La Academia Brustenga-Torrens y sus cursos prácticos de agitación eclesial por correspondencia.

Curso rápido de agitación
Primero: Simplifique. Abróguese la representatividad del pueblo cristiano, haciéndolo pasar como un bloque, como si fuera una persona con una sola voz. Utilice como analogía la retórica comunista: el pueblo es uno y tiene una sola expresión. El partido comunista es su altavoz. Haga usted lo mismo, pero aplicado al pueblo cristiano y a su persona.
Segundo: Cree una aureola de malo en su adversario. Puede utilizar las palabras fanático o conservador, el elenco de palabras tabú con las que asociar a su enemigo es amplio. Eso siempre acompleja. Tira para atrás al contrincante, lo paraliza y te deja pasar. La sensibilidad contraria a la suya será entonces ya no cuestionada con argumentos sino simplemente enviada al gulag de la ignominia.
Tercero: asocie su pueblo a conceptos y palabras talismán en boga. Este efecto lo hará pasar por puro, por bueno. “Plural, participativo…”: valen. Utilice la carga emocional de las palabras. “De base”: un poco sobado.


Se supone que para un cargo tan importante en una diócesis se debía contar con una persona conocida por los sacerdotes y seglares de la misma, y sobre todo tener una trayectoria marcada por el contacto previo con Caritas Diocesana, o al menos por una gran sensibilidad social.
Josep Torrens. Han intentado solucionarlo. Deo gratias. En una asamblea celebrada el pasado mes de septiembre, Torrens dimitió como Presidente de Esglèsia Plural y se escogió una nueva Junta, que coordinará Salvador Sol y que, además, se halla integrada por la licenciada en teología 

burra que andaba por el medio de la vía del tren. A lo lejos se oye el pitido de una locomotora a vapor, de esas que tanto echamos de menos los que hemos vivido de pequeños al lado de una vía ferroviaria. Pero el maño y la burra ni se inmutan. Según se acerca la locomotora, el maquinista toca el pito con más insistencia. Y entonces el maño, sin volver apenas la cara, va y suelta: “Chufla, chufla, que como no te apartes tú…”