¡Reparad!
“¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él quisiera enviaros como reparación de los pecados con que Cristo es ofendido y de suplica por la conversión de los pecadores?”
Consolemos a Cristo, ofendido por tantos pecados, a fin de que Él no se fije en nuestras faltas y en las de los demás y mire sólo nuestro amor y nuestras buenas acciones. Que nuestros sufrimientos espirituales y físicos aumenten nuestra unión con Cristo ¡Es hermoso sufrir por Cristo! La reparación es un camino seguro hacia el establecimiento de la Civilización del Amor.
El Corazón de Jesús sigue siendo humillado, lacerado, escupido, maltratado, despreciado. El Corazón de Jesús sigue sufriendo el dolor que le causan nuestros pecados. El Corazón de Jesús sufre por las herejías, por la apostasía clamorosa; por los sacerdotes y obispos que conducen a los fieles a la perdición predicando que se puede comulgar en pecado mortal, que se puede dar la absolución al pecador que ni se arrepiente ni tiene propósito de la enmienda. El Corazón de Jesús sufre con los malos pastores; con los falsos profetas, que so capa de misericordia, conducen a las almas a su perdición y destruyen la unidad de la Iglesia y la comunión de los santos. El Corazón de Jesús sufre por las blasfemias de los herejes modernistas y por quienes comulgan en pecado mortal; sufre por los sacrilegios y la falta de fe en la verdadera presencia del Señor en la Hostia Sagrada, donde por el milagro de la transubstanciación, Cristo se nos hace presente en su Cuerpo, su Alma y su Divinidad.
La Iglesia está sufriendo un verdadero martirio: ¡Nuestra vida es un martirio! “Ofreced vuestros cuerpos en sacrificio vivo” (Rm 12, 1). Ofrezcamos cada día nuestro sacrificio a Cristo. Que cada Misa represente la ofrenda incruenta de nuestro propio martirio de cada día, de nuestro testimonio de la caridad de Cristo. Ofrezcámonos en cada Misa a nosotros mismos como víctimas a Cristo. Ofrezcamos nuestro propio cuerpo, nuestra propia sangre, nuestros sufrimientos de cada día, en reparación por las ofensas que recibe a diario el Sagrado Corazón de Jesús.
¡Reparad el sufrimiento del Sagrado Corazón! Sí, reparemos. Si nosotros sufrimos por la actual situación de confusión y división dentro de la Iglesia, ¡cuánto más sufrirá el Corazón de Jesús! Ayuno, penitencia, oración, comunión eucarística, adoración al Santísimo: esas son nuestras armas para el combate por la Verdad, que es Cristo. Recemos a diario el santo rosario para unirnos a María, que tiene su corazón traspasado por nuestra ingratitud, porque nuestros pecados siguen haciendo sufrir a su Hijo y Señor nuestro.
Propongo que, al menos los jueves, llenemos las Iglesias y pidamos a nuestros párrocos que nos expongan al Señor Sacramentado para poder adorarlo en una hora santa después de la Misa, en reparación por las ofensas que los herejes y apóstatas infligen al Sagrado Corazón, presente en el Santísimo Sacramento.
“Santísima Trinidad, Padre, Hijo y Espíritu Santo, te adoro profundamente y te ofrezco el Preciosísimo Cuerpo, Sangre, Alma y Divinidad de Nuestro Señor Jesucristo, presente en todos los Sagrarios del mundo, en reparación por los ultrajes, sacrilegios e indiferencias con que Él mismo es ofendido. Y por los méritos infinitos de su Sagrado Corazón y del Corazón Inmaculado de María te pido la conversión de los pobres pecadores”.
María, Madre de Dios y Madre nuestra, vencedora de todas las herejías, defiéndenos de nuestros enemigos y ampáranos ahora y en la hora de nuestra muerte. Amén.
4 comentarios
Mundo alejado de Cristo . Me lleno de alegría por leerte a ti Pedro , lleno del Espíritu de Santo . Otro valiente del Señor. Bendito Dios .
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