Ni impunidad ni inmunidad cardenalicia
Esta semana pasada el portavoz del Arzobispado de Viena, el periodista Erich Leitenberger, que durante 7 años fue redactor del diario austriaco “Die Presse” para encargarse posteriormente por espacio de dos décadas de la agencia católica de noticias “Kathpresse” y finalmente de la Oficina de Prensa vienesa, ha emitido una nota en referencia a la Eucaristía celebrada por el cardenal Schönborn en la localidad de Wolfshal.
Tras subrayar el carácter sesgado, que según el portavoz del Cardenal, tenía la grabación y la emisión por parte de Gloria TV, ha puesto todo el énfasis en aclararnos que nada de prohibido por la Ordenación General del Misal Romano fue llevado a cabo, dejando especialmente claro el hecho de que el pan usado en la celebración era pan ázimo…
Posteriormente, tras haber zurrado al mensajero (en este caso Gloria TV) pone en marcha todo el mecanismo dispensador de moralina afirmando “aquellos que se han atrevido (sic) tentados por una cobertura fragmentaria de las noticias, a presentar acusaciones contra el arzobispo de Viena, deben reconsiderar lo hecho, arrepentirse y pedir a Dios su perdón”.
No voy a entrar aquí en ninguna consideración litúrgica, que espero sea hecha algún día por nuestro carísimo compañero Dom Gregori Maria, sino de la pretendida inmunidad a las críticas de la que quieren dotar al cardenal Schönborn. Cosa muy parecida sucedió cuando hace apenas unos años en el Museo Diocesano de Viena tuvo lugar una exposición blasfema de un pretendido artista que exhibía una colección de cuadros en los que repetidamente figuraba el Señor en explicita actitud homosexual con sus discípulos: ante el aluvión de críticas y la acusación contra el máximo responsable diocesano, el Cardenal, por permitir tamaña felonía, el Sr. Leitenberger no solamente aclaró que la Diócesis no se hacía responsable del valor y la calidad de las obras expuestas sino que acusó de poco más que de mezquinos y embaucadores a todos aquellos que trataron de cargar cualquier tipo de responsabilidad sobre los hombros del Arzobispo.
Es una tónica muy general que cuando los dignatarios de la Iglesia reciben críticas por algo cometido u omitido (especialmente por parte de los sectores de mayor fidelidad a la doctrina y al magisterio) estos carguen la caballería contra los insolentes que se han atrevido a contradecir a la Ilustrísima o Eminencia en cuestión.
Le sucedía al Cardenal Martini cuando, después de meter los dedos en los ojos (o tocar lo que no suena con las manos frías) en algún sermón en su diócesis de Milán a los miembros y dirigentes de “Comunión y Liberación” (La Bestia Negra del cardenal milanés en cuestión) se dedicaba a gimotear porque estos, más que arredrarse o acobardarse le respondían con valentía y claridad en público, tal como en público habían sido los ataques.
Pues no sabéis cómo tras el gimoteo público se encendía entonces en privado el famoso “cardenal de la Paz”: enojado e iracundo, se podían oír sus gritos hasta en la “Madonnina” de la cúspide del Duomo.
Basten ambos ejemplos para describiros el estado anímico de nuestro n.s.b.a. Cardenal Martínez y las reacciones que esta semana, tras su regreso de Burgos, se han vivido en el Palacio Arzobispal.
Es cierto que en estos días, al Cardenal Sistach, se le ha juntado Roma con Santiago. Que le ha exasperado la famosa frasecita de Jiménez Losantos (que no vamos a repetir) y que por si faltaba poco el artículo de “El País” (Guerra de mitras en Internet) es para acabar de perder la serenidad. Pero la autoría y la culpa de este último no la tenemos nosotros. Que le pregunte a la “Bruixa Pixanera” (al fill de poeta) y a su inseparable amigo Marcelino de quién es la autoría. ¡Ya verá cómo empiezan a sonrojarse y en sus ojos puede ver escrita la culpabilidad!
De todas maneras no es buen recurso utilizar la munición moralizante y cargarnos el mochuelo con aquello tan recurrente del “pecado mortal en el que incurren los de Germinans”. Haciéndolo repetir a los lacayos “ad latere” que pululan por la Curia.
Eso ya no cuela, Eminencia. En esto, como en otras cosas, o jugamos todos o rompemos la baraja. Hace ya mucho tiempo que nos hartamos de “hacer el primo” en esta película.
Porque eso del “pecado mortal”, del que por cierto nunca hace referencia en homilía alguna, sino que únicamente usa como arma para inquietar nuestra conciencia, parece que sólo es válido para nosotros, los de Germinans.
No era válido para todos aquellos que durante 7 años hicieron la vida imposible al pobre Don Marcelo, por el hecho de no ser catalán, hasta que se marchó aburrido y asqueado. No ha sido válido para todos los que se dedicaron a sabotear al cardenal Carles y a calumniarle y urdir todo tipo de estrategias para amargarle la vida. Al contrario, a los protagonistas de todo aquello, usted les ha puesto la Diócesis en mano, empezando por el “niño del megáfono” el insigne Turull, pasando por los vicarios episcopales y todas las responsabilidades diocesanas.
No, Sr. Arzobispo, la Iglesia les ha hecho a ustedes Cardenales, para usar de su dignidad para mayor servicio y edificación del pueblo de Dios, no para hacerles inmunes a la verdad, ni impunes por sus acciones.
Desde Germinans seguiremos rezando por usted. Para que vea claro, para que se dé cuenta de dónde estamos todos y de qué le pide Dios en este momento histórico. Y no dejaremos de repetirle: aún esta a tiempo. Un gesto, una actitud decidida, y nos ponemos a su lado, codo con codo con usted, a luchar por levantar esta Diócesis y dar gloria a Dios con nuestras pobres vidas. Las nuestras, por supuesto.
Prudentius de Bárcino
http://www.germinansgerminabit.org
[email protected]