Los equilibrios de Vives
Se sorprenden muchos lectores del resquemor que nos produce la persona de Monseñor Vives Sicilia. Un prelado tan ortodoxo, nos dicen algunos. Un obispo tan encantador, nos manifiestan otros. Se asombran también los seguidores que tenemos en la diócesis de Urgel, donde jamás le han tenido por progresista. Es más, aunque su territorio sea una balsa de aceite -mayormente por su despoblación- si alguna oposición ha hallado procede del lado más heterodoxo. Es cierto que en el ámbito vaticano, en la conferencia episcopal o en su páramo diocesano, el arzobispo-obispo hace gala de una rectitud doctrinal y pastoral intachables. A veces simples mohines, porque Vives es tributario de un pasado. De un pasado barcelonés, firmante de manifiestos, miembro del "Forum Home i evangeli", muy progre rector del seminario, persona clave en el desmantelamiento de lo que es hoy en día la diócesis de Sant Feliu de Llobregat. ¿Cómo sería el nuevo Vives en Barcelona?
Un equilibrista. Lo está siendo ya. De ahí su conversión a la ortodoxia doctrinal y pastoral. Su último número funambulista ha tenido lugar este fin de semana en Montserrat. Se celebraba la conmemoración de los 25 años del documento "Arrels cristianes de Catalunya". El sector nacionalista ha tomado aquel escrito como estandarte, a pesar de que, cual ya puse de manifiesto en mi artículo del pasado 3/8/2010, es un texto meramente autonomista e inadmisible, a día de hoy, por los sectores más laicistas de nuestra sociedad. Claro que, para eso, se debían haber leído el documento y muchos hablan de oídas. A lo que iba: se celebró la efemérides en el cenobio benedictino y el único obispo que asistió fue el de La Seu d’Urgell. Ni los arzobispos de Barcelona ni de Tarragona ni tan siquiera el prelado de Sant Feliu de Llobregat (en cuya demarcación se halla enclavada la abadía), que delegó en su vicario episcopal Jaume Berdoy. Una representación francamente raquítica. Además, Vives no iba a título personal, sino como secretario de la conferencia episcopal tarraconense. Y allí apareció el obispo malabarista en su esplendor. Primero, porque con su presencia conservaba incólume el prestigio catalanista, pero, a la vez, no se iba a comportar de manera desleal con sus compañeros abstencionistas. Así cuando un maleducado Joan Rigol (que lo tenga en cuenta Sistach, que tanto se junta con él) dijo textualmente: " respetando excepciones claras, como alguna presente aquí, el episcopado catalán se ha convertido en muy dócil"; Vives saltó y remarcó: " No es fácil tener una palabra libre y profética, que a la vez crea unidad entre todos los cristianos que viven en Cataluña, sino que lo pregunten al Parlamento". No se trata de un terrible varapalo, pero los que conocemos la florentina política de gestos eclesiásticos, podemos comprender fácilmente que tanto la ausencia de obispos, como la matización de Vives desagradaron al sector nacionalista, que se ha quedado con el único asidero del Abad de Montserrat.
Está claro que corren otros tiempos en la iglesia en Cataluña. Hace 25 años habrían sido impensables unas declaraciones como las del obispo Novell, en las que niega la existencia de una iglesia catalana o se niega a declararse catalanista. ¡Si Deig levantase la cabeza! Por idénticas manifestaciones, hace unos diez años anatemizaron al obispo de Vic y todavía no se lo han perdonado. Las preocupaciones del episcopado catalán van por otros derroteros, que tienen mucho más que ver con la fe y la realidad pastoral del pueblo creyente.
Pero Vives sigue jugando a dos barajas; teniendo un pie en cada acera, con el evidente riesgo de descoyuntamiento que ello produce. Siempre mantendrá una puerta abierta al nacionalismo, al igual que jamás cerrará la cancela a la ortodoxia. La sucesión de Sistach está en juego. Ya desde la diócesis de Urgel se está haciendo correr el rumor de que se nombraría a Vives como coadjutor de Barcelona. Pero no son más que bulos interesados. También nos llegan otros de la designación de un auxiliar de Tarragona, que preparase la salida de Pujol Balcells hacia la Ciudad Condal. Maniobras de distracción como estas vamos a tener un sinfín en los próximos años. O el Nuncio prepara bien la sucesión en Barcelona o esto se puede convertir en un polvorín. Queda más de un año para que Sistach cumpla 75 años, más las prórrogas o demoras subsiguientes. Y ya todos están preparados en la rampa de salida. Incluido Sistach, que también quiere tener baza en su sucesión o el muy poderoso Cañizares, que últimamente está obteniendo notable influjo en los nombramientos episcopales y que mantiene muy buenas migas con el co-príncipe. Puede resultar un proceso inaguantable. A ver si impera la cordura.
Oriolt