Teresa Forcades: monja feminista, abortista y mediática
En uno de mis recientes artículos comenté como nuestra televisión pública catalana (TV3), fomenta en sus espacios a todos aquellos representantes de la Iglesia díscolos con la doctrina oficial o bien los que se manifiestan en favor de la catalanidad y en contra del españolismo (léase COPE, cardenal Rouco, Conferencia Episcopal…)
Uno de los elementos más repetitivos hasta la saciedad es la religiosa benedictina Sor Teresa Forcades, abonada a los platós de televisión y que el otro día clausuró la temporada del programa de entrevistas “Singulars”. El programa definió a la religiosa como una “activista con hábito” y como “feminista", afirmaciones que fueron compartidas por Sor Forcades con las que se encuentra plenamente identificada.
Ésta religiosa es una activista contra las grandes multinacionales farmacéuticas, pero no se vayan a creer que es porque fabrican píldoras abortivas o anticonceptivos, eso no le preocupa en lo más mínimo, se trata de una cuestión economicista ya que ella cree que se enriquecen desmesuradamente a costa de los ingenuos consumidores, poniendo incluso en juego su salud. Yo también pienso de forma similar pero no creo que seamos las personas consagradas los que tengamos que dedicarnos a estos menesteres ni ocupar nuestro tiempo escribiendo libros como el que ella ha publicado “Los crímenes de las grandes compañías farmacéuticas“. Para mi los crímenes son los que se cometen abortivamente contra los indefensos niños sin nacer, algo a lo que no hace ninguna referencia la religiosa. Por cierto que lo del hábito es un decir. Porque Sor Forcades, no lleva el habitual hábito benedictino, sino simplemente una sencilla cofia y vestimenta normal, pantalones incluidos. Lo de que es monja de clausura también es otro decir, porque para muy poco por no decir casi nunca en el monasterio, siempre viajando por el mundo (ahora en Alemania), en conferencias, televisiones y demás.
Lo que más me preocupa es su feminismo, formado en la escuela de Sefa Amell (presidenta del movimiento “Dones de l’Església"). La televisión le trajo hasta una pizarra al plató para que la religiosa pudiera hacernos una clase de feminismo en directo. Por supuesto a ella le encantaría que hubiera un Papa que fuera mujer, incluso se ha dedicado a buscar a lo largo de la historia de la Iglesia todas la mujeres que ella considera “feministas", trabajo que ha publicado en su libro “La teología feminista en la historia“, pero lo peor de todo es que su feminismo le lleva a defender posturas absolutamente inaceptables.

En esta web somos simples narradores de hechos eclesiales y debemos contar las noticias como son, sin aditivos, ni colorantes. Viene ello a cuento porque a algunos ha sorprendido la presencia del obispo de Urgell, Monseñor Vives, en el acto del domingo en el Cerro de los Ángeles. Que no se equivoque nadie, el copríncipe acudió al acto en representación de la llamada Conferencia episcopal Tarraconense, que no es nada más que las reuniones de los prelados de las diócesis de las provincias eclesiásticas de Tarragona y Barcelona. Los otros prelados le comisionaron y él los representó a todos. No existe otra explicación. Además, no le tocó a Vives por ninguna gracia especial, sino porque es el secretario de aquella pseudo-conferencia episcopal.
Tras un trienio con un Plan Pastoral mal ideado, erróneamente presentado y peor ejecutado, nuestro n.s.b.a. Cardenal Arzobispo empeñose en convertir la solemnidad de Corpus en el colofón de su “fiesta pastoral”.
Las dos fórmulas que siguen como conclusión del canon no son oraciones propiamente dichas, son doxologías finales. Algo soterrado va este carácter en la primera fórmula “Per quem haec omnia” por ser ella una a modo de bendición particular de productos de la naturaleza que tenía lugar aquí.
Según la nueva edición del Diccionari de construcció patriòtica d’una Església de Catalunya, se define con el término sistaquing la práctica ejercida por los prelados trepa-llepas en las relaciones personales con sus sacerdotes diocesanos que carecen de defensas extraeclesiales, especialmente en el ámbito de su palacio episcopal o en las casas parroquiales, consistente en un trato verbal vejatorio y descalificador, acompañado de profusión de gritos, con la finalidad de amedrentarlos, humillarlos y servilizarlos.




