Sobre la evangélica, saludable (y olvidada) práctica de la excomunión
La “polémica” desatada con la cacería del Rey me hizo pensar sobre este tema.
Sí, “polémica” entre comillas, y desatada. Porque por pegar cuatro tiros no es para polemizar. Eso ha hecho el Rey toda su vida. Unas veces con los gastos pagados, otras no. Pero Su Majestad al final y al cabo no gestiona las cuentas públicas. Ni las cifras que percibe al año son significativas para España. Y es desatada porque le faltaba tiempo al PSOE y a IU de poner el grito en el cielo. Una presión mediática que provocó la disculpa del Rey
Una disculpa por un tema que ni nos va ni nos viene. Otras actuaciones y otros cambios de rumbo quisiéramos ver que sí que nos afectan. De eso en la segunda parte del artículo.
Ahora resulta que estos son los buenos. Ahora resulta que el pueblo está ofendido por la “inadecuada actuación del Rey para los tiempos en los que estamos”. Cayo Lara denunciaba la imagen de España de escopeta que hay que superar.
¿Con que escopeta, eh? De estas no os acordáis:
¿O era una reunión de trabajo tal vez? No pasa nada, la iluminación es tarea harto difícil, requiere relajación y concentración a su vez, nada mejor que un día de campo:
Y si a alguien se le ocurre cuestionar nuestro sagrado sistema, tendremos la amabilidad de aclarar el asunto con toda candidez
Que se merecen las blasfemias de los insurrectos. Debe quedar fuera de toda duda que hemos superado España de escopeta
(de perdigones) y realmente es un insulto que nos pongan a mismo nivel, a nosotros, francotiradores democráticos, frente a la pesadilla de Franco tirador.
Nuestras pirámides no se tocan ni se cuestionan,
Lo hacemos para el pueblo, y el pueblo lo pagará a gusto por haberle enseñado el camino hacia la libertad.
El trabajo extenuado de nuestras señorías ha hecho visitar prostíbulos, consumir decenas de miles de euros en la coca, colocar amigos en los ayuntamientos, hacer un derroche irresponsable de bienes que pertenecen a todos y sobre los que pesa la hipoteca social. Des esto último como que no hablaremos, le toca a DSI y nosotros hemos superado los arcaicos vestigios del pasado.
O sea, un juego de manual, trillado de sobra.
En su discurso de aceptación tras aprobarse su nombramiento en la Convención Nacional Demócrata (1976), Jimmy Carter atacó “las alianzas profanas que se autoperpetúan, que se han creado entre el dinero y la política…, una élite política y económica que ha dado forma a decisiones y que nunca ha tenido que dar cuenta de los errores ni sufrir injusticias. En épocas de altas tasas de desempleo nunca han tenido que hacer cola par conseguir un trabajo. Cuando la población sufre penurias por un sistema de bienestar confuso, nunca carecen de comida, de ropa o de algún lugar para dormir. Si las escuelas públicas son peores o están divididas por las disputas, sus hijos van a exclusivos colegios privados. Y cuando la burocracia está desbordada y resulta confusa, los poderosos siempre se las arreglan para descubrir y ocupar nichos de influencia y privilegios especiales.”
Según Los Angles Times (junio, 1976), doce individuos que pertenecían a la combinación CFR/Comisión Trilateral ayudaron a Carter a preparar su primer discurso de relieve respecto a la política exterior: desde Zbigniew Brzezinski (sigue en activo con Obama), hasta Cyrus Vance (presidente de la Fundación Rockefeller, diseñador del plan de paz para los Balcanes). Doce hombres de élite que redactaron lo que molaba mucho.
El candidato Carter pasó de contar de apoyo del cinco por ciento de los demócratas a ser un candidato preferido de la noche a la mañana. El senador Barry Goldwater en su libro With No Apologies afirmaba que “David Rockefeller y Zbigniew Brzezinski hallaron en Carter su candidato ideal. Lo ayudaron en su designación y en su presidencia”. Goldwater añadía: “para conseguir ese propósito, movilizaron el poder monetario de los banqueros de Wall Street, la influencia intelectual de la comunidad académica (servil a la riqueza de las grandes fundaciones exentas de impuestos) y a los controladores de los medios de comunicación, representados en los miembros del CFR y la Comisión Trilateral”.
