Monseñores: ustedes primero
Monseñor Martínez Camino, a la sazón portavoz de la Conferencia Episcopal y Obispo Auxiliar de Madrid, ha expresado el pensamiento de la Conferencia Episcopal Española respecto a la próxima ley que los socialistas pretenden aprobar, sobre los derechos de la persona a la hora de morir y que abre las puertas a «la legalización de conductas eutanásicas». En este sentido, la Conferencia Episcopal recuerda el principio que afirma la desobediencia a las leyes injustas. Pide, en este sentido que dichas leyes, «con todos los medios democráticos disponibles, que sean abolidas, modificadas o bien, en su caso, no aprobadas».
La Conferencia Episcopal pide así la desobediencia a las leyes injustas, sobre lo que no hay nada que decir. ¿O sí?
Hay que celebrar la valentía de los obispos en este asunto que afecta al cuerpo de la nación y que deja al sujeto inerme, frente a la violencia de Estado. El llamamiento a la desobediencia de las leyes injustas es laudable, un deber que les impone su ministerio de pastoreo de las almas. Esa desobediencia tiene una doble implicación, interior y exterior. Exterior porque conmina a los fieles a desobedecer, interior porque son los mismos obispos los que tienen que predicar con el ejemplo para que la argumentación sea sólida y se consiga el efecto deseado, que no es otro que la obediencia de los fieles a los obispos, en la llamada a la desobediencia de las leyes injustas.
No hay mejor manera de vencer que a través del ejemplo. Pero, hete aquí el problema , los obispos españoles practican poco con el ejemplo. Los fieles nos encontramos perplejos cuando afirman, por un lado, su fidelidad a la Sede de Pedro y, por el otro, desobedecen al Papa. Sus actuaciones, pastorales las llaman, se salen de lo que enseña la Tradición de la Iglesia. Algunos ejemplos dolorosísimos de desobediencia por parte de nuestros obispos son:
- el caso de Entrevías, donde sacerdotes consagraban mojicones.
- la barra libre litúrgica, que permiten en todas las diócesis y que dejan sin sancionar.
- la displicencia con la que han recibido el Motu Proprio Summorum Pontificum, de los que son sus máximos contradictores.
- el caso Pagola, que sigue publicando sus excresencias, incluso con el nihil obstat de un obispo.
y la más reciente, la comunión de Maria Dolores de Cospedal, con todo lo que significa.
¿Qué tal?
Con este bagaje, Monseñor Martínez Camino, obispo auxiliar de Madrid, portavoz de la Conferencia Episcopal Española, recuerda que no hay que obedecer a las leyes injustas.
Monseñores, ustedes primero.
4 comentarios
Pidamos a Dios que nuestros obispos y cardenales se reencuentren con el origen de su vocación episcopal.
Y como apunta Saulo Medina, el problema es la falta de vocación.
Supongo que se vive mejor de obispo que de discípulo de Cristo.
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