InfoCatólica / Remedios Falaguera / Categoría: General
23.06.11
23.05.11
"¡Dar al mundo lo que el mundo necesita de vosotros!"
Cuando me propuse escribir sobre el papel de los laicos en la Nueva Evangelización, lo primero que me vino a la cabeza fueron estas palabras de Juan Pablo II: “Cada laico cristiano es una obra extraordinaria de la gracia de Dios y está llamado a las más altas cimas de la santidad”.
¡Qué extraordinaria manera de llamarnos a la responsabilidad ante este gran reto que supone nuestra vocación a la santidad!
Una santidad que se logra en la normalidad de cada una de nuestras vidas, y con las circunstancias concretas que Dios ha elegido para cada uno de nosotros. Porque es en la familia, el trabajo, la cultura y los medios de comunicación, la política y el deporte, etc., donde, sin rarezas, y dejando a un lado apariencias forzadas y/o forzosas, tenemos que hacer presente el rostro de Cristo.
Es verdad, que “a veces, los seglares, hombres y mujeres, no parecen apreciar del todo la dignidad y vocación que nos es propia como laicos”, tal y como afirmaba Juan Pablo II. Pero nosotros sabemos que “no, no se puede hablar de un “vulgar seglar", porque todos vosotros habéis sido llamados a… desempeñar vuestro papel en la evangelización del mundo”. (Juan Pablo II, Limerick (Irlanda), 1-X-1979).
De ahí que un conocido mío diga con frecuencia: “Si los laicos no existieran en la Iglesia, habría que inventarlos”. A fin de cuentas, los fieles laicos estamos en todas partes, porque nuestro lugar es el mundo, porque somos “de todas partes"; no somos “como ellos", como los demás hombres y mujeres del mundo; no, somos “ellos"; y tenemos la responsabilidad divina de “transformar, iluminar y redimir” nuestro mundo, haciendo atractivos el Bien y la Verdad.
Puesto que, como viene recordándonos Benedicto XVI:"uno de los principales objetivos de la actividad del laicado es la renovación moral de la sociedad, que no puede ser superficial, parcial e inmediata. Debería caracterizarse por una profunda transformación del ethos de los hombres, es decir, por la aceptación de una oportuna jerarquía de valores, según la cual se formen las actitudes".
Y para esta tarea inmensa que tenemos ante nosotros, para “tocar” los corazones de los que nos rodean, se necesitan personas piadosas, alegres, valientes y sin complejos. Hombres y mujeres bien formados, que tengan argumentos para hacer frente a los ataques contra la familia, la vida, el matrimonio, la educación, etc. Cristianos de una pieza, sin doblez ni engaño, que cautiven a los hombres con su ejemplo lleno de optimismo, de amor y de esperanza. Puesto que, “el hombre contemporáneo cree más a los testigos que a los maestros; cree más en la experiencia que en la doctrina, en la vida y en los hechos que en las teorías” (Redemptoris Missio, n. 42).
10.05.11
¡Despierta de la Resaca: Di NO al alcohol!
Si, a lo mejor no es una idea muy popular en estos tiempos, pero creo que la gran inversión educativa que estamos realizando con nuestros hijos, merece ir contracorriente, especialmente en este tema. Tenemos los medios, y por tanto, la obligación de hacer de nuestros jóvenes personas diferentes, ajenas a la mediocridad y al mal gusto; sin complejos y sin vergüenza, que no es lo mismo que sinvergüenzas; libres y valientes, que se atrevan a plantar cara a la “normalidad” . En definitiva, en jóvenes extraordinarios.
Cuenta Leopoldo Abadia en uno de sus artículos que “en muchas conferencias, se levanta una señora (esto es pregunta de señoras) y dice esa frase que a mí me hace tanta gracia: “¿qué mundo les vamos a dejar a nuestros hijos?” (…) Yo suelo tener una contestación, de la que cada vez estoy más convencido: “¡y a mí, ¿qué me importa?! Quizá suena un poco mal, pero es que, realmente, me importa muy poco".
Y “el gurú de la crisis Ninja” continua con esta anécdota: “Al acabar una conferencia la semana pasada, se me acercó una señora joven con dos hijos pequeños. Como también aquel día me habían preguntado lo del mundo que les vamos a dejar a nuestros hijos, ella me dijo que le preocupaba mucho más qué hijos íbamos a dejar a este mundo” . Chapeau!
27.04.11
¡Menudo regalazo!
Se acerca el gran día de la beatificación de Juan Pablo II. Como suele ocurrir en las grandes reuniones familiares, la beatificación de Juan Pablo II supone un “testimonio de alegría y esperanza para toda la humanidad”, como afirmaba recientemente el cardenal Stanislaw Dziwisz, arzobispo de Cracovia y por cuarenta años secretario del Papa Juan Pablo II.
He de confesar que como un par de días antes es mi cumpleaños, he pedido de regalo poder estar en la plaza de San Pedro con los míos. Y mi marido, mis hijos y mis amigos han puesto todo su cariño y esfuerzo para que podamos vivir en primera persona el privilegio de la “unidad en la diversidad” de la Iglesia que nos brinda esta ocasión, y que nos confirma que “no estamos solos, sabemos lo que queremos”, como dice la canción.
A pesar de que cada una de las personas allí reunidas nos sabremos diferentes, con carismas distintos, e incluso, en muchas cuestiones, seguramente, con opiniones diferentes; no debemos olvidar que nos une algo muy importante: una llamada universal a la santidad, la obediencia al Magisterio de la Iglesia, el cariño filial por el Santo Padre y la certeza de que sin Jesucristo, sin Su Gracia, cualquier proyecto humano es imposible.
27.03.11
"Trabajar" el paladar
“No solo debemos educar la mente, sino también el paladar. Es importante aprender el gusto auténtico de las cosas buenas”(Ferrán Adrià)
Desde que vi la película “There be dragons” me runrunea por la cabeza una frase que –según el guion- les dijo a Josemaría Escrivá y a su amigo Manolo uno de los encargados de la chocolatería mientras les da a probar unos bombones: “no todos tienen paladar para lo divino”.
Efectivamente, no todos saben apreciar lo divino que hay en las cosas de la tierra, pero no por ello, lo divino esta fuera de su alcance. Es decir, con un poco de trabajo y educando el paladar todos podemos llegar a paladear lo dulce, lo ácido, y lo amargo, de lo divino. Puesto que como San Josemaría solía afirmar, “se han abierto los caminos divinos de la tierra” para todos.