Y ahora estamos cuatro años más tarde: Reagan contra Carter. Veamos el lenguaje. El Time de octubre reproduce las palabras del más sano liberalismo de Reagan: “Creo que hay una élite en este país, y son los mismos que dirigen un gobierno elitista. Quieren que el Gobierno lo formen un puñado de personas porque no creen que la gente pueda dirigir su vida por sí misma. ¿Vamos a tener un gobierno elitista que tome las decisiones por la gente, o vamos a creer, como hemos hecho durante tantas décadas, que la gente puede tomar esas decisiones por sí misma?”
Hombre, no hace falta creer que hay una élite; es suficiente ver. Es la que os hace los discursos. ¿Y quién te dirigió la campaña electoral? W. Casey, ex presidente de la Comisión del Mercado de Valores y futuro director de la CIA durante el mandato de Reagan. Además de otros miembros activos (como Casey) del CFR y la Comisión Trilateral.
Además, el equipo de transición de cincuenta y nueve integrantes de Reagan, responsable de la selección y cribado de los candidatos a ocupar cargos gubernamentales importantes, constaba de veintiocho miembros del CFR, diez Bilderberg y diez trilateralistas. Con personajes tan ajenos a la élite de poder como Henry Kissinger, Alexander Haig, George Schultz (secretario del Tesoro durante la Administración Nixon), Donald Rumsfeld y Alan Greenspan.
Y paramos aquí ya. La conclusión es esta. Si alguien es capaz de conseguir que la gente considere fumar como un delito catastrófico a erradicar y que el aborto es un derecho, es que puede conseguir también que la gente se mire en el espejo y diga “ese (perdón: es@) no soy yo”. Mientras consigan embaucar las masas con chorradas haciendo que miren en la dirección señalada, harán de esos mismos lo que quieran.
A nosotros, iluminados por la fe verdadera, santa, apostólica y católica, y no por la contemplación de absurdos signos, nos tiene que traer fresco todo ese teje meneje. Y una enorme compasión de las ovejas sin pastor.
¿Pero entonces, a nosotros no nos importa el asunto del Rey? Nos importa muchísimo. Todo lo ocurrido nos trae en la memoria lo realmente importante, la relación de la moralidad pública y privada, o simplemente – la cuestión del Rey nos importa sobremanera por su atributo de católico. Es decir, ¿es el título de católico algo que pertenece al folclore, al puro formalismo, a la religión de ritual externo? Y por extensión estas cuestiones nos afectan a todos, a cada uno en su ámbito. Ya que, nos guste o no, la lógica es implacable, si hay exención para uno, debe haber para todos. Porque Dios no se puede comprar ni con influencias, ni con dinero, ni con posición.
Me refiero a la sanción de leyes que afectan especialmente a nuestra conciencia: la de las uniones entre homosexuales (la RAE todavía no utiliza la palabra matrimonio para las uniones entre personas de mismo sexo) y la del aborto (aunque la cosa empezó con la del divorcio). Entonces, de forma natural y por su propio peso, saltó a la vista el tema de la excomunión. No solamente por la cuestión, que algunos debatían entonces, si sancionar es lo mismo que votar. El escándalo era notorio. No hace falta que toda acción esté tipificada con código de barras. Todo el mundo sabe lo que es grave y lo que no. Lo que se puede (con todas de la ley) interpretar como asunto feo y bochornoso, como mal ejemplo que puede cundir a diestro y siniestro.
Sin embargo, ese asunto sirvió para que nos diéramos cuenta lo lejos que estamos de los tiempos apostólicos. En cuanto a la actuación, en cuanto al espíritu. No es que la Iglesia ha dejado de ser Iglesia, sino que en aquella Iglesia, que es la misma que la de nuestros días, se aplicaban las advertencias del Señor respecto a la corrección de los fieles en total fidelidad a las palabras que salieron de la boca de Dios. San Pedro excomulgó a Simón el Mago por querer este comprar el don de Dios con dinero; San Pablo excomulga a un fiel de Corintio por un asunto realmente nimio con respecto a las barbaridades que tenemos hoy; a uno que no se le ocurrió decir herejías, ni hacer orgías en la plaza pública, ni no sé qué; tomó por mujer a su madrastra (me imagino que esta mujer sería ya viuda). Hoy en día tal vez se hablaría de eso como de una curiosidad, noticia de sucesos.
