¡Felicidades eminencia!
Hoy se celebra el cumpleaños de n.s.b.a. cardenal Lluís Martínez Sistach, nuestro actual pastor cumple 72 años y es por ello que quiero aprovechar mi artículo de esta semana para enviarle mi humilde felicitación.
Los cumpleaños son días de celebraciones y de felicitaciones, por tanto días de alegría y emoción, pero también son un recordatorio de que el tiempo pasa inexorablemente y que nuestras vidas nunca se detienen sino que avanzan hacia su fin, que no es otro que el encuentro definitivo con nuestro Padre celestial.
En este contexto, quiero situar este cumpleaños cardenalicio. Ya han pasado cinco años desde que nuestro actual arzobispo tomara las riendas de nuestra castigada diócesis. Es bien conocido lo que pienso de este lustro, ha sido como un plan quinquenal de los de la antigua Unión Soviética, en el que el único objetivo ha sido la supervivencia personal, a costa de favorecer y no hacer enfadar a los que amargaron la existencia al pobre Don Ricardo.
La noticia de hoy es que ya sólo faltan tres años para que nuestro cardenal presente su renuncia como arzobispo de nuestra diócesis. Más o menos 1000 días para ese momento, eso sin contar que como ya ha sucedido en Sevilla (también con un cardenal), se nombre anteriormente un obispo coadjutor que amargue los últimos momentos de su pontificado.
Algunos ya tienen un amplio calendario de mil días, parecido a aquellos que teníamos en la “mili", en los que se van tachando los días que faltan para la vuelta a casa, que en este caso sería la renuncia de nuestro pastor.
La esperanza es lo último que se pierde, pero todo indica que estos tres años van a ser más de lo mismo. Los problemas de la diócesis “congelados", “encallados” “pudriéndose” a la espera de que venga el sucesor a desatascarlos. Y las prioridades pastorales alejadas completamente de las verdaderas necesidades. Y los hombres de confianza del cardenal, los mismos, los que han demostrado su ineficacia y nulidad. Hasta el mismo Zapatero ha hecho cambios significativos en su gobierno, pero en nuestra diócesis…
El cardenal Jubany, cambió en sus últimos años de gobierno, cuando decidió ser él mismo y no ser un simple títere de la “U” (Unió Sacerdotal), sí, sí, la de Brustenga. Dos motivos tenía, el primero que los aires que marcaba Juan Pablo II no coincidían con los de la “U” y segundo que debió pensar: “para lo que me queda en el convento…”
Ojalá nuestro actual cardenal hiciera lo mismo, y decidiera hacer un cambio efectivo en su forma de gobernar. Ojalá el próximo año en este mismo día, además de mi felicitación por el 73 aniversario, estuviera mi felicitación por su “nueva” forma de gobernar. O aún mejor, que no pudiera felicitarlo desde aquí, porque ésta página web ya no existiera, porque ya no tuviera ningún sentido su existencia.
Antoninus Pius