¿Te llaman loco?

“Hazme eco: no es un sacrificio para los padres que Dios les pida sus hijos, ni para los que llama el Señor es un sacrificio seguirle. Es, por el contrario, un honor inmenso, un orgullo grande y santo, una muestra de predilección, un cariño particularísimo, que ha manifestado Dios en un momento concreto, pero que estaba en su mente desde toda la eternidad”. San Josemaría Escrivá de Balaguer

Querido amigo: Soy consciente de la gran inversión que has realizado para dirigir a mis hijos por el buen camino. Es más, no creas que me olvido de los largos ratos de oración y los innumerables sacrificios que has ofrecido por ellos. Y, por supuesto también, de los partidos de fútbol, de las excursiones al monte, de las noches de cine,de las largas partidas de Risk, de las esquiadas,…que os han hecho trataros, conoceros y quereros de un modo especial. Eres un excelente colaborador en su formación humana y espiritual, y te estoy muy agradecida por ello.

Me alegra saber que has entregado tu corazón por completo a Dios, y te has comprometido a vivir el don del celibato para amar a Dios, sólo a El y para siempre, como muchas otras personas, mientras gastas tu tiempo en la formación de los que se acercan a ti.

Tal vez, estoy segura de ello, esta llamada divina a vivir el celibato por El puede suscitar suspicacias e incomprensiones. Pero, ¿quién puede decir que los hombres y mujeres son libres para enamorarse y querer formar una familia, pero no lo son para ofrecer su vida entera a Dios? ¿Cómo podemos afirmar que vivir este compromiso con Dios es anti-natural, fanatismo, o peor aún, impide al hombre y a la mujer realizarse plenamente?

Recuerdo una canción que cantaba de jovencita que decía así: “Por querer como te quiero todos mis amigos dicen que estoy loco
Pero ellos no comprenden lo que a mi me pasa, ellos saben poco
No conocen el motivo, no conocen nada de tus lindos ojos
Yo siento que estoy cambiado, estoy enamorado, me siento feliz”.

¿Qué te llaman loco? Loco de amor, diría yo. Esta decisión libre y responsable no sólo es meritoria, sino que me reafirma en mi convencimiento de que nuestros hijos no nos pertenecen, son de Dios. Nosotros somos simples colaboradores, “descubriéndoles nuevos horizontes, comunicándoles nuestra experiencia, haciéndoles reflexionar para que no se dejen arrastrar por estados emocionales pasajeros”, como comentaba San Josemaría Escrivá. Solo El, sabe lo mejor para ellos.

Y es que , como afirmaba Juan Pablo II, vosotros , los jóvenes, “es a Jesús a quien buscáis cuando soñáis la felicidad; es Él quien los espera cuando no los satisface nada de lo que encuentran; es Él la belleza que tanto los atrae; es Él quien los provoca con esa sed de radicalidad que no les permite dejarse llevar del conformismo; es Él quien los empuja a dejar las máscaras que falsean la vida; es Él quien les lee en el corazón las decisiones más auténticas que otros querrían sofocar. Es Jesús el que suscita en ustedes el deseo de hacer de sus vidas algo grande, la voluntad de seguir un ideal, el rechazo a dejarse atrapar por la mediocridad, la valentía de comprometerse con humildad y perseverancia para mejorarse a ustedes mismos y a la sociedad, haciéndola más humana y fraterna”.

Y esto es lo que muchos padres olvidamos a menudo. Si Dios os llama para emplearos en el servicio de la Iglesia y de las almas, ¿Quiénes somos nosotros para ponerle trabas, para llamaros locos?

” Los padres que aman de verdad, que buscan sinceramente el bien de sus hijos,- solía señalar este gran santo- después de los consejos y de las consideraciones oportunas, han de retirarse con delicadeza para que nada perjudique el gran bien de la libertad, que hace al hombre capaz de amar y de servir a Dios. Deben recordar que Dios mismo ha querido que se le ame y se le sirva en libertad, y respeta siempre nuestras decisiones personales: dejó Dios al hombre —nos dice la Escritura— en manos de su albedrío (Eccli 15, 14.)

Pero, ya sabes, como dice Jesucristo en el Evangelio: “Quien pueda entender, que entienda”.

Es más, El mismo, nos aseguró: “Todo aquel que haya dejado casas, hermanos, hermanas, padre, madre, hijos o hacienda por mi nombre, recibirá el ciento por uno y heredará vida eterna”.

¡El ciento por uno!, no te puedes quejar.
Y entonces recuerdo aquellas palabras que nos dirigió por Juan pablo II en Roma, allá por 1984, siendo yo una alocada jovencita:

“Me dirijo sobre todo a vosotros, queridísimos chicos y chicas, jóvenes y menos jóvenes, que os halláis en el momento decisivo de vuestra elección. Quisiera encontrarme con cada uno de vosotros personalmente, llamaros por vuestro nombre, hablaros de corazón a corazón de cosas extremadamente importantes, no sólo para vosotros individualmente, sino para la humanidad entera.

Quisiera preguntaros a cada uno de vosotros: ¿Qué vas a hacer de tu vida? ¿Cuáles son tus proyectos? ¿Has pensado alguna vez en entregar tu existencia totalmente a Cristo? ¿Crees que pueda haber algo más grande que llevar a Jesús a los hombres y los hombres a Jesús?

Hay un modo maravilloso de realizar el amor en la vida: se trata de la vocación de seguir a Cristo en el celibato libremente elegido o en la virginidad por amor del reino de los cielos. Pido a cada uno de vosotros que se interrogue seriamente sobre si Dios no lo llama hacia uno de estos caminos. Y a todos los que sospechan tener esta posible vocación personal, les digo: rezad tenazmente para tener la claridad necesaria, pero luego decid un alegre sí.

En efecto, Dios ha pensado en nosotros desde la eternidad y nos ha amado como personas únicas e irrepetibles, llamándonos a cada uno por nuestro nombre, como el Buen Pastor que «a sus ovejas las llama a cada una por su nombre».

Jóvenes: Cristo necesita de vosotros y os llama para ayudar a millones de hermanos vuestros a salvarse. ¡Sed valientes!¡Abrid las puertas a Cristo, no temáis!”.

Ya ves, Cristo os necesita. No sois demasiado jóvenes,sabéis bien lo que debéis hacer. ¡Ánimo y al toro!

2 comentarios

  
Maricruz
Bellísimo, inspiradora tu nota. Digna de divulgarse. Muchas gracias.
19/02/10 10:43 AM
  
paula
El componente de sacrificio existe.
Aquí transcribo unos versos,de una monja en proceso de beatificación.

Más Tú, Señor, que sabes que soy una criatura,
de las que en cuerpo y alma en el amor se entregan,
sabrás medir la hondura profunda de mi pena,
y la recibirás como el rico perfume
que vertiera a tus plantas Divinas, Magdalena.
02/04/10 11:41 AM

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