Hoy tenemos de todo, que da vergüenza contar. Vergüenza y rabia. Que si pagan los abortos, que si abusan de los adolescentes, que si quieren que las mujeres sean sacerdotes, que si buscan el Cuerpo de Cristo (para ellos será cuerpo), etc. ¿Se ha excomulgado a alguien? No se excomulga ni al tato. Parece que está hasta prohibido excomulgar. Y con eso podemos sancionar que hemos dado la espalda a la indicación concisa del Señor y a la práctica apostólica durante siglos. Nos guste o no, es así.
De esta forma, parece que hay una preocupación de mantener el status en la sociedad, de no “cantar mucho” y de “no provocar”. Como si no tener enfrentamientos fuera la principal preocupación.
Lectores se habrán dado cuenta que me gusta mucho la obra de María Valtorta. Pues sacaré unos extractos de aquella enseñanza de la que nos habla San Pablo, “luego se apareció el Señor a los 500, muchos de los cuales viven todavía”. En esas enseñanzas, según Valtorta, el Señor explicaba el misterio de la Iglesia y de los sacramentos. A los que no les gustan las revelaciones privadas, están en su derecho; pero que al menos reflexionen sobre estos textos y piense si podrían ser reales, si el Señor realmente podía haber hablado en estos términos. Desde luego, viendo el proceder de los Doce, parece clarísimo que han seguido las indicaciones del Señor. Dejo aquí unas palabras sobre el sacramente del matrimonio:
“Malo sería el que, por la dureza de los corazones, se diera en la nueva fe lo que se dio en la antigua: la permisión del repudio y de la separación para evitar escándalos creados por la libídine del hombre (Deuteronomio 24, 1-4). En verdad os digo que todos deben llevar su cruz en todos los estados, y también en el matrimonial. Y también os digo en verdad que ninguna presión debe doblegar vuestra autoridad que afirme: “No es lícito” a aquel que quiera pasar a nuevo desposorio antes de que uno de los cónyuges haya muerto. Os digo que es mejor que una parte corrompida se separe -ella sola o seguida por otros antes que concederle, por retenerla en el Cuerpo de la Iglesia, algo que sea contrario a la santidad del matrimonio, escandalizando a los humildes y poniéndolos en la tesitura de hacer consideraciones desfavorables a la integridad sacerdotal y sobre el valor de la riqueza o el poder.”
Y en concreto sobre este tema:
“Sed, por el contrario, severos con los que no tengan respeto hacia mi Sangre y acabada de lavar su alma por el lavacro divino, se arrojen al cieno una y cien veces. No los maldigáis, pero sed severos. Exhortadlos. Reciban vuestro llamamiento setenta veces siete. Recurriréis al extremo castigo de separarlos del pueblo elegido sólo cuando su pertinacia en un pecado que escandalice a los hermanos os obligue a actuar para no haceros cómplices de sus acciones. Recordad lo que dije: “Si tu hermano ha pecado, corrígelo a solas. Si no te escucha, corrígelo ante dos o tres testigos. Si esto no basta, ponlo en conocimiento de la Iglesia. Si no escucha ni siquiera a la Iglesia, considéralo como un gentil y un publicano".”
Cristo mismo nos dejó una indicación clarísima al respecto, una práctica muy cristiana y medicinal. Pero nosotros parece que queremos ser más cristianos que el mismo Cristo. Hemos sustituido sus consejos y sus palabras, de Aquel que es el mismo hoy, ayer y siempre, por “pensamiento positivo”, por “trabajo en equipo”, por “dinámica de grupos”,… ¿queda alguna chorrada más? Muy modernos seremos, y muy poco eternos.
No tenemos futuro alguno si nos apartamos de lo que Cristo quiso para nosotros.
