¿Cómo se celebraba la Liturgia del Viernes Santo antes de la reforma de Pío XII? (y II)
Una vez acabada la adoración de la Santa Cruz, entramos en la última parte de la celebración litúrgica del Viernes in Parasceve, la Misa de Presantificados.
El Viernes Santo, donde el mundo entero aparece salpicado de sangre en el Calvario, el trono de la Cruz, donde reina Cristo, el Hombre – Dios, la Iglesia no renueva el Sacrificio del altar: se consumen las Especies eucarísticas del Jueves Santo, de ahí el nombre de Misa de los presantificados, porque las ofrendas han sido anteriormente santificadas. La Misa de los Presantificados fue eliminada con la reforma del papa Pío XII
Terminada ya la adoración de la Cruz, se encienden las luces del altar, y el diácono procede a extender los corporales sobre el altar, situando al lado el purificador. La Cruz se devuelve con reverencia al Altar, ordenándose la procesión hasta el Monumento. Llegados al Monumento se encienden las velas que no se apagarán hasta terminar la Comunión. El sacerdote se arrodilla y reza un rato, mientras el diácono saca el Santísimo Sacramento de la urna donde está reservado.
A continuación el celebrante se alza e inciensa al Sacramento y, velándolo, lo lleva al Altar en procesión bajo palio. Dos turiferarios sahumerian al Santísimo.
En la procesión se canta el himno Vexilla Regis.
En llegando el sacerdote al Altar y colocado el cáliz, se arrodilla y vuelve a incensiar el Santísimo. El sacerdote, coloca la sagrada Hostia en la patena. El diácono, le da la patena al celebrante, pone el Cuerpo de Cristo sobre los corporales, en silencio. Mientras tanto el diácono vierte vino en el cáliz y el subdiácono, agua. Luego pone incienso, sin bendecirlo, y sahumeria la Oblata el altar, pero no al sacerdote.
El sacerdote, se retira hacia el lado de la Epístola y se lava las manos, en silencio; vuelve al centro del Altar y dice la oración In spiritu humilitatis, tras lo cual, medio vuelto al pueblo, dice el Orate, fratres, al que no se contesta.
El celebrante, como de ordinario, reza el Pater noster, seguido del Libera nos. No se signa con la patena, con la cual, tras arrodillarse, toma el Sacramento y lo eleva, dividiéndolo a continuación en tres partes sobre el cáliz; una de ellas la pone en el cáliz sin decir Pax Dómini, ni Agnus Dei, prosiguiendo el celebrante con las oraciones Perceptio Corporis tuis, Panem caelestem, Domine non sum dignus (tres veces)y Corpus Domini, antes de consumir el Cuerpo de Cristo y el contenido del Cáliz.
Siguen las abluciones, como en una Misa normal, pero sin rezar nada. Al final, con las manos apoyadas sobre el altar, inclinado, dice la oración Quod ore súmpsimus, Dómine; los ministros haciendo reverencia al altar vuelven a la sacristía en silencio.
Los crucifijos de los altares quedan ya descubiertos.
He intentado aproximarme a lo que sería la celebración del Viernes Santo, antes de que el papa Pío XII hiciera la reforma de la Semana Santa. Si hay algún error, ruego me disculpen.
Como ya anticipó un lector en el artículo anterior, las fotos están tomadas de la celebración del Viernes in Parasceve en la Iglesia de San Clemente, una parroquia Anglo – católica en la diócesis episcopal de Pensilvania, que han conservado el rito romano tal cual. Desconozco si esta comunidad habrá pensado en integrarse en la Iglesia Católica, como muchos de los anglo-católicos. Si fuese así, el rito romano sin reformas volvería a la Iglesia Católica por esta vía, cosa que sería, ciertamente sorprendente.
Fuente: The Saint Lawrence Press Ltd
21 comentarios
¡Tampoco nos pongamos peleones! Bendita Misa y es Santificadora seguro... Pero toda Reforma bien hecha es grata.
