Parecía que por fin había llegado el momento en el que las Hermandades sevillanas iban a dar un paso adelante, su pronunciamiento en defensa de la vida el reflejo de un removerse las entrañas, un basta ya a la destrucción moral que se está llevando a cabo en nuestra sociedad, en definitiva una reafirmación de la doctrina católica, pero por desgracia no ha sido así.
La decepción es tremenda.
El asunto se ha resuelto de una manera lamentable, asumiendo las premisas de los extraños y no de los propios.
La nota que ha emitido la Asamblea Extraordinaria de Hermanos Mayores de las Hermandades y Cofradías de Sevilla, es una vergüenza tanto en sus planteamientos como en su resolución; toda la parafernalia que se montó en su momento se ha desinflado como los globos, quedando en aguas de borrajas: desde luego, para este ridículo, mejor que se hubiesen quedado en casita.
Lo primero que llama la atención en dicha carta es la ausencia de citas. No hay ninguna alusión ni a la Sagrada Escritura, ni al Magisterio de la Iglesia, cuando precisamente la enseñanza de la Iglesia en esta cuestión moral, es extensa y profunda.
Lo segundo es la obediencia que nuestros cofrades muestran frente al poder político: de tanto agacharse se les acabará viendo el culo. Una vez que las hermandades hicieron el amago de llamamiento en defensa de la vida, los políticos de la izquierda no perdieron ni un segundo en tirar de su arsenal dialéctico, apelando a los lugares comunes de ataque a lo eclesial: que no se metan en política.
Como no podía ser de otra forma los hermanos mayores no han perdido el tiempo de aceptar el argumento socialista sin la más mínima crítica. Se ha desarmado el contenido de la nota, y por ende su efecto, antes del parto. ¡Qué vergüenza!
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