Ley de Derechos y Garantías de la Dignidad en el Proceso de Muerte: volvemos al año 85.
Con la aprobación de la ley de Derechos y Garantías de la Dignidad de las Personas en el Proceso de la Muerte, en Andalucía se abre, igual que en el año 85 con la despenalización de los tres supuestos del aborto, la puerta a lo que en no muchos años será la eutanasia. Y digo en no muchos años porque vivimos un proceso acelerado de disolución moral.
La situación es clara. Igual que en el caso del aborto, la ley vigente regulará la limitación del esfuerzo terapéutico, prohibirá el ensañamiento terapéutico y permitirá, por otra parte, que los pacientes rechacen un tratamiento que prolongue su vida de manera artificial.
Precisamente el último punto es donde se encuentra el quid de la cuestión, porque el sentido de dicho enunciado es tan amplio que puede ir desde la transfusión de sangre de los testigos de Jehová, que ahora tendrán amparo legal para rechazarla hasta el enfermo terminal al que sin esperanza alguna de vida, se le prolonga la misma con una máquina. Prácticamente, toda la farmacología moderna es artificial, entonces, ¿qué se quiere decir con ese supuesto? ¿No es, al fin y a la postre, una puerta abierta al suicidio? ¿Acaso no estamos prolongando artificialmente nuestra vida al enfermo de cáncer que está sometido a un tratamiento de quimioterapia? ¿Es que la medicina moderna, en líneas generales, no prolonga la vida de manera artificial, con métodos químicos?
En efecto, el sentido es tan flexible, tan maleable, que nos pone en una situación análoga a la del año 85 cuando se despenalizó el aborto en tres supuestos, lo que permitiría años después la llegada material de un aborto libre, desembocando finalmente en el aborto como derecho, una vez la sociedad se encuentre lo suficientemente macerada. Mutatis mutandi, pasará con esta ley de la eutanasia encubierta.
Los mecanismos son los mismos, apelación a los sentimientos, a las vísceras, distorsionando la realidad del hombre, menguando su dignidad axiológica, reduciéndolo a un mero agregado material.
La situación es disparatada. Los ingenieros sociales instalados en los parlamentos, porque realmente eso es lo que son, no políticos, han puesto en marcha la maquinaria para llevarnos a un futuro horrendo marcado por el aborto y la eutanasia.
Pero, ¿tiene realmente nuestros políticos alternativa? ¿No son finalmente como las bestias? Con la pérdida de sentido de bien común, la brecha existente entre la política y la ética – cuando realmente la primera es continuación de la segunda – y la presencia de una clase política analfabeta, cercana al filibusterismo, donde lo único que se preocupan es de llenar la andorga, ¿qué se puede esperar? Poco; más bien nada, porque nuestros políticos son demagogos en el sentido clásico de la palabra.
Es necesario propagar la verdad. No podemos caer en el mismo error que en el año 85.
Después será el crujir y el rechinar de dientes.
¡Señor ven pronto!
2 comentarios
Los comentarios están cerrados para esta publicación.