Si los dogmas han evolucionado con el tiempo... ¿por qué no la Liturgia?
Yo soy amante de la Liturgia Tradicional (que he conocido gracias a Benedicto XVI debido a mi juventud). Y si el Misal que hay es el de Juan XXIII no me pongo peleón: "¡Es que en el de antes había unas oraciones bellísimas!".
Y también las habría en el de Pío V... O en el de San Gregorio Magno (que es al fin y al cabo el principal instaurador de la liturgia latina).
Y tampoco nos pongamos demasiado en plan luis: "¿Esos deben ser los elementos de santificación?"
Pues sí. Lo son.
Pero cuidado con la trampa "modernista"... Porque no creo que nadie se atreva a negar que la Última Cena es la MISA CON MÁS ELEMENTOS DE SANTIFICACIÓN que jamás haya sido hecha.
¿Por qué no la imitamos en la Liturgia? (dirán muchos modernistas)
Así que en mi opinión: la Misa es la Misa. Va cambiando y el Papa Benedicto ha dicho: DOS FORMAS. Pues si éstas van desarrollándose por y con la Iglesia: ¡Benditas sean! Porque desde la etapa de los Apóstoles, la Misa no ha hecho más que ir cambiando.
No nos volvamos demasiado "historicistas". Lo que pasó, pasó.
¡Seamos santos aquí y ahora!
Ya sabes a lo que me refería.
"Evoluciona la comprensión de los dogmas y por consiguiente su correcta definición".
¿Te parece mejor xD?
Es que a veces nos gusta ser picajosos vaya.
Estudia más la cuestión, porque estas concepciones modernistas se han infiltrado en el neoconismo eclesial.
LO SIIIIIIIIEEEEEENTO xD
Que nos gusta ser perfectos...
De acuerdo Luis,
Intentaré estudiar el tema porque seguramente no lo habré comprendido correctamente.
¿Me puedes recomendar alguna lectura concreta? :S (¿En el catecismo viene?)
El Conmonitorio de San Vicente de Lehrins.
El libro de Marín Solá.
"Y, en efecto, la doctrina de la fe que Dios ha revelado, no ha sido propuesta como un hallazgo filosófico que deba ser perfeccionado por los ingenios humanos, sino entregada a la Esposa de Cristo como un depósito divino, para ser fielmente guardada e infaliblemente declarada. De ahí que también hay que mantener perpetuamente aquel sentido de los sagrados dogmas que una vez declaró la santa madre Iglesia y jamás hay que apartarse de ese sentido so pretexto y nombre de una más alta inteligencia. «Crezca, pues, y mucho y poderosamente se adelante en quilates, la inteligencia, ciencia y sabiduría de todos y de cada uno, ora de cada hombre particular, ora de toda la Iglesia universal, de las edades y de los siglos; pero solamente en su propio género, es decir, en el mismo dogma, en el mismo sentido, en la misma sentencia»” (Concilio Vaticano I. Denz., n. 1800; Denz.-Sch., n. 3020).
Pues tienen por una doctrina de las más capitales en su sistema y que infieren del principio de la inmanencia vital, que las fórmulas religiosas, para que sean verdaderamente religiosas, y no meras especulaciones del entendimiento, han de ser vitales y han de vivir la vida misma del sentimiento religioso. Ello no se ha de entender como si esas fórmulas, sobre todo si son puramente imaginativas, hayan sido inventadas para reemplazar al sentimiento religioso, pues su origen, número y, hasta cierto punto, su calidad misma, importan muy poco; lo que importa es que el sentimiento religioso, después de haberlas modificado convenientemente, si lo necesitan, se las asimile vitalmente. Es tanto como decir que es preciso que el corazón acepte y sancione la fórmula primitiva y que asimismo sea dirigido el trabajo del corazón, con que se engendran las fórmulas secundarias. De donde proviene que dichas fórmulas, para que sean vitales, deben ser y quedar asimiladas al creyente y a su fe. Y cuando, por cualquier motivo, cese esta adaptación, pierden su contenido primitivo, y no habrá otro remedio que cambiarlas.
