Cuando el hombre olvida el concepto de persona
A lo largo de la historia, muchas civilizaciones han aislado a las personas discapacitadas en fortificaciones, islas o zonas inaccesibles para el resto de la gente. Aquellos que han tenido algún problema de tipo físico o mental, han sido en numerosas ocasiones temidos, marginados y rechazados por los demás.
Los espartanos arrojaban desde el Monte Taigeto a los niños con alguna discapacidad. Pero quizás no haga falta ir tan lejos para encontrar ejemplos de eugenesia o perfeccionamiento racial. Casos de sociedades que conceptuan la superioridad de una vida humana sobre otra por condiciones físicas, los tenemos tambien próximos en el tiempo.
Pienso -sin ir más lejos- en la sociedad española actual, que permite acabar con una persona por su supuesta condición física inferior o de indefensión, ya sea a través del aborto o la eutanasia. Es muy ilustrativo en este sentido, el segundo supuesto eugenésico que contempla nuestra actual ley, de tinte espartano (en el peor de los sentidos), y que ha reducido de forma muy drástica nuestra población de niños con discapacidad.
¿Cómo es posible que los hombres lleguen contemplar estas actitudes en su vida social?
Resulta imposible defender el valor intrínseco de la persona sin comprender la dimensión espiritual que la sustenta. En el momento en el que se manifiesta el materialismo, y se amputa a la persona de su dimensión espiritual, ésta se convierte en una manifestación puramente fisiológica. Muy valiosa por su desarrollo, pero cuyo valor emana de las complejidades anatómicas y su mera excepcionalidad biológica.
Cuando se olvida que el verdadero valor de la persona no radica en su parte material, y que nuestra dignidad emana del valor igual de la vida humana por sí misma. Entonces es normal que haya quien llegue a considerar -en el engaño- que unas personas son superiores a otras, basandose en sus mejores o peores condiciones superficiales, para aceptar así la capacidad de poder disponer sobre sus vidas en un criterio supuestamente superior.
Las sociedades que han tomado (o toman) una postura de valor superficial y materialista frente a la idea de persona, han escrito con sangre las páginas más tristes de la historia.
Recuperemos entonces en concepto, la dimensión completa de la persona y su valor profundo.
Javier Tebas
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