No es cuestión de normas
En el artículo anterior, varios lectores discutían sobre los problemas de la Iglesia y una lectora sugería que había que aprobar normas que obligaran también al Papa a comportarse como tal cuando, por lo que fuera, se desviase del camino correcto:
“debe haber algún mecanismo, para que se le pueda corregir al Papa cuando se desvíe, y que este al menos tenga que escuchar, y no pase como con la dubia de los tres cardenales en el caso de Amoris Laetitia, que ni siquiera los recibió”.
Este intento de solución de los problemas actuales de la Iglesia y otros muchos intentos similares que se han planteado resultan atractivos, por su sencillez: si cabe la posibilidad de que un Papa no actúe como debe, apruébense normas que lo impidan. Además, ¿no están para eso las normas, en este caso las canónicas? Desgraciadamente, en este caso no.