Hace veinte años y seguimos igual
Un día como hoy, hace veinte años, el Papa Juan Pablo II publicaba la Carta Apostólica «Ecclesia Dei». En ella el Santo Padre señalaba, entre otras cosas, lo siguiente:
1. La Iglesia de Dios con gran afflicción ha tenido conocimiento de la ilegítima ordenación episcopal que el arzobispo Marcel Lefebvre confirió el pasado 30 de junio, de forma que han resultado inútiles todos los esfuerzos realizados desde hace años para asegurar la comunión da la Fraternidad Sacerdotal de San Pío X, fundada por el mismo reverendísmo monseñor Lefebvre, con la Iglesia.(..)
2. Esta tristeza la siente de modo especial el Sucesor de Pedro, el primero a quien corresponde tutelar la unidad de la Iglesia(2) (…)
Las particulares circunstancias, objetivas y subjetivas, en las que se ha realizado el acto del arzobispo Lefebvre, ofrecen a todos la ocasión para reflexionar profundamente y para renovar el deber de fidelidad a Cristo y a su Iglesia.3. Ese acto ha sido en sí mismo una desobediencia al Romano Pontífice en materia gravísima y de capital importancia para la unidad de la Iglesia, como es la ordenación de obispos, por medio de la cual se mantiene sacramentalmente la sucesión apostólica. Por ello, esa desobediencia - que lleva consigo un verdadero rechazo del Primado romano - constituye un acto cismático (3). Al realizar ese acto, a pesar del monitum público que le hizo el cardenal Prefecto de la Congregación para los Obispos el pasado día 17 de junio, el reverendísmo mons. Lefebvre y los sacerdotes Bernard Fellay, Bernard Tissier de Mallerais, Richard Williamson y Alfonso de Galarreta, han incurrido en la grave pena de excomunión prevista por la disciplina eclesiástica(4).
4. La raíz de este acto cismático se puede individuar en una imperfecta y contradictoria noción de Tradición: imperfecta porque no tiene suficientemente en cuenta el carácter vivo de la Tradición, que - como enseña claramente el Concilio Vaticano II - arranca originariamente de los Apóstoles, “va progresando en la Iglesia bajo la asistencia del Espíritu Santo; es decir, crece con la comprensión de las cosas y de las palabras transmitidas, cuando los fieles las contemplan y estudian repasándolas en su corazón, cuando comprenden internamente los misterios que viven, cuando las proclaman los obispos, sucesores de los Apóstoles en el carisma de la verdad"(5).
Pero es sobre todo contradictoria una noción de Tradición que se oponga al Magisterio universal de la Iglesia, el cual corresponde al Obispo de Roma y al Colegio de los Obispos. Nadie pude permanecer fiel a la Tradición si rompe los lazos y vínculos con aquél a quien el mismo Cristo, en la persona del Apóstol Pedro, confió el ministerio de la unidad en su Iglesia(6).
Pues bien, desde entonces hasta hoy, el Santo Padre no ha dejado de tender puentes para conseguir la plena comunión, sin embargo los seguidores de Lefebvre - ¿no tiene el concepto en sí suficiente carga semántica? – no han contestado con un sí o con un no, pero su comunicado – tal como publica Secretum meum mihi – si deja entrever varias cosas.
1) Quieren que se les levanten las excomuniones sin pedir previamente perdón. Curioso. ¿Quieren hacer pasar al Papa por las Horcas Caudinas?
2)Dicen que:
La Fraternidad San Pío X no tiene la pretensión de ejercitar un magisterio superior al del Santo Padre, ni busca oponerse a la Iglesia. Siguiendo los pasos de su fundador, ella quiere transmitir lo que ha recibido, es decir «lo que siempre ha sido creído, en todos lados y por todos». Ella hace suya la profesión de fe que Msr. Marcel Lefebvre dirigió a Paulo VI, el 24 de Septiembre de 1975: «Jesucristo a confiado a Su Vicario el cargo de confirmar a sus hermanos en la fe y le ha pedido velar para que cada obispo fielmente guarde el depósito de la fe, según las palabras de san Pablo a Timoteo».
Pero, ¿acaso la Iglesia no enseña lo que ha recibido, es decir «lo que siempre ha sido creído, en todos lados y por todos»? ¿Qué problema hay para alcanzar la plena comunión pues, si la Fraternidad no «busca oponerse a la Iglesia»?
Hace ya veinte años y seguimos igual.
6 comentarios
1. Asistir a misa de la FSSPX no es un acto cismático:
http://www.sspx.org/images/Miscellaneous/ratzingerdecree_4june93_520x680.jpg
2. Se cumple con los preceptos dominicales y de ayuda a la Iglesia en sus necesidades:
http://www.unavoce.org/articles/2003/perl-011803.htm
3. Tampoco es un acto que pueda ser calificado como moralmente reprobable:
http://www.papanews.it/news.asp?IdNews=3479#a
Para mí no se trata de un tema relacionado tanto con la FSSPX como con la Iglesia Católica. No conozco a nadie de la FSSPX ni he oído jamás una misa en latín. Sin embargo, en muchas de sus páginas-e, las que a mí me interesan, nunca faltan ni la foto del Santo Padre, antes Juan Pablo II y ahora Benedicto XVI, ni los recordatorios para orar por sus intenciones.
Parece ser que hace unos años Fellay encabezó una peregrinación a Roma con más de 6000 personas en la que predicó en la Catedral de San Pedro. Mientras la multitud "tradicionalista" que no cabía en la Basílica rezaba por las intenciones del Romano Pontífice y por la unidad de la Iglesia, no faltó quien los acusó de cismáticos y herejes. Dios quiera que todos los cismáticos y todos los herejes peregrinen a Roma para rezar por las intenciones del Santo Padre. Y si todos los que no son cismáticos ni herejes también rezan por las intenciones del Santo Padre, mejor que mejor.
