Las redes vacías
Fue una noche dura, como tantas otras. Y el resultado era de lo más desalentador. Las redes estaban prácticamente vacías. ¿Qué hacer? Resignarse y regresar a casa. El sudor de su frente no había traído en esta ocasión el fruto merecido. Pero ese día iba a ser distinto. Alguien se le acercó y le dijo: Boga mar adentro y echa las redes.
Lo más seguro es que cualquiera que no fuera Simón pensaría: ¿y este tipo de qué va? ¿qué es lo que pretende? ¿tomarnos el pelo? Pero él dijo sí. Y volvieron al mar. Y echaron las redes. Y las redes estaban tan llenas que se rompían. Los peces apenas cabían en dos barcas. El resto de la historia ya la conocemos y el que no se la sepa, que se lea el evangelio de Lucas.