Pero gracias a Dios, hay algo grande en la Iglesia: es amor de Cristo. Es el don del Espíritu. Es su Gracia. Siempre es posible retornar a la fuente. Siempre. Y no tenemos otra opción. No existe. Existe solamente la muerte y podredumbre si nos apartamos de lo dispuesto por Dios.
Por último, esto nos afecta a todos. Y cuanto más lo practiquemos, Dios más nos podrá ayudar. Él no fuerza nuestra voluntad. Hace falta que nosotros pongamos remedio. La primera “excomunión” hay que hacerla con respecto a la podredumbre de nuestra propia alma; una vigilancia despiadada, desconfiada hacia nosotros mismos, basada en amor y fidelidad a Dios, no a nosotros (dejemos a los sin fe la autoestima, confianza en uno mismo, quererse a sí mismo,… - pérdidas de tiempo) pero a pesar de nosotros; luego sigue la vigilancia orante hacia nuestro entorno más próximo. Los buenos ejemplos arrastran, cierto; pero hay que corregir los malos, aunque sea impopular.
Creo que la Iglesia es amante de revoluciones constructivas, de las que se hacen desde abajo y por todos. Mal asunto si esperamos todo de los pastores. Si existe una práctica de vigilancia, de celo, de responsabilidad,… habrá un ambiente que ayudará, eso también, a los pastores a hacer lo debido. Si no, están tentados con el pensamiento de predicar en el desierto.
Cristo dijo: si TU hermano peca,… nos lo ha dicho a todos y a cada uno.
“Pastor y nauta en los tiempos tremendos… Tu brújula, el Evangelio. En él están la Vida y la Salvación. Y todo está dicho en él. Todos los artículos del Código santo, todas las respuestas para los múltiples casos de las almas están en él. Y haz que de él no se separen ni los Sacerdotes ni los fieles. Haz que no vengan dudas sobre él, ni alteraciones a él, ni sustituciones ni sofisticaciones. El Evangelio… soy Yo mismo el Evangelio.”
25 comentarios
¿Lo prohíbe acaso el actual Derecho Canónico? No por supuesto. ¿Alguna encíclica pastoral? Menos. ¿EL CVII? Tampoco.
Pero lo cierto es que a ningún obispo se le pasaría por la cabeza hoy por hoy excomulgar a nadie, ni siquiera al más contumaz de los herejes. Entonces, a lo dicho : DE HECHO, está prohibido excomulgar en la Iglesia Católica.
Sólo se excomulga en los casos denominados "latae sentenciae" (creo que así se escribe), que es una excomunión automática que, por decirlo de alguna manera gráfica, "se dispara sola" en determinadas circunstancias, entonces no queda más remedio que aplicarla. Pero en la primera ocasión favorable se la remite, como ha pasado recientemente con los obispos de un grupo tradicionalista que desea recuperar sus derechos eclesiásticos plenos.
Yo me abstendré de hacer ningún juicio de valor sobre esta cuestión. Por el momento deseo tan sólo señalar la realidad de la prohibición de hecho de la excomunión en la Iglesia, situación nunca vista antes en su larga historia. Y recordar que este giro pastoral copernicano comenzó cuando Paulo VI dejó sin efecto las graves sanciones que un obispo useño había aplicado a un grupo de sus sacerdotes. Sanciones que eran justísimas y justificadísimas, porque ese grupo rechazaba abiertamente las enseñanzas del mismo Paulo VI en la Humana Vitae.
Esa (por llamarla de alguna manera) "línea pastoral" sigue aún vigente, quizás no con la misma fuerza que tuvo en el fin del siglo pasado, pero muy lejos aún de revertirse.
En los ultimos decenios, hemos tenido un desmadre doctrinal precisamente porque muchos pastores han hecho dejación de sus funciones.
Habria que preguntarse ¿no aplicar la excomunión ha sido mejor para el individuo porque ha vuelto al redil? o ¿no aplicar la excomunión ha sido peor porque el individuo ha seguido en sus errores y los ha propagado?
La Iglesia esta fuera de Estado, no tiene los instrumentos efectivos para castigar, por eso la excomulgaciOn no funcciona ya...
