¿Por qué no podemos aspirar a lo perfecto? (y II)
Un problema más difícil de soslayar es el del Credo. El Credo niceno-constantinopolitano, dice «Credo (…) et in unum Dóminum Iesum Christum, Fílium Dei unigénitum, et ex Patre Natum ante ómnia sáecula. Deum de Deo, lumen de lúmine, Deum verum de Deo vero, génitum, non factum, consubstantiálem Patri», es decir, el Credo dice que Jesucristo es consustancial al Padre; pero nosotros recitamos «de la misma naturaleza que el Padre», cosa que es verdad, pero no es lo que dice el Credo.