Dado el carácter tan precario e inestable de las fórmulas dogmáticas se comprende bien que los modernistas las menosprecien y tengan por cosa de risa; mientras, por lo contrario, nada nombran y enlazan sino el sentimiento religioso, la vida religiosa. Por eso censuran audazmente a la Iglesia como si equivocara el camino, porque no distingue en modo alguno entre la significación material de las fórmulas y el impulso religioso y moral, y porque adhiriéndose, tan tenaz como estérilmente, a fórmulas desprovistas de contenido, es ella la que permite que la misma religión se arruine.
Ciegos, ciertamente, y conductores de ciegos, que, inflados con el soberbio nombre de ciencia, llevan su locura hasta pervertir el eterno concepto de la verdad, a la par que la genuina naturaleza del sentimiento religioso: para ello han fabricado un sistema «en el cual, bajo el impulso de un amor audaz y desenfrenado de novedades, no buscan dónde ciertamente se halla la verdad y, despreciando las santas y apostólicas tradiciones, abrazan otras doctrinas vanas, fútiles, inciertas y no aprobadas por la Iglesia, sobre las cuales —hombres vanísimos— pretenden fundar y afirmar la misma verdad(8). Tal es, venerables hermanos, el modernista como filósofo.
1ª .- Consiste en el crecimiento de fórmulas, pero permaneciendo el mismo sentido, y a la que se puede denominar evolución homogénea, y por ende, lícita.
2ª.- Consiste en explicaciones nuevas con uso de novedosas fórmulas o sin cambiar éstas, en la cuales no permanece el mismo sentido anterior, y que podemos llamar evolución transformista, y por lo tanto, ilícita. Pues bien, el dogma sólo puede evolucionar de forma homogénea, como bien señaló en una
fórmula el Primer Concilio Vaticano: “Crescat igitur...sed in edodem sensu”, es decir, desarrollo sí, pero en el mismo sentido".
http://www.matercastissima.org/images/stories/libros/teologia/evolucin%20del%20dogma.pdf
Isaac: aunque ahora se llame de otra forma, el rito es el mismo. Se sumen las fortmas que fueron consagradas en la Misa del día anterior.
Las rúbricas, incluso las más pequeñas referidas a los gestos o a los cambios de vestimenta, han de ser seguidas.
Pero si las rúbricas son importantes más importante aún es el contenido textual y eucológico de la Misa.
Un excesivo interés en si la mano se ha de mover más arriba o menos arriba, o si hay que quitarse o ponerse cierta prenda, o darse la vuelta de una manera u otra puede hacernos restar importancia a lo ESENCIAL: los textos litúrgicos propuestos.
En orden de importancia sería: TEXTO - MÚSICA - GESTO.
No creo que el padre Olazábal se haya salido de las normas litúrgicas de 1962. Lo que pasa, para los que hemos asistido a sus Misas y a las de otros sacerdotes tradicionales, es que el padre Olazábal tiende a resumir y a aglomerar, por las razones que fuere. Y otra tendencia en las Misas del Padre Olazábal, hasta dónde yo sé, es a sustituir los textos del Propio por otros, aunque la responsabilidad de esto no es suya sino de la sempiterna soprano que lo acompaña.
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Lo que quiero decir con esto es que el requisito del Motu Proprio es totalmente realista y pertinente: para la celebración del Usus Antiquior es necesaria la existencia de un grupo de fieles conocedores y amantes de esa Forma. De este grupo ha de aflorar, si se quieren hacer MISAS CANTADAS, personas capaces de intepretar el repertorio GREGORIANO. De no ser así es preferible que sean sólo MISAS REZADAS, para evitar problemas.
Oremus.
Es uno de los aspectos del rito que más me llama la atención del rito.
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