Miércoles de Ceniza
Cuando ustedes ayunen, no pongan cara triste, como hacen los hipócritas, que desfiguran su rostro para que se note que ayunan. Les aseguro que con eso, ya han recibido su recompensa. Tú, en cambio, cuando ayunes, perfuma tu cabeza y lava tu rostro, para que tu ayuno no sea conocido por los hombres, sino por tu Padre que está en lo secreto; y tu Padre, que ve en lo secreto, te recompensará. No acumulen tesoros en la tierra, donde la polilla y la herrumbre los consumen, y los ladrones perforan las paredes y los roban. Acumulen, en cambio, tesoros en el cielo, donde no hay polilla ni herrumbre que los consuma, ni ladrones que perforen y roben. Allí donde esté tu tesoro, estará también tu corazón. (Mat 6, 16 - 21)
Claro está aquí que estos preceptos tienden a dirigir toda nuestra atención a los goces interiores para que no nos conformemos con este siglo, buscando en lo exterior nuestra recompensa, y perdamos la promesa de bienaventuranza, tanto más segura y firme cuanto más interna, en virtud de la cual nos eligió Dios para ser conformes a la imagen de su Hijo.