El cardenal Sistach en la "catedral" del Maresme
Manuel Cuyàs, un antiguo pedidor sin éxito de gracias a los socialistas (pues el PSC no quiere gente que piense autónomamente) y luego convertido en biógrafo de Jordi Pujol, en contertuliano de Radio y TV y en persona cada vez mas respetuosa con lo católico, escribía con ironía en el suplemento dedicado a la fiesta de las Santas de Mataró en El Punt Diari, julio 2009, p. 4, lo siguiente:
El uso de la catedral del Maresme
Fue el cardenal de Barcelona, Lluís Martínez Sistach, quien en una entrevista que le hice unos meses para [la revista] Presència quien me definió la basílica de Santa Maria de Mataró con esta expresión bonita y acertada: la catedral del Maresme. Por sus dimensiones, por su historia que sus bóvedas y fundamentos cargan, por los tesoros que guarda i por la influencia que ha proyectado sobre la ciudad y los pueblos de su alrededor, se la puede cualificar muy bien así.
Lo que pasa es que una catedral sin obispo es como una capital de provincia sin delegado o subdelegado del Gobierno y –como antes había- sin una sucursal del Banco de España. Si no hay obispo no hay catedral y si no hay catedral las ventajas y los recursos económicos –aquí vamos- son muy inferiores. El día 27 por la mañana, día de las Santas, en el interior de nuestra particular catedral se volverá a interpretar la misa de las Santas. Los fieles que se aproximen comprobaran otra vez cuantas reformas urgentes el templo querría y volverán a escuchar como el párroco, mossèn Joan Barat, suplica al final del oficio un gesto económico de los reunidos. El año pasado mossèn Barat cubrió la Caja de Ahorros Laietana de grandes elogios por el dinero que había donado para el mantenimiento de las obras del templo. Desde ese momento hacia acá las instituciones financieras no son lo que eran ni son tan generosas. ¿Tendremos que sufrir? Se ve que por este lado no porque la Caja Laietana es fuerte. Confiamos en ello.
Pero bien, ya tenemos el dinero de los feligreses, el de la Laietana y el que puedan donar las instituciones. ¿Es suficiente para mantener la catedral del Maresme? Parece que no. Si fuera una catedral románica o gótica, aún. El románico y el gótico gustan, están siempre de moda. El barroco de Santa Maria y en general no lo estan nunca.
Tampoco son épocas de ir a Misa. Santa Maria solo se llena por las Santas. Los otros días, las ceremonias religiosas se celebran en [la capilla de] el Sacramento o en las capillas laterales, y aún sobra espacio. Los mataronenses que son los que acabaran pagando, ¿consideran una prioridad la restauración de Santa Maria como un centro de culto?
¿Qué tenemos que hacer de Santa Maria, restaurada o por restaurar? ¿Una sala de conciertos? ¿Un museo que explique la propia historia, que es como decir la historia de Mataró? Siempre acabamos pensando en auditorios y museos. El Museo Archivo de Santa Maria saldría ganando. La capilla de los Dolores ya es, bien mirado, un museo. Durante la guerra la nave central ya fue un mercado con intenciones sacrílegas. En época de paz, tregua y negociación, seria un disparate alguna transacción comercial? ¿Y un centro ecuménico de culto?
A lo mejor tendríamos que comenzar a pensar el ello.
El pasado sábado Germinans se trasladaba a la catedral para cubrir la toma de la canonjía de Turull en directo. El lunes siguiente se acercaba a la “catedral” del Maresme, la basílica de Santa Maria de Mataró, donde se celebraba la tradicional Missa de les Santes, presidida este año por nuestro no suficientemente bien amado Lluís cardenal Martínez.
Para los que nunca hayan participado de esta Misa hay que informarles que se trata del Oficio de Fiesta Mayor, pues las Santas Juliana y Semproniana, cuya memoria se celebra el día 27 de julio junto a la de Sant Cugat con quien fueron martirizadas en el año 304, son las patronas de Mataró.
Se trata de una Misa de unas dos horas y media de duración donde se interpreta desde 1848 la Missa de Glòria de Mn. Manuel Blanch. Solo la interpretación del Gloria dura mas de 30 minutos. La amplia iglesia de Santa Maria se llena a rebosar al ser el oficio religioso el de la Fiesta Mayor y el tener una partitura propia y tradicional (declarada patrimonio cultural) que se interpreta por una orquestra de unos veinte músicos profesionales y un espectacular coro de mas de 100 voluntarios que ensayan durante las semanas previas. Todo el consistorio municipal y la directiva de la Caja de Ahorros Laietana asisten en pleno, a ellas se añaden las autoridades invitadas, este año el presidente del Parlament Ernest Benach y la consejera de sanidad Marina Geli. Gigantes y cabezudos y todas las comparsas acompañan a las autoridades civiles hasta el oficio y los esperan a la puerta mayor basilical hasta el final del oficio para regresar, acompañarlas, al Ayuntamiento. “Una festassa de ca l’ample” (una fiesta de aquí te espero) para el Mataró de toda la vida. No es de extrañar que la Missa de les Santes congregue a vecindario que reside fuera de la ciudad durante el resto del año, a peregrinos devotos o a simples visitantes curiosos procedentes de otros rincones del Principado. Allí estábamos.
