Dar voz a este proyecto bien vale un interludio de la serie sobre la tipología de mujer-esposa-madre- trabajadora que estoy editando.
Conozco a Loreto Bellot Beta-Frígola desde hace mucho tiempo. Es madre de cuatro hijos, trabaja desde hace 15 años dedicada a la enseñanza, y se define como una apasionada en la formación integral de los jóvenes, pasión que le lleva a desarrollar diversos proyectos en la línea del aprendizaje experiencial.
Su último proyecto “Mi lápiz para Dios”, me hablo de él este verano, me entusiasmo, o mejor dicho, me volvió loca. Sentadas a la puerta de su casa, lo recuerdo como si fuera hoy, me contaba , con el gran genio y pasión que le caracteriza, que “A rezar, como a casi todo en esta vida, se aprende.
También a saber estar en un lugar sagrado, y sobre todo, a saber qué decir… Podría decir que el proyecto de “mi lápiz para Dios” fue una inspiración. Pero como bien se dice, la inspiración surge cuando estás trabajando. Siempre me ha preocupado y ocupado mejorar no sólo la forma de transmitir conocimientos, si no como hacer de mi alumnos mejores personas. Me encanta ponerme en su piel para saber cómo piensan, qué les motiva, qué les provoca emoción, qué les lleva a implicar su voluntad, qué les hace felices, qué les preocupa. Creo que sólo intentando acercarme al mundo que ellos están viviendo, observándoles mucho, hablando con ellos, proponiendo y guiando, puedo conseguir motivaciones intrínsecas que irán forjando su personalidad y eso es en definitiva educar. Ir sacando y modelando lo mejor que tenemos cada uno de nosotros.
Se me ocurrió observando como las niñas entraban en el oratorio y no sabían que hacer. Cogían un libro, se reían, se miraban, se arrodillaban, se sentaban…. Me sentí un poco frustrada, pues como profesora me di cuenta que enseñaba oraciones, doctrina… Pero que no estaba consiguiendo lo que considero más importante, hacerlo vida!!
El objetivo del proyecto es que las alumnas consigan decirle algo a Jesús, para comenzar a entablar un dialogo natural que después acabe en oración. Para tratar con naturalidad a Jesús. Para que sea su mejor amigo.
Pensé que cuando les pedía a las alumnas que visitarán a Jesús e intentarán tratarlo para que fuera su mejor amigo, que hablaran con Dios como si fuera con su padre, etc. no podían, pues no sabían realmente como hacerlo. Durante bastante tiempo observé como acudían al oratorio del colegio y como intentaban hablar con un Dios que no ven. Me di cuenta que enseñamos doctrina, oraciones vocales, vida de Jesús, explicamos vidas de santos, pedimos cosas, damos gracias, pero a hablar con Dios creando un dialogo interior o una intimidad que se convierta en oración, yo por lo menos, no les estaba enseñando.
En primer lugar, reflexioné sobre que era realmente para mí hacer oración y como persona poco docta en teología para mí es ir escribiendo con Dios cada día mi propia historia. Como admiradora de la Madre Teresa de Calcuta, me acordé de un título de un libro en el que decía que ella era un lápiz en las manos de Dios y pensé que mis alumnas podían entender la oración desde esa sencillez. Mi único objetivo era ir arrancando un poquito de lo que te va ocurriendo, ir sacando una frase, una palabra, dirigida a Dios de ” cosecha propia” es decir, contándole algo que solo te ha ocurrido a ti o que has vivido tú. Quería aprovechar esa sencillez que tiene los niños y esa espontaneidad para que trataran a Dios y convirtieran eso que enseñamos en vida. Hice un listado de temas que a una niña o niño de seis a diez años les fueran cotidianos y familiares y empecé a elaborar los lápices siguiendo una estructura: un saludo, la introducción del tema en cuestión, preguntas o sugerencias para que únicamente contestando les pudiera generar respuestas fáciles y una petición de ayuda, un propósito de mejora, un agradecimiento.
Con ese convencimiento, se elaboraron unos textos sencillos que se plasmaron en unos lápices de cartón, siguiendo siempre una estructura similar:
Saludo a Jesús, cada día de una forma diferente.
Sugerencia de temas sobre los que puedo contar algo e iniciar una conversación
Una petición de ayuda.
Todo ello con un lenguaje asequible a los más pequeños.
Los lápices se colocaron de forma visible en una caja, cercana a un lugar del colegio reservado a la oración, para que cualquiera que entrara los pudiera usar, especialmente los cursos de educación infantil.
La sorpresa fue, que no solo los pequeños, sino los padres, profesorado, alumnos de otros cursos… empezaban a usa esos lápices cuando iban a rezar…
Y se confirmó la sospecha: orar es sencillo, pero no siempre resulta fácil. Necesitamos el pequeño apoyo de un lápiz…”.
El proyecto llevaba un año haciéndose vida en el Colegio Guadalaviar (Valencia), y con muy buenos, excelentes, resultados. Tan buenos que pensó: ¿Por qué no darlo a conocer para que se beneficien de él en las sesiones de catequesis, clases de religión y en la oración en familia? ¿Por qué no comercializarlo para aprovechar el potencial tan valioso de los niños, la espontaneidad, la ilusión y la sencillez que les caracterizan para forjar en ellos unas rutinas que les descubrirá un camino personal hacia la verdadera felicidad, su encuentro personal con Jesús?
Y como bien dice su autora: “En su puesta en marcha y posterior comercialización han intervenido muchas personas del colegio, como D. Jorge( el sacerdote del colegio), a las que les estoy profundamente agradecida y por supuesto a mi marido, Álvaro, sin el que no hubiera salido a la luz este proyecto”.
Como reza en su web: Mi lápiz para Dios. El mejor regalo para La Primera Comunión. ¿A qué esperas?
Para más información:
Mi lápiz para Dios