Yo SI lo he leído
Como Costanza Miriano, soy mujer, esposa, madre, periodista, trabajo dentro y fuera de casa, y por supuesto, soy católica. Pero, a diferencia de ella, no me autoproclamo sumisa, entendiendo por este término la interpretación que la autora de “Cásate y sé sumisa” nos trasluce en su libro: “para elegir una buena mujer hace falta estar seguro de que fuera una mujer “que guste, que se calle y que se quede en casa””.
Es verdad que leyendo su libro- yo si lo estoy leyendo-, coincido con algunas de sus afirmaciones respecto al importante y fundamental papel del genio femenino para la familia y la humanidad; así como la distinción y complementariedad de lo femenino y lo masculino como un todo armonioso, o la difícil situación actual de la mujer al intentar conciliar familia y trabajo, la educación de los hijos, y un largo etcétera de temas planteados.
Pero, ya se sabe que en cuestiones de libre interpretación siempre hay un pero, este libro me parece, desde su introducción hasta los últimos capítulos, todo un despropósito que lleva al lector a la confusión, y en muchos casos , a la perplejidad.
Como por ejemplo, cuando afirma que “si una mujer se enfada con su libro es porque “no está tranquila” ni es feliz con su vocación”.
Va a ser que no, querida Costanza, eso sí que no!!!
O como cuando, ella misma deja constancia en el libro, varias veces además, que “abracé con gran celo mi vocación de predicadora”.
Por Dios, eso sí que me preocupa ¡!!! Presumir de tus logros, o como dicen mis hijos “estar encantada de conocerte”, me parece una falta de decoro.
Tengo que confesar que está siendo un gran reto para mi terminar de leer el libro (es una constante en mi vida no dejar un libro por acabar).A pesar de que como católica me duele, si han leído bien, me duele en el alma, que una mujer se aproveche de una locución de San Pablo para crear polémica y vender más. Especialmente si consideramos el flaco favor que hace a la Iglesia y su magisterio en general, y en particular al Arzobispado de Granada, con la polémica que ha desatado la publicación y promoción de su libro.
Un libro, dicho sea de paso, en el que el matrimonio se trata de una manera excesivamente terrenal, irónica y mordaz, confundiendo al lector con una publicidad, que como dice la autora: “ofrece las ideas que la Iglesia proclama al mundo desde siempre”.
Pues no. Esto tampoco es cierto!!! Puede ser que las ideas de fondo, muy de fondo, sean las propuestas por la Iglesia sobre el matrimonio, el papel de la mujer en la familia, el trabajo y la sociedad, las cualidades femeninas tan necesarias para la iglesia, las parejas de hecho sin responsabilidades, la maternidad, la educación de los hijos, ….Pero, desde luego, la forma de redactarlo, la frivolidad que emana el texto en un tema tan serio, y los ejemplos y comentarios del día a día de una mujer, un matrimonio o una amistad, dejan mucho que desear.
Ya sabemos las mujeres que valemos mucho, muchísimo, que somos expertas en “acoger al otro”, a crear hogar, a entregarnos a los demás con una sonrisa,…Pero, querida Costanza, no hace falta sacar a relucir todas nuestras cualidades humillando, avergonzando y menospreciando en público a nuestros hombres. No me parece que sea lo más caritativo, misericordioso y comprensivo, aunque muchos la interpreten como ironía y sentido del humor. Especialmente de una mujer que afirma en su libro que “las mujeres están llamadas a engendrar, sostener, escuchar, animar….Nosotras, principalmente, tenemos el talento de acoger, de aceptar….”.
Costanza, ¡No se puede, para demostrar la valía de la mujer, hablar delas maravillosas cualidades de las mujeres mientras faltas al respeto, humillas, y te mofas de las actitudes del otro!
Es más, me atrevo a decir que, personalmente, me parece un libro que bien podría ser considerado escandaloso e inconveniente en todo su contexto, puesto que , como afirmó hace pocos días el portavoz de la Conferencia Episcopal, José María Gil Tamayo, “la sumisión no se corresponde con la doctrina de la Iglesia ni el Evangelio…San Pablo nos habla de que nuestra vocación es la
libertad, no la obediencia ciega. La obediencia cristiana no es una obediencia cuartelera”.
Sé que muchos lectores consideran este libro como un texto práctico y certero, con visión cristiana, y de imprescindible lectura para muchos hombres y mujeres de la sociedad actual. Pero, si, otra vez el pero, a mí, personalmente me chirria y me parece un libro lleno de argumentaciones basadas en la chanza y la falta de respeto al hombre como tal.
Somos distintos, por supuesto, pero ninguno superior al otro, ni en dignidad, ni en cualidades, ni en nada de nada. Distintos y complementarios. Tenemos que aceptarnos como somos, y NUNCA faltarnos al respeto. “El amor vive de gratuidad, de sacrificio de si, de perdón y de respeto del otro”, como decía el papa Benedicto XVI.
Y eso es lo que nos hace tremendamente maravillosos y únicos. Y para vivir, enseñar, y aconsejar sobre ello solo necesitamos amor, respeto, comprensión, delicadeza, servicio, buenas maneras,… muchas de las cuales echo de menos en este libro.
NOTA para todas aquellas mujeres que han puesto el grito en el cielo ante la publicación de este libro: No sois vosotras las que podéis considerarlo una falta de respeto a las mujeres, discriminatorio y sexista. Con esto solo me demostráis que no os lo habéis leído. Y eso no es de recibo.
Al contrario. Son ellos, los hombres, los que tendrían que alzar la voz para apelar a su inestimable ministerio en la familia y exigir respeto cuando alguien les menosprecia.