[DE] Capítulo 35: El baptisterio
Baptisterio longobardo en Sta Maria Maggiore de Lomello (Pavía) |
Dadas las especiales exigencias prácticas requeridas para la administración del bautismo, podemos creer que la disposición de un lugar adaptado, distinto de la iglesia propiamente dicha, debió en buena hora ser objeto de las solicitudes de todas las comunidades. No era difícil, por lo demás, encontrar en las casas patricias adaptadas para iglesia doméstica, un ambiente propicio: por ejemplo, la sala del baño, el impluvium del atrio o el gineceo. Un texto de Plinio el Joven alude a ello, reclamando también el término baptísteríum, que después entrará en el lenguaje eclesiástico: cella frigidaria in qua baptisterium amplium et opacum est (1). San Justino también alude expresamente cuando, a propósito del catecúmeno, escribe: "Después lo conducimos allí, donde hay agua." Y poco tiempo después, Tertuliano atestigua lo mismo para África: Denique ut a baptismate ingredíar, aquam adíturi, ibídem, sed aliquando prius, in ecclesia, sub antistitis manu contestamur (2).
Baptisterio de Santa Maria de Egara |
En la basílica de Santa María de Egara (Terrassa) se conserva el baptisterio, encontrado en las excavaciones realizadas en el año 1947, en el interior de la nave cerca del transepto sur. Era una piscina bautismal de inmersión, de planta cuadrada cubierta con un baldaquín y que se encontraba en un edificio aislado de la basílica y de planta octogonal. Su descubrimiento ha sido un verdadero hallazgo, puesto que es el único baptisterio de estas características que podemos encontrar en la península. Sobre esta basílica se construyó la gran catedral de Egara. Para realizar esta construcción de tres naves, separadas por arcos apoyados en columnas, se destruyó la piscina bautismal y se construyó un nuevo pavimento. A los pies de la iglesia se construye una estancia, separada del templo, donde se ubica la nueva piscina bautismal. En las últimas obras de restauración se descubrió este espacio, situado en la vicaría.
En los siglos IV y V, los baptisterios surgen junto a las grandes basílicas y según las sedes episcopales, en dimensiones más o menos vastas. El de Constantinopla, por ejemplo, acogió el concilio que condenó por primera vez la herejía de Eutiques, y San Juan Crisóstomo convocó en el 403 el grupo de cuarenta obispos seguidores suyos. Los baptisterios tenían preferentemente forma circular u octogonal, reminiscencia, según algunos, de los ninfeos paganos; o, mejor, expresión de un vetusto simbolismo cristiano, y se distinguen por una rica decoración simbólica alusiva a los misterios del bautismo. Queda un espléndido ejemplo en el baptisterio de los ortodoxos, en Rávena (s.VI). Para expresar sensiblemente el concepto místico, que está en la base del sacramento, ya también enunciado por San Pablo, se descendía, mediante algunas escaleras, a la piscina sagrada, que por esto estaba excavada por debajo del plano del pavimento y rodeada por un parapeto octógono. De éste se levantaban columnas o antenas de arquitrabe, que sostenían las cortinas necesarias para salvaguardar la decencia de los dos sexos en el acto del bautismo. El agua afluía a la pila por conductos o era llevada por medio de cubos, o en casas particulares caía de lo alto por medio de surtidores, como resulta de la descripción de la fuente de San Esteban, de Milán, que nos ha dejado Ennodio de Pavía.
Baptisterio de S. Frediano (Lucca) |
El principio de la separación del baptisterio de la iglesia perduró en Occidente según el sistema adoptado en el bautismo. En las iglesias de más allá de los Alpes, quizá por las condiciones más rígidas del clima, comenzado el siglo IX, el bautismo por infusión substituyó poco a poco al de inmersión, mientras en Italia éste se mantuvo durante mucho más tiempo. Consecuentemente, vemos que las pequeñas conchas bautismales en los siglos IX-X entran a formar parte del ajuar interno de las iglesias del norte de Europa. En Italia, por el contrario, todavía en el siglo XII y XIII, las grandes catedrales de Génova, Pisa, Lucca, Parma, Florencia, Piacenza, Padua, Siena, Pistoya y otras menores, construyen en edificio aparte sus grandes baptisterios, dotados de piscinas monumentales y adornados en las paredes de maravillosos ciclos pictóricos.
Los baptisterios medievales de las iglesias urbanas todavía existentes no son muchos y no se remontan más allá del siglo XI. Los más antiguos, que debían de servir para el bautismo de inmersión, todavía en uso para los niños, tienen la forma de bañera circular, más raramente octogonal; en el interior, muy ancha y profunda; en el exterior, raramente redonda, más frecuentemente cuadrada, rodeada en los ángulos por columnitas con base cuadrangular. En la parte externa llevan esculpidas decoraciones geométricas o figuras simbólicas acompañadas frecuentemente de inscripciones. Los baptisterios de fecha superior al siglo XIII presentan generalmente una concavidad hemisférica menos ancha y profunda, consecuencia del abandono hecho ya general del bautismo por inmersión; reposa generalmente sobre un tronco estilizado en las formas ojivales o clásicas, que apoya con ancha base sobre el pavimento. Pero no faltan bañeras de tipo octogonal, como la de la catedral de Orvieto; más aún, en Italia fueron preferidas por los artistas del Renacimiento; son magníficos ejemplares los baptisterios de la catedral de Florencia y de Cerreto Guidi. El interior de la bañera estaba frecuentemente dividido en dos secciones: en una se conservaba el agua bautismal; en la otra se recogía el agua que caía de la cabeza del bautizado.