La opiniOn moral? De quE se trata en el Estado liberal?
Las excomuniones no se hacen para que la comunidad política las tome en serio. No son una sanción política. No está destinada a "funcionar" políticamente.
Las excomuniones buscan fundamentalmente dos cosas:
1. Evitar el escándalo de la COMUNIDAD CRISTIANA, o sea que otros caigan por culpa del mal ejemplo.
2. Hacer un fuerte llamado de atención al excomulgado para que acomode su situación con Dios, porque la segregación de la comunidad cristiana es sólo una figura de algo mucho más grave (y que es lo que realmente importa) : la segregación del excomulgado del Pueblo de Dios, poniendo en serio riesgo su salvación eterna.
Éstas son las verdaderas "funciones" de la excomunión.
Ahora bien, aprovechando tu intervención yo me haría las siguientes preguntas:
¿Piensan acaso los jerarcas de la Iglesia igual que Yuri?
¿Creen quizás que las excomuniones no deben aplicarse porque "políticamente" no "funcionan"?
¿No les importa acaso el alma del disidente, el alma del resto de la comunidad y las ofensas hechas a Dios?
Ése fue un día muy especial de nuestra historia en el cual nosotros, como ESPAÑOLES preocupados y angustiados porque política y militarmente estábamos librados a nuestra sóla suerte, decidimos asumir la conducción local hasta que volviese la normalidad.
Si no tienen fe, razón de más para excomulgarlos.
Si les suda o no les suda, eso no es obstáculo para excomulgarlos. La excomunión espera que al sancionado le importe, ya que es su alma la que se juega la vida. Pero no depende de la reacción del imputado, el cual actuará haciendo uso o abuso de su libertad, él sabrá.
Lo que importa sí, es que no se ofenda a Dios y no se escandalicen las almas. Eso es lo que parecen haber olvidado los obispos. ¡Ésa es su grave responsabilidad! Y a mi pobre juicio, también su GRAVE OMISIÓN.
Se dice que Perón fue excomulgado no hace tantos años (¿quizás por un exceso de rigor?) y se le levantó la excomunión después. A algunos cercanos le convendría un toque de aviso para que se enderecen.
No sE, quE piensan y quE creen los oligarcas, aunque estoy seguro que les es importa el alma del disidente.
El problema es un poco distinto. Milenko dice que la prActica de la excomuniOn es olvidada. Yo digo, al aNadir, que no funcciona porque la Iglesia no puede castigar como el Estado, o como la Iglesia lo hacia en la Edad Media cuando esta instituciOn significaba mucho. Ahora la Iglesia dice, pero el mundo ateista hace no mAs que se rie. La comunidad cristiana no funcciona asi mucho como antes, ya que es posible profanar su opiniOn en absoluto y sin problemas. Ahora no hay InquisiciOn, por eso no hay los herejes. Ahora cualquier hereje es la persona individual con sus derechos inviolables y con su opiniOn individual propio. Y no hay ninguna significaciOn, quE dice la Iglesia. Es una lAstima. Mientras que la palabra del Estado singifica mucho. La Iglesia catOlica dice - el gringo se rie; el Estado espaNol dice - cualquier gringo cumple o serA castigado. Deaqui el problema.
Feliz Día de la Patria para todos los lectores argentinos! Argentina para siempre!!!!!!!!!!!!!!!!!! Te adoro!!!!!!!!!
Y la misma le fue levantada a comienzos de los '60 por el Arzobispo de Madrid, ante quien leyó la fórmula para solicitar el perdón de la pena, y lo hizo de rodillas, todo lo cual consta en un acta que el prelado envió al Vaticano.
Toda esta cuestión se manejó con una prudente reserva. Ni la Iglesia salió a batir parches cuando excomulgó a Perón, ni éste buscó la publicidad del perdón obtenido.
Perón tenía en vista regresar ocultamente a la Argentina, cosa que concretó poco después sin éxito, pues fue regresado a España desde el Brasil (antes no había vuelos directos a Buenos Aires desde Europa). Y pensaba que era mejor regresar reconciliado con la Iglesia. Murió pues, en el seno de la SICAR.
