso no quita que Simon Pedro llegase a San Pedro. Los santos son hombres, no "perfecciones inmaculadas". La cualidad que les distingue es el inmenso amor a Jesucristo, su fidelidad y el saber volver una y otra vez a El.
Para mi cuando San Pedro llora amargamente por renegar al Señor, ahí se inicia una conversión interior. No me puedo imaginar el dolor que tendría por su acción. Que después se equivoca se, incluso después de la venida del Espíritu Santo:claro. Pero la humildad actúa en el y cambia. Eso es lo importante, eso es lo que se Le pide a Pedro, sea el que sea. Vasijas de barro somos todos.
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