Lo que dijo Lutero: Sola Fide
En este artículo no quiero tocar lo expuesto por el Santo Padre en el día de hoy respecto al tema de la Sola Fide, ya que el padre Guillermo lo ha explicado perfectamente y yo o bien lo estropearía o bien redundaría en lo mismo.
Sin embargo, si me gustaría centrarme en lo que dijo Lutero, porque la memoria es flaca y nos están intentando vender al monje agustino como lo que no fue.
El problema de la Sola Fide luterana está enmarcada en el descubrimiento que hizo fray Martín en Wittenberg (la famosa «iluminación de la torre» o Turmerlebnis). El agustino, llegó a la conclusión de que la concupiscencia es pecado formal, imputable, del cual no hay forma de liberarse por muchas buenas obras que se hagan, ya que todas ellas estarán corruptas de raíz por el pecado original.
En definitiva, el hombre permanecerá siempre en pecado. La ley divina es un yugo insoportable: incumplible. ¿Qué manda la ley?, non concupisces (no seas concupiscente), pero ocurre que somos concupiscientes siempre – estamos en pecado -, ergo la concupiscencia es incompatible con la caridad.
Lutero, como buen extremista, concluyó que el Bautismo no borraba el pecado original, porque identificaba éste con la concupiscencia, la cual hacía al hombre repugnante a la santidad divina. De ahí que la naturaleza humana, en el orden moral, estuviese corrompida hasta los tuétanos, por tanto de la misma no podía salir buenos frutos: el niño recién nacido y el más santo de los hombres, son pecadores y pecan en todo lo que realizan.
Esta corrupción llega hasta el alma, que se ve imposibilitada para cualquier obra buena ya que en ella está ausente la libertad para el bien.
Lutero, tras leer y meditar Rom 1,17 – Iustitia enim Dei in eo revelatur -, creyó encontrar la solución. La iustitia Dei no es la justicia por la cual Dios es justo y se muestra justiciero contra los pecadores, sino la justicia pasiva de la fe, por la cual el hombre es justificado gratuitamente, por la misericordia de Dios.
La Ley es incumplible, pero el Evangelio nos anuncia que Cristo ha pagado por nosotros: basta la confianza en Cristo para ser justos ante Dios. La justificación del hombre es externa, por mera imputación de Dios: «Iustitia Scripturae magis pendet ab imputatione Dei, quam ab esse rei» (WA 56,287).
Lutero piensa que ha encontrado la verdadera interpretación de la «iustitia Dei» en Rom 1,17, que por otro lado es diferente al que le habían dado todos los doctores antes que él. La justicia de Dios es la justicia que justifica a los pecadores.
Sin embargo, lo cierto y verdad es que otros autores católicos han entendido la justicia de Dios en el sentido de justicia pasiva o justificadora del hombre mediante la fe, pero con una diferencia esencial respecto a Lutero y es que, éste último, elimina las buenas obras en orden a la justificación.
En Lutero la justificación por la fe implica pasividad absoluta del hombre. El hombre no colabora con el Señor en el negocio de la justificación, lo cual no se ajusta a la doctrina católica.
Teniendo en mente el marco del problema en el que se movió Lutero, se comprenden perfectamente las palabras del Romano Pontifice en la audiencia de hoy.
3 comentarios
"Por eso no es solo la fe sino también una obra humana como es la recepción del bautismo."
Quiero decirte que no tiene fundamento Biblico.
S. Juan 1:
12 Mas a todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios;
13 los cuales no son engendrados de sangre, ni de voluntad de carne, ni de voluntad de varón, sino de Dios.
El hombr en este aspecto de la justificacion es pasivo.
S Juan 3:
8 El viento sopla de donde quiere, y oyes su sonido; mas ni sabes de dónde viene, ni a dónde va; así es todo aquel que es nacido del Espíritu.
En Cristo
Lenin
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