La Pataria (I)
La Pataria es un fenómeno muy interesante que ocurrió durante la Edad Media. Fue un despertar y resurgir de las masas populares, apoyadas por el que sería futuro Papa Alejandro II (1.061-1.073).
A pesar de que los progres de salón nos quieran vender una Edad Media oscura y neblinosa, la realidad fue otra. La época fue grandiosa y brillante, poblada de filósofos y teólogos, donde incluso el Rey estaba sometido a la justicia. Los hombres buscaban las virtudes, como la fortaleza; no se conocían cosas tan absurdas como las personas “proactivas”.
Pero volvamos a la época. La Iglesia necesitaba una reforma. El clero feudal era concubinario y simoníaco. Había que acabar con esta inmoralidad por fidelidad a Cristo y en esta empresa se embarcaron los laicos junto con la jerarquía.
La Pataria toma su nombre en Milán. La etimología del nombre no está clara, pero parece que deriva del lombardo patée, que significa “harapo”. Estaríamos hablando entonces de un “grupo de harapientos”, con las connotaciones negativas que podía tener en la época.
El iniciador fue el diácono Arialdo, que empezó la predicación contra el clero incontinente en el año 1.057. Tuvo la ayuda de Landolfo Cotta, ex notario de la iglesia ambrosiana. Landolfo era un clérigo menor y por lo tanto, no podía predicar.
La Pataría se lanzó a una serie de acciones expeditivas contra el clero concubinario. Realizaban asaltos y saqueos, por lo que rápidamente llegó el enfrentamiento con el arzobispo de Milán. Milán estaba regida por Guido de Velate, que había sido elegido simoníacamente. Guido convocó un sínodo provincial en Fontanero que condenó y excomulgo a Arialdo y a Landulfo. Pero éstos no se arredraron.
La Pataria no estaba formada únicamente por el pueblo, sino que también se adhirieron sacerdotes al movimiento, los cuales no lo abandonaron ni cuando llegó la pena de excomunión. De hecho se dio el caso de un cura simoníaco que cedió una Iglesia de titularidad privada a Arialdo. La Iglesia se transformó en canónica, acogiendo a Arialdo y los suyos.
Una de las propuestas más interesantes promovida por los patarinos es la conocida como “huelga litúrgica”, que consistía en el abandono de las funciones de los sacerdotes simoníacos y/o concubinarios, que se veían obligados por la falta de fieles a no administrar los sacramentos.
Pero volvamos a la historia. Mientras todo esto ocurría en Milán, “huelgas litúrgicas” incluídas, en Roma estaban preocupados por el caso. Por eso se envió en ayuda del arzobispo Guido, a Anselmo de Baggio e Hildebrando de Soana. Esta es una muestra palmaria que es el Espíritu Santo el que guía a la Iglesia, aunque los hombres muchas veces se opongan a Él.
Una vez los legados hubieron examinado la situación, no sólo no prohibieron el movimiento, sino que lo alentaron y animaron a seguir. Sería curiosa poder ver la cara del Arzobispo Guido. Desde luego no sería una cara de alegría. Evidentemente, el Papa Esteban IX levantó la excomunión a Arialdo y Landulfo.
Los enfrentamientos violentos continuaron, lo que obligó al Papa Nicolás II, sucesor de Esteban IX, a enviar de nuevo legados a Guido, consiguiendo que éste último aceptara la reforma y que fuera consagrado por el Papa en el año 1.060.
Mientras, Anselmo de Baggio fue elegido en 1.060 Obispo de Lucca. Al año siguiente fue elegido Papa con el nombre de Alejandro II. Todo cambiaría para la Pataria.
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