Plano baptisterio Letrán |
Baptisterio de Pisa |
Entre los baptisterios antiguos llegados hasta nosotros, el primero, desde el punto de vista litúrgico, es el de la iglesia de Roma anejo a la basílica lateranense. Fue erigido por el papa Sixto III (432-440) sobre el lugar donde desde el tiempo de Constantino Magno existía un baptisterio de planta circular; se conserva todavía en sus construcciones primitivas, no obstante la total expoliación de los muebles preciosos que en un tiempo lo enriquecían. Está precedido de un atrio o pórtico, llamado de San Venancio, cerrado a derecha y a izquierda por dos ábsides, de los cuales el primero muestra todavía el antiguo mosaico representando la viña de Dios, sembrada de cruces de oro. Del pórtico se entra en el baptisterio octogonal, cuyo centro está ocupado por la amplia piscina de pórfido, también octogonal, a la cual se descendía mediante gradas. Ocho gruesas columnas de pórfido sostienen la parte superior del edificio, que en un principio terminaba con cúpula sobre la piscina y con bóveda circular sobre los lados. Sobre la viga marmórea se lee todavía la inscripción en versos puesta por el papa Sixto, eco quizá de las controversias gelasianas de su tiempo. Comienza así:
Gens sacranda polis hic semine nascitur almo, quam fecundatis Spiritus edit aquis (3).
Enfrente de la entrada, una puerta llevaba al oratorio de la Santa Cruz, construido por el papa Hilario (+ 468), donde el pontífice solía administrar la confirmación a los neófitos. A derecha e izquierda del baptisterio se abrían otros dos oratorios, levantados también por el papa Hilario, y todavía existentes, dedicados, el uno, a San Juan Bautista; el otro, a San Juan Evangelista. En el centro de la piscina se levantaba un gran candelabro de pórfido, que tenía en la extremidad un vaso de oro lleno de óleo de bálsamo, en el cual ardían mechas, dando luz y perfume. Alrededor de la piscina había dos estatuas: de Cristo y del Bautista, teniendo en medio un cordero de oro con la inscripción Ecce agnus Dei, ecce qui tollit peccata mundi (4). A los pies del cordero salía el chorro principal de agua; siete cabezas de ciervos dispuestas a los lados lanzaban al mismo tiempo sus chorros.
La consagración del baptisterio tuvo lugar el 29 de junio; la fecha es referida en el Martirologio jeronimiano con el nombre de dedicación del antiguo baptisterio de Roma. Otros importantes baptisterios antiguos en Italia se encuentran en Albenga (s.V); en Nócera, junto a Salerno (s.VI); en Rávena, San Juan in Ponte, riquísimo de mosaicos (s.VI); en Parenzo, en Istria (s.V) y en Cividale del Friuli, en forma de ciborio (s.VIII).
Baptisterio del Duomo de Cremona |
El Ritual romano respecto al baptisterio sanciona: Baptisterium sit decenti (ecclesiae) loco et (decenti) forma materiaque solida et quae aquam bene contineat, decenter ornatum et cancellis circumseptum, sera et clave muniíum atque ita obseratum, ut pulvis vel aliae sordes intro non penetrent, in eoque, ubi commode fieri potest, depingatur imago S. loannis Christum baptizantis (5).
Tales prescripciones responden a la tradición litúrgica, que prefería colocar el baptisterio junto a la puerta de la iglesia, en una capilla de la parte norte. Para guardar el baptisterio, las concavidades bautismales tuvieron siempre una cobertura de madera o de metal, ya plana, ya piramidal o en forma de baldaquino, con frescos e inscripciones, y más frecuentemente la figuración del bautismo de Cristo y del Cordero estauróforo. Antiguamente era uso común el poner sobre la fuente el símbolo de la paloma, que recordaba al Espíritu Santo, aparecido bajo esta forma en el bautismo de Cristo y místicamente presente para fecundar las aguas de la sagrada fuente. Se lee en el Líber pontificalis que el papa Hilario (+ 468) regaló una al baptisterio lateranense: columbam auream, pensantem libras duas (6); y en el 518, el clero de Antioquía acusó al herético Severo el haber robado las palomas de oro y de plata, que tenían la forma del Espíritu Santo, suspendidas sobre los sagrados lavatorios y altares. Muchos sínodos medievales recordaban también el poner sobre la fuente un revestimiento o conopeo de seda blanca o purpúrea. El Ritual no dice nada, pero la costumbre se mantiene todavía en algunas iglesias.
NOTAS
- La sala del baño frío, en la que hay un baptisterio amplio y opaco.
- Finalmente para entrar al bautismo hemos de añadir agua ahí mismo, pero un poco antes, en la iglesia, comprobamos bajo la mano del pontífice.
- Gente que ha de ser consagrada nace de la semilla creadora, a la que da a luz el Espíritu fecundando las aguas.
- He aquí el Cordero de Dios, he aquí el que carga con los pecados del mundo.
Esté el baptisterio en un lugar noble (de la iglesia), y hecho de material noble y de forma elegante, tal que contenga bien el agua, adornado dignamente y rodeado de cancelas, dotadas de cerradura y llave, y de tal modo cubierto, que no penetren dentro ni el polvo ni cualquier otra suciedad. Y en él, donde pueda hacerse con espacio suficiente, píntese la imagen de San Juan bautizando a Cristo.
Dom Gregori Maria