La Sagrada Familia, emblema de la Nueva Evangelización
Tan pronto como conocimos esta noticia, tuvimos urgencia de releer la homilía de Benedicto XVI en la misa de la Dedicación del templo, por si contuviese ya alguna clave que nos condujese a esta felicísima dedicación: convertir a la Sagrada Familia en el emblema de la Nueva Evangelización. Para nosotros era evidente que esa decisión venía de lejos.
A mediados de febrero de 2010 el cardenal Sistach anunciaba la posibilidad de que el Papa viniese a Barcelona a consagrar el templo, y lo consagraba efectivamente el 7 de noviembre. El 28 de junio (cuatro meses antes de la dedicación de la Sagrada Familia) el Santo Padre anunciaba la creación del Dicasterio para la Nueva Evangelización, cuyo principal objetivo es restaurar la fe en países de tradición católica (como es el caso de España, donde Barcelona es la ciudad que más se significa en el laicismo anticatólico).
Y he ahí la feliz coincidencia de que sea en España, de la que tuvo que Recordar Benedicto XVI “ el laicismo… como en los años 30 ”, y justo en la ciudad de Barcelona, donde tienen especial significación las palabras del Papa; he ahí que sea justo en Barcelona, donde se encuentra el símbolo más espectacular de que la Iglesia está en perfectas condiciones de empezar la andadura de su tercer milenio en un formato de la más exigente modernidad y sin alterar ni un ápice su mensaje. Precisamente en esta ciudad de España está el templo de la Sagrada Familia, ese emblema de la fe y de la modernidad perfectamente conjugadas, que habla por sí mismo: y lo hace con una elocuencia insuperable.
El Vaticano, que no funciona a golpe de ocurrencias, a los dos meses justos de la dedicación del templo, anuncia que éste será el emblema de la Nueva Evangelización. Está claro que ese anuncio no es una feliz ocurrencia del presidente del Instituto Pontificio recién creado al efecto. El Vaticano necesita más de dos meses para tomar una decisión cuyas repercusiones son de muy largo alcance. Nuestra intuición nos dice que en el momento de la dedicación del templo, esa decisión ya estaba madurándose, si no es que estaba ya tomada.
Es posible incluso que cuando llegó Sistach al Vaticano tan oportunamente (de la mano de Cañizares, con mando en la curia vaticana, no lo echemos en olvido), el sueño de la Nueva Evangelización en que el Papa ha puesto todo su empeño, estuviese avanzando ya en forma de proyecto; y que éste, o incluso el mismo sueño, estuviese presidido ya por su emblema: la Sagrada Familia. Un emblema potentísimo tanto de fe como de modernidad.
La Nueva Evangelización es la coronación del pontificado de Benedicto XVI: empresa comparable a las cruzadas y a los concilios. Benedicto XVI (o Joseph Ratzinger, como gustan de llamarlo los laicistas) es el indiscutible líder moral de Occidente. Es el que con mayor determinación está defendiendo el legado cultural de nuestra civilización, inseparable del legado de fe que defiende como padre espiritual (el Santo Padre) de los católicos.
Por eso, por la enorme trascendencia de la magna empresa que ha emprendido el Papa (la Evangelización fue una empresa de siglos, en la que se enrolaron las mentes más preclaras y las mejores conciencias de la humanidad), la porción de Iglesia que estamos en el entorno de la Sagrada Familia, manifestamos nuestra inmensa alegría porque haya sido elegido este grandioso monumento de Naturaleza, Fe y Razón, como emblema de la Nueva Evangelización.
Nos llena de alegría la elección de este gran símbolo de vigencia y modernidad de la fe providencialmente situado en Barcelona, porque esta localización geográfica será determinante para que nuestra ciudad ocupe un lugar destacado en el programa de esta magna empresa. Sospechamos incluso que no debe ser ajeno a las intenciones del Papa, que la evangelización de Barcelona se convierta en el prototipo del nuevo estilo de la Iglesia en la transmisión de la fe y preservación de la moral, de manera que no sólo el gran monumento arquitectónico de Gaudí, sino también la bellísima obra de una Iglesia renovada en Barcelona, constituyan el emblema más fiel de la Nueva Evangelización.
Por eso hoy se convierte en una necesidad repasar las palabras del Papa en la homilía de la consagración de la Sagrada Familia. A pesar de estar sembrado el discurso de frases sublimes, el pensamiento que para nosotros constituye la clave del arco de esta elección de la monumental templo como símbolo de la Nueva Evangelización, es éste, que prácticamente preside el discurso, inmediatamente después de los prolegómenos: “ La alegría que siento de poder presidir esta ceremonia, se ha visto incrementada cuando he sabido que este templo, desde sus orígenes, ha estado muy vinculado a la figura de san José . Me ha conmovido especialmente la seguridad con la que Gaudí, ante las innumerables dificultades que tuvo que afrontar, exclamaba lleno de confianza en la divina Providencia: “ San José acabará el templo ”. Por eso ahora no deja de ser significativo que sea dedicado por un Papa cuyo nombre de pila es José .
A Benedicto XVI le ha impresionado profundamente la “profecía” de Gaudí, que diseñó un templo cuya alma era la fe; y que si hubiese quedado sin culto, tal como pretende el laicismo de esta ciudad, hubiese sido un bello cadáver sin alma y sin vida. Por eso se impresiona el Papa al verse él dando alma y vida a ese bellísimo cuerpo. Por eso cree que el hecho de que un Papa llamado José le insufle a esa “inmensa mole de materia” , como dice él mismo en su homilía, el alma y la vida que le son propios, forma parte del cumplimiento del sueño de Gaudí: para quien una Sagrada Familia que no hubiese sido un faro de la fe y un gran centro de culto, hubiese sido obra muerta, como un cuerpo sin alma.
El Directorio de Mayo Floreal
de Germinans Germinabit