Si es por Gales....
El final de Un hombre para la eternidad es sencillamente apoteósico.
Una película recomendable siempre. Actualidad. Para el mundo la presencia de un católico es insoportable. ¿Por qué? Porque como lee al inicio del Evangelio de San Juan, Evangelio que se lee siempre, al final, en la Misa según la Forma Extraordinaria:
La Palabra era la luz verdadera que ilumina a todo hombre que viene a este mundo. En el mundo estaba, y el mundo fue hecho por ella, y el mundo no la conoció. Vino a su casa, y los suyos no la recibieron. Pero a todos los que la recibieron les dio poder de hacerse hijos de Dios, a los que creen en su nombre
El poder de los hijos de Dios.
Sin embargo, el mundo se aprovecha de la debilidad de nuestra naturaleza y buscamos componendas con él, trapicheamos, contemporizamos, poniendo en almoneda la fe, lo más precioso que tenemos.
Falta santidad.
¿Para qué queremos ganar el mundo si perdemos nuestra alma?
Pero claro si es por Gales….
Santo Tomás Moro, ¡ruega por nosotros!
12 comentarios
El liberalismo, hijo bastardo del absolutismo, continuó ese abuso de impronta netamente tiránica, que ahora vemos brillar sin tapujos en las modernas democracias.
Cuando el poder político pretende gobernar las conciencias, Dios y la Iglesia son vistos no como colaboradores sino como insoportables competidores que deben ser neutralizados a toda costa.
Y es esta insana obsesión la que marca toda la historia de la modernidad.
Otra de mis escenas favoritas, aparte de estas palabras de Moro en juicio, son las del cardenal Wolsey (Orson Wells) agonizante: “Si yo hubiera servido a Dios con tanta diligencia como he servido a mi rey, no me habría abandonado en mi vejez”.
Al entender el momento histórico que se refiere nadie duda de la santidad de Moro frente a un clerigo que se dejo llevar por las mieles del poder.
Estremecedor pero, ¿tenía razón Tomás? Quizá entonces sí pero, ¿y hoy?
Occidente (Jáuregui, por ejemplo, que debería ver la peli) odia que los cristianos no nos inclinemos ante el matrimonio gay, el matrimonio divorciable, el sexo sin compromiso y sin fertilidad y sin fidelidad, etc... a Occidente le fastida esto más que nada.
Pero al comunismo chino, que ha creado su propia iglesia dócil al poder, como hizo Enrique lo que le fastidia no es nuestra moral sexual (aunque odia que no abortemos nuestros bebés y que amemos más a nuestra esposa que al Partido) sino que les fastidia más la supremacía del Papa (y de Dios) sobre la del Gobierno.
Hemos de admirar a los católicos chinos: han dado y siguen dando ejemplo con decenas de obispos sanos y mártires, actualmente desaparecidos, encarcelados, "reeducados" en el laogai etc... En tiempos de Tomás Moro TODO el episcopado (menos San Juan Fisher) se vendió en bloque a Enrique.
En esto se comporta exactamente igual que las democracias occidentales.
Quiero recordar aquí también las emocionantes imágenes del martirio de Tomás Moro y John Fisher de la serie "Los Tudor".
Me parece una respuesta sublime y de rabiosa actualidad, al igual que otros momentos de la película, efectivamente.
Cuán brevemente se puede resumir la motivación de los actos de los hombres, cuando se pierde el honor.
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