Hermosos defensores de la fe
No se me ocurre mayor blasón que el de “defensor de la fe” si exceptuamos el de mártir, pues en dicho caso se defiende con la entrega de la propia vida la fe que se profesa. Dar la vida por defender aquello que se cree, es admitir de manera inequívoca que estamos de paso y que la vida futura es la que merece ser vivida en plenitud. “¿De qué le servirá al hombre ganar el mundo entero, si arruina su vida?“ Mateo 16, 2
Sin llegar a dar la vida en todos los casos, Charles P. Connor, sacerdote estadounidense, ha recopilado unas cuantas breves biografías de santos varones, que de diferentes maneras y en diferentes circunstancias y tiempo han defendido el Credo. Se trata de personas muy conocidas y cuya vida incluso ha sido llevada al cine como santo Tomás Moro o san Ignacio de Loyola o de ilustres desconocidos para la inmensa mayoría de los fieles como el padre Ciszek o los obispos de Maryknoll luchadores incansables por la Iglesia en China.
Si hubiera que señalar alguna característica de las personas retratadas diría que ante todo han sido seguidores fieles que sabiendo lo que se jugaban no dudaron en hacer lo correcto, lo que Dios espera de hijos amorosos. No pensemos en seres irracionales que no sentían temor o no preferirían no tener que jugársela de manera tan terrible. Hablamos de gente que estuvo mucho tiempo presa, personas que fueron torturadas, gente que murió despedazada por no querer renegar de su fe, de la Iglesia. Gente perseguida a la que no sólo quitaron la hacienda, sino que en muchos casos incluso a su familia. Vidas duras y muertes crueles. Pero siempre con la serenidad y el consuelo que da saber que se hace lo correcto y lo que el Señor de todo desea.
Encontrar entre los defensores a Benedicto XVI puede sorprender al no haber tenido una vida de incomodidades como la de muchos otros (no todos tuvieron una vida terrible), pero nos habla a las claras de la altura de su labor apologética, de la suerte que ha supuesto para la Iglesia su labor anterior al papado y por supuesto su pontificado. Un libro sin duda de mucho provecho.
CONNOR, CHARLES P.
Homo Legens, 2019
7 comentarios
Dios le bendiga.
Tiene razón. Hoy muchos hablan mal de Benedicto XVI, que fué un gran defensor de la Fe y de la Doctrina de la Iglesia y la paradoja es que cuando fué elegido y durante su pontificado, fué criticado por ser ortodoxo. Ironias del destino.
Y sí, tenéis razón, echo mucho de menos a Benedicto, sus palabras, homilías, hasta su presencia. Se nota mucho su ausencia.
Leeré este libro de Cómo Legens, para tenerlo como guía en estos momentos cruciales y definitivos, n, en los que hemos de elegir entre DIOS Y el MUNDO.
SERÁN SExpresa nuestra elección y duras las consecuencias.Preparemonos ara eso. Con oración, ayuno, sacramrntos y l los ejemplos de católicos que nos muestre esta herm heemosa lectura.
Además, afinidad.
Buscando entre viejas fotos encontré una de Benedicto hecha a 2 m de distancia en una audiencia de miércoles (debió de ser 2005-6 porque continuaba las catequesis de Juan Pablo II sobre lod cánticos del Breviario). Bueno, nunca tomaría una foto de Francisco.
Mis dulces y Santos Padres ¡el jove y la mestra! fueron defensores de Dios, de la Fe, con su Amor Matrimonial, a sus Hijos, al Prójimo ¡a Dios! y el Sacrificio ¡la Cruz, sobretodo por sus ¡Ay! desagradecidos y corruptos Hijos! que llevaron siempre ¡sobretodo desde la pérdida de la Fábrica, acabando en la más absoluta Miseria, mi Padre que trabajó como un enano ¡un bendito Negro! toda su cristiana y martirizada Vida! Quiero tener su Muerte gloriosa, en la típica Agonía ¡asfixiados! ¡mi Padre con diarrea terminal! ¡pues no podía desear Nada Mejor que el destino Final y Santo de mis Padres, que Dios recogió en el Cielo! ¡Viva el Jove! ¡Viva la Mestra! ¡Viva el Amor! ¡Viva la Cruz! ¡Viva Dios!
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