Cartas marruecas
Siempre he pensado que viajar es una de las mejores formas de gastar el dinero. Me encanta planificar una escapada de un día para otro y aprovechar unos pocos días de fiesta para romper la rutina y abrirme a conocer todas esas cosas que el mundo esconde. Viajar me proporciona momentos de silencio, de reflexión. Por alguna razón encuentro más tiempo para rezar, y además hacerlo de una forma más intensa que normalmente. Cada viaje que he hecho, sin excepción, me ha cambiado en algún aspecto como persona y me ha descubierto cosas enriquecedoras y sorprendentes.
Escribo desde una sobria sala de espera del aeropuerto de Casablanca. El silencio respetuoso de los aeropuertos de madrugada, los tonos grises, las sillas metálicas, los fluorescentes parpadeando y una telenovela árabe mal sintonizada en una televisión que no mira nadie, invitan a coger el portátil y escribir algo.