Feliz noche de Reyes
Cuenta una leyenda que hubo un cuarto Rey Mago que llegó tarde al punto de encuentro para iniciar su viaje con los otros tres porque se entretuvo ayudando a un anciano.
A pesar de saber que el camino era largo, difícil y cansado para un hombre solo, no le importó seguir a la estrella “que iluminaba más que las demás” y encaminarse hacia Belén.
Como era propio de él, a lo largo del camino ofreció su ayuda a muchos necesitados. Esto le retraso el viaje, y cuando llegó a la pequeña gruta de Belén, la Sagrada Familia ya había partido a Egipto, en donde intentó buscarlos infructuosamente.
Triste y cansado volvió a su palacio. Allí se encontró a los otros Magos que le contaron lo que habían visto y oído sobre el niño Jesús. Un niño sobre unas pajas que había nacido para conquistar los corazones de los humildes.
“Al verlo, reconocieron las cosas que les habían sido anunciadas sobre este niño” y arrodillándose le adoraron y le entregaron sus regalos: Un cofre con oro, que simboliza la Realeza. Un tarro de incienso, como muestra de su Divinidad, y, un saquito de mirra, como símbolo de la sangre y el dolor de Aquel que dará su vida por la humanidad.