Lérida, ¿cismática? (III)
“No son las riquezas las que nos preservan de los mil temores que ensombrecen nuestra vida, sino la aflicción…No es la miseria lo que verdaderamente causa la aflicción, sino la avaricia.” (Epícteto)
Lérida es experta en pleitos patrimoniales y en desobecer a la Santa Sede. El asunto de los 113 bienes de las parroquias aragonesas que se niega a devolver no es el primero, ni será el último; hay muchos más bienes propiedad de pequeñas y humildes comunidades cristianas aragonesas en manos del Obispado ilerdense y de alguna otra institución catalana. Era lo poco que les quedaba de valor tras sucesivos despojos padecidos desde tiempo atrás, y que habían dejado en depósito, aconsejados por la propia Iglesia, en la entonces cabeza de su diócesis, Lérida.
Es inevitable recordar a David, que disponiendo de abundantes bienes y de mujeres, arrebató a Urías la única que tenía.
El caso de Mons Ciuraneta no es el primero. Su predecesor en la sede ilerdense, Pedro Antón Serra (1621 a 1632), expolió las reliquias de San Valero de su sepulcro en la catedral de la entonces diócesis de Roda de Isábena (Huesca). El saqueador Obispo Antón, conminado reiteradamente por las autoridades de Roma para que devolviese los restos del Santo, desobedeció. Fue procesado, excomulgado y suspendido a divinis.