La cuestión de los crucifijos
La retirada de los símbolos religiosos en las escuelas ha sido,por llamarla de alguna manera, una de las noticias del verano.
Para unos, las palabras del Ministro de Justicia, responden a una estrategia de distracción de la opinión pública ante los estragos que está ocasionando la crisis; para otros – entre los que me encuentro – es otro pasito más hacia la reclusión de la religión a las sacristías.
Dudo mucho que un gobierno socialista en España tenga que hacer algo para distraer la atención, entre otras cosas - y por muchos que nos pese -, en España se vota por la misma razón que se pertenece a un equipo de fútbol. Al menos es la percepción que se tiene desde Andalucía donde, en general, la gente es de un partido político de la misma forma que es socio del Sevilla o del Betis.
Pero, en realidad, ¿quién se va a distraer? ¿Es que alguien que esté en el paro va a dejar de pensar en su situación por este tipo de noticias? No. Esta medida tiene unos fines sociales definidos.
Verdaderamente, hay que reconocer la importancia que tiene para un socialista la religión, especialmente la católica, quizás más incluso que para ciertos católicos. Bien que se han esforzado en eliminarla, ya sea expeditivamente, como antaño, ya sea mediante su expulsión de las conciencias, como hogaño.
Sin embargo, en este caso en particular, la medida de los crucifijos es inocua. Porque a pesar de la querencia del PSOE contra la Iglesia, realmente lo que se está haciendo no es otra cosa que darle la puntilla a la cuestión, que es la desafección de los propios católicos a las cosas de la fe.
Porque somos los católicos los que estamos alimentando estas actuaciones. Así, en relación con lo anterior, ¿cómo se puede luchar contra la retirada de los crucifijos en la escuela pública cuando, por ejemplo, los propios obispos del Sur de España, en el comunicado que emitieron respecto a la asignatura Educación para la Ciudanía, EpC dejaron a los padres que llevan a sus hijos a la escuela pública sin ningún apoyo?
Lo mismo sucede con la formación religiosa de los niños. Los textos de religión católica que se utilizan en primaria son pobrísimos. Los contenidos son un reconocimiento explícito de que la familia ha dejado de ser el primer lugar donde el niño recibía los rudimentos básicos de la doctrina católica, así, por ejemplo, en el texto de uno de los libros de religión católica utilizado en primaria – aprobado, naturalmente, por la Conferencia Episcopal -, en el tema dedicado a la Navidad se enseñan cosas tales como que en dicho día, «los cristianos recuerdan y celebran el nacimiento de Jesús».
Mientras que en la EGB con esa edad se enseñaba el Credo y los Mandamientos - y la educación estaba ya devaluada -, con la LOGSE se ha dado, de nuevo, un paso atrás: ahora es necesario enseñarle al niño lo más básico de lo básico, lo que se aprende sencillamente montando el Nacimiento.
¿Y después nos rasgamos las vestiduras con el tema de los crucifijos? ¿Es que acaso el Gobierno no está haciendo visible una situación, a la que hemos llegado gracias al esfuerzo de los mismos católicos?
Opongámonos a la ley, por supuesto. Restablezcamos los crucifijos en las aulas.
Pero también en nuestros corazones.
5 comentarios
De otra forma es inexplicable que un país con un 95% de católicos haya llegado a donde estamos.
¿Responsables?
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