Tres años después, empieza lo bueno (I)
Quizás alguien, Dios le conserve la memoria, recuerde las crónicas peregrinas que mandé desde Sidney. Por entonces el boom mediático del “World Youth Day” quedaba demasiado lejos, y apenas llegaba por aquí alguna mención anecdótica en los grandes medios. Ya han pasado tres años. El tiempo vuela.
Por allí andaba yo husmeando cuando se hizo oficial lo de ahora. La próxima en Madrid. Que se preparen porque vaya tela el tinglado que toca organizar. Y será en el apartado de conclusiones cuando los criticones, que además vemos todo desde la barrera, pongamos la nota definitiva, pero parece que la diócesis de Madrid y la CEE han estado a la altura organizativamente.
Ayer llegué a Madrid tarde y me perdí la Misa inaugural. Vaya cronista, dirán. Pues sí, mal. Pero llegué a Madrid tras más de seis meses fuera, y mi querida ciudad de rutina urbana y madrugones, de estrés y atascos, de cañas y tapas, está completamente asolada. Una chica rubia, fuerte y gruesa cargaba en las inmediaciones de Atocha un mástil grande y pesado con la bandera de Alemania. Como si nada. Que no se cruce con los indignados, pensé, que de un guante desaloja un campamento.
Reconozco que me agobia cuando algo se convierte en monotema para los medios de comunicación. No es nada personal contra las Jornadas, ni mucho menos. Me pasa con el mundial, con Rajoy, Rubalcaba, Pepiño y Cospedal, o con cualquiera de esas noticias que te repiten hasta la saciedad. Y sí, comenzaré siendo sincero, me está pasando un poco con la JMJ.
Quizás por eso me propongo esforzarme en hacer de éstas crónicas algo más original. Una perspectiva completamente personal, la mía y la de aquellos con los que me cruce. A ver qué me cuentan.
Salgo solo a otear el terreno, porque solo es cuando más te interrelacionas con el personal. Iré de aquí para allá torrado por el sol de agosto, cocinado entre el asfalto de Madrid. No quiero ser condescendiente, ni ridículo, ni aplaudir con las orejas lo milagroso de todo esto. Que sí, pero no. Que esto es un acontecimiento increíble, positivo y magnífico. Pero como he dicho que seré completamente sincero desde el principio, llego un poco disgustado, dudoso, quizás discrepante con algunos aspectos de nosotros, los jóvenes católicos, y la que se nos viene encima. Me va a venir bien.
¡Hasta luego!