Solo una cuarta parte de los párrocos de Terrassa tienen más de 65 años

En mi último artículo les comentaba que casi la mitad de los párrocos de la archidiócesis de Barcelona son mayores de 65 años. Concretamente en 91 de las 208 parroquias.

Voy a examinar hoy qué pasa en la diócesis sufragánea de Terrassa. Los números difieren enormemente: Solo una cuarta parte de ellos alcanzan aquella edad. 29 de las 119 parroquias. De ellos 12 mayores de 75. Una décima parte, cuando en Barcelona eran la quinta parte del total.

La diferencia es substancial. Pese a todo, si dejamos de compararla con Barcelona, sigue siendo un porcentaje importante, aunque existen otros matices que es preciso analizar, para darnos cuenta de cómo se encara el futuro en la demarcación egarense.

De esos 29 rectores hay 8 en poblaciones muy pequeñas. Algunos de ellos, párrocos de toda la vida, que disfrutan del reconocimiento de los lugareños y a los que no se puede apartar de su casa-rectoría de toda la vida. Entre ellos deben destacarse a Mossèn Antoni Pujol Xisquens, Rector de Samalús (2.375 habitantes) desde el año 1957 o a Mossèn Daniel Montserdà Triedú, Rector de Sant Fost de Campsentelles (8.141 habitantes) desde el año 1960, entre los más antiguos.

Otra cifra importante de párrocos mayores se da en la ciudad de Sabadell, concretamente 9 de los 29 (parroquias de la Mare de Deu de Gràcia, Sant Feliu, Sant Oleguer, Sant Vicenç, Santissim Salvador, Santíssima Trinitat, Mare de Deu dels Dolors, Sant Antoni de Padua y Santa Creu). Algo debe pasar allí, que no se ha efectuado renovación alguna.

A la vez existe otro dato trascendental, quizás aún más significativo. De las 119 parroquias, 15 son atendidas por párrocos menores de 45 años. Muchas de ellas importantes por número de población. Son las siguientes: Cardedeu (Jordana); Mare de Deu del Roser de Terrassa( Pallàs); Sant Cristofol de Terrassa (Lázaro); Sant Esperit de Terrassa (Fidel Catalán); Sant Pau de Terrassa (Montford); Parets del Vallés (Ballbé); Sagrada Familia de Sabadell ( Cáceres Pérez); Caldes de Montbui (Fluriach); Santa Eulalia de Ronçana ( Xavier Blanco); Lliça de Vall ( Valentí Alonso); La Llagosta (Ricardo Calderón) ; Llinars del Vallés (Ignasi Condal); Sant Celoni (Ignasi Fuster); Santa María de Palautordera (Prakash Chao) y Mare de del Roser de Cerdanyola (Marcos Aceituno). Hay más párrocos menores de 45 años que mayores de 75.

Los números son inapelables. Y las diferencias con Barcelona también. Una diócesis joven frente a una diócesis envejecida. Una diócesis en la que se ha afrontado el relevo, frente a otra en la que no se atreven ni a jubilar a los rectores. Realmente la labor del obispo Saiz Meneses en Terrassa es espectacular. Los medios progres siguen reticentes a reconocérselo, pero tarde o temprano se verán obligados a dar su brazo a torcer. Se trata de cifras. De matemática pura y dura. Ya no solo es la hazaña de abrir un seminario (¡y llenarlo!) en pleno siglo XXI; ya no se trata de la inmensa labor que desarrolla Caritas de Terrassa (que ya fue destacada en otro artículo), sino de responsabilizarse de uno de los principales problemas que sufren todas las diócesis: el envejecimiento del clero. Se ha enfrentado a él con audacia, con decisión, con inteligencia, con seriedad. De aquí a unos años, cuando Barcelona tenga a dos terceras partes de su clero en edad de jubilación o deba cerrar alguno de sus templos, mirará con envidia como su diócesis vecina puede presumir de tener atendidas todas sus parroquias y de hacerlo con un clero “jasp”. Y además se ha venido produciendo ese relevo sin ninguna protesta, sin ninguna crisis, sin un deterioro de la armonía diocesana. Eso que la diócesis de Terrassa se desgajó de la de Barcelona y, por tanto, poseía un clero que había bebido de las mismas fuentes, que había sido regido por los mismos pastores, que había estudiado en el mismo seminario. ¿Pasó algo? Nada. ¿Por qué no se han atrevido a hacerlo en Barcelona? En el Cardenal Martínez Sistach está el debe. Lo grave es que de aquí unos años lo pagaremos sus diocesanos.

Oriolt