Obras son amores y no buenas razones: por la paridad ideológica
Ha llegado la hora de que nuestro n.s.b.a. Cardenal Arzobispo de Barcelona Monseñor Martínez Sistach demuestre que es poseedor de ese “talante tendente al diálogo y al consenso” con el que al parecer nacemos revestidos en Cataluña. Ahora Su Eminencia, en la planificación de la llamada “misión de Barcelona” debe demostrar que para planear las directrices cuenta con todos. No unos, los pocos de siempre y de su estrecha confianza, para llevar las riendas y otros para acarrear los fardos, es decir llenarle el aforo.
De entrada no podemos desdeñar el intento, caso de que este sea sincero, de emprender una acción misionera para evangelizar en nuestra diócesis de Barcelona y especialmente a los jóvenes. Y aunque entre nosotros hay algunos que creen, y es posible que no se equivoquen, que esta Misión es un señuelo para entretener al personal, no podemos obviar la posibilidad de que constituya un sincero intento por parte de nuestro Cardenal de remover a nuestra diócesis del letargo que impera y comprometernos en una tarea digna de todo empeño.
Pero el pasado miércoles el intento tuvo mal inicio y peor pronóstico. En primer lugar por la destacada ausencia de su impulsor, el mismísimo Cardenal, que trasladado a Madrid para la reunión de la Permanente, delegó la presidencia del encuentro en Mons. Carrera. Pero más allá de este particular tan revelador, hemos de detenernos en lo que allí vimos y contemplamos.
Referir en primer lugar que aunque el obispo auxiliar de Paris Mons. Nahmias nos parece un hombre prudente y cabal, no es evidentemente lo que se denomina “un gran comunicador de masas”, razón por la cual el gran protagonismo recayó, de nuevo y por enésima vez, ya que parece el perejil de todas las salsas, en Mn. Turull, que esta vez no con megáfono sino con cascos, micrófono y ordenador portátil a su alcance, nos presentó el power-point de la Misión de Paris. Realmente hermoso, reconozcámoslo: Adoraciones Eucarísticas multitudinarias, veladas serias de oración con centenares de jóvenes, veneración misionera y misional de las reliquias de Santa Teresita, conferencias de alto nivel muy concurridas, sacerdotes y frailes con signos de identidad reconocidos… Una auténtica gozada, ante la cual, el clero presente que comentaba las imágenes afirmaba: “aquí no se puede hacer, falta ambiente”.
¿Qué significa ese “falta ambiente”? Pues sencillamente que falta comunión. En Barcelona, sea en muchos laicos o en gran parte del clero, falta una auténtica y sólida comunión con el magisterio ordinario del Papa, falta sintonía con la Santa Sede. En general, andamos faltos de comunión con nuestros obispos porque estos son incapaces de animarnos en algo que realmente valga la pena poniéndose ellos en primera persona a la cabeza de cualquier proyecto.
Y nos falta seriedad. Pero, ¿como puede el Sr. Cardenal intentar que cuaje semejante proyecto proyectándolo únicamente a partir de figuras tan desmitificadas y desmitificadoras como Toni Román, allí presente con sus zapatos sin calcetines, sus tejanos y su macuto “a lo Marcelino Camacho”, o como los vicarios Bacardit y Galtés, siempre dispuestos a pasearse como protagonistas destacados del evento?
El Sr. Cardenal, ¿va a sustentar el proyecto “Misión de Barcelona” únicamente en los Cervera, Romeu y Morlans? ¿O va a contar también con nosotros, con los marginados, con los que no contamos, con los que para él no existimos?
Demuestre ahora, y no sólo a la hora de criticar a Losantos y de hacer el vacío a sus compañeros en el episcopado en el “Encuentro por la Familia y la Vida” de diciembre, que es un hombre plural y de consenso, de diálogo integrador y de equipo. Y que más allá de los “habituales” en su gabinete y de los “preferidos” de su corazón, existe tierra firme y horizontes despejados en la otra orilla.
Si cuenta con todos, la Misión será de todos, si discrimina a los que somos discriminados, dé la Misión por fracasada y acabada.
Abogamos por la desaparición de toda marginación y por la paridad ideológica en un proyecto tan importante para nuestra Archidiócesis. Y si a esto llaman “pura reacción”, caballeros: ¡háganselo mirar!
El Directorio