Sanctus Ioseph (a pesar de los impíos)
San José, patrono de la Iglesia Universal, si hay un santo por excelencia, es el castísimo esposo de María.
Me contaba mi padre, recordando sus años en la Adoración Nocturna, que los viejos adoradores decían a los devotos del pater putatibus de nuestro Señor, en su última hora los asistía en su última hora llevándolos amorosamente a la presencia de Nuestro Señor. Igual que hizo con su hijo, que no lo era, lo hace con sus devotos en el último momento de nuestra vida terrestre.
No me pregunten por qué lo hace con sus devotos y no con todos: eso es un misterio de la piedad popular, que no por ser popular es menos teológica, ni menos verdadera.
La suerte del Patriarca ha corrido de la misma manera que la de todos los santos de la Iglesia, pero quizás por ser él quien fue, por tener a quien tuvo entre sus brazos, por trabajar para sustentar a la Virgen y al Niño, la decadencia es aún más terrible.
Como escribe San Bernardo, San José recibió en sus brazos al Pan Vivo que baja del cielo para todo el mundo, ¿qué mayor Misterio que Dios Niño en brazos de un hombre?
Un ejemplo ocurrió en el día de ayer, donde el cura no celebró la víspera de la fiesta, sino la feria de Cuaresma, precisamente cuando la Fiesta de San José es superior en la ordenación de los días litúrgicos. Otro abuso litúrgico.
Con la reforma del Breviario, los impíos liturgistas hicieron su Agosto y, realmente, con el pobre San José se cebaron. Los cambios sufridos son los propios que afectaron al Breviario, disminución a la mínima expresión de maitines, supresión de prima, acortamiento de laudes, vísperas y completas, pero con San José hubo otros. Así, San José tenía fiesta propia, no enmarcándose en ninguna otra, de santos, confesores, etc, con lo que se evidenciaba la importancia del Santo Patrón de la Iglesia. Ahora, en la Liturgia de las Horas, a San José lo han encajonado entre el Común de los Santos Varones y el domingo para el rezo de los salmos, mientras que en el Breviario, ahora liberado por el Romano Pontífice, los salmos son los del domingo siempre, mirando a lo más excelso, al Domingo, pero los impíos liturgistas, tuvieron poca misericorda con el padre putativo del Señor.
De las lecturas de Maitines, ¿para qué hablar? En la forma extraordinaria del rito, la fiesta de San José tiene tres Nocturnos, con nueve salmos y nueve lecciones: Gen 39,1-5; Gen 41,37-40; Gen 41, 41-44; tres homilías sacadas de de San Bernardo, el evangelio del día (Mat 1,18-21) junto con tres homilías sacadas del Comentario de San Jerónimo al Evangelio de San Mateo, todas perfectamente engarzadas, unidas, como sólo la sabiduría de la Iglesia sabe hacer.
San Bernardo califica a San José con las excelencias de ser fiel, siervo y prudente; San Jerónimo nos enseña las razones por las que era conveniente que José se desposara con María, “la primera, para que por la genealogía de José se supiese el origen de María; la segunda, para que los judíos no la apedreasen como adúltera; y la tercera, para que al huir a Egipto tuviese quien la consuele. El mártir Ignacio aduce otra razón: para ocultar al demonio el parto de María, y que siempre creyese que Cristo había sido engendrado no de una virgen, sino de una mujer casada”.
Castidad, fidelidad, servicio, prudencia, las virtudes que adornan al Señor San José, virtudes tan olvidadas como necesarias para el día de hoy, virtudes que están presentes en el magisterio que el Santo Padre nos está ofreciendo en su viaje africano.
A pesar de los hijos de Putifar, de dentro y de fuera, San José sigue siendo el Patrono de la Iglesia, y no dejará de ejercer su misión, igual que no la dejó de cumplir aquí en la tierra.
Así que elevemos una oración al Patriarca Señor San José, encomendando especialmente al Romano Pontífice al que tantos lobos quieren dañar:
p.s. En la foto, imagen de San José agonizando, acompañado del Señor y de la Santísima Virgen, grupo que se encuentra en la Capilla de San José, sita en la calle Jovellanos, Sevilla. Quizás el Señor le esté encomendando lo que será su misión en el cielo: el conducir las almas a su presencia.
p.s. 2. Felicidades a todos los José en su onomástica, especialmente a mi suegro, a mi compadre, a D. José Manuel y D. José Antonio.
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