14 de febrero: Una historia y un cuento con moraleja
Voy a escribirte una canción con mi vida
Que cantemos los dos
Que todo aquel que la escuche
Sienta envidia y diga
¡qué felices son!
¡qué felices son! (Dubör)
Se acerca el 14 de febrero, Día de los enamorados, y como viene siendo habitual, no solo se hace una interpretación interesada y viciada sobre quién y cómo debe ser el hombre y la mujer de tu vida, sino, y esto es lo grave, confunden y desfiguran el concepto de amor, del verdadero Amor -con mayúscula-, entre un hombre y una mujer. Lo que produce innumerables y desagradables equívocos en esta aventura del amor, llevándonos incluso a la insatisfacción y la soledad.
Una cosa está muy clara, ni la libertad sexual del “aquí te pillo, aquí te mato”, ni la independencia económica y familiar, ni el miedo al compromiso y a complicarse la vida con una relación estable y duradera , e incluso, ni la incapacidad de asumir las responsabilidades que este tipo de relación conlleva, hace feliz a nuestra sociedad. Puesto que la entrega y la felicidad conyugal depende de la vivencia del Eros( Te deseo) y del Ágape (Te amo).
Me refiero al amor erótico – la complacencia de nuestros sentidos que crea unos sentimientos dirigidos a buscar el bien del otro- y al amor personal – donde la inteligencia y la voluntad practican un juego maravilloso con el que llegamos a alcanzar la meta propuesta: “quiero quererte, exclusivamente a ti, hasta el fin de nuestra vida”.
Pero, aunque algunos de ustedes ya los conocen, les dejo una historia y un cuento con moraleja que seguro les hará pasar un buen fin de semana. Disfrútenlos y Feliz Día de los enamorados.
Una historia:
Esa mañana llevaba mi vieja chaqueta para estar por casa. Hace años que la compre. Está un poco vieja y con el tiempo se ha ido quedando sin pelo, pero le tengo un cariño especial.
Con el paso de los años se ha ido acoplando a mi modo de vivir y de ser de una forma mágica. Cuando me la pongo me siento tan a gusto.
¿No te pasa que hay una prenda de vestir en tu armario que no sabes la razón pero la cuidas como si fuera de alta costura?
Sigues a pie juntillas las normas correctas de lavado que te aconsejaron cuando la compraste. Además, ya conoces sus trucos para que este en excelente grado de calidad. Se lava con el jabón adecuado, se pone un poco de suavizante, cada día se le quitan las bolitas de la lana que se hacen con el roce, se tiende con esmero,…en fin, que la tratas con tanto cuidado para que no se estropee que parece que es la mejor que tienes.
Muchos me sugieren que la cambie, que esta apelmazada con los años, que siempre es la misma, que hoy en el mercado hay unas estupendas y mucho mas divertidas.,…Pero, no. No pienso tirarla. Esta chaqueta es la mía.
Pues bien, pensaba que la felicidad duradera es la que nos trabajamos día a día, la que cuidamos con esmero, y se intenta mejorar, como a esa vieja chaqueta a la que quitamos con ternura y respeto las bolitas de lana que se hacen con el roce, para ir adaptándola hasta convertirla en la prenda de las mil caricias más importante del armario.
UN CUENTO CON MORALEJA RESCATADO DE INTERNET:
Un hombre y una mujer estuvieron casados por más de 60 años. Ellos habían compartido todo, hablaban de todo y no se habían guardado ningún secreto nunca. Lo único que no compartían era que la viejita tenia en su closet una caja de zapatos y le había pedido a su esposo que nunca la abriera y que no le preguntara sobre ella. Durante todos estos años, él nunca pensó en la caja, pero un día la viejita se enfermo mucho y el doctor les dijo que ya no se recuperaría de su enfermedad. El viejito tratando de arreglar todas las cosas de la viejita antes de que muriera, se topo con la caja de zapatos y se la llevó a la viejita a su cama. Ella le dijo que ya era tiempo de que supiera lo que había adentro. Cuando la abrió encontró 2 muñecas de crochet (de punto) y una pila de dinero, eran 95,000 dólares. El sorprendido le preguntó sobre el contenido de la caja y ella le dijo: ‘Cuando nos casamos, mi abuela me dijo que el secreto de un buen matrimonio era nunca discutir, me dijo que cada vez que me enojara contigo, yo debería guardar silencio y tejer una muñequita de crochet’. El viejito se tuvo que contener para no derramar unas lágrimas, ya que solo había dos muñecas en la caja. Así que ella solo se había enojado con él dos veces, en todos esos años llenos de amor y entendimiento.
El estaba que no se la creía y sumamente conmovido. ‘Oye amor’, le dijo el viejito ya entendí lo de las muñecas…’pero ¿y el dinero?, ¿de dónde salió?’ ‘Ah’, le dijo la viejita, ‘ese dinero es lo que gane de todas las muñecas que vendí durante todos estos años’.
Moraleja: Más vale, por la cuenta que nos trae, que aprendamos con rapidez a tejer muñequitas de crochet
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Pero nadie define el amor tan bien como San Pablo en su primera epístola a los corintios “El amor es paciente, el amor hace el bien, no es envidioso, no es ostentoso, no se hincha, no obra, inconvenientemente, no busca el propio interés, no se irrita, no toma en cuenta el mal, no se alegra de la injusticia, se alegra con la verdad, todo lo excusa, todo lo cree, todo lo espera, todo lo tolera.”(13:4-7) ¡Ojalá aprendamos todos a amar así!
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