Anécdotas de verano (II) No hay libros en castellano
Mi segunda anécdota corresponde a otra parroquia en la que fui a hacer una suplencia en este verano en una misa diaria. En esta ocasión tuve la agradable sorpresa de encontrarme con una sacristana andaluza muy simpática y resalada. Rápidamente conectamos y nos echamos unas risas antes de iniciarse la celebración.
Le pregunto si alguien leía las lecturas y la sacristana me contesta que estos días de vacaciones, las lectoras habituales están de vacaciones por lo que las lecturas las tiene que hacer todas el sacerdote. Pregunto extrañado si nadie de los asistentes es capaz de leer la Palabra de Dios, a lo que ella me responde que por supuesto que muchas leerían pero en castellano. Le digo que por mi parte no hay ningún problema, que saquen los libros de las lecturas en castellano y que el Evangelio y el resto de la misa ya lo haré en catalán.
Es entonces cuando me llevo una sorpresa morrocotuda, cuando me dice que NO HAY LIBROS EN CASTELLANO, que habían habido unos muy antiguos, pero que se tiraron y no se compraron de nuevos y como en esa parroquia todo se hace en catalán (a pesar de que me dijo que mayoritariamente los asistentes eran de habla castellana), pues que nunca se habían necesitado.
Total que tuve que leer todas las lecturas en catalán, eso sí me comprometí con la sacristana que si otra vez volvía a esa parroquia me llevaría un libro de lecturas en castellano o unas fotocopias. Ella quedó encantada y me señaló diversas personas que estarían dispuestas a leer, pero que en catalán no se atrevían.
A pesar de que todo fue muy divertido sobre todo por la gracia andaluza de la sacristana, al regresar de esta parroquia me preguntaba indignado como era posible que en una zona donde hay más del 60% de habitantes que son castellanohablantes en la parroquia de turno no sólo no haya ninguna misa en castellano, sino que ni siquiera tengan los libros en esta lengua, por si hay una excepción.
Luego algunos se extrañan de que las iglesias protestantes crecen como setas en la archidiócesis de n.s.b.a. cardenal Martínez Sistach. Iglesias luteranas llenas de latinoamericanos que en sus países de orígenes siempre iban a las iglesias católicas pero que aquí se han encontrado rechazados y despreciados en su lengua y en sus costumbres y se han ido a buscar cobijo en los templos protestantes donde no sólo celebran en su lengua, sino que hacen un esfuerzo importantísimo para integrarlos.
Que tome nota nuestro arzobispo de esta anécdota. Ya puede hacer planes pastorales hablando de como acoger a los inmigrantes, que si no pone firmes a todos estos párrocos progre-nacionalistas, los protestantes nos superarán en templos y en número.
Antoninus Pius