El cardenal Sistach no podría perderse semejante convocatoria de público, tan necesitado como está que alguien le haga la corte (o solamente caso). Su entrada ya empezó mal. Una vez la larga comitiva de las autoridades civiles vestidas de gala llegó a los pies del presbiterio, nuestro cardenal se abalanzó para saludarlas mostrando un frenesí un tanto impropio de su cargo, como el de aquellas jóvenes adolescentes que se lanzan a la busca de un autógrafo de los jugadores del Barça a la salida de los entrenos. Solo le faltó pedir hacerse una foto junto a la centrocampista Geli o al portero Benach. A lo mejor las colecciona firmadas.
Semejante muestra de baboseo puede ser una acción refleja de agradecimiento pues no hay que olvidar que sin la intervención de la autoridad civil, en su caso el pujolismo, difícilmente hubiera desbancado a Manuel Ureña en su acceso a la cátedra de Sant Pacià y Sant Oleguer. Puede que un acto de autoreconocimento tipo: ¡Mira, mira¡ ¡elis, elis!, ¡soy como ellos, una autoridad! ¡y vosotros que tanto me criticáis nooo, pam i pipa¡
En todo caso fue la continuidad de esa especie de tic, mezcla de mayorette que va por libre y reina madre de Inglaterra, que va en aumento de un cierto tiempo a esta parte y que ya observamos en la catedral en la toma de hábitos canongiles de Turull del sábado pasado.
El segundo momento estelar fue la homilía, centrada en el discernimiento. Muy bonito todo, como discurso. Pero como el plan pastoral, a la hora de concretar nada de nada. Puso el cassette y hasta que se acabó. Los nombramientos diocesanos los debe hacer la señora “de fer feines” porque a la vista están los resultados de tal discernimiento.
El momento estrella vino en el momento de acompañar las reliquias de las Santas en procesión por el interior de la nave de la Iglesia acabada la Misa hasta la plaza. Una vez el águila bailó delante de la urna procesional, todos los formalismos de disolvieron. Llegó aquel momento informal que los del lugar tienen para saludar al clero que hace tiempo que no ven. El vacio mas absoluto rodeó entonces a nuestro cardenal en estos momentos de caos popular inofensivo y latino donde el mindundi y las dignidades comparten baldosa. Nadie le abordó para saludarlo afectuosamente. Nadie se acercó para “esbroncarlo”. Nada. “Ni fred ni calor”.
En tiempos del cardenal Carles la tensión era viva. Unos se abalanzaban sobre él para darle apoyo pues reconocían a su amado obispo. Otros se solidarizaban con Don Ricard Maria tan atacado en aquella campaña orquestada de acoso y derribo contra su persona. Sus enemigos le hacían el vacio manifiesto y cortante, todo bien visible. Pura vida.
Volviendo solo hacia el interior del templo, cuando todo el mundo compartía saludos, encajadas de mano y chascarrillos, nuestro prelado Sistach topó con un chico negro rastafari, delgado de tanto reaggy, con pantalón corto con un estampado de camuflaje militar, mas perdido que un pingüino en medio de la patum de Berga. El rasta le solucionó la papeleta al cardenal pues nadie se preocupó por dirigirse hacia el obispo. Después de una conversación un tanto surrealista con el africano abordado por el cardenal, Sistach entró en el interior de la basílica. Fue entonces cuando la radio local le pidió unas palabras, que él, con gusto, aceptó. Pero no de pie y en el acto, sino que le dijeron que se tenia que esperar sentado hasta que le tocara su turno. Nuestro cardenal, revestido con casulla, llevando palio arzobispal y solideo rojo, sentado sobre una silla de madera, plegable, d’“envelat”, tuvo que esperar turno en un rincón mientras la periodista en una mesa iba explicando la jornada por el micro. Solo, revestido y sin decir a la Radio que se esperara un momento que aprovecharía para ir a la sacristía para desvestirse y ponerse la vestimenta de calle, y que de regreso (unos metros) podría atenderles gustosamente. No se si fue un ataque repentino de apetito de micrófono o una incontenible necesidad de tener alguien que le hiciera caso.
Que no se engañe el cardenal, estaba solo y perdido en medio de la multitud, mas atenta al baile de los gigantes y cabezudos que a su persona. Que vaya con cuidado porque si no cambia va acabar convertido en una atracción de circo como Toro Sentado en el Show de Buffalo Bill.
El Directorio de Mayo Floreal