Los fieles entramos con ellos
“Que sean uno, todos plenamente uno,
-deseaba y pidió Jesús al Padre-
como Tú y yo somos uno” (Jn 17,11. 22-23)
En este momento histórico de la iglesia, del que somos protagonistas de excepción, no debemos dejar pasar la ocasión para participar con más intensidad con nuestra oración y mortificación por el próximo Santo Padre, al que ya amamos.
Es más, me atrevería a decir, que una vez entren los cardenales por la puerta de la Capilla Sixtina, nosotros, los fieles, como miembros de un solo Cuerpo, entramos también con ellos.
Porque todos, hombres y mujeres, sacerdotes, religiosos y laicos, jóvenes y ancianos,somos corresponsables y protagonistas de la viña del Señor, y por tanto, de una manera u otra, estamos llamados a participar en la vida y misión de la Iglesia.
Por ello, hoy, dejaremos en el umbral de la puerta nuestro corazón y nuestra vida en ofrenda, para que los cardenales, iluminados por el Espíritu Santo, elijan al mejor sucesor de Pedro que necesita Su Iglesia. Pues como bien nos dijo Benedicto XVI en su última audiencia general: “siempre supe que en esa barca estaba el Señor y siempre he sabido que la barca de la Iglesia no es mía, no es nuestra, sino que es suya. Y el Señor no deja que se hunda; es Él quien la conduce, ciertamente también a través de los hombres que ha elegido, pues así lo ha querido”.
En este tiempo de espera, en el que millones de personas estamos con los ojos clavados en una pequeña y sencilla chimenea, conteniendo la respiración, y esperando ver una fumata blanca lo antes posible, debemos ser conscientes de que el nuevo Papa necesita ya de nuestra fidelidad y nuestra entrega.
De esta manera, cuando El cardenal francés Jean-Louis Tauran pronuncie por megafonía las esperadas y gozosas palabras “Annuntio vobis gaudium magnum: habemus papam! ….” se nos “alegrará el corazón, y nadie os quitará vuestra alegría” (Jn. 16, 22)