El cardenal Sistach en Sevilla hablando de la Cofradías
Bastante indignación ha creado la presencia de n.s.b.a. cardenal Martínez Sistach en Sevilla para pontificar sobre las cofradías. Sólo hace falta leer algunos artículos publicados en la blogosfera como el de Antonio Burgos en el ABC de Sevilla titulado: “Un catalán explica las cofradías”, o el artículo de Reverendo titulado “Sistach en Sevilla” en su sección “El púlpito” en Periodistadigital.
Nadie entiende como un obispo que tiene completamente olvidadas sus hermandades y cofradías, que no tiene el menor interés por ellas, que cuando las recibe lo hace con gran frialdad y les habla en catalán, sea llamado nada menos que a Sevilla para dar lecciones sobre el tema.
No es que sea muy devoto del arzobispo de Sevilla Don Carlos Amigo Vallejo, me parece otro cardenal que como al nuestro le ha tocado el capelo en la tómbola, sin duda cardenales que cuentan muy poco para Roma, a diferencia de otros como Rouco, Cañizares o el propio Carles. Pero tengo que reconocer que él no tiene nada que ver en esta movida. Creo que el arzobispo hispalense tiene un mínimo de cabeza como para no caer en semejante tomadura de pelo.
Nuestro cardenal Sistach no ha sido invitado por el arzobispo de Sevilla sino por el director del Departamento de Ciencias Jurídicas Básicas de la Universidad de Sevilla, José María Ribas Alba, y se celebró en el recinto de dicha universidad. Además la conferencia trató aspectos pastorales y jurídicos de las cofradías, no en vano la charla se inscribía en el homenaje al profesor de Derecho Canónico de la Universidad Alberto Ribelot fallecido en el año 2007 con tan sólo 45 años.
A mí no me ha indignado esta conferencia, pero sí me ha servido para confirmar tres consideraciones sobre nuestro arzobispo:
1.- Lo cómodo que se siente nuestro cardenal en los actos civiles a los que es invitado con frecuencia. En Cataluña es conocida su afición por participar en radios y televisiones del tripartito gubernamental o próximas a ellos. En Madrid se sintió muy orgulloso de participar el mes de abril en el Club Siglo XXI, en Barcelona también lo hace en círculos económicos, empresariales y jurídicos. Es como si sabiendo su poco peso y consideración en el ámbito eclesiástico (comparen lo poco que es llamado para actos de altura de la Iglesia), aprovecha el filón de ser considerado como un obispo “abierto y tolerante”, para moverse como pez en el agua en ambientes civiles, incluyendo aquellos que mantienen una postura crítica y burlesca con la Iglesia.
2.-Nunca he dudado de las capacidades jurídicas y canónicas de nuestro cardenal. Es un experto en el tema, y esto es algo reconocido mundialmente incluso hasta el punto de tener candidatura para presidir la Signatura Apostólica, cargo que finalmente cayó en manos de monseñor Burke, algo muy bueno para la Iglesia Universal y malo para la Iglesia de Barcelona. Pero ese es también uno de sus principales defectos, que es un hombre jurídico y canónico en todo, nada pastoral. Mucha teoría y muy poca práctica. Un hombre de despacho que sólo mira que las cosas cuadren en la teoría, aunque luego la realidad sea un verdadero desastre. Como ejemplo de ello su famoso plan pastoral, que en teoría está muy bien y todo cuadra, pero a la hora de la verdad nadie lo toma en consideración ni sirve realmente para nada a la hora de dinamizar la diócesis.
3.-La afición que le está dando últimamente a nuestro cardenal por viajar, parece que le encanta estar más afuera que a dentro. El verano pasado no paró de continente en continente y la muerte del obispo Carrera le sorprendió en Méjico. Se apunta a cualquier propuesta que le sirva para moverse por cualquier punto de la geografía universal. Creo que es un reconocimiento no explicito que en Barcelona las cosas no van bien, que hay muchos problemas sin resolver y que la diócesis, a pesar de su última carta pastoral, por cierto flojita flojita, vive en la desilusión y falta de esperanza y no sólo por los sectores más conservadores sino también por los progresistas que públicamente callan para no darnos la razón, pero privadamente muestran su poca confianza en el cardenal y en su política eclesial. En esa tesitura es normal que al hombre le guste respirar aire puro y viajar a sitios donde reconozcan su valía, aunque no sean eclesiásticos.
Antoninus Pius
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