Tengo 42 años. Desde que cumplí los 18 voy todas las semanas al menos una vez a misa. He vivido en Barcelona, en Hospitalet, en Zaragoza y en Murcia. Como profesor he tenido relaciones profesionales con colegios regentados por jesuitas y maristas. Jamás he oído un sermón sobre el Pecado, el Infierno, el Purgatorio, el Cielo, la confesión, la pureza, la santidad, la rectitud de intenciones o la vida de oración. Efectivamente, en algunos sermones se han citado esos términos. Pero sólo se han citado. Ésta es la Iglesia Católica de Roma en la que llevo viviendo los últimos 24 años de mi vida.
Mi vida de fe ha empezado a florecer a raíz de unos sermones en mp3 sobre doctrina católica básica predicados por sacerdotes pertenecientes a la FSSPX. Y junto a mi vida de fe ha empezado a florecer también la vida de fe en mi familia. Estoy casado y tengo tres hijos. Mi mujer no es creyente. Aún no es lo habitual, pero ya hemos ido varias veces todos juntos a misa. A misa "nueva", como dicen en la FSSPX...
¿Dejaré de estar agradecido a esos hombres que dan su vida por la fe en Jesucristo dentro de la Iglesia Católica de Roma, por la que oran y para la que predican? La recta razón me dicta el deber moral de actuar en justicia cuando se habla de la fe en Cristo Crucificado dentro de la Iglesia Católica de Roma. Por eso pido para ellos el trato fraternal que, por desgracia, no siempre se les dispensa. Máxime cuando no hay ningún Cisma declarado, puesto que no han negado ningún dogma ni se han rebelado contra la autoridad del Papa de Roma. No estoy hablando de los "sedevacantistas" ni de otros grupos marginales.
Mons. Fellay ha dicho que la FSSPX acepta el 95% del Concilio Vaticano II sin problemas. Pero que el otro 5% les crea problemas de conciencia que necesitan aclarar con la Santa Sede. El Concilio Vaticano II es un concilio pastoral por la voluntad de dos Papas. Sus declaraciones dogmáticas sólo tienen valor dogmático en cuanto que repitan doctrina dogmática definida en otra parte. No parece un problema muy difícil de solucionar.
Hay un recurso interpuesto por Lefebvre al cierre del seminario bajo su responsabilidad. Su resolución está en suspenso y sin tramitar por motivos desconocidos desde hace casi treinta años. Unos años después de interponer el recurso, Lefebvre firmó la plena adhesión canónica de la FSSPX a la Iglesia, de la que sólo se retractó cuando, fuera de la negociación, el entonces card. Ratzinger le pidió que firmara reconociendo la "culpabilidad" canónica de sus actos. Lefebvre había actuado en conciencia creyendo en la existencia de un "estado de necesidad" en la Iglesia. Creencia que, según el CD Canónico de 1983, es subjetiva y sólo puede ser juzgada por el sujeto que la sufre. Por eso Ratzinger le pidió la firma a Lefebvre...
Jósif Slypij, card. primado de la Iglesia en Ucrania, creó, por "estado de necesidad" en la Iglesia, sin el consentimiento del beato Papa Juan XXIII ni del siervo de Dios Pablo VI, varios obispos, antes y después de recibir el cardenalato. Todas sus creaciones episcopales fueron reconocidas. Nadie le acusó a él ni ha calificado nunca a la Iglesia uniata de Ucrania de cismática. Tampoco parece éste un problema muy difícil de solucionar.
Así como el entonces card. Ratzinger publicó a través de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe la 'Instrucción sobre algunos aspectos de la “Teología de la Liberación"', ahora se podría hacer algo parecido que sirviera de orientación para todos. Tampoco parece éste problema muy difícil de solucionar.
Como fiel católico veo que la misa tradicional, por la que tanto se ha atacado a la FSSPX, ha vuelto porque, en realidad, nunca se fue. Y veo la rebeldía de conferencias episcopales enteras que no quieren permitirla. Veo cómo el Papa ordena la traducción de "pro multis" como "por muchos" y veo cómo, de nuevo, conferencias episcopales enteras se revelan contra el Papa. Y también veo cómo el Papa pide la comunión de rodillas en la boca y cómo, una vez más, conferencias episcopales enteras rechazan la orden de Roma. Y leo los escritos del entonces card. Ratzinger "Vueltos hacia el Señor" y veo los gestos de desagrado de los sacerdotes católicos cuando comento las opiniones del Santo Padre en relación al Oficio orientado a Dios.
Será el Señor quien juzgue quién ha sido y quién no ha sido fiel. Quién ha llevado a las ovejas perdidas de vuelta al rebaño y quién no lo ha hecho.
Si los que tienen que predicar a Cristo crucificado callan, hablarán hasta las piedras (Lc.19:40). Y parece que las piedras ya están hablando, aunque sea en formato mp3.
Sí que ha cambiado algo en estos veinte años. Las obras de cada cual, y sus frutos, se están haciendo evidentes.
En mala hora se me ocurrió a mí asistir una tarde, cuando me encontraba de turismo en París, a una misa celebrada por sacerdotes de la FSSPX en la iglesia de St Nicolas du Chardonnet. Jamás en mi vida me he sentido más conmovido por nada. Desde entonces, cada vez que cumplo el precepto dominical en mi ciudad, no puedo sustraerme a la idea de que aquel acto al que asisto no es más que un sucedáneo de la verdadera Misa. Y nadie se rasgue las vestiduras por esta declaración sincera: no niego la validez de la innovadora Misa emanada del CVII, pues en tal caso hubiera desistido de asistir a la misma.
Los comentarios están cerrados para esta publicación.