San Juan de la Cruz
sin luz y ascuras viviendo
todo me voy consumiendo.
Mi alma está desassida
de toda cosa criada
y sobre sí levantada
y en una sabrosa vida
sólo en su Dios arrimada.
Por eso ya se dirá
la cosa que más estimo
que mi alma se vee ya
sin arrimo y con arrimo.
Y aunque tinieblas padezco
en esta vida mortal
no es tan crecido mi mal
porque si de luz carezco
tengo vida celestial
porque el amor da tal vida
quando más ciego va siendo
que tiene al ama rendida
sin luz y ascuras viviendo.
Hace tal obra el amor
después que le conocí
que si ay bien o mal en mí
todo lo haze de un sabor
y al alma transforma en sí
y assí en su llama sabrosa
la cual en mí estoy sintiendo
apriessa sin quedar cosa,
todo me voy consumiendo.
Deus, qui sanctum Ioannem, Confessorem tuum atque Doctorem, perfectæ sui abnegationis et Crucis amatorem eximium effecisti: concede; ut, eius imitationi iugiter inhærentes, gloriam assequamur æternam. Per Dominum nostrum Iesum Christum Filium tuum, qui tecum vivit et regnat in unitate Spiritus Sancti, Deus, per omnia sæcula sæculorum. Amen.
Oh Dios, que has hecho de tu santo Confesor y Doctor Juan un amante extraordinario de la cruz y de la propia y total abnegación; concédenos que, perseverando constantemente en su imitación, alcancemos la gloria eterna. Por nuestro Señor Jesucristo tu Hijo, que contigo vive y reina en la unidad del Espíritu Santo, Dios, por los siglos de los siglos. Amén.
2 comentarios
Probablemente, en el fondo, san Juan de la Cruz sea el máximo exponente de una espiritualidad muy concreta, la carmelitana, que en ciertos aspectos está muy alejada de la vida de los laicos corrientes. Santa Teresa, a su lado, es un personaje mucho más carismático, más simpático, más abierto, más humano, más cercano, más cálido, más heroico y además mujer.
San Juan de la Cruz no es un santo fácil: ni el atractivo humano de santa Teresa, ni la encantadora candidez de san Francisco, ni la diáfana claridad de snata Teresita, ni la elocuencia de san Agustín, ni la rotundidad de san Antonio de Padua,ni el carisma y liderazgo de otros grandes fundadores como san Ignacio o san Josemaria, ni el aura dorada de los Padres, ni la monumentalidad de santo Tomás de Aquino, ni la crucialidad histórica de san Isidoro, ni mártir...
¿Cuál es la grandeza incomparable de san Juan de la Cruz? Hay que viajar a Polonia para comprobarlo.
Es verdad que la cámara de gas de Birkenau no se conserva, por lo que ya no hay vuelta ni la habrá nunca hasta que el mundo sea transformado, al ara donde fue sacrificada Edith Stein. Edith Stein otros millones de judíos y no judíos, pero particularmente Edith Stein.
"HODIE PORTAS MORTIS ET SERAS PARITER SALVATOR NOSTER DISRUPIT, ET SUBVERTIT POTENTIAS DIABOLI".
Si hay posibilidad de dudar de todos los dogmas sólo hay uno manifiestamente evidente: que Cristo ha descendido a los infiernos, al lugar de la muerte no sólo en su sentido físico. Edith es la metáfora perfecta del descenso al infierno de Dios. La pregunta de Ratzinger era retórica: ¿dónde estaba Dios? Nosotros lo sabemos perfectamente: AHÍ.
Esta bajada de Cristo a los infiernos y que los infiernos quedaran transformado en Amor y Luz, que nuestros infiernos queden transformados en Amor y Luz, es la doctrina de uno de los más grandes Doctores de la Iglesia.
Pues me parece un gravísimo error no considerar a S. Juan de la Cruz como UN CIENTÍFICO de altura estratosférica como consecuencia de su inmenso amor a la VERDAD y lo perfectamente ordenado y sistematizado de su doctrina. Pero los aman "el buen rollito", qué opinión han de tener de él; son como son: ciegos, como no puede ser de otra manera. Me entristece mucho que se le tenga por poeta. No faltará cleriguillo que lo ponga incluso por debajo de nivel de A. Gala. ¡Qué tristeza! ¡Y cuánta miseria intelectual, en lo que tiene que ser la cabeza de la sociedad!
Si alguién nos muestra de forma insuperable que LA RELIGIÓN ES UNA CIENCIA, ése es S. JUAN DE LA CRUZ. Y lo vuelvo a repetir: los amigos de "buen rollito facilón" del "buenísmo bobo" etc, etc, no tienen religión ninguna, y son los responsables de que tanta gente se averguence de ser católico.
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