5.11.10

3.11.10

La protervia de la diócesis de Linz

¿Se acuerdan ustedes de lo ocurrido hace poco más de un año en la diócesis de Linz? Sí, aquella procesión del Corpus Christi donde una pértiga sustituía a la Custodia. Bien, pues por si no fuera bastante, el Obispo de Linz, Ludwig Schwarz, celebró el día 16 del mes pasado, el Día Diocesano de Hombres y Mujeres Católicos con una Misa Pontifical.

Como se ve en la foto, en el altar hay dos presbíteros y dos mujeres, estas vestidas con el alba y la estola.

Terrorífico. Tanto como el Crucificado, que más bien parece famobil, y que emerge en el lado inferior izquierdo de la foto.

¿Qué será lo próximo?

¡Señor ven pronto!

Fuente: Kreuz.net y Secretum meum mihi

2.11.10

Dales Señor el descanso eterno. Y brille para ellos la luz perpetua

Por consiguiente, todo lo tocante a las honras fúnebres, a la calidad de la sepultura o a la solemnidad del entierro, constituye más un consuelo de los vivos que un alivio de los difuntos. De lo dicho no se deduce que hayamos de menospreciar y abandonar los cuerpos de los difuntos, sobre todo los de los santos y los creyentes, de quienes se sirvió el Espíritu Santo como de instrumentos y receptáculos de toda clase de buenas obras. Si las vestiduras del padre y de la madre, o su anillo y recuerdos personales, son tanto más queridos para los descendientes cuanto mayor fue el cariño hacia ellos, en absoluto se debe menospreciar el cuerpo con el cual hemos tenido mucha más familiaridad e intimidad que con cualquier vestido. Es el cuerpo algo más que un simple adorno o un instrumento: forma parte de la misma naturaleza del hombre. De aquí que los entierros de los antiguos justos se cuidaran como un deber de piedad; se les celebraban funerales y se les proporcionaba sepultura. Ellos mismos en vida dieron disposiciones a sus hijos acerca del sepelio o el traslado de sus cuerpos.

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1.11.10

31.10.10

Él debe reinar

Habiendo, pues, concurrido en este Año Santo tan oportunas circunstancias para realzar el reinado de Jesucristo, nos parece que cumpliremos un acto muy conforme a nuestro deber apostólico si, atendiendo a las súplicas elevadas a Nos, individualmente y en común, por muchos cardenales, obispos y fieles católicos, ponemos digno fin a este Año Jubilar introduciendo en la sagrada liturgia una festividad especialmente dedicada a Nuestro Señor Jesucristo Rey. Y ello de tal modo nos complace, que deseamos, venerables hermanos, deciros algo acerca del asunto. A vosotros toca acomodar después a la inteligencia del pueblo cuanto os vamos a decir sobre el culto de Cristo Rey; de esta suerte, la solemnidad nuevamente instituida producirá en adelante, y ya desde el primer momento, los más variados frutos.

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