Los Reyes Magos nos enseñan el camino
Hay quien piensa - con buena intención, sin duda - que con leyes contra la violencia de género, manifestaciones, pancartas y minutos de silencio se puede acabar con la violencia contra las mujeres o contra los niños. El Cantar de Mio Cid, en el siglo XII - el texto literario más antiguo que conservamos en español -, ya condenaba como ruin y cobarde el maltrato contra las mujeres. Y seguimos igual o peor.
Hay quien piensa - con buna voluntad, sin duda - que las ideologías o las revoluciones pueden acabar con la corrupción política, con la explotación de seres humanos, con el paro, con las desigualdades…
¿Cómo solucionamos el problema del aborto, el del paro, el del terrorismo, el de la explotación del hombre por el hombre? ¿Cómo conseguimos que todos tengan un trabajo digno? ¿Cómo conseguimos que todos tengan una casa donde vivir? Todas las personas decentes queremos un mundo más justo, más fraterno. A todos nos repugnan la pobreza, los abusos, la violencia, la desigualdad. Todos queremos un mundo donde se respeten los derechos humanos y la dignidad de todos; un mundo donde nadie se sienta marginado ni discriminado. Todos tenemos unas ansias enormes de belleza, de bien y de verdad. Todos queremos amar y todos queremos que nos amen; que nos amen incondicionalmente, como somos: con nuestras miserias y nuestras grandezas. Todos aborrecemos el mal y todos deseamos el bien. ¿Queremos cambiar el mundo? ¿Queremos ser felices y que nuestra vida merezca la pena?
Los Reyes Magos nos enseñan el camino. El verdadero Rey no es Herodes. No serán los poderosos los que nos salven. A los Herodes de todos los tiempos sólo les interesa mantenerse en el poder como sea; mandar, dominar, enriquecerse a costa de los demás.
Los Reyes Magos llegaron al portal y adoraron a un niño recién nacido; a un niño pobre que había nacido en un establo. Ese Niño nos enseña que el camino es el Amor. Adoradlo solo a Él. El camino de los Magos es nuestro camino: un camino fatigoso, lleno de obstáculos y de peligros. Pero merece la pena. Sólo quien adora a Cristo, quien se deja transformar por su mirada, quien se da cuenta del amor inmenso que nos tiene, es luego capaz de dar la vida por amor a sus semejantes. Ese es el único camino hacia la felicidad, el único camino hacia la justicia y la paz. Sólo Él nos puede salvar. Adorémoslo sólo a Él y pidámosle la gracia de ser santos e irreprochables a sus ojos. Si queremos cambiar el mundo, adorémosle a Él y cumplamos sus mandamientos. El pecado del mundo no se suprime con leyes ni con decretos. Cristo es el único de quita el pecado del mundo. Se acabará con el asesinato de niños inocentes cuando los corazones de esas madres y de esos sanitarios se conviertan a Cristo. Se acabará con la explotación y con los abusos y con el paro cuando todos nos convirtamos y sigamos de corazón al Señor que nos enseña que el hombre no es un medio para alcanzar ningún fin, sino que toda persona es un fin en sí misma. Sólo Cristo nos puede cambiar la mirada para que veamos en el prójimo a un hermano. Quien adora a Cristo no mata, no roba, no miente. Quien adora a Cristo solo puede amar.
La revolución del Amor pasa por adorar al Niño Dios, presente en cada Sagrario, que espera que vayamos a Él. Y con Él lo podemos todo. Arrodillémonos ante Él. Postrémonos sólo ante Él. Miradlo, escuchadlo. Puede que os parezca una insensatez. Seguramente no me creeréis. Pero ese es el único secreto: tener fe y adorar a todo un Dios que viene a nosotros sin estridencias, como un niño pobre y desvalido. Y sin embargo, Todopoderoso.
No hay otro camino: conversión y adoración a Cristo, al único Dios verdadero, el Dios del Amor. Necesitamos revolucionarios del Amor, revolucionarios de la Adoración. Seamos santos. Pongámonos en camino como los Reyes Magos y no hagamos caso a los Herodes de hoy. Adoremos a Cristo y luego, amemos a cuantos nos rodean. Es fácil: nada depende de nosotros ni de nuestras fuerzas. No tenemos que tener ninguna cualidad especial ni presentar mérito alguno.Todo depende del Señor, del Rey del Universo. Todo es gracia y nos la quiere dar a nosotros como un regalo. Él lo puede todo. Cristo es quien quita el pecado del mundo, quien nos santifica. Gloria a Dios.
6 comentarios
Precisamente también por humilde, igual que lo es Jesús de Nazaret.
_______________________________________________
Pedro L. Llera
En los tiempos que corren, resulta más necesario que nunca recordar lo obvio y lo simple.
Excelente post.
Pero a la hora de la verdad hay que aterrizar en políticas concretas, partidos concretos e ideologías concretas.
Porque para acabar con el aborto y el paro alguien tiene que promulgar leyes.
Porque tanto los falangistas como los de SAiN dicen ser cristianos y llevar a Dios en su corazón.
Pero no me parecen iguales un hipotético gobierno de unos o de otros.
Y alguien puede ser muy converso y pensar que lo cristiano es acoger a los refugiados, y otro ser igualmente muy converso y pensar que hay que cerrarles las puertas (y si me apuran echar a los que ya están aquí).
Y uno puede pensar que tener un sueldo mínimo por ley es lo más justo y otro que es perjudicial para crear empleo.
Uno que la democracia sólo es un medio para llegar al poder y otro que es un sistema que debe respetarse.
Etc.
Dejar un comentario