Tu hablas de la época en la cual la "unidad de culto" era política de Estado. El último estado católico que la defendió fue España. En cierta medida eso ya pasó, pero en otra medida es lo que sucede también ahora con el "culto" de la Democracia Liberal.
Pero volvamos a la época adonde el Estado era el "brazo secular" de la Religión. Efectivamente, el Estado tomaba muy en serio una declaración de herejía y consecuente excomunión, y por lo general procedía a ejecutar al reo que no se retractaba de sus errores. Incluso mediante la hoguera. Como le pasó a Santa Juana de Arco, que de hereje tenía lo que yo de santo.
¿Era eso bueno y deseable para la salvación de las almas? Yo creería que no. Porque se daba pie para muchos abusos, como el mencionado, adonde se mezclaban cuestiones religiosas y políticas y muchos practicaban la religión por interés y por temor.
Así como antes el Poder Político secundaba las decisiones de la Religión, ahora parece ser que es la Religión la que se somete al parecer del Poder Político, que no quiere saber nada de dogmatismos ni de doctrinas diferentes a las que él impone. Entonces ya no se enseña casi la Doctrina Católica a los bautizados ni se sanciona con excomuniones a quienes, diciéndose católicos, no obstante la rechazan y la desmienten.
Y alli se puede ver como se "jugaba" con las excomuniones, los antiPapas y la sede apostolica.
Yuri, xd, anda que tu queriendo volver a la excomunion como arma politica ... desde luego lo que tiene una que leer.
No he escrito en ningUn lugar que quiero "volver a la excomuniOn como arma politica". He escrito que la excomuniOn no funcciona ya que no es ahora arma politico. No mAs.
Si me preguntarAs, quiero yo volver o no, te dirE en directo que no quiero. La experiencia medieval no era positiva en todos los aspectos, es evidente. Aunque quisiera ver mAs influencia moral de la Iglesia en todos los sentidos. El problema es cOmo realizarlo? En nuestro mundo los derechos del pecado son mAs validos que la virtud cristiana. Si eres cristiano - eres retrogrado y tonto; si eres maricOn - eres progresivo e intelectual. Todos los cristianos estAn en frente a este radicalismo estUpido.
El conservadurismo (soy un conservador) no es en contra del progreso; el conservadurismo es en contra de la corrupciOn de la naturaleza humana. Si el progreso la perfecta - no hay ningUn problema, que avanza.
Mons. Lefebvre y Mons. Castro-Meyer fueron excomulgados por un "acto cismático", mientras los obispos chinos consagraban nuevos obispos sin permiso alguno, y no pasaba nada. Además la Iglesia Patriótica China es por esencia un grupo cismático. Ellos afirman claramente que no reconocen la autoridad suprema del Papa, mientras que Mons. Lefebvre jamás hubiera dicho algo así.
Gracias a Dios la situación está cambiendo, pero durante bastantes años, a la luz del mundo la Tradición estuvo excomulgado por Roma. Curas fueron literalmente echados a la calle por sus obispos por atreverse a decir la Misa tradicional, o por organizar procesiones eucarísticas, mientras que los modernistas gozaron de todo tipo de privilegios y protección.
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Creo que los obispos chinos están excomulgados latae sententiae. Por otra parte, creo que para algunos sectores sería más comprensible la excomunión de Lefbrvre si hubiesen tenido lugar otras excomuniones, digamos por temas de otros signo.
No se trata del mundo, se trata de la Iglesia. La Iglesia puede y debe defender su fe y la de los suyos negando los Sacramentos a los que se apartan pública y pertinazmente de esa fe. Es elemental. De lo contrario ¿no se siembra la confusión e incluso el escándalo entre los fieles?
Pienso que las súbita e injustificada derogación (de hecho) de las excomuniones responde a la HERMENÉUTICA DE LA RUPTURA. Del mismo modo que la derogación (de hecho) de la predicación sobre el pudor, como magitralmente lo expone el P. Iraburu en su actual post. ¡Hay que terminar de una vez con la hermenéutica de la ruptura!. ¡Hay que volver a la hermenéutica de la continuidad con la TRadición : predicar el pudor, también excomulgar al que lo merece y necesita, también predicar contra los enemigos mundo-demonio-carne, y tantas otras cosas más!
LA Hermenéutica de la Ruptura estuvo representada en los tiempos del CVII por una corriente que decía seguir un sospechosísimo y azufrado "espíritu del concilio" (nada que ver con el E.S., sino más bien al contrario), el cual infundía un irracional y ahistórico "optimismo", prometía "primaveras" y aconsejaba "abrir las ventanas para que entre aire fresco" (¿¿del mundo??), lo cual "llenaría de nuevo las iglesias de fieles" y nos "reconciliaría con el mundo".
Pero no obstante hubo otros que entendieron el CVII de otra manera, en orden a la Continuidad con la Tradición. Y no se creían lo de la reconciliación con el mundo sino que afirmaban, como lo hizo un conocido teólogo (que ahora es Papa), que imaginaban una Iglesia futura "numéricamente pequeña". Y predicaban que el CVII debía entenderse a la luz de la Tradición.
Reciclar la empolvada y enmohecida sanción de las excomuniones es, también, una manera de ejercitar la necesaria Continuidad de la Tradición Apostólica.
Por supuesto que una parte importante de esta sociedad, con el analfabetismo religioso que impera no querrá entenderlo, pero es su problema, no el nuestro.
Ya lo decía Jesús en aquella hermosa parábola, cuando el protagonista de la misma decía: "Dios mío, te doy gracias de no ser como los demás" (Lc 18, 11).
Es la vieja historia de la paja y la viga.
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Para excomulgar primero hay que avisar. Si uno es avisado, y es humilde, rectificará.
Es una medicina indicada por Cristo.
He estado viendo como el Padre Iraburu habla del sentido del pudor, por ejemplo, pretendiendo que las jóvenes se vistan con faldas hasta los tobillos, y guarden la compostura al estilo decimonónico. Otros pretenden que las personas que se divorcian, no vuelvan a casarse o tendrán que afrontar un infierno de fuego por toda la eternidad. En este foro, también vemos como se nos ponen palabras de Jesús recomendando la excomunión cuando se llegue a ciertos extremos. Siendo palabras de Jesús, tal vez debamos ponerlas en práctica.
Pero eso no se sostiene. Los tiempos son los que son, y la realidad es la que es. La Inquisición ya ha dejado de existir, y la excomunión es simplemente una idiotez sin sentido. Yo me considero una persona excomulgada, y no tengo ninguna sensación desagradable. Intenté volver a la Iglesia hace unos años, confesé y estuve yendo a misa unos meses, hasta que comprendí que eso no tiene para mí ningún sentido. Digan lo que digan, la cuestión de misa es simplemente estúpida. No hay nada especial ahí. Ni la eucaristía ni ningún otro sacramento tiene el menor valor en la época actual. Y esa opinión la comparte el 90% de las personas que viven hoy en día en los países antaño catolicos.
Hasta recientemente, yo creía sin embargo que en las Iglesias Ortodoxas la cosa era diferente. Me parecía que eran la verdadera Iglesia de Cristo, y que si hubiese podido, me hubiese hecho ortodoxo, porque siempre he pensado que ellos tenían la verdad de la Iglesia. Pero por lo que dice el señor ruso, están igual que en todas partes. Así pues, esto sencillamente ha llegado a un punto muerto, del que no tengo ni idea, como saldremos.
Un saludo, creo que este foro tiene mas calidad que los otros. El señor que lo escribe se documenta y conoce muy bien la realidad de este país, aun siendo de origen eslavo.
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El que busca, encuentra. El Señor no falla en sus promesas. Él es el Camino, la Verdad y la Vida.
He escrito: "Ahora no hay InquisiciOn, por eso no hay los herejes". No mAs.
Yo nunca fui encantado por vuestra InquisiciOn. No hay que transmitir sus complejos histOricos a Rusia, al pais que nunca tenia ninguna InquisiciOn. Los rusos no somos mezclados en su "gloria" nacional. Nuestra leyenda